jueves, 6 de septiembre de 2018




                                             
                                    LA DESCONOCIDA RIBEIRA SACRA

                               Mi segundo viajecito del verano estaba programado en dos partes. La primera era para conocer un lugar del que tenía grandes referencias y del que había estado muy cerca cuando realicé la Ruta de la Plata, pero que no llegué a ir: el Monasterio de Guadalupe en Cáceres.

                               La segunda era desviarme por Avila para visitar algunos lugares de Soria que me llamaban la atención, como Calatañazor o Ayllón. Pero, como siempre me ocurre, algún reportaje inesperado visto o leído me hizo cambiar de planes. En este caso fué uno sobre una zona que no conocía (ya me quedan menos) y que llamó mi atención: la Ribeira Sacra y el Cañón del Sil. Así que modifiqué el itinerario sobre la marcha y en vez de hacia la derecha me fuí hacia la izquierda para ver que me deparaba este lugar de Galicia desconocido por mi.

DÍAS 1, 2 y 3
                               Salí de Murcia el lunes 27 para dirigirme hacia Tomelloso. Había elegido este pueblo para una parada intermedia no porque me atrajera especialmente (ya había estado en el mismo en otra ruta anterior y no me había llamado la atención), sino porque se situaba a mitad de camino (236 kms.) de Guadalupe y porque quería visitar el museo de mi homónimo Antonio López, pintor realista por el que siento una gran admiración. Así pues, tomé la A-30 en dirección a Albacete para desviarme en la salida a Hellín y desde allí coger la CM-313 y luego la CM-400 que me llevaría hasta Tomelloso.

                               Al llegar me encontré con una actividad inusual en el pueblo y es que resulta que estaban en plena feria (voy pillando todas las ferias por donde paso). Pregunté por el hotel (Hotel Paloma, excelente relación calidad-precio)) y, tras dejar las cosas, me dispuse a integrarme en el bullicio callejero propio de la festividad. Primera decepción: al preguntar me dijeron que el Museo de Antonio López cerraba los lunes. Así pues, me contenté con hacer una foto de la Posada de los Portales que es el símbolo del pueblo, dar una vuelta, comer y descansar un rato en el hotel.


                          A media tarde, cuando el calor había amainado algo, volví a pasear por el pueblo que, según he comentado antes, no tiene ningún atractivo en especial. Está diseñado de manera cuadriculada, con calles rectas y amplias en las que no destaca ningún elemento artístico en particular. Regresé a la plaza del Ayuntamiento donde había instalado un escenario que resultó ser para una actuación de grupos rocieros que se celebraba por la noche. Hice tiempo mientras cenaba algo para ver de que se trataba aquello. Comenzó la actuación y, después de tres canciones, decidí irme a descansar para continuar al día siguiente rezando porque no se oyera mucho la música porque el hotel estaba al lado. Y se oía, ¡ vaya si se oía !. Así que ora vueltas en la cama ora poner la TV para distraerme estuve hasta que sobre las 2 de la madrugada, después de haber desplumado hasta la última Blanca Paloma y dejarse pulmón y medio en la Salve Rociera, finalizó el espectáculo. Intenté dormir unas horas pero me despertaba sobresaltado oyendo: “ oeeeé, oé, oé, oé ….. oé, oé, oé oé ….. “.

                              Medio sonámbulo me levanté, desayuné y me puse en marcha pero, hasta salir del pueblo, me perseguía un “oé, oé, oé, oé “ que me atravesaba el casco.

                               De esta guisa enfilé la A-43 y luego la N-430 para luego desviarme por la CV-502 y la EX-116 que me llevaron, tras 272 kms., hasta Guadalupe. Llegué a mediodía y busqué el alojamiento. Había reservado en el Parador Nacional. Vaya por delante que no soy un fan de la red de Paradores. Reconozco que ha servido para recuperar edificios históricos que, de otra manera, hubieran terminado en ruinas pero también que el confort hotelero que ofrecen, sobre todo en las habitaciones, deja que desear además de ser bastante caros. Pero amigos, si queréis dormir en un castillo, convento, palacio, etc. hay que pagarlo. En mi caso fue más porque la oferta hotelera en Guadalupe es muy pobre y no había muchas más opciones. Antes de llegar al Parador paré y me hice una foto frente al impresionante edificio del monasterio.


                                 Tomé la habitación y me fui a situarme. El pueblo de La Puebla de Guadalupe ha crecido en, por, para y alrededor del monasterio. Nace como consecuencia del hallazgo a finales del S.XIII principios del XIV de una talla de la virgen por un pastor junto al rio Guadalupe (esta película ya le he visto antes). Se construye una ermita y pasa a ser un centro de peregrinación (el segundo tras Santiago), lo cual conlleva la necesidad de construir lo necesario para atender a los peregrinos.

                               Hoy en día es una población de unos 2000 habitantes que viven básicamente del turismo y que tiene algunos lugares con cierto encanto que me dispuse a conocer. Bajando por lo que podríamos llamar calle principal se atraviesa uno de los arcos defensivos de entrada a la villa que aún perduran, el arco de Sevilla …


                                … de esta manera se llega a la Plaza de los Tres Chorros que presenta unos arcos porticados que tenían una doble función, resguardar del sol y de la lluvia y crear establecimientos (posadas, boticas, etc) que atendieran a los peregrinos.



                                Después de recorrerlos volví sobre mis pasos para comer en alguno de los muchos restaurantes que se ubican frente al monasterio en la plaza de Santa María y hacer algunas fotos del monasterio y las casas que lo rodean.




                                  La tarde la dediqué a descansar, bañarme un rato en la piscina del Parador e informarme de como visitar el monasterio al día siguiente.

                               La hora de inicio de la visita (5 euros) eran las 10 y allí nos reunimos un nutrido grupo que, pastoreados por un guía desganado que masticaba chicle sin parar, nos fué enseñando las distintas dependencias en las que, salvo el claustro, no se podía hacer fotos. A mi me llamaron la atención sobre todo la espectacular Sacristía donde se conservan hasta 11 pinturas de Zurbarán encargadas ex-profeso y un museo donde hay obras de Juan de Flandes, Zurbarán, Goya, El Greco y hasta un precioso cristo de marfil atribuido a Miguel Angel. Terminado el recorrido, nuestro aburrido guía nos dejó en manos de un monje franciscano que nos llevó a visitar el camarín de la Virgen, que contiene cuadros de Lucas Giordano. Para terminar la visita, el buen hombre se puso ceremonioso y nos anunció que iba a girar la imagen, que siempre mira a la iglesia, para rezar una oración. La imagen es una pequeña talla románica de una virgen sedente realizada en madera negra. Por último nos invitó a colocarnos en fila para besar no se qué reliquia traída de Jerusalén. Obviamente pasé del ritual y me fuí al claustro de características mudéjares, con dos pisos y un templete central decorativo de ladrillo revestido de azulejos de Manises. 





                                        Terminada la visita me fuí a ver la iglesia (acceso libre). Gótica del S.XIV aunque la decoración es barroca y que presenta un bonito retablo mayor del S.XVII que fué dorado y policromado por el hijo del Greco.



                                         Comida, siesta, nuevo paseo por el pueblo y hacer tiempo hasta las 20,30 h en que estaba programada una visita guiada totalmente gratuita para los huéspedes del Parador y destinada a  conocer a fondo el mismo y la dependencia anexa. Nos sirvió de guía Alvaro, un empleado del mismo sumamente ameno y altamente cualificado que le daba sopas con onda al guía oficial del monasterio.

                               El Parador se halla construido sobre el antiguo Colegio de Infantes o de Gramática, donde se impartían clases de humanidades y canto para un reducido y selecto grupo de 40 estudiantes seleccionados que ingresaban a la edad de 12 años para terminar sus estudios a los 16. Lo más bonito es un precioso claustro mudéjar hoy convertido en terraza relajada y tranquila para tomar algo. Anexo al mismo, con función actual de parking, se halla el Hospital de S. Juan que, en su tiempo, constituyó uno de los focos principales de la enseñanza de la medicina en España y en el que, bula papal mediante, se practicó por primera vez la cirugía y disección por cirujanos frailes y seglares. Terminada la visita nos obsequiaron con una sangría y una tapa típica.

                                     Cenita y a dormir.


DÍAS 4 y 5

                               El plan inicial era llegar a Tordesillas por Avila, parando en poblaciones con encanto como Oropesa o Arenas de San Pedro, pero a quién pregunté, en especial a Alvaro nuestro guía del Parador que era de Valladolid, me lo desaconsejaron fervientemente y, aunque eran más kilómetros, me dijeron que la mejor opción era tomar la CM-411, luego la EX-A1 hasta Navalmoral de la Mata y ahí enlazar con la A-66 hasta Tordesillas. Mereció la pena. La primera es una bonita y bien asfaltada carretera de montaña, con poco tráfico y paisajes preciosos como el que os muestro más abajo que, aunque parezca el mar, es un embalse de los varios que hay por tierras extremeñas ...


                         
                           ... y la última era mi antigua amiga de la Ruta de la Plata. De esta manera llegué a Tordesillas a mediodía, tomé el hotel  (Torre de Sila, cómodo pero sin pretensiones) y después de comer y descansar salí a dar una vuelta por esta villa.

                               Tordesillas es una ciudad con larga historia que ha pasado por varias manos de reyes y de la nobleza. La última fue la infanta portuguesa Beatriz de Portugal, que fue dueña de la misma hasta el S.XIV. Así mismo, en ella fué recluida hasta su muerte en 1555 la reina Juana I de Castilla (la Loca).

                               Pero quizás lo más conocido de la villa es que en ella se firmó el famoso Tratado de Tordesillas, documento mediante el cual los Reyes Católicos y el rey Juan II de Portugal se repartieron los territorios descubiertos en el Nuevo Mundo mediante una línea imaginaria que separaba las posesiones españolas y portuguesas.

                               Caminando llegué hasta la Plaza Mayor, recoleta plaza porticada que resume perfectamente el estilo de las plazas castellanas, con balcones para presenciar los espectáculos que se celebraban en ellas y en el que hoy en día cuelgan algunos carteles que harán las delicias de los antitaurinos.



                              Continuando el recorrido se llega hasta cerca del rio Duero que atraviesa la ciudad. Allí se hallan las famosas casas del Tratado, aunque parece que en realidad el documento se firmó en la subtitulada como Casa 2. 

                                                                          Casa 1
                                                                                   Casa 2

                                Junto a las Casas del Tratado se halla situada la Iglesia-Museo de S. Antolín de los S.XVI y XVII con varias piezas de gran valor artístico en su interior.


                                    Seguí mi periplo para ver el puente, de origen medieval pero remodelado y apuntalado en siglos posteriores. Tiene 10 ojos y era el paso obligado de caminos que unían el noroeste de la Península con el centro. Aproveché para hacer una foto de la puesta de sol desde el mismo.



                                Regresé bordeando el rio a mi hotel que debe su nombre a la Torre de Sila, única que se conserva de la muralla que rodeaba la villa. A cenar y a dormir que mañana llegaba a la Ribeira Sacra.

                               Tomé la N-VI que enlazaba con la A-6 y desde esta la N-120 para recorrer los 318 kms. que me separaban de la capital de la Ribeira Sacra y que, la verdad, se hicieron muy llevaderos llegando a Monforte de Lemos sobre las 13 h. y buscando mi hotel que fué toda una sorpresa. Se llamaba Hotel Cardenal, céntrico, moderno y con unas habitaciones espectaculares totalmente domotizadas. No sé si en Monforte habrá otros mejores pero éste es altamente recomendable y nada caro. Después de dejar las cosas me fui a dar un garbeo.

                               Monforte es una ciudad no muy grande, agradable de pasear y con un sabor gallego mezclado con espíritu castellano. Después de tomar algo en un bar cercano a la Plaza de Abastos y regresar al hotel para descansar un poco, me dispuse a visitar lo más emblemático de esta villa.

                               Había que subir hasta el Monasterio de San Vicente del Pino (hoy Parador Nacional) y, aunque podía hacerlo en la moto, preferí subir andando bordeando los restos de la muralla que aún se mantienen en pie. A mi paso me detuve ante una hornacina excavada en la piedra y dedicada a no sé que virgen.




                                 El lugar donde se ubica es el de un monasterio del S.X aunque el que hoy se conserva data del S.XVI. Aunque el aspecto es bastante sencillo, destaca una portada con columnas dóricas que posee sobre ella un escude de los Condes de Lemos.



                               El interior se articula en torno a un claustro en que destaca una gran urna central. 



                                   Tomé un refrigerio en el claustro y salí para ver la anexa Torre del Homenaje, lo único que se conserva del antiguo Castillo de S. Vicente. Fue construida entre los siglos XIII y XV y es una imponente atalaya de 30 m. de altura con unos muros de 3 m de grosor. Servía de refugio ante los ataques enemigos y para celebrar las Ceremonias del Homenaje.


                                       La iglesia del monasterio estaba cerrada pero pude ver que es de estilo neoclásico con elementos renacentistas. En su interior se conserva la imagen de la patrona de Monforte Nª Sª de Monserrat.


                                      Completa el conjunto el Palacio Condal, residencia de los Condes de Lemos, reconstruido tras un incendio, que conserva la portada y un escudo de los mismos.

                                       Descendí haciendo alguna foto de la bella panorámica que se divisa desde este conjunto histórico y adentrándome en la antigua judería existente en el municipio.


                                         Continué para ver el otro gran edificio de Monforte que es el Colegio de Nª Sª de la Antigua que, por su grandiosidad, es conocido como “el Escorial de Galicia”. Se trata de un complejo monacal de finales del S.XVI que, hoy en día, es mantenido por los Padres Escolapios a los cuales fué cedido por la Casa de Alba (???). La hora de visita (16,30) hacía tiempo que había terminado y solo pude contemplar la imponente fachada herreriana de 110 m. Si visitáis Monforte y lo encontráis abierto, visitad sus dos claustros neoclásicos, la escalera monumental, la pinacoteca y la iglesia con un retablo de madera de nogal.


                                      Ya de regreso y cerca del hotel pude ver el Puente Romano, aunque la estructura que hoy se conserva de cuatro arcos es del S.XVI. Se encargaba de unir las dos orillas del rio Cabe.

                                       Gastronómicamente, aunque estemos en Galicia, no esperéis encontraros con abundancia de marisco. Predominan las carnes (eso sí, muy ricas) quizás por la cercanía con Castilla. Hay buen pulpo y unas sabrosas zamburiñas a las cuales hice honor.


DÍAS 6 Y 7          
                             
                                  Después de un gran desayuno en mi hotel salí para adentrarme en plena Ribeira Sacra y para ello tomé la N-120 que me debía llevar al Monasterio del Santo Estevo pero, a mitad de camino, un cartel con la indicación “M. de Santo Estevo. Desvío provisional” me hizo cambiar el sentido de la marcha y adentrarme por una infame carreterita de montaña que no se la deseo ni al peor de mis enemigos. Estrecha, mal asfaltada, con baches continuos, curvas asesinas y todo lo que os podáis imaginar. Menos mal que mi nueva moto aguanta lo que le echen y me llevó hasta el destino, aunque no pude admirar el precioso paisaje que me rodeaba porque un segundo de descuido y ¡¡zás!! monte abajo a coger caracoles.

                               Por fin llegué sano y salvo al monasterio y aparqué en la entrada.


                             El origen del mismo es eremítico y anterior al S.X convirtiéndose en el S.XII en el principal monasterio de la región y siendo ocupado por la orden de S. Benito. En el S. XVI se convierte en Colegio de Artes, pasando a manos particulares en el XIX y desde el año 2004 es Parador Nacional (es la parte buena de los paradores).

                          La iglesia del mismo forma un ángulo recto con la portada, es de estilo románico y ,como cumple la función parroquial de la población vecina, presenta adosado un pequeño cementerio.  



                               La fachada principal presenta dos torres prismáticas del S.XVII y principios del XVIII.


                             En el interior, si no estás hospedado, se pueden visitar los tres claustros que posee que, por otra parte, son lo más destacable del mismo. El más grande situado a la entrada se denomina “o dos Cabaleiros”, de planta rectangular y renacentista que, como podéis comprobar estaba preparado para una boda a celebrar ese día.
   


                                     Los otros dos son el claustro de los Obispos, rectangular y con dos cuerpos uno románico y otro gótico y el claustro do Viveiro también de dos cuerpos.




                                    Antes de irme le hice una foto a un cruceiro que hay a la entrada del monasterio.


                                      Desde el Monasterio se toma una desviación que te lleva hasta un embarcadero donde tenía reservado un pasaje para hacer la Ruta del Sil en un catamarán. Al llegar y aparcar venían tras de mi una pareja con una BMW 1200 que aparcaron justo detrás. Mientras dejaba las cosas el piloto de la BMW se cayó al fallarle la pata de cabra y ello sirvió para que, después de ayudarle, entabláramos conversación. Eran un matrimonio de La Coruña que, aunque gallegos, no conocían esta zona. Fuimos a que sacaran el ticket y, cervecita mediante, esperamos a que el catamarán llegara y nos recogiera.

                               El rio Sil a lo largo de los años (muchísimos) ha ido excavando un trayecto entre las montañas por donde discurre, formando una frontera natural entre las dos provincias gallegas y que se conoce como el Cañón del Sil, de manera que una ribera pertenece a Lugo y la otra a Orense. 


                                  Embarcamos y, desde la parte superior del catamarán, nos dispusimos a disfrutar del viaje que, la verdad, es precioso. Trascurre por el cauce del rio y nos permite contemplar, además del paisaje en sí mismo, extrañas formaciones rocosas moldeadas por la naturaleza y que adquieren formas que dejan paso a la libre interpretación: el Cardenal, el Perro, El Indio.  Además se pueden apreciar en las laderas de los montes los cultivos en escalera origen del afamado caldo conocido como ribeiro.



                                                                     El indio



                                 La excursión dura como unas dos horas pero, si llegáis hasta aquí, os la recomiendo vivamente. Terminada la misma volvimos a por las motos y nos despedimos con cariño (eran muy majos), ellos tomaron hacia la izquierda y yo hacia la derecha para coger la  OU-326 y recorrer los 18 kms. que me separaban de Orense a la que llegué a mediodía y con el tiempo justo de tomar algo antes de que cerraran la cafetería de mi hotel (Francisco II, buenas habitaciones pero edificio algo antiguo que necesita remodelación). No perdoné mi siesta habitual y después salí a ver algo de la ciudad.

                               Dice un dicho popular “ tres cosas hay en Orense que no las hay en España: el Santo Cristo, el Puente Romano y las Burgas hirviendo agua “. Pues vamos a ello.

                               La Catedral (3 euros) data de los siglos XII-XIII, tiene honores de basílica menor y está declarada BIC. Es considerada uno de los grandes templos románicos de España aunque tiene elementos añadidos en épocas sucesivas: gótico, renacentista, barroco y neoclásico.

                               La fachada principal, con vestíbulo abierto al interior, tiene tres portadas románicas. La fachada Norte presenta un aspecto de fortaleza y la fachada Sur (que da a la Plaza del Trigo) es una bellísima obra del románico español con notable influencia del Maestro Mateo autor del Pórtico de la Gloria de Santiago.



                                    En el interior hay tres cosas que destacan sobremanera. Una es el Pórtico del Paraíso que reproduce de manera simplificada el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, con una policromía excelentemente conservada. Está realizado 50 años después de su homónimo compostelano y la función es similar: instruir mediante imágenes al pueblo en las sagradas escrituras.



                                       La segunda es la Capilla del Santo Cristo, construida por Juan de Herrera y con una exuberante decoración barroca. Está presidida por una imagen gótica de 2 m de alto del Santo Cristo que impacta por su naturalismo y que goza de un gran fervor popular.



                                           Por último destacar el Altar Mayor, con un magnífico retablo gótico de Cornelis de Holanda.
   


                                       Después de visitar la Catedral me dirigí a ver las Burgas. Aunque el origen del nombre no está claro, son unos manantiales de aguas termales en pleno centro de la ciudad. El origen de los mismos es la captación y filtración de aguas de lluvia por el terreno hasta profundidades de 2 kms., allí se calientan y son expulsadas al exterior con temperaturas de entre 64-68º y con un caudal de 300 litros por minuto. Están consideradas por su riqueza en minerales especialmente indicadas para problemas dermatológicos y son utilizadas desde época romana.
                               Hay tres: la de Arriba la más antigua, la do Medio que es la utilizada por los habitantes para sus baños y la de Abaixo que es una fuente con dos caños laterales y uno central. Yo, la verdad, no entiendo aún como se puede meter la gente ahí a darse un baño. Yo puse la mano en uno de los caños de la de Abaixo y me estuvo picando varias horas. En fin, como decía aquel “hay gente pa tó”.




                                       El tercer símbolo de la ciudad, el Puente Romano, me quedaba como a media hora andando y se estaba haciendo de noche, así que lo dejé para mejor ocasión. Me fui a visitar el casco histórico, un laberinto de pequeñas callejuelas repletas de bares y tabernas (todas con la misma carta) y con un olorcillo (las calles no los bares) que no me resultaba agradable precisamente.  Entré en uno de ellos y mientras tomaba algo pude ver un nuevo triunfo de ese gran equipo (4-1 al Leganés). Al hotel y mañana será otro día.
                               En ese “otro día” se trataba de visitar otros dos monasterios (se llama Ribeira a esta zona por estar en las riberas del rio Sil y Sacra por la gran cantidad de monasterios que posee, hasta 18, aunque muchos de ellos están en ruinas).
                               El primero de ellos se hallaba en un pueblecito llamado Esgos que se situaba a 18 kms. desde Orense por la OU-536. Al llegar al pueblo hay que tomar el camino señalizado que en 5 kms. te deposita en el Monasterio de S. Pedro de Rocas. Se trata del conjunto monacal más antiguo de Galicia y el único donde se conserva parte de la estructura original.
                               La raíz de este monasterio es eremítica (lugar de retiro en solitario) y se data en el S.VI con la llegada del cristianismo a estas tierras para pasar posteriormente a ser un cenobio (lugar de retiro y oración en comunidad). Desde el S.XII se convierte en un priorato muy importante y, tras sucesivos incendios, la reconstrucción que llega hasta nuestros días se realiza en el S.XVII.
                               Lo más característico del mismo es que la iglesia y las capillas fueron excavadas directamente en la roca. Hoy se conserva el edificio de la casa rectoral (actualmente centro de interpretación), la iglesia y un antiguo cementerio, junto a la espadaña del campanario. Una visita en solitario a este lugar te transporta a imaginar la forma de vida dedicada al rezo y la búsqueda de la verdad que debieron llevar sus habitantes. Os dejo fotos de este lugar “mágico”.








                                  Después de la visita retorné por el mismo camino hacia el pueblo de Esgos y, en el descenso, me encontré deambulando por la carretera a un perrete con signos de estar desorientado. Paré la moto y lo llamé y, aunque al principio se resistió a venir algo asustado, cuando lo hizo y tras una primera caricia ya no había forma de quitármelo de encima. Comprobé que no llevaba collar ni placa.


                                El dilema era qué hacer ahora porque no se separaba de mi y en la moto no podía llevarlo hasta el pueblo. Finalmente se descuidó un momento y aproveché para arrancar y marcharme comprobando como el pobre animalito me seguía corriendo mientras pudo. Cerca del pueblo encontré un cartel que indicaba “Residencia canina” y allí me dirigí para explicar al señor que me atendió el tema y el hombre me dijo que no me preocupara que ellos se encargarían de localizarlo. Así que ,aliviado por la pena de haber dejado al chucho allí, volví a tomar la OU-536 para recorrer 24 kms. hasta el pueblo de Montederramo, donde se hallaba el último monasterio que quería visitar. Al llegar estaba cerrado y un cartel indicaba que para visitas guiadas había que dirigirse al centro de información situado en los bajos del cercano Ayuntamiento. Una amable señorita me explicó que la siguiente visita era a las 12 h. y tras pagar el ticket (3 euros) me dispuse a tomar un café y dejar pasar la media hora que restaba. A las 12 en punto me dirigí a la puerta de la iglesia y mi sorpresa vino cuando me encontré yo solo con la señorita que me había vendido la entrada, con lo cual me hizo una visita totalmente personalizada.
                               Este Monasterio de Sª Mª de Montederramo se fundó en el S.X perteneciendo primero a la Orden de S. Benito y luego a la Orden del Císter, llegando a convertirse en uno de los monasterios de mayor poderío económico y social de su época. Pero amigos, llegó la desamortización del siniestro Mendizábal y ahí se acabó la historia. Hoy está catalogado como BIC pero su estado requiere de una gran inversión para su rehabilitación completa.
                               La fachada, de comienzos del S.XVII es un buen ejemplo del estilo herreriano de Galicia.


                                El interior de la iglesia, aunque abierta al culto de forma esporádica, presenta un aspecto bastante desolador. Presenta una planta de cruz latina con naves laterales con bóvedas de crucería. Destaca el retablo mayor, realizado íntegramente en madera de nogal por Mateo del Prado y con figuras en relieve lo que le confiere un aspecto que hoy denominaríamos en 3D.



                                           Pasamos a la sacristía donde se almacenan todas las piezas pendientes de financiación para su restauración y, desde allí, subimos al coro para apreciar la sillería en madera de roble.


                                         El edificio dispone de dos claustros, el más antiguo es cuadrado de estilo ojival con arcos y ventanas superiores renacentistas y barrocas. Hasta no hace muchos años tuvo la función del colegio del pueblo hasta que, según me contó mi guía, quedaron solo 7 niños que fueron derivados al colegio de un pueblo cercano.


                                El segundo claustro más pequeño es también cuadrado, con arcos semicirculares sobre columnas renacentistas. Sirvió como lugar de alojamiento para la gente que peregrinaba hasta el monasterio. Hoy está en manos privadas y, lamentablemente, no tienen ningún uso.


                               La vida en Ponferrada se articula en torno a su impresionante castillo de origen templario y estilo románico. Las grandes obras que conforman el castillo actual fueron realizadas por Pedro Alvarez Osorio, primer conde de Lemos, en el S.XV. A la muerte del mismo fue objeto de disputas entre sus descendientes (la maldita herencia), llegando incluso a ser tomado por asalto por uno de ellos, Rodrigo Osorio, aún en contra del mandato de los Reyes Católicos. Ya en el S.XIX comenzó un período de declive para este edificio, siendo utilizadas las piedras de los muros para construir cuadras públicas y un mercado y el interior se arrendó como zona de pastos e incluso fue utilizado ¡ como campo de fútbol ¡. En el S.XX se le concedió el rango de Monumento Nacional y comenzó la restauración llegando hasta nuestros días el castillo (llamado Castillo Viejo), el recinto amurallado con sus barreras y un palacio renacentista.   
                                
                               Como no tenía tiempo para visitarlo en profundidad, hice algunas fotos y me adentré en el casco histórico.




                                    Ponferrada es una villa grande, con alrededor de 60.000 habitantes, que se sitúa en la confluencia de los ríos Sil y Boeza y es el núcleo de población más importante de la Comarca del Bierzo.

                               Me adentré por la calle del Reloj donde está situada la Torre del Reloj que es una antigua puerta de entrada a la ciudad y constituye una edificación singular ya que es la única torre con reloj exenta que hay en España.


                                 La calle desemboca en la plaza del Ayuntamiento donde está el consistorio que es un bello edificio barroco.


                                Me senté a tomar algo y contemplar el ajetreo de la plaza ya que ¡ cómo no, estaban en fiestas ¡. Regresé y fui a ver la basílica de la Encina, de estilo renacentista y que conserva en su interior la imagen de la patrona del Bierzo la Virgen de la Encina (un templario encontró en el hueco de una encina la imagen de una virgen y bla, bla, bla, bla).


                                     Estaban en misa y no quise molestar y, al salir, me encontré con la agradable sorpresa de unos colegas de la Tuna que habían ido a rondar a la Virgen. Les hice una foto y, tras presenciar su actuación, me presenté y estuve un rato departiendo con ellos. Me indicaron un buen lugar para cenar y allá que me fui. Después de la comanda vuelta a mi solitario hotel y a descansar. Al día siguiente comenzaba mi regreso a casa.



DÍAS 8 Y 9

                               Salí temprano porque me esperaba una buena tirada de 400 kms., además de que el cielo estaba encapotado. Tomé la N-VI y enlacé con la A-6 que me llevaría hasta Madrid. En el trayecto me cayeron 2-3 chaparrones de poca monta que no me hicieron que tuviera que detenerme.
                             
                        Al llegar a Madrid se coge la M-50 y se sale por la A-4 que te lleva hasta Aranjuez. Llegué sobre las 3 de la tarde, tomé el hotel (NH Palacio de Aranjuez, muy bueno) y, después de descansar un rato, fui a dar un paseo por esta bella ciudad, admirando sus fuentes y palacios y dándome una buena caminata por el Jardín del Príncipe. 




                                 Busqué un lugar para cenar y a dormir.

                               El último día no tiene mucho que contar. Salí con dificultad de Aranjuez por la mala señalización y tomé la A-4 para posteriormente la A-31 hasta la Roda y desde ahí la A-30 hasta casa. Total otros casi 400 kms.

                               El viaje, aunque algo cansado, ha merecido la pena. Sobre todo os recomiendo que, si tenéis oportunidad, no dejéis de visitar la Ribeira Sacra que es una zona bastante desconocida pero que alberga una riqueza paisajística y monumental de gran valor como habréis podido comprobar si habéis tenido la santa paciencia de llegar leyendo hasta aquí.



                                  Y ahora a preparar el próximo para el puente de Octubre.

KMS. RECORRIDOS:  la tira ( más de 2.600)
GASOLINA:                   0 euros (la pagué íntegramente con una tarjeta-regalo de mi banco)
HOTELES:                     no quiero ni hacer cuentas
MANUTENCIÓN:         tampoco
REGALOS:                    0 euros (en la moto no me cabe nada)
LA MOTO:                    matrícula con honor.