domingo, 6 de agosto de 2023

 



                                           VERANO 2023 ( Tercera parte )

 

TERCERA PARTE: EL PIRINEO     


                Al llegar a Vielha busqué el hotel reservado. Bastante bueno y que con desayuno y parking me salía más barato que aquella cosa horrenda de Cordes-sur-Ciel y que, a Dios gracias, no llegué a conocer.

                Vielha es un enclave de primer orden para el turismo de montaña y de nieve. Es la capital de la comarca del Valle de Arán y su constitución es muy reciente ya que fue en 1970 cuando se anexionaron 6 municipios araneses con ella.

                Comí en un restaurante cercano y descansé con una buena siesta y fresquito. A media tarde salí para dar una vuelta y recorrer sus principales zonas.

                Como ciudad turística que es abundan los locales de restauración y compras, pero también hay otros sitios con encanto como un precioso puente que cruza el rio Nere,  afluente del Garona y que, cuando ambos se enfadan, pueden provocar importantes inundaciones en las casas colindantes. 


           El centro es pequeño y se recorre dando un agradable paseo visitando sus numerosas tiendas.

          Posee la iglesia de S. Miguel, de transición del románico al gótico, con una torre campanario de aspecto fortificado.

           La portada presenta cinco arquivoltas apuntadas con hasta 59 imágenes esculpidas en ellas de temática muy variada.

           El campanario está montado sobre la portada y coronado por una barbacana que sostiene una aguda cubierta de pizarra, elemento que vamos a encontrar en casi todas las construcciones de la villa.


           Tras una buena caminata y cenar vuelta al hotel.

                La distancia entre Vielha y el lugar donde pensaba pasar la próxima semana era muy corta, tan solo 65 kms. que discurren por agradables carreteras de montaña cruzando algún embalse y con unas vistas preciosas.


             
Llegué a Castejón de Sos con tiempo suficiente para recorrerme el pueblo y hacerme una idea de los servicios de que disponía. La verdad es que era un pueblo pequeño, con unos 600 habitantes y sin grandes atractivos pero con la ventaja de ser un enclave crucial para recorrer los valles de Benasque y Boí, además de los núcleos circundantes denominados pueblos del Solano.

           Unos 25-26º me recibieron con alegría y , después de comer en uno de los sitios existentes, fui a tomar mi apartamento. La verdad es que resultó una gran sorpresa. Se trataba de un Apartahotel (Apartahotel Castejón de Sos ) con unas instalaciones magníficas. Me recibió la dueña que muy solícita me explicó todo lo necesario. Mi apartamento constaba de un salón comedor amplio con cocina incorporada, un cuarto de baño muy completo y  un dormitorio generoso, además de una terracita privada y un amplio y bonito jardín comunitario. El precio incluía el desayuno ( que variaba a diario ) y un parking privado que lo utilicé muy poco porque no había problema en aparcar en la calle frente al establecimiento. No os digo el precio pero  bastante menor que el pagado por los desastrosos sitio en que me alojé en tierras francesas. Me reafirmo en la idea de que los establecimientos hoteleros españoles superan en mucho en cuanto a calidad y precio a los de países de nuestro entorno.

          Así que tomé posesión de mi nuevo hogar y, tras colocar todo el equipaje y darme una buena y fresquita siesta, salí a comprar unas cosillas en el único super del pueblo y volver a recorrerlo con detenimiento para tenerlo todo controlado.

              Terminé cenando en un sitio muy agradable ( La Morera ) donde entablé relación con el dueño, un tipo muy simpático y campechano al que mimé un poco ya que supuse que me iba a dar de comer/cenar en varios momentos durante mi estancia.

           Al día siguiente tenía que solucionar un par de asuntos. Por un lado buscar un taller cercano porque el ordenador del coche me había dado el aviso de que debía cambiar el aceite en cuanto pudiera y por otro buscar una peluquería porque iba un tanto desgreñado.

               Lo del aceite lo solucioné por la tarde y lo de las greñas por la mañana. Dí el día por bien empleado.

                El martes decidí acercarme a los cercanos Benasque y Cerler.

            Benasque es la principal población del valle que lleva su nombre. Se encuentra en el parque natural de Posets-Madaleta y el Pico de Aneto. Su referencia más antigua data del 1006 y a lo largo de sus historia ha sufrido numerosos episodios climatológicos devastadores: terremoto en 1660, varias inundaciones del rio Ésera que lo atraviesa, la primera en 1727 y la última en 2013, además de ser testigo de la huida en 1939 de los republicanos que huían a Francia.

