jueves, 17 de septiembre de 2020



                     RUTA ALGO SURREALISTA POR LA PROVINCIA DE CUENCA


Desde hacía algún tiempo mi amigo Jaime y yo teníamos pendiente realizar alguna ruta no muy larga de las que hacemos de vez en cuando. Así que preparé un recorrido de 3 días para enseñarle algunos de los tesoros que guarda la encantadora provincia de Cuenca y que el no conocía. Concretamos los días y el 11 de Septiembre desafiando al Covid y a otros imprevistos salimos de Murcia para realizar nuestro viaje.


DÍA 1  

Tomamos tan contentos ( yo delante y el detrás como siempre ) la A-30 y nos dirigimos hacia Albacete, después la A-31 y al llegar a La Gineta nos desviamos por la N-320 hacia Cuenca. Al llegar a Tarazona de la Mancha decidí parar y tomar un cafelito y, de paso, enseñarle a Jaime su bonita y recoleta Plaza Mayor. Después del descanso continuamos hacia Cuenca pero, hete aquí, que no habíamos recorrido más de 15 kms. desde Tarazona cuando me percaté que en el visor de mi moto se había encendido un chivato naranja y una señal de alerta que indicaba F1. La moto iba bien pero, ante la duda, decidí parar y ver que era aquello. Al disminuir el gas la moto comenzó a realizar cosas extrañas, petardeaba enormemente y le faltaba fuerza.

Paramos y buscando en el libro de instrucciones indicaba que F1 podía significar problemas en el sistema de inyección o bien del CVT, pero en ningún caso aconsejaba continuar porque podía dañar el motor. Yo de inyecciones solo controlo las hospitalarias y el famoso CVT se que es un tornillo que hay que cambiar periódicamente para no correr el riesgo de que la moto se vaya al carajo. Después de un conciliábulo decidimos llamar al seguro y ver que nos decía. Una amable señorita me indicó que me mandaban una grúa pero que, al estar a más de 150 kms. del punto de origen, la moto tenían que repatriarla, lo cual significaba que se la llevaban a una especie de depósito y que, hasta pasados 4-5 días laborables, no la descargaban en el sitio indicado por mi.

Tras 40 minutos debajo de un puente para resguardarnos del sol de justicia que caía llegó la grúa. Ayudé al conductor a subirla y me despedí de ella mientras dos lágrimas descendían por mi rostro.

Ante esta tesitura las dos opciones eran A: continuar la ruta planeada viajando yo de paquete de Jaime o B: regresar yo a Murcia en taxi y que Jaime continuara solo. Optamos por la A, acoplamos como pudimos mi equipaje en la moto de mi compañero y carretera y manta.

Yo no había viajado de paquete desde que era muy pequeño y me iba con mi padre en la Vespa y la verdad es que la vida desde ahí arriba se ve de otra manera. No llevas el control, parece que te vas a caer en cada curva algo pronunciada y, para colmo, mi bolsa de viaje iba acoplada entre Jaime y yo, lo cual proporcionaba una alegría inmensa a los riñones de mi compañero. De esta guisa recorrimos los 100 kms. que nos separaban de Cuenca y llegamos hasta el hotel EXE que habíamos reservado.

Dejamos las cosas y nos fuimos directos a buscar el lugar elegido para comer que me había recomendado una buena amiga natural de allí y que se tomó la molestia de llamar al dueño para avisarle de nuestra llegada ( ¡ gracias Noemí ¡ ). El sitio se llamaba La Ponderosa y no era exactamente un restaurante sino un bar con una larga barra donde se podían degustar unas exquisitas tapas/raciones de delicatessen, un gran vino y, sobre todo, entablar conversación con su dueño Angel que nos explicó los secretos de la elaboración de algunos de sus productos y nos pasaba de vez en cuando un porrón con algo que el llamaba “ el champán de Cuenca “ que no sé lo que era pero que estaba muy bueno. Hay que reconocer que barato precisamente no era, pero dada la calidad de todo lo que tomamos y la amena compañía del dueño, dimos por bien empleada “ la dolorosa “ y nos volvimos al hotel para descansar un rato.

      Ya más frescos fuimos a dar una vuelta por Cuenca, llegando hasta la plaza del Ayuntamiento y subiendo hasta el barrio del Castillo para ver las excelentes panorámicas que se divisan. He venido a Cuenca en no menos de cinco ocasiones y en ninguna de ellas he podido visitar la catedral por dentro. Siempre estaba cerrada. Y es una pena porque la Catedral de Santa María y S. Julián, junto con la de Ávila, fue la primera catedral gótica que se construyó en España, levantada  por Leonor de Inglaterra esposa de Alfonso VIII. Así que solo os puedo hablar de la fachada, obra de Vicente Lampérez que se inspiró en la catedral de Reims y que está inconclusa ya que la idea primitiva era realizar dos altas agujas gemelas y completar los óculos ojivales, pero la oposición de varios arquitectos a introducir elementos extraños hizo que se quedara como está, aunque existe un plan para terminarla en vaya usted a saber qué fecha.








             Después del paseo y ya anocheciendo nos fuimos a buscar el restaurante elegido para cenar ( Recreo Peral ) que se encuentra en las afueras de la ciudad en dirección a Tragacete. Saboreamos los platos típicos de la zona y pasamos un rato agradable hasta que decidimos irnos a descansar porque el día siguiente era de aúpa ( sobre todo para mi ).


DÍA 2.

                Mi equipaje se componía de tres bultos que con gran esfuerzo había conseguido reducir a dos, con lo que ya no llevábamos bolsa entre Jaime y yo con gran contento de sus lumbares. Así que algo más cómodos salimos de Cuenca con dirección a Tragacete.

                Ya os he comentado que para los que estamos acostumbrados a llevar la moto, ir de paquete es muy incómodo. En alto y agarrado a las asas laterales es un pequeño suplicio y si vas por una carretera de montaña, estrecha, con abundante tráfico y curva va curva viene se convierte en un tormento acompañado de la incómoda sensación de llevar dos “cosas” en la garganta. Creo que probablemente ya no me muera de un infarto.

