sábado, 22 de abril de 2017

                                                PUEBLOS BLANCOS


     Como a la tercera dicen que va la vencida, planifiqué de nuevo esta ruta que había intentado realizar en dos ocasiones anteriores y que, por cuestiones meteorológicas, no había llegado a buen puerto. Pero esta vez sí. Las previsiones climáticas eran excelentes, tenía tiempo suficiente porque coincidía con la Semana Santa y, sobre todo, tenía un "mono" de carretera que me subía por las paredes. Así pues, con el ánimo de sacarme este pequeño clavo pendiente, preparé mi moto y me dispuse a recorrer este conjunto de pueblecitos en parte situados en la provincia de Málaga y en parte en la de Cádiz y que deben su nombre al color de sus encaladas fachadas que le dan su aspecto característico.

DÍAS 1 Y 2

        Como ya sabéis vivo en Murcia y, por tanto, cuando hago rutas de media/larga distancia el primer y a veces segundo día son llamados "de aproximación". Esta ruta no era una excepción y el primer día lo dediqué a salir de casa por la A-92 y recorrer los 280 kms que me separaban de Granada y desde ahí por la misma carretera los 104 kms que me llevarían hasta el lugar elegido para pasar la primera noche: Antequera. 
            El lugar elegido no era casual. Aunque ya conocido de viajes anteriores, es un sitio que siempre apetece revisitar por su gran riqueza monumental y, además, me apetecía ver alguna procesión de esta zona tan distintas a las de mi tierra. Llegué más o menos a la hora de la comida, tomé la habitación del hotel elegido (Hotel Lozano, bastante aceptable aunque situado en la periferia del pueblo) y, después de comer y descansar un rato, me dispuse a dar una vuelta por el pueblo a la espera de la procesión de ese día. El problema es que, debido precisamente a la procesión, la mayoría de calles estaban cortadas y ,después de  bastantes vueltas, aparqué en un sitio con dudas de si podría salir hasta que no terminara el cortejo. Tuve tiempo de entrar a la iglesia desde donde iniciaba su recorrido, la iglesia de S. Sebastián del S.XVI  con una preciosa portada plateresca y una torre de 60 m. de altura con reminiscencias mudéjares y coronada por un angelote dorado que constituye uno de los emblemas de la ciudad.


          Después de tapear en uno de los buenos restaurantes existentes por la zona, me dispuse a ver el cortejo procesional formado por dos pasos: el Señor del Mayor Dolor y Nª Sª del Mayor Dolor que es una talla completa y, por tanto, dificilmente concebida para ser procesionada. Ambos precedidos del grupo de legionarios habitual en estas latitudes ya que en Ronda se sitúa un Campamento de este cuerpo militar.
           Tal y como imaginaba tuve que esperar a que pasara la procesión y desapareciera calle abajo para poder salir con la moto y retornar al hotel.
         



             Al día siguiente, descansado y desayunado, antes de retomar mi camino para dirigirme a Ronda que era mi siguiente destino, decidí darme una vuelta por el Torcal de Antequera situado a unos 6 kms del pueblo. Se trata de un paisaje del período kárstico donde las rocas, debido a la erosión, han formado curiosas figuras a las que se ha bautizado con nombres (p.e "el tornillo"). Es un sitio muy parecido, aunque mucho menos publicitado, a la famosa Ciudad Encantada de Cuenca.
                 Después de la visita me encaminé por la A-367 para recorrer los 88 kms. que me separaban de Ronda. Para los que se decidan a realizar ésta ruta, les diré que la parada rondeña no es necesaria, se puede continuar tranquilamente y meterse de lleno en los pueblos blancos pero a mi me apetecía, sobrado de tiempo, volver a recorrer esta preciosa ciudad y, si era posible, ver alguna de sus procesiones. Así que en un santiamén me planté en Ronda y me puse a buscar mi alojamiento.
                 Vaya por delante que Ronda (que vive prácticamente del turismo) tiene una infraestructura hotelera bastante deficitaria ya que, quitando el Parador (caro como todos ellos) y algún que otro hotel de mediana categoría no hay mucho más. Por ello ha crecido una red de casas rurales que solucionan en parte el déficit pero que en relación calidad/precio dejan mucho que desear. La mía se llamaba Casa Rural Ronda y estaba situada muy céntrica (al lado del famoso Tajo de Ronda) en una calle adoquinada y con gran pendiente (una constante en mi viaje) y que para lo que era (una habitación normalita y con excesivo ruido tanto exterior como interior, además de no incluir el desayuno, el precio de la misma (75 euros) me pareció un auténtico despropósito pero amigos ¡esto es Ronda y es lo que hay!. Dejé las cosas y me fuí a dar una vuelta por la ciudad.
                   Ronda es una ciudad dividida por la Garganta del Tajo, a la que se puede bajar desde la Casa del Rey Moro a través de las escaleras de La Mina.





                   Existen gran cantidad de casas-palacio para visitar, así como iglesias de interés como la del Espíritu Santo y la Iglesia Mayor, palacios como el de Mondragón y el de Salvatierra. En el barrio de San Francisco hallamos la Puerta de Almocábar y la muralla árabe que rodeaba Ronda. Al pié de del puente árabe se encuentran unos de los baños árabes mejor conservados de España.
                      En la zona moderna, además del Parador de Turismo construido sobre el antiguo Ayuntamiento, se encuentra el mercado de Abastos y la plaza de toros que es una de las más antiguas y la que posee el ruedo más grande del mundo.



                     El centro neurálgico y de compras de la ciudad es la calle Carrera de Espinel de 1 km. de longitud y más conocida como Calle de la Bola (según la tradición, en uno de los raros días que nevó en Ronda, unos niños formaron una bola de nieve que, aprovechando la suave pendiente de la calle, se transformó en una enorme bola). Merece la pena ver el Casino de Ronda donde Blas Infante (el padre de la patria andaluza) organizó la primera asamblea andaluza.
                      Después de una buena comida típica rondeña (habas con jamón a la rondeña, setas, rabo de toro y unas yemas de Ronda de postre) me dispuse a rebajar lo trasegado con un paseo por la preciosa Alameda del Tajo, desde donde se pueden contemplar unas preciosas vistas.



                          Hice tiempo visitando el Museo Lara situado en la casa-palacio de los Condes de la Conquista de las Islas Batanes, que posee una excelente colección de relojes, armas, instrumentos musicales y carruajes y después busqué un buen sitio para ver la procesión (en realidad dos que se unen) con un Cristo de la Buena Muerte portado por legionarios al estilo de la famosa de Málaga y una imagen muy bonita de una Dolorosa.

                                                                 Imágenes de Ronda


     
       

                 Después de ver la procesión un ligero refrigerio y a descansar a mi pequeña, ruidosa y cara habitación.
                 Al día siguiente, después de la "dolorosa" y sin desayunar (no había ningún bar abierto en los alrededores), preparé la moto, salí de Ronda y paré en la primera venta que encontré abierta para tomar un café y mis pastillitas (a mis 62 años años alguna gotera que otra hay). Empezaba mi auténtico viaje por los pueblos blancos.

DÍA 3

               Del primero de mis destinos me separaban tan solo 19 kms. que se recorren primero por la MA-7400 para después tomar la CA-9122. Se trataba de Setenil de las Bodegas al cual entré y recorrí cuesta p´arriba cuesta p´abajo sin que me llamara especialmente la atención, así que me dirigí a lo más afamado del pueblo. Se trata de una calle (la Calle del Sol) en la que los vecinos han aprovechado el tajo creado en la roca por el rio para construir sus casas. Es lo que se denomina "abrigo bajo rocas" que no son construcciones semitroglodíticas porque no excavan la roca, sino que se limitan a cerrar la pared rocosa y construir la vivienda de manera longitudinal. Como supondréis es el mayor reclamo turístico del pueblo y, por tanto, la mayoría de estas casas son bares y restaurantes para disfrute de guiris y no guiris. Había que hacer las típicas fotos y me resigné.



                     Para mi gusto lo más destacable del pueblo es su castillo, una fortaleza nazarí del S.XIII con más de 500 ms. de muralla y cerca de 40 torres y que es una de las pocas edificaciones de estas características que conservan el entramado medieval.

                     Desde Setenil me encaminé por la CA-9121 hacia Alcalá del Valle (alcalá en árabe significa castillo) pasando antes por Olvera y deteniéndome  en el Santuario de Nª Sª de los Remedios que posee un bonito patio central y un notable retablo con la imagen de la Virgen.


                    Olvera, desde lejos, responde al prototipo de pueblo blanco. Construido sobre la ladera de un monte, con sus casas encaladas y coronado por las figuras de su castillo y su iglesia.


                     Apurado de tiempo visité la Iglesia de la Encarnación, una construcción neoclásica del S.XVII y con dos torres gemelas y un interior donde abunda el mármol italiano.
                      Desde Olvera continué por la misma ruta hasta llegar a Alcalá del Valle y allí visité la Iglesia parroquial de Santa Mª del Valle, originalmente barroca pero muy retocada y que conserva varias obras del vecino santuario de Caños Santos al que intenté llegar pero que un camino de 2.5 kms. pedregoso y sin asfaltar me hizo desistir con gran alivio de mi moto.



                       Proseguí  mi camino por la CA-414 y, tras 12 kms., me planté en Torre Alháquime, donde lo más destacable es subir al torreón del castillo árabe para ver unas preciosas vistas, visitar la iglesia de Nª Sª de la Antigua del S.XVIII y, como curiosidad,  las ruinas de la casa del célebre bandolero Jose Mª "El Tempranillo".




                         Desde aquí me separaban 21 kms. por la N-342 hasta la siguiente parada en El Gástor, ya metido en pleno cogollo de los pueblos blancos. Además del pueblo en si, con sus típicas callejuelas y del museo del Tempranillo ubicado, según la leyenda, en la casa de la novia del famoso bandolero, en los alrededores del pueblo encontramos varias curiosidades, como la cueva de Fariña (escondite de bandoleros), la cueva del Susto con multitud de precipicios y gran cantidad de agua subterránea que abastecía al pueblo (actualmente cerrada por desprendimientos) y el Dolmen del Gigante, tumba megalítica en buen estado de conservación y que es el mayor de la provincia de Cádiz.
                        En el pueblo destaca la iglesia de San José, neoclásica del S.XVIII.





                         La siguiente parada se situaba en Zahara de la Sierra y allá que me fuí recorriendo 22 kms. por la A-2300. Este pueblo, también muy turístico, constituyó un importante enclave árabe reconquistado para los cristianos por el infante D. Fernando de Antequera. Sus empinadas calles te llevan al centro del pueblo donde, además de unas preciosas vistas de un embalse cercano, se sitúa la iglesia Mayor erigida sobre una antigua mezquita y que alberga el Centro de Interpretación de la Villa Medieval.






                   También merece la pena visitar la iglesia de Sª Mª de la Mesa, templo barroco del S. XIII que es un buen ejemplo de la arquitectura religiosa andaluza  y varias fuentes de agua potable distribuidas por el pueblo.
                    Desde aquí, por la bonita CA-8102 y luego por la A-2300 que bordean el embalse y, tras 7 kms., llegué al lugar elegido para pernoctar, un pequeño pueblecito llamado Algodonales.  No lo elegí porque tuviera nada en especial (de hecho no lo tiene) sino por situarse a una distancia adecuada para no rodar en exceso. Es un pequeño pueblo cuya vida se concentra en la calle principal, donde se sitúan la iglesia, el Ayuntamiento, la farmacia y los bares y restaurantes.
                       El alojamiento que encontré era una casa rural denominada Casa Baraka. Se situaba en una calle trasversal a la calle principal y se trataba de una casa de pueblo que se había dividido en dos partes, en una vivían los propietarios y la otra la habían transformado en un alojamiento de tan solo dos habitaciones con un espacio común central con chimenea y cocina. La decoración era cuanto menos curiosa, mezcla de hippie/naturista/ecológica pero la habitación no estaba mal y la cama era amplia y cómoda teniendo incluso acceso a un pequeño huerto, que supuse ecológico, pero que no visité. Después de entregarme las llaves la dueña y pagarle en efectivo (por supuesto sin factura como en la mayoría de estos alojamientos ¡oido Montoro!) me dispuse a dar una vuelta por el pueblo.
                      La iglesia se denomina de Santa Ana y es barroca del S.XVIII, destacando una torre de considerable altura y, en su interior, varios retablos notables y un precioso coro. Después de ver la iglesia recorrí la calle principal y visité alguna de las fuentes del lugar, muy numerosas ya que el agua aquí es muy abundante. La fuente "del Algarrobo y los Lavaderos" y la "Fuente Alta" son las más interesantes.



                        Lo que si puede apreciar es que en este pueblo se preocupan mucho por la limpieza de sus calles, a juzgar por el cartel que encontré y que os dejo como prueba.

                
 
                          Después del paseo me senté a tomar una cerveza en uno de los bares con la buena suerte que, ya anocheciendo, comenzaba a salir una procesión de la iglesia con una imagen de un Cristo yacente. Pasó justo por delante de mi y, para que os hagáis una idea del tamaño del cortejo, aún no había terminado la cerveza y ya volvía para recogerse en su templo. Pedí algo para cenar y regresé a mi ecológico alojamiento para descansar.


DÍA 4

                         Después de desayunar en uno de los bares (os recomiendo que no dejéis de probar los típicos "molletes" de esta zona, bien con aceite y tomate bien con mantequilla) y con la moto cargada me dirigí al siguiente punto a visitar. Se trataba de Villamartín y distaba 24 kms. por la A-384 que se recorrían dando un paseo y admirando el paisaje. En este pueblo los más destacado era visitar su iglesia, de estilo renacentista y con una portada en mármol diseñada por Hernán Ruiz "El Joven" en 1565. En su interior destaca un retablo barroco en madera de pino de flandes en el que colaboraron, entre otros, Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa y Jerónimo Hernández.



                            Desde Villamartín y continuando durante 12 kms. por la A-384 se llega a Bornos. Aquí merece la pena una buena parada pues hay mucho que ver. Está enclavado junto a un lago y declarada Conjunto Histórico. El casco histórico gira en torno a la torre fortificada de Fontanar de origen árabe y reformada en época renacentista para uso residencial de los Duques de Alcalá de los Gazules. En los siglos XVII y XVIII muchas familias erigen en torno al castillo sus casas señoriales, entre las que destacan las de la Cilla y la de los Ordóñez. Pero la auténtica joya del pueblo es el Castillo-Palacio de los Ribera, declarado Bien de Interés Cultural que posee un bello jardín renacentista también declarado Jardín Histórico de Interés Cultural.
                              En pleno proceso de recuperación podemos admirar en el centro del patio una bella fuente de mármol con el escudo de los Ribera.


    

                               Atravesándolo desembocamos en el jardín, con numerosas variedades de plantas y árboles y un bello estanque de nenúfares.



      

                            Si tenéis tiempo también merece la pena visitar la iglesia de la Resurreción, la iglesia de Sº Domingo de Guzmán y un asentamiento romano cercano denominado Carissa Aurelia.
                           Dejé Bornos impactado por su belleza y continué mi camino para llegar a mi siguiente destino que no era otro que Arcos de la Frontera, distante sólo 12 kms. por la misma A-384.
                                    Al llegar a Arcos asombra la visión del casco histórico construido en lo más alto del cerro sobre el que se desparraman las construcciones hasta llegar al valle. Recorrí la zona más moderna y me dispuse a subir ya que mi alojamiento se hallaba en lo más alto del pueblo. Enfilé la cuesta de Belén y subí por las estrechas callejuelas salvando como podía los grupos de turistas que andaban de aquí para allá visitando el pueblo. Conseguí llegar a lo alto y encontré un rinconcito donde poder dejar la moto, pegada a la iglesia de S. Pedro.
                                    El lugar elegido era una casa rural denominada Las Cadenas del Cananeo cuyos propietarios, además de un restaurante en la plaza del mismo nombre, habían habilitado con esmero y que, con diferencia, era el mejor alojamiento rural que había encontrado hasta ahora. Después de dejar las cosas y tomar posesión de mi habitación me dispuse a recorrer este precioso pueblo.
                                          No os podría describir todos y cada uno de los  monumentos que hay que visitar en Arcos, iglesias como la de Sª Mª de la Asunción, S. Pedro y S. Francisco, palacios como el del Conde del Aguila y el del del Mayorazgo y otros lugares como el castillo, el convento de S. Agustín o la Puerta Matrera de la antigua muralla árabe merecen una visita.

                                                              Iglesia de S. Pedro

 
                                                      Iglesia de Sª Mª de la Asunción

                                                             Palacio del Mayorazgo

                                                                  Rincón de Arcos

                                                                      Rincón de Arcos

                             Después de un largo paseo y de visitar todo lo que pude, me dispuse a cenar con un buen tapeo y elegí una taberna que os recomiendo sin dudar (La Taberna de los Jóvenes Flamencos), donde degusté varias de sus especialidades, entre ellas un excelente salmorejo y unos gustosos caracoles serranos todo ello con un precio más que asequible. Así que me retiré a descansar rumiando como podría salir al día siguiente con mi  moto de aquel laberinto de callejuelas.


DÍA 5

                           Después de desayunar y abonar la cuenta (35 euros) me dispuse a salir de Arcos. Problema: la calle por la que había pensado bajar, durante la noche, la habían llenado de arena para evitar resbalones por la cera de las procesiones y además estaba cortada. Para mayor dificultad la calle de salida del pueblo también estaba cortada, ya que por esta zona es costumbre que, en vez de desfilar la procesión del Resucitado (lo hace al domingo siguiente) sueltan un toro de cuerda que denominan el Toro del Aleluya (costumbres chocantes de la zona). Tuve que buscar una ruta alternativa que no era otra que una empinada y adoquinada pendiente (también con cera) que me hizo bajar con  mi pesada moto con ambos frenos cogidos y jurando en arameo para que no resbalara. Conseguí llegar con mucho cuidado hasta la salida comprobando que mi maxi-scooter se adapta a lo que le echen (ya solo me queda meterla en al agua y comprobar si flota).
                               Desde Arcos por la CA-6105 se llega a Prado del Rey (28 kms.) y allá me fuí para seguir viendo cosas.
                               Prado del Rey es un pueblo diseñado para las nuevas poblaciones que se asentaron aquí, con calles lineales y manzanas cuadriculadas. Hay que llegar a la Plaza de la Constitución donde se hallan el Ayuntamiento y la iglesia de Nª Sª del Carmen, edificio neoclásico del S.XIX con un retablo de la iglesia de la Encarnación de Arcos donde se aloja la patrona.


                          Aquí no debe existir la tradición del Toro del Aleluya porque, en el momento en que llegué, salia la procesión de la patrona cuyo paso curiosamente era portado exclusivamente por mujeres (alguna con unos tacones de infarto que ya hay que tener valor).


  
                        Y desde aquí, me marché para mi último destino del día donde pensaba pasar la noche: El Bosque. Este pueblo debe su origen a una casa de retiro mandada construir en el S.XVI por el duque de Arcos y que se completó con otras edificaciones para alojar a la servidumbre de dicho personaje. El pueblo es un primor. Rodeado por el rio Majaceite, donde se sitúa el coto truchero más meridional de Europa, el agua fluye por todas partes y se rodea de bosques por donde practicar diversas rutas de senderismo. Me dirigí a buscar mi alojamiento llevándome una agradable sorpresa. Se trataba de un Hotel-Restaurante rural (El Tabanco) con unas prestaciones de superior categoría. Tenía parking cercano gratuito donde dejé la moto, habitaciones espaciosas con todas las comodidades y un excelente restaurante donde desayuné al día siguiente ¡y todo por 35 euros!. Muy recomendable.
                          Dejé las cosas y me fuí a pasear por el pueblo donde, como ya he mencionado, el agua es un elemento omnipresente.


                               
                               Los alrededores eran una delicia para pasear, con densos bosques y prados que, en ésta época, presentaban un verdor deslumbrante.



                            Como curiosidad posee una plaza de toros que está totalmente cubierta.

  

                           Después del paseo y recorrer todo el pueblo busqué un restaurante de los muchos existentes para comer y decidí probar las especialidades autóctonas: de primero unas tagarninas (especie de cardo que se sirven aliñadas en un recipiente de barro con un huevo frito por encima) y de segundo una espectacular trucha con verduras. De lujo.
                              Reposada la comida volví a por la moto y me encaminé a recorrer dos pueblos cercanos. El primero era Benamahoma (la casa de Mahoma) distante tan solo 5 kms. y al que se llega por una preciosa carretera, la A-372.  Aquí si había Toro del Aleluya, por lo que el centro del pueblo estaba cortado, así que aparqué en la parte baja y decidí recorrer un tramo de un sendero que bordea el rio Majaceite y que llega hasta El Bosque. Sencillamente espectacular y relajante ya que no había nadie y pude disfrutar de su belleza.






                              Retomé el camino para enlazar con la A-373 y recorrer los 14 kms. que me separaban de Ubrique. Sintiéndolo mucho he de confesar que fué una de las decepciones del viaje. Aunque la vista desde arriba prometía mucho ....

  
... luego el pueblo en sí mismo no tiene nada de atractivo y si me apuráis es hasta feo. Yo creo que su pequeña fama puede ser debida a dos cosas: su conocida industria del cuero con gran cantidad de tiendas donde comprar todo tipo de objetos y ser la patria chica de un popular torero ya retirado. Llegué hasta la plaza principal, me tomé un cafetito, hice la foto que os dejo y retorné al precioso El Bosque para cenar y retirarme a mi hotelito.

 

DÍAS 6 Y 7

                         La  A-372 que me llevaría a Grazalema es espectacular, buen firme, curvas reviradas que se toman con suavidad y sin peligro y unos paisajes de la Sierra de Grazalema impresionantes.



                        Llegué tras 19 kms. al pueblo más conocido y que da nombre a todo el valle. Hace ya varios años estuve aquí con mis hijos durante una semana en la Villa Turística existente por lo que lo conozco bastante bien. De manera que la parada fué bastante corta, el tiempo suficiente para tomar un café, admirar el paisaje y realizar una foto de una escultura que representa el toro famoso del que os he hablado.


                     
                          La N-342 que sale de Grazalema es auténticamente una pasada, curvas amplias que enlazan con rectas de buena visibilidad y rodeada de una vegetación frondosa que, a veces, hace que te puedas despistar un poco para admirarla. Enlaza con la A-384 y ésta con la A-92 que te lleva después de 207 kms. hasta Granada.
                      Al llegar fuí al hotel, un gran cuatro estrellas (Granada Center) bastante céntrico y lujoso. Cuando al día siguiente fuí a abonar la factura (81 euros con desayuno) no tuve por menos que acordarme con gran dolor y cabreo de los 75 euros que me soplaron por el cuasi zulo donde me alojé en Ronda.
                           Dediqué la tarde a callejear por Granada (siempre hay cosas que ver), realizar algunas compras y ya a descansar para, al día siguiente, recorrer la archiconocida por mí A-92 que tras 280 kms. me llevaría de nuevo hasta mi querida Murcia donde, por cierto, llegué en uno de sus días grandes de las Fiestas de Primavera: el Bando de la Huerta.


P.D. Ya he realizado la ruta de los Pueblos Negros y la ruta de los Pueblos Blancos. Investigaré si existe la ruta de los Pueblos Amarillos o la de los Pueblos Verde Esmeralda y, si es así, prometo realizarlas y subirlas a este blog.