             Tiene un idioma propio, el pastués, que es una mezcla de aragonés, catalán y gascón. Pero la verdad es que durante mi estancia yo solo oía hablar en castellano.

              Su núcleo urbano conserva edificios, plazas y rincones con un innegable aire montañés.

            Paseé por el mismo haciendo fotos del rio Ésera y todo aquello que me llamó la atención para terminar sentado en un barecito, al lado de un mastín que me tomó cariño y que al levantarme para continuar mi periplo se vino conmigo ante la mirada incrédula de su dueño.

        




                        Después de dar una vuelta por el mercado semanal que se celebraba ese día y de arreglar un problema con las gafas de sol en una óptica cercana continué el viaje hasta Cerler. El motivo de esta visita era más sentimental que turístico. Hace más de 30 años pasamos unas vacaciones en este lugar con mi único hijo por entonces que tendría unos 5 añitos. El crio lo disfrutó enormemente y quería volver a verlo.

                Hoy Cerler es una gran urbanización con edificios ocupados por gente que en su mayoría disfruta con los deportes de invierno en su cercana estación de esquí. Posee un pequeño centro comercial y algunos hoteles y restaurantes, pero sobre todo se respira tranquilidad, vistas estupendas y temperaturas agradables debido a su altitud.

                Hice algunas fotos y regresé de vuelta a Benasque para comer y regresar a Castejón pasando por el embalse de Linsoles.



         Ya por la tarde me acerqué a visitar un pueblo cercano a Castejón que me habían recomendado. Se llamaba Campo y a él se accede por el Congosto del Ventanillo, una carretera entre montañas que discurre paralela al rio Ésera. El problema es que lleva en obras bastante tiempo y el recorrido, sobre todo cuando hay tráfico pesado, se hace lento e incluso peligroso.

            De cualquier manera llegué a Campo y paseé por sus calles. Visité su pequeña Plaza Mayor con soportales en uno de los lados y me acerqué hasta la iglesia que me habían dicho que era románica. Sería románica cuando se consagró en el 960 pero en el 1560 fue transformada completamente en estilo renacentista. El único resto románico que encontré fue un crismón sobre la puerta de acceso al campanario. De todas formas es bonita.

                Regresé a Castejón atravesando de nuevo el Congosto

                La siguiente jornada tenía dos planes diferentes.

                Por un lado acercarme a ver una ermita que me habían contado era la más bonita de los pueblos del Solano. Se encontraba a pocos kilómetros de Castejón en un pueblecito llamado El Run. Para llegar hasta la ermita de la Virgen de Gracia hay que dejar el coche al lado del albergue junto a una fuente con varios caños donde la gente va a recoger agua por su pureza y buena calidad. Luego hay que ascender por un pequeño camino en el bosque y, tras unos 10-15’ de subida, se llega al lugar. Se construyó a principios del S. XII y es estilo románico lombardo con una torre muy característica. De nave única tiene otros elementos de este estilo constructivo: ventanas geminadas, arquillos ciegos y un friso de dientes bajo la cornisa. Características que luego me iba a encontrar en las iglesias que visité en el Valle del Boí.

                Tanto el ábside, como la nave y la torre están realizados en piedra sillar que alterna con sillarejo.



               De nuevo en el coche encaminé mis pasos hacia un lugar que había visitado en varias ocasiones, incluso en moto, pero al que siempre apetece volver por el encanto que desprende. Se trataba de Aínsa, distante de donde me encontraba unos 50 kms.

                Recorrí de nuevo esas carreteras que tan bien conocía y dejé el coche en el aparcamiento situado a la entrada del pueblo.

                Aínsa es un precioso pueblo medieval anclado en el tiempo y que está considerado uno de los pueblos más bonitos de España.

                Tras atravesar el patio del castillo desde cuyas murallas se contempla un extraordinario paisaje, se accede a su preciosa Plaza Mayor, cuadrada y rodeada de soportales en los cuales se asientan hoy en día bares, restaurantes y diferentes tiendas. En un lado se encuentra el Ayuntamiento.




            
Saliendo de la Plaza Mayor nos damos de bruces con la iglesia de Santa María, uno de los mejores ejemplos del románico aragonés. Se construyó entre los S. XI y XII aunque en el S. XIV se le añadió el claustro.

           El edificio, construido en sillarejo, tiene planta rectangular y ábside semicircular con una portada con cuatro arquivoltas sobre columnas y un crismón. 


            
En el interior la nave se cubre con bóveda de medio cañón y el ábside con bóveda de horno. Bajo el presbiterio se encuentra una cripta que tuvo que ser reconstruida casi íntegramente tras la Guerra Civil.

                El pequeño claustro es de forma trapezoidal y de un solo piso. Tiene arcos de medio punto y apuntados.



                Al salir fotografié la torre que es el elemento más representativo del templo. Realizada en sillarejo tiene cinco cuerpos y una altura de 30 ms. Destaca el último de los cuerpos con ventanas de arco de medio punto y se cubre con una cúpula sobre trompas. Se puede subir y obtener unas impresionantes vistas del pueblo.


          
Prácticamente Aínsa tiene dos calles. Se puede bajar por una y subir por la otra o viceversa. Son callecitas estrechas, adoquinadas, en las que podemos encontrar algunas casas blasonadas y otras bellamente adornadas con flores.




               Hay algunos miradores con bonitas vistas del rio Ésera.



           
Y, por supuesto, gran cantidad de tiendas ( algunas muy originales ) y locales de restauración. Comí en uno de ellos y regresé a por el coche para retornar a Castejón.

                Una de mis aficiones es volar. Disfruto mucho cuando tomo un vuelo ( a pesar de algún susto ) y uno de mis mejores recuerdos es un vuelo sobre el Cañón del Colorado en una Pipper al lado del piloto. Pero siempre me ha faltado algo más de libertad.

                Esto viene a cuento porque Castejón de Sos es la cuna del parapente en España y hay empresas que organizan vuelos biplaza, así que al regresar entré en una de ellas para informarme. No son baratos. El más económico es un vuelo de 5-10’ por 90 euros y si quieres que te graben 25 euros más. Pero me dije que si no lo hacía ahora no lo iba a hacer nunca, de manera que contraté uno para la tarde del día siguiente. “ Siempre y cuando el tiempo lo permita “ me indicó el instructor.

                Pues no lo permitió. El día amaneció completamente cubierto y con un viento decente. A mediodía empezó a lloviznar y por la tarde descargó una fuerte tormenta que duró hasta bien entrada la noche. Vuelo anulado. Y lo peor es que para los dos últimos días de mi estancia ya tenía programados otros planes, así que mucho me temo que me voy a quedar sin hacer el pajarito.

                Tras pasar ese jueves casi sin salir del apartamento más que para comer, el viernes amaneció con sol espléndido y un día precioso. Así que me dispuse a realizar lo planificado que era desplazarme hasta la vecina provincia de Lérida y recorrer la ruta de las iglesias románicas del Valle del Boí.

                Llegué a Taüll sobre las 10´30 y busqué la primera de ellas. En información compré un pack para ver las 7 iglesias que conforman la ruta con los horarios de apertura y las indicaciones.

                La primera y más destacada era donde me encontraba, la Iglesia de Sant Climent de Tahüll. Se construyó en el S. XI sobre un templo primitivo y consta de una planta basilical con tres naves separadas por columnas y cubiertas de madera a dos aguas. Se completa con tres ábsides y una torre campanario. 

                Lo más destacable es la recuperación de grandes fragmentos de la policromía original. Sobre ellos se proyecta con videomapping la recreación de cómo serían las pinturas originales y nos da idea de su grandiosidad. Os dejo unas fotos de su estado actual y la recreación de la proyección.



                
Ya saliendo encontré una preciosa imagen románica de la Virgen con Niño, le hice una foto y se la mandé a un buen amigo radiólogo al que le apasionan las antigüedades, contestándome que se la llevara por lo que más quisiera. No hubiera sido difícil. No estaba vigilada y me cabía en la mochila, pero mi amigo ha de entender que no procedía, además de ser algo egoísta que la disfrute una sola persona. Allí se quedó.


                   El siguiente templo estaba en Boí y se llamaba iglesia de Sant Joan.

                Es probablemente la que conserva más elementos constructivos del inicio del S. XI en el valle. Es de planta basilical y posee un ábside central y dos absidiolos. La torre conserva tres de los seis cuerpos originales, perdiéndose en un incendio los otros tres. Mantiene las características del románico lombardo, con ventanas geminadas y arquillos ciegos separando los pisos. 


                
Lo más destacable es la reproducción de las pinturas originales que decoraban el templo, las cuales se guardan en el MNAC de Barcelona.



    

            Mi siguiente destino era Erill la Vall para ver la iglesia de Santa Eulalia. Aquí destaca uno de los mejores campanarios de todo el valle. Una torre de planta cuadrada con seis pisos y los elementos decorativos del románico lombardo mencionados anteriormente.


                Consta de una sola nave con un ábside y dos absidiolos.

    

           En ella se descubrió un grupo de tallas policromadas románicas de gran tamaño que representaban el descendimiento. Hoy se encuentran en Barcelona y Vic y en su lugar hay una reproducción.

                Siguiendo con mi periplo me desplacé hasta Barruera para visitar la iglesia de Sant Feliú. Es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón.

                Al ábside original de ornamentación lombarda se le añadió posteriormente otro ábside que es totalmente liso.


                 El campanario es muy sencillo, con tres niveles separados por sencillas molduras y una ventana de medio punto en los dos superiores.

                El pórtico se encuentra a poniente con un porche que lo cobija.


               Más adelante se encontraba Durro con su iglesia de la Natividad pero en ésta el horario de visita era vespertino, así que me tuve que conformar con hacer unas fotos de una vista general y del pórtico que protege a la puerta de acceso.

 




                En penúltimo lugar se encontraba la iglesia de Sª María en Cardet. Llegué cuando estaban cerrando, justo para fotografiar la portada sobre la que alza una espadaña con tres huecos para las campanas.


               La guía que estaba en Cardet me avisó que la última de las iglesias que se encontraba en Coll también abría por la tarde pero que merecía la pena acercarse ahora aunque solo fuera para ver su portada. Así que hacia la iglesia de L’Assmpció de Coll me encaminé.

                Y, efectivamente, es una de una sola nave con ábside de decoración lombarda en la destaca su pórtico, con cuatro arquivoltas dos de ellas sencillas y dos de baquetón que están rodeadas de un ajedrezado. Descansan sobre columnas con capiteles de temas vegetales.

                Sobre el mismo se encuentra un crismón que es considerado el más bello de todas las iglesias del Boí y por arriba hay un vano redondo que está enmarcado en una moldura plana.




                
Satisfecho por haber completado todo el recorrido por las iglesias románicas del Valle del Boí, inicié el regreso parando a darme un homenaje merecido en un restaurante al que le había echado el ojo a la ida.

                Mi último día por estas tierras lo dediqué a recorrer los pueblecitos que conforman el Solano.

                Como no quiero cansaros en exceso simplemente os enumeraré el nombre de los mismos y os dejaré fotos de rincones que me llamaron la atención.

-          URMELLA

-          ARASÁN

-          LIRI

-          RAMASTUÉ

-          ERESUÉ

-          VILLANOVA

-          CHÍA

 



                                                      Chuimenea típica de la zona

                                                                     Granja de ocas                           




                 En Liri me regalaban este precioso cachorro de Mastín de los Pirineos de una camada de tres que les era imposible mantener. Pero claro, primero se presentaba el inconveniente de trasladarlo hasta Murcia, después que esta raza se hacen enormes y, por último, que el pobre perrete el verano que viene donde yo vivo se me muere de un golpe de calor. Así que con todo el dolor del mundo se quedó allí mirándome tristemente.   


            En un pueblecito pequeño llamado Chía en lo más alto de todo, para mi sorpresa hay un restaurante con una estrella Michelín ( Restaurante Casa Chongastan ). Pero además se puede subir con el coche hasta arriba y, tras un ascenso a pie de unos 100 ms., se llega a un mirador con unas vistas espectaculares de todo el Valle de Benasque.

                


                                                                        






                Pues bien esta ha sido mi semana de “ descanso “ en el Pirineo oscense. Con algo de pesadumbre abandoné Castejón el domingo para chuparme los 700 kms. que me separaban de mi casa, donde llegué con unos maravillosos 40º.

                Tengo muy claro que si, en los años que me queden por vivir, un buen día desaparezco sin dejar rastro, si alguien quiere buscarme que empiece por algún lugar de los Pirineos.

                                                                 Hasta otra.

                

   


       

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