                De esta guisa llegamos a nuestra primera parada que era El Ventano del Diablo. Se trata de un balcón abovedado en la roca que te ofrece unas vistas espectaculares al cañón del rio Júcar y que incluso te permite ver el vuelo de buitres leonados que anidan en las inmediaciones. Además tiene su propia leyenda que consiste en que el diablo realizaba allí sus sesiones de brujería y a todo aquel que osara interrumpirle lo arrojaba al vacio.




                                                                 Jaime en El Ventano

                                               


                    Continuamos nuestro camino pasando por la Ciudad Encantada. En el plan de viaje estaba previsto que fuéramos a ver el Nacimiento del rio Cuervo, pero teniendo en cuenta que desde el parking había que recorrer 1500 ms. hasta el mismo y que la caminata de ida y vuelta había que hacerla cargado cada uno con un casco y una bolsa, pensamos que era mejor dejarlo para otra ocasión. Seguimos pues dejando atrás Tragacete y llegando hasta Beteta. Paramos y, después de un cafetito, pretendíamos ver tres cosas. Una era el castillo de Rochafría, de origen árabe y que en el S. XIX sirvió como polvorín, otra era la Plaza Mayor donde nos encontrábamos y otra era la iglesia de la Asunción. Pregunté a un señor ( que resultó ser el alcalde ) y me desaconsejó ir al castillo porque está muy deteriorado y lo único que ofrece son una bonitas vistas. Así que nos contentamos con hacer unas fotos en la lejanía, visitar la iglesia y ya de regreso a por la moto contemplar un rincón muy curioso: no sé que opinaréis vosotros pero nos quedó la duda de si le sobró pintura del coche y la empleó en la casa o al revés.






                Seguimos la ruta hacia Priego, donde paramos y dimos una vuelta por el pueblo sin que encontráramos nada de particular, salvo tiendas de cerámica y mimbre que son muy abundantes por esa zona. Se nos había hecho un poco tarde y decidimos comer allí y luego continuar hacia nuestro destino que era Belmonte.

                Desde Priego hacia Belmonte el viaje es más relajado. Dejamos atrás la serranía y llaneamos bastante con lo cual casi se puede decir que le iba tomando el gusto a ir de paquete.

                Llegamos a Belmonte y directos a tomar el hotel que era una edificio con mucha historia. Se trataba del Palacio Infante D. Juan Manuel. Os cuento un poquito.

                D. Juan Manuel pertenecía a una noble familia, su tio fue Alfonso X El Sabio y heredó de su padre ( Manuel de Castilla ) el señorio de Villena. Además de su faceta como noble castellano cultivó diversas artes, entre las que destacó como escritor siendo el autor de obras notables entre las cuales está El Conde Lucanor y fue Gobernador General del Reino de Murcia. En el 1323 mandó construir el edificio donde ahora nos encontramos y en el nació D. Juan Pacheco, primer Marqués de Villena y hombre poderoso que llegó a tenérselas tiesas con la mismísima Isabel La Católica.

                El edificio, además de palacio, tuvo otros usos siendo el principal servir como convento de las Dominicas hasta el S.XX, momento en el cual entra en abandono y, aunque hubo negociaciones para transformarlo en Parador Nacional, las mismas no llegaron a buen puerto. Finalmente fue rescatado y reconstruido por manos privadas para transformarlo en el magnífico hotel donde estos humildes siervos tuvimos el placer de alojarnos durante dos noches.




                    

                 Nos fuimos a descansar y quedamos a una hora pero a mi se me había pasado el momento de la siesta, así que decidí hacer tiempo revisitando la Colegiata de S. Bartolomé, esperando que no estuviera en reparación como en mi anterior visita.

                La Colegiata de S. Bartolomé fue mandada edificar por Juan Pacheco y comenzó siendo románica para terminar gótica. Se accede por la Puerta de los Perdones con una imagen gótica de S. Bartolomé presidiéndola.




                En el interior merece la pena echar un vistazo a las rejas que protegen las capillas laterales, todas muy trabajadas. La sillería del coro es excepcional, pues se trata del primer coro historiado de España. Se debe a Hannequin de Bruselas y su hermano Egas y fue traida desde la catedral de Cuenca. Otros aspectos a destacar son la pila bautismal de Fray Luis de León ( natural de aquí ) y una preciosa talla de un Cristo amarrado a la columna obra, ni más ni menos, que de Francisco Salzillo ( ¡ viva Murcia ¡ ).










      

                       Después de ver la Colegiata callejeé un poco pasando por la casa natal de Fray Luis de León …





                     … y a la hora prevista regresé al hotel para recoger a Jaime.

                Fuimos dando un paseo hasta el restaurante elegido para cenar pero no abría hasta las 21 h. por lo que nos dedicamos a dar una vuelta por el pueblo pasando por un Colegio Público centenario ( se inauguró en 1905 ), un bonito jardín donde niños y mayores se reúnen para pasar el rato y llegando hasta la Ermita de la Virgen de Gracia, patrona de la localidad.

                Regresamos al restaurante pero, para nuestra sorpresa, estaba lleno y sin posibilidad alguna de poder cenar. Ante esta tesitura decidimos ir a un bar/cafetería que habíamos visto al pasar y que se encontraba en la Puerta de la Estrella, una de las tres entradas a la ciudad que aún se conservan.

                                                                  Puerta de la Estrella

                Después de 15 minutos conseguimos que nos limpiaran una mesa que había quedado libre, tras otros 15 minutos conseguí cazar a un camarero para que nos tomara nota. Nos trajo dos cervezas y pasaron minutos y minutos sin que volviera a aparecer. Tras 45 minutos de espera le dije que ya estaba bien ( la terraza estaba llena pero no era de recibo la lentitud ) y me contestó que había mucha gente y que nos tocaba esperar. Ante ello le dije a Jaime que si alguna vez había hecho un “ sinpa “. Me dijo que no y le contesté que ya era hora de que se estrenara, así que nos fuimos discretamente y esa noche algún camarero, gato u otro espécimen se comieron una sepia y un queso frito que habíamos pedido.

                De esta manera y con una cerveza en el cuerpo ( la cafetería del hotel ya había cerrado ) nos fuimos a descansar para seguir nuestra ruta al día siguiente.

 

DÍAS 3 Y 4

                Salimos del hotel para dirigirnos a ver el Castillo de Belmonte, edificio que se conserva prácticamente igual que cuando se construyó. Su historia arranca en el S. XV con ¡ cómo no ¡ D. Juan Pacheco que, ante las guerras sucesorias que se avecinaban en España, decidió construir varias fortalezas para proteger sus territorios. Fue diseñado por Hannequin de Bruselas ( el mismo del coro de la Colegiata ) y tras un período de esplendor comenzó su decadencia hasta que en el S. XIX la Emperatriz Eugenia de Montijo ( esposa de Napoleón III ) se encaprichó de él, lo rehabilitó e incluso pasó largas temporadas en el mismo. Posteriormente cayó en abandono, pasando por diversos usos como monasterio y cárcel hasta que ha sido rehabilitado por los descendientes de la Casa de Alba ( en colaboración con otras entidades ) y abierto al público tras varias restauraciones en 2017.   






                             La planta de este castillo ( una estrella de seis puntas ) es única en España. Se pueden visitar el patio de armas, una sala con vestimentas medievales, las mazmorras, los aposentos privados de Eugenia de Montijo, el Salón de Embajadores, la Torre del Homenaje y las almenas y hay que hacer mención especial a los artesonados de madera del techo que recuerdan a los existentes en La Alhambra. Recorrimos todo aquello ( que yo ya conocía pero Jaime no y le encantó ). Os dejo fotos ilustrativas.










 
                        Terminada la visita al castillo subimos a la moto y nos dirigimos a nuestra siguiente parada que era Alarcón. Solo nos separaban 65 kms. que recorrimos tranquilamente y al llegar paramos para hacer las típicas fotos desde un cerro que domina el castillo, la hoz del rio y las torres de vigilancia.







                       Entramos en Alarcón y paramos al lado del castillo ( hoy Parador Nacional ). Había previsto que comiéramos en un restaurante determinado, así que fuimos a reservar pero cuando llegamos estaba todo completo ( ha sido nuestro sino en el viaje ) y nos daban mesa para las 16 h. No quedaba más remedio que buscar otro abrevadero pero antes llevé a Jaime a visitar una curiosidad. Se trataba de la iglesia de S. Juan Bautista, que está desacralizada y que en 1994 el pintor Jesús Mateo consiguió el permiso para decorarla con murales, recibiendo incluso el patrocinio de la UNESCO. Tras la visita a Jaime le quedó la misma impresión que a mi la primera vez que la vi: no entendió nada. Se trata de enormes murales en los laterales y bóveda de la iglesia de una pintura figurativa y modernista a la que no fuimos capaces de captar su simbología. Probablemente seamos unos catetos inexpertos en arte pictórico pero esa fue nuestra impresión. Os dejo unas fotos para que juzguéis vosotros mismos.






                         También visitamos la iglesia de Santa María, del S.XVI y estilo plateresco.

 



                         Después de la visita buscamos un sitio para comer y probamos el morteruelo y el ajoarriero, dos de las especialidades conquenses. Un cafetito en el Parador e iniciamos tranquilamente el regreso a Belmonte.

                Después de descansar y relajarnos en la terraza del hotel, pensamos que mejor no volver al pueblo para cenar a riesgo de que nos descubrieran por el “sinpa” de la noche anterior y nos corrieran a gorrazos, así que nos quedamos en la cafetería del hotel y picoteamos algo, aunque nos costó que el camarero jovencito que nos atendió comprendiera lo que queríamos y tuviera que llevarse una ensalada de langostinos cuando lo que habíamos pedido eran langostinos a la plancha. Como veréis la parte gastronómica del viaje ( salvo en La Ponderosa ) no ha resultado especialmente brillante.

                Al día siguiente preparamos la moto y a casita guiados por el tontolino de Jaime que nos hizo una pequeña pirula. Al llegar a Pedernoso creía que nos indicaría por la AP-36, pero no, nos llevó por la N-301 que traíamos y a 30 kms. de La Roda ¡ nos metió en la AP-36 !. Al menos nos ahorró los 3 euros del peaje.

                Cuando llegamos a mi casa tuve la tentación de besar el suelo como el Papa … pero me contuve por respeto a Jaime.

                Ya en frio y analizando el tema, me di cuenta de que llevo 5 años recorriendo toda España y parte de Portugal a lomos de una Burgman y que las dos únicas incidencias de importancia que he tenido han sido en mis salidas con Jaime. Conclusión: es gafe ( no te enfades hombre que es de coña. Seguiremos haciendo salidas juntos de vez en cuando pero, eso si, llevaré siempre en mi equipaje una medallica de la Virgen de la Fuensanta ).

 

P.D.  Al final lo de la moto era un problema de “ ajuste de las conexiones “ ?????????. Ya la tengo en casa dispuesta para hacer alguna rutita antes de que entre el frio. 

                   

viernes, 31 de julio de 2020


                                                CON EL DUERO POR COMPAÑÍA 

                Un confinamiento como el que hemos sufrido da para mucho. Si además te coincide con la jubilación, como ha sido mi caso, ya ni os cuento. Así que además de ordenar, realizar tareas domésticas, leer, ver películas y aburrirme soberanamente, he tenido tiempo de planificar rutas en moto, de la cual tengo un mono que me hace subirme por las paredes.
¡ Hasta 10 rutas tengo perfectamente planificadas para realizar … cuando se pueda !.
                Repasando mis entradas anteriores en este blog, me percaté de que en muchas de ellas  había atravesado pueblos y ciudades que eran bañadas por el rio Duero, el más caudaloso y el tercero más largo de la península, con 572 kms. por territorio español y 325 kms. por tierras portuguesas hasta llegar a Oporto donde desemboca.
                Y una idea se me vino a la mente: ¿ sería factible realizar una ruta en moto que recorriera todos los pueblos y ciudades por los que transcurre el Duero hasta su entrada en Portugal ?. Lo primero era averiguar cuáles eran estos. Así que buceando por internet encontré una página donde se enumeraban todas y cada una las localidades de las 5 provincias españolas por las que discurre. Me puse manos a la obra y me salió una ruta tan bella que ha sido la primera que he realizado cuando por fin se ha levantado el confinamiento. Además es una ruta que evita aglomeraciones y discurre en solitario por pueblecitos y aldeas de Castilla-León sin miedo a posibles rebrotes del bicho.  Son 10 días, aunque de ellos 5 han sido para llegar al punto de origen y luego regresar a Murcia, y los otros 5 para recorrer las localidades por las que pasa el rio en cada una de las provincias que atraviesa: Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca.
                Espero que os guste.  Es una entrada larga. Tomadlo con tranquilidad e id pinchando encima de las fotos que más os gusten para verlas ampliadas.Yo me lo he pasado genial y me ha dado ánimos para seguir realizando ( ahora que tengo tiempo ) el resto de rutas programadas.

DIAS 1, 2 y 3.

                La jubilación ( os lo aseguro ) tiene múltiples ventajas, pero una de las más importantes para mi es que te convierte en gestor de tu propio tiempo, pudiendo administrarlo como más te apetezca sin ataduras laborales ni de otro tipo. Por ello me he tomado el viaje con total tranquilidad y he dedicado 3 días para llegar al punto de partida de mi ruta, situado en Duruelo de la Sierra a los pies de los Picos de Urbión.
                Así pues, me dirigí tranquilamente hasta Albacete por la A-30, para seguir por la A-31 y luego tomar la M-316 hacia Valdelaguna y de ahí a Chinchón que, aunque ya lo conocía, me pareció un lugar adecuado para hacer la primera noche. Busqué el alojamiento y, después de comer y descansar un rato, irme a callejear por este bonito pueblo con lugares interesantes para ver: su Plaza Mayor que hace las funciones de Plaza de Toros, su Torre del Reloj, el teatro “Lope de Vega” y la iglesia de Nª Sª de la Asunción, cuyo altar preside un lienzo de Goya que regaló a su hermano Camilo cuando éste era canónigo en este lugar.

                                

                               

                               

                Después del callejeo y ya cayendo la noche, busqué uno de los múltiples sitios que hay en el pueblo para llenar la andorga y saborear las exquisiteces gastronómicas del lugar. De ahí regreso al alojamiento y a descansar para continuar mi periplo.
                Podía haber llegado al día siguiente y de manera tranquila hasta Duruelo, pero había decidido realizar otra parada para revisitar uno de los pueblos más bonitos de España. Así que enfilé la M-311 y luego la M-832 y me encaminé hacia Madrid. Llegado este punto tengo que reconocer que me he dejado convencer por mi amigo Jaime y he instalado un soporte para el móvil y un intercomunicador en el casco pero … lamentablemente no me pusieron el modelo adecuado y no se conectaba al Google Maps. El pinganillo que tengo de repuesto a más de 80 km/h. no se oye nada, así que … lo de siempre, consultando mis notas y preguntando si hacía falta  atravesé Madrid y tomando la N-110 me dirigí hacia Pedraza.
                Como llegué muy pronto para tomar la habitación reservada en la Hospedería Santo Domingo ( excelente hotel con una buena relación calidad/precio ) dejé la moto ( aviso: no se puede aparcar en todo el pueblo y hay que utilizar los aparcamientos situados en un extremo del mismo ) y me fuí a dar una vuelta por esta villa declarada Conjunto Monumental. Se accede a ella por el Arco de la Villa y a continuación se puede visitar la Vieja Cárcel. Grandes casonas hidalgas y palacios con escudos heráldicos en sus fachadas nos conducen a la joya de la villa que es su Plaza Mayor, con sus característicos soportales y en la que se encuentran el Ayuntamiento y la iglesia de S. Juan. La imagen que guardaba de ella difería bastante de la actual, ya que algunos edificios se están remodelando.
                La villa también cuenta con un bonito castillo que es propiedad particular de los herederos del gran pintor vasco Ignacio Zuloaga que se codeó con personajes tan ilustres y variopintos como Gaugain, Degas, Santiago Rusiñol, Ortega y Gasset, Juan Belmonte o el duque de Alba. Está considerado como “ el último gran maestro de la Escuela Española de pintura “. Pude ver parte del interior pero no pude admirar la exposición permanente que hay en el mismo porque era la hora del cierre.

                                         

                                         

                                    

Entre el viaje y el paseo se me había despertado el apetito y, estando en este lugar, no podía dejar de trasegarme una rica sopa castellana y una ración de lechazo ( El Corral de Joaquina ). Ni que decir tiene que la siesta era obligada.
Por la tarde y aprovechando la longitud de los días en esta época del año, me acerqué a ver otra villa que, esta sí, me era desconocida. Se trataba de Riaza, distante 40 kms. de mi alojamiento.
Esta villa era uno de los ejes transhumantes más importantes de España y un gran centro ganadero y de esquileo. Su arquitectura es bastante similar a la de su vecina, con una Plaza Mayor también porticada pero que, a diferencia de la de Pedraza, está rodeada por gradas de piedra y una barandilla de forja de hierro para hacer la función de coso taurino. En ella también se encuentran el Ayuntamiento y la iglesia de Nª Sª del Manto, edificio sobrio y monumental de arquitectura gótico-renacentista. En su interior se pueden ver un Cristo yacente de estilo barroco y una preciosa Piedad de madera policromada.

                             

                                 

Había oído hablar de que cerca de Riaza se encontraba un bonito hayedo denominado Hayedo de la Pedrosa, pero hablando con un lugareño me desaconsejó que fuera ya que, en esta época del año, no estaba en su esplendor y que lo mejor era visitarlo en otoño. Así pues busqué un lugar para cenar y luego regresar a Pedraza para pernoctar mi segunda noche.
Al día siguiente, bien desayunado, arranqué la moto para tomar la N-110, luego la N-122, SO-910, N-234 y CL-117 y de esta forma ( sin necesitar intercomunicador ni pinganillo ) dirigirme hacia en el punto de salida de mi ruta ( atravesando el embalse de la Cuerda del Pozo y disfrutando de bonitas vistas de la sierra de Guadarrama ). Así llegué hasta Duruelo de la Sierra y busqué mi alojamiento.

                            

                            

                               
Este pueblo se halla situado unos 10 kms. más abajo del nacimiento del Duero en los picos de Urbión y es el primero que recorre. Después de comer y descansar busqué el puente desde el que se divisa y, la verdad, no podía creer que aquel riachuelo recién nacido que pasaba bajo mis pies se pudiera convertir en lo que más adelante os enseñaré.
                                      

                            

                            


Lo más importante del pueblo ( además del rio ) son la iglesia de San Miguel y la necrópolis, con más de un centenar de tumbas rupestres, algunas antropomorfas, de los siglos IX al XIII. El templo posee restos de otro anterior, probablemente mozárabe, como un arco de herradura y una ventana ciega del ábside, pero la mayoría es de los siglos XVI y XVII.
                               
                                 

                                 

                      

Como en la mayoría de las iglesias que hay por estos lugares, en el campanario de la misma oteaba el horizonte una pareja de cigüeñas.

                     

Callejeé un rato y me senté en una placita donde me pareció que se encontraba más de la mitad de los habitantes del pueblo. Cena y a descansar. Mañana comenzaba mi ruta propiamente dicha.

DÍA 4

Dejé Duruelo temprano y me encaminé hacia la cercana Covaleda. Paré y busqué la iglesia gótico-tardía dedicada a los mártires San Quirico y Santa Julita.                     
Pero mi objetivo de viaje era acompañar al Duero así que me dirigí a la salida del pueblo donde se halla el Puente de Soria, declarado BIC y construido con un solo vano en el siglo XVII. En su discurrir bajo el mismo el rio lleva algo más de caudal, pero sigue siendo un bebé de pocos meses.
                               
                          

                   
          

Continuando por la CL-117 llegamos a Salduero ( hacía pocos días que se había detectado un brote de covid-19 en un campamento de verano para niños ). Aquí el rio es domesticado mediante un cauce artificial que permite el baño de los lugareños para  más abajo y una vez liberado, continuar su recorrido.
                

                


                

El siguiente punto era la localidad de Molinos del Duero. Aparqué y me fuí a ver la iglesia de S. Martín de Tours ( patrono del pueblo ), que es la única soriana de estilo gótico junto con la de Montenegro de Cameros que tiene planta de cruz griega. Como la mayoría de iglesias que me iba encontrando estaba cerrada y solo pude hacer fotos del exterior, siendo una lástima en este caso porque en mis notas llevaba apuntado que tiene un bonito órgano de estilo neoclásico.
                              
                        

Otros edificios destacables en el pueblo son el del Ayuntamiento y el de la Real Posada de la Mesta, que fue tomado como ejemplo de arquitectura soriana para su reproducción en el Pueblo Español de Barcelona.
                               
                 
                                               Ayuntamiento

                
                                    Real Posada de la Mesta

Por supuesto hice unas fotos del rio a su paso por este lugar.
                              

               

               

Desde aquí me dirigí siempre por la CL-117 hacia Vinuesa. Aparqué frente a una bonita ermita …
                               
                       

… y me encaminé para ver lo que encontraba en esta bonita villa. Y me encontré con la iglesia de Nª Sª del Pino, gótico-renacentista del siglo XVI.
                               
                       


… con el Palacio de los Marqueses de Vilueña del siglo XVII que actualmente es una residencia de mayores …
                               
                

… y con un rollo o picota que figura como Bien Protegido por la Junta de Castilla y León.
                              

                        

Aquí el Duero da lugar a un precioso y enorme embalse que ya había atravesado para llegar a Duruelo, el embalse de la Cuerda de Pozo. Para su construcción en 1941 hubo que anegar el pueblo de La Muedra ( aún se puede ver la torre de la iglesia en el centro del embalse ). Es uno de los seis más grandes de España y abastece de agua potable a la ciudad de Soria.
                               
                 

                 

Desde aquí me dirigí hacia Hinojosa la Sierra donde pude contemplar su bonito castillo aunque muy deteriorado, el Palacio de los Hurtado de Mendoza  y hacer alguna foto de mi acompañante acuoso, al que para llegar tuve que ir por un camino y atravesar dos puentes de madera que crujían como demonios y parecían a punto de desplomarse y arrojarnos al fondo a mi moto y a mi.
                              

                 
                              Palacio de los Hurtado de Mendoza

                 

                 

Continué mi camino ahora ya por la SO-800 hacia Cidones, donde no encontré nada que me llamara la atención y luego hacia Garray, donde solo paré para hacer unas fotos del rio.
                               

                

                


Había decidido de antemano que, para ahorrar tiempo y esfuerzos, en aquellos lugares que ya conocía por viajes anteriores, solo iba a parar para hacer las obligadas fotos del rio. De esta manera pasé por Soria ( aquí mi amigo ya había crecido lo suficiente para considerarlo un sano adolescente ) …
                               
                

                

Los Rábanos
                               

               

… y Almazán.
                               

                

Aunque en mi documentación recabada previa al viaje estaba anotada la ciudad de Berlanga de Duero , realmente el Duero no pasa por aquí, sino un afluente ( el Ucero ) que también discurre por la villa del mismo nombre, Ucero y por El Burgo de Osma.   
          
 Otro de los lugares que ya conocía era S. Esteban de Gormaz, así que paré para hacer unas fotos del rio desde el puente. Por aquí cursa caudaloso y bello, anticipando en lo que después se convertirá.
                              
              

              


Una pequeña decepción fue que había planeado saludar a un amigo que había conocido en un viaje anterior. Se llamaba Gerardo y era el propietario ( y también motero ) del hotel donde me alojé cuando pasé por aquí. Pero al llegar y preguntar por el me dijeron que, al igual que yo, se había jubilado y traspasado el negocio con lo cual me quedé con las ganas de tomarnos una cerveza y charlar un rato.
Para terminar mi largo recorrido ( 234 kms. ) en compañía del Duero en su transitar por la provincia de Soria, me quedaba llegar hasta el último punto. No era otro que Langa de Duero. Aquí paré para hacer unas fotos de su castillo y de la iglesia de S. Miguel Arcángel del siglo XVIII y, por supuesto, de mi amigo desde un fabuloso puente de 12 arcos que lo cruza y que data del siglo XV o principios del XVI y que necesita un mantenimiento urgente dado su deterioro por el tráfico pesado que lo atraviesa.
                               

                

                

Aquí finalicé la primera etapa y más larga del transcurrir del Duero por la provincia de Soria. Me despedí de el hasta el día siguiente y me encaminé a pernoctar ( ya en territorio burgalés ) en un hotel que ya conocía ( El Lagar de Isilla ) situado en el término de La Vid y  Barrios y que no me resisto a ensalzar por la calidad de sus instalaciones, sus espléndidas habitaciones ( con unas duchas de las que no saldrías nunca ) y una excelente gastronomía con una relación calidad/precio admirable. No es publicidad gratuita ( ya sabéis que no tengo ), es solo información para que, si pasáis por aquí, sepáis donde podéis alojaros con todas las garantías de confort.    

DÍA 5
                
Justo al lado de mi alojamiento en La Vid y Barrios se encontraba el monasterio de La Vid. Se trata de un monasterio premonstratense que se erigió siguiendo los cánones románicos y fue favorecido por la protección de los monarcas castellanos. Las reformas posteriores dieron paso al estilo predominante: el gótico. En los siglos XVII y XVII las reformas dieron lugar al edificio actual pero todo se truncó con la desamortización de Mendizábal ( nefasto personaje ) sufriendo el expolio de su  rica biblioteca y su extensa colección de obras de arte. Ya en el siglo XX se le adjudicó a la comunidad Agustiniana que lo sigue regentando en la actualidad. Lamentablemente era lunes, día en el que cierran los principales monumentos como castillos, palacios, colegiatas y … monasterios, con lo cual no pude visitarlo con gran pena porque creo que es un edificio grandioso con varios cientos de años de historia. Así que me tuve que conformar con hacer unas fotos del Duero que por aquí transcurre hermoso y saltarín y continuar con mi segunda etapa por Burgos que se presentaba mucho más llevadera que la anterior ( 72 kms. )
                               

                   

                   

Desde allí me encaminé por la BU-923 hacia Peñaranda de Duero, siendo consciente que no iba a poder visitar los principales lugares de esta ciudad: la Colegiata de Santa Ana, el castillo y el Palacio de los Condes de Miranda, teniendo que conformarme con hacer fotos externas de los mismos y, por supuesto, de mi compañero de viaje.
                               

                         
                                               Colegiata

              
                                             Palacio

             
                                          Castillo

El siguiente destino era Zazuar donde me detuve para realizar una foto de la iglesia de S. Andrés …                              





… y continuar hacia Vadocondes, donde vi la iglesia de Nª Sª de la Asunción y la picota he hice varias fotos del Duero.

                                     

                            

                            


Continuando por la BU-930 se llega a Fresnillo de las Dueñas, con foto obligada de mi amiga y mi amigo …

                               

                               
      
… para seguir hasta Aranda de Duero, ciudad populosa y con encanto. Allí hice unas fotos desde el puente de Aranda de un Duero hermoso y relajado, sin poder ver ( dichoso lunes ) la iglesia de S. Juan ni el Palacio de los Berdugo, pero si en cambio descubrir una pequeña joyita en forma de pequeño puente romano por el que amigo transitaba con tranquilidad.
                              

                               

                               

                               

Desde Aranda por la N-122 se llega a Berlangas de Roa con parada para foto del rio …
                               

                              


… y seguir por la BU-120 hasta Roa, donde tenía mi alojamiento. Aunque realmente el tramo de Burgos finalizaba en Mambrilla de Castrejón hasta donde fui para hacer una foto de su iglesia …
                               
                                      

… y regresar hasta Roa. Mi alojamiento se hallaba en plena Plaza Mayor y constituyó una sorpresa. Era un apartamento turístico que por fuera no decía nada pero cuando llegó la amable propietaria y me lo mostró me encontré con un precioso lugar, exquisitamente decorado y que para colmo pude disfrutar yo solo, ya que los otros dos de los tres que constaba estaban vacíos así que me encontré con que, además del mio, todas las zonas comunes ( gran salón con TV panorámica, terraza exterior, pequeña cocina ) estaban a mi entera disposición.
Por la tarde me acerqué hasta la Excolegiata de la Asunción a solo 100 ms. de mi alojamiento. Es una edificación majestuosa, con trazas románicas pero con una portada gótica presidida por un Pantocrator. El edificio se enmarca dentro de un gótico tardío y el interior es armonioso, con capillas laterales y un Altar Mayor de corte neoclásico.
                              

                                

                                        

Después de visitarla fui a darme una vuelta por el paseo del Espolón, realizar unas fotos del puente y del rio y a la vuelta encontrarme con una curiosa estatua dedicada al Empecinado, personaje que falleció aquí y que era un militar español que participó como héroe de la guerra de la Independencia Española enrolado en una de las guerrillas que derrotaron en varias ocasiones a los franceses. Su figura fue realzada por Benito Pérez Galdós en uno de los Episodios Nacionales e incluso fue retratado por el mismísimo Goya.

      

                             

                                         

Después de cenar algo en un bar de la Plaza Mayor me retiré a descansar en mis posesiones y planificar mi tercera etapa por tierras de Valladolid.

DÍA 6

Al día siguiente salí de Roa pasando de nuevo por Mambrilla de Castrejón y continué por la BU-134 hasta Valdearcos de la Vega sin que me llamara especialmente nada mi atención. De ahí a Bocos del Duero donde me ocurrió lo mismo y continué hasta Curiel del Duero. Aquí si me detuve para hacer unas fotos de su bonito castillo, del Palacio de los Zúñiga y de la iglesia de Sª María.
                              
                                                                  Castillo
                                                           Palacio de los Zúñiga
                                                           Iglesia de Santa María

Tomando la VP-3018 y siguiendo las indicaciones se llega a Pesquera de Duero. Como podéis imaginar esta es una tierra de numerosas bodegas con la denominación de origen de “Ribera del Duero”. Así que hice una foto desde la moto de una de ellas cuyos caldos a mi me gustan especialmente y ya en el pueblo de su iglesia.
                               



Continué mi camino pasando por Padilla del Duero ( aquí el pueblo que no tiene el apellido “ del Duero “ es una rara avis ) hasta llegar a Quintanilla de Onésimo donde un señor muy amable me hizo una foto para inmortalizar mi paso por estas tierras y yo le hice las fotos pertinentes a mi amigo a su paso por aquí.
                              



Luego me dirigí hacia Olivares del Duero donde paré para hacer una foto a su bonita iglesia de S. Pelayo …
                               

… y dirigirme hacia Valbuena de Duero que cuenta, entre otras cosas, con un precioso monasterio hoy transformado en hotel.
                               




Pasando por Sardón del Duero se llega a Tudela de Duero, donde le hice una foto a mi amigo que lo tenía un poco abandonado.
                              



Continuando por Boecillo ( nada que destacar ) se llega a Simancas y aquí si me detuve para hacer unas fotos del rio que por aquí discurre caudaloso y convertido en un espléndido adulto fruto de las aportaciones de los numerosos afluentes que le han ido nutriendo en su camino.
                              




A 20 kms de Simancas por la A-62 se llega a Tordesillas, lugar que he visitado en varias ocasiones, por lo que me dirigí directamente hasta el puente para realizar las fotos pertinentes de un Duero majestuoso y tranquilo a su paso por la villa. No tuve por menos que acordarme de que este rio que ahora contemplaba era el mismo riachuelillo que vi nacer allá por Duruelo de la Sierra.
                              




Seguí mi camino pasando por un pueblecito de curioso nombre: Pollos y sin nada digno de mención para llegar a Castronuño. Aquí si le hice una foto a mi compañero.
                               


Finalmente llegué al último punto del recorrido fluvial en su tramo por Valladolid: Villafranca de Duero y, sin detenerme, me adentré en Zamora llegando a Toro que es donde tenía mi alojamiento y con un calor de justicia. El sitio respondía al nombre de Palacio de Rejadorada y, efectivamente, era un antiguo palacio que, en su momento, debía haber sido muy bello pero en un estado de conservación bastante mejorable. Cuando la dueña me llevó hasta mi habitación creí retroceder en el tiempo ya que me encontré lo más parecido a una celda monacal de cualquier monasterio benedictino: una cama, una mesa, una silla y un armario. Solo una pequeña TV desentonaba del austero cuarto. Por supuesto no tenía aire acondicionado que, aunque en Zamora se debe considerar un artilugio superfluo, en algunos días al año puede ser necesario. Y este era uno de esos días. Descansé un rato y cuando el sofoco amainó algo me dispuse a recorrer esta bonita ciudad.

DÍA 7

Toro, además de ser una de las capitales del vino por antonomasia, es una ciudad con un rico pasado histórico. Es fundada en el siglo IX por Alfonso III de Asturias y en ella ocurrieron hechos tan trascendentales como la victoria de las tropas de Isabel la Católica en la guerra civil que mantuvo con Juana la Beltraneja y que dio origen a la reunificación del reino por los Reyes Católicos.
El primer edificio que hallé en mi paseo fue la iglesia de S. Lorenzo el Real construida, como otras de la ciudad, en ladrillo y con formas perfectas y armoniosas. Su estilo, aunque por el año de construcción se podría encuadrar dentro del románico, para mi es innegablemente mudéjar ( empleo del ladrillo, techos con artesonado de madera, etc. ). Hoy está desacralizada y tiene una función museística.
                               





El siguiente punto a visitar era el más importante de todos, la Colegiata de Sª Mª la Mayor. De proporciones auténticamente catedralicias está considerada como una de las grandes construcciones del románico español. Está emparentado con las catedrales de Zamora y Salamanca por su peculiar cimborrio, formando parte de los denominados “Cimborrios del Duero”. Se han conservado intactas sus tres portadas, de las cuales la más fastuosa es la puerta occidental conocida como “La Majestad”. Está íntegramente realizada en madera policromada y se ha conservado en muy buen estado gracias a un antepórtico en piedra que la ha resguardado de las inclemencias del tiempo. Impresiona la belleza de su repertorio escultórico en el que conviven en perfecta armonía elementos del románico tardío con otros claramente góticos.
                              







Después de admirar la Colegiata me fuí hasta el cercano balcón natural que domina las amplias y fértiles vegas de mi amigo el Duero y al que hice la consabida foto.
                              


Después seguí callejeando y visité la iglesia del Santo Sepulcro, la de S. Sebastián de los Caballeros y la de S. Salvador, todas ellas de una estructura muy parecida a la de S. Lorenzo el Real. Como dato práctico si adquirís un bono de 5 euros en cualquiera de ellas os permite visitar las cinco y merece la pena ya que solo por ver la Colegiata de manera individual os cobran 4 euros.
Después del periplo me dirigí hacia la calle principal, donde se sitúan el Ayuntamiento y el famoso Arco del Reloj.
                               


Me senté a descansar y tomar algo en una terraza pero al poco se formó una auténtica ventolera que hacía presagiar una buena tormenta ( aunque luego quedó en nada ), así que busqué un sitio justo debajo del Arco para tapear algo y luego retirarme a descansar a mi austera habitación.
Al día siguiente tomé la N-122 para pasar por Fresno de la Ribera ( para variar hice una foto que no era del rio sino de un bonito campo de girasoles ) y desde ahí llegar a Zamora.
                               


El recorrido por Zamora es bastante sencillo. Aparqué en la plaza de la Marina para tomar la calle peatonal de Santa Clara y encontrarme al poco con la primera iglesia románica de la ciudad. En Zamora se encuentra la mayor concentración de iglesias y edificios de estilo románico de toda Europa, por algo se la conoce como “ la ciudad del románico”.
Esta primera iglesia era la de Santiago del Burgo, de pequeñas dimensiones pero muy bella.
                               


Siguiendo por la misma calle se llega a la Plaza Mayor donde se encuentra la iglesia de S. Juan que tiene en el exterior una estatua del Merlú ( dos congregantes con trompeta y tambor que se encargan de congregar a los nazarenos para comenzar las procesiones ).
                               



Continuando el camino llegamos a la plaza de Viriato, con una estatua de este personaje que luchó contra la expansión romana.
                               


Después me encontré con la iglesia de Sª Mª Magdalena …
                               



… y desde ahí se llega a un precioso mirador donde me reencontré con mi querido amigo.
                               




Por fin llegamos a la Catedral, románica y con un cimborrio similar al de la Colegiata de Toro. En su interior podremos apreciar numerosas joyas. Además del altar mayor a mi me llamó poderosamente la atención una capilla lateral que posee un altar ¡¡ labrado íntegramente en plata !!. En el salón de casa quedaría muy chulo.
                               





Desandé el camino para tomar la moto y dirigirme hacia mi destino final en el tramo de Zamora, pasando por pueblos que no llamaron mi atención ni merecían una mísera foto, como Pereruela y Bermillo de Santiago. Este destino final no era otro que Fermoselle, un pueblo encaramado a una roca con calles estrechas y empinadas. Busqué el alojamiento y me llevé otra decepción, era un hostal bastante cutre y con una habitación tipo zulo a la que calculé unos 7 metros cuadrados. Son las cosas de viajar, a veces te encuentras alojamientos suntuosos y otras pequeñas ratoneras ( aunque en Fermoselle la oferta hotelera no debía ser muy variada ). Después de comer algo y descansar fui a ver el pueblo.
Fermoselle es pequeño y se recorre en un santiamén. El centro neurálgico es su Plaza Mayor donde se sitúa el Ayuntamiento ( por cierto con un cartel reivindicativo efectista pero que, como médico, os digo que es inviable para un lugar tan pequeño ) y la iglesia.
                               



Desde la Plaza Mayor se sube por una empinada cuesta hasta llegar a los restos de un castillo, sin nada apreciable, pero desde el que se disfrutan unas vistas preciosas, con mi amigo enfilando el inicio del Parque Nacional de Los Arribes del Duero y que más adelante disfrutaría en todo su esplendor en la provincia de Salamanca.
                              




Volví a la Plaza Mayor y me senté a tomar algo y disfrutar de un espectáculo que yo creía ya desaparecido, pero que en estos pueblos pequeños aún perdura. Se trataba ( y no me llaméis macabro ) de nada más y nada menos que ¡¡ un entierro !!. Pero no un entierro cualquiera como a los que estamos acostumbrados, con su tanatorio frio e impersonal, no señor. Este era un entierro de los de toda la vida. Abría el cortejo alguien que supuse el monaguillo con su cruz en todo lo alto, le seguían dos coches funerarios atestados de coronas de flores, a continuación iba el féretro portado a hombros y cerraba la comitiva todo el pueblo detrás caminando a paso lento. Olé, eso es un entierro como Dios manda y no los de ahora. Me entraron ganas de hacer una foto pero pensé que no  era lo más adecuado y podrían apedrearme.
Después del espectáculo vivido me entró hambre. Busqué un abrevadero de los pocos existentes en el pueblo. Tomé algo y regresé a mi zulo para descansar. Me quedaba la última etapa de mi viaje.

DÍA 8

Salí de Fermoselle tempranito y me adentré en tierras salmantinas. El primer lugar en mi camino era Villarino de los Aires, pueblo sin nada que destacar pero donde me esperaba una grata sorpresa. Al preguntar a un lugareño por el camino a tomar el hombre pegó la hebra ( en estos pueblos pequeños como están aburridos de hablar siempre con los mismos cuando llega alguien desconocido se enganchan y te cuentan su vida y milagros a poco que te descuides ). El caso es que al enterarse de la ruta que iba haciendo me dijo que no podía dejar de ver un sitio relativamente cercano y que se llamaba Ambasaguas. Relativamente cercano si, pero por una carreterita infame, estrecha y plagada de baches y que en los últimos 300 ms. desaparecía y dejaba paso a una bonita pista de tierra que hizo las delicias de mi moto que bailaba alegremente. Llegado a este punto aparqué y bajé a ver que era el dichoso lugar. ¡¡ Bingo !!, se trataba de un precioso paraje donde se juntan las aguas del rio Tormes con las del Duero ( de ahí el nombre de Ambasaguas ). Allí el rio pasa saltarín en medio de un frondoso paraje y lleno de vida, con barbos y otros pececitos nadando alegremente.
                               




La verdad es que en ese paraje casi mágico y solitario me puse a filosofar y me vinieron a la mente unos versos de Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre: “ Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar …”. Y la verdad, si lo piensas, el destino de cualquier rio es morir diluyendo sus aguas en el mar y habiendo cumplido su destino al dejar a su paso campos fértiles bañados por sus aguas, ciudades y pueblos abastecidos de agua potable para sus habitantes, parajes de una belleza extrema y albergando gran cantidad de vida en su caudal.
Después de este momento cursi volví a tomar la moto y el regreso se me hizo más llevadero.
El siguiente punto del recorrido era Pereña de la Ribera. Paré de nuevo en la plaza del pueblo y de nuevo un lugareño me la volvió a meter doblada, diciéndome que no podía irme de allí sin ver la ermita de la Virgen del Castillo. Yo creía que la carreterita hasta llegar a Ambasaguas era mala, pero me equivocaba. La que llevaba hasta la dichosa ermita era mucho peor y, como suele pasar, la ermita en sí no valía un pimiento pero por lo menos había unas bonitas vistas.
                               




Volví a por la moto que me miraba ya algo mosqueada y retorné al punto de partida para pasando por Masueco ( nada que destacar ) llegar hasta Aldeadávila de la Ribera y desde allí buscar el Mirador del Fraile, desde donde hay unas vistas impresionantes y el rio se remansa formando una presa. Estaba en pleno corazón de Los Arribes del Duero.
                               




Regresé a Aldeadávila y descansé un rato en la plaza aprovechando para hacer unas fotos de la iglesia y la torre del pueblo.
                               


Siguiendo la ruta pasé por varios pueblecitos que no tenían ningún interés como Mieza, Barruecopardo y Vilvestre para, de esta manera, plantarme en Saucelle y continuar hasta el lugar conocido como el Salto de Saucelle. Se trataba de una gran presa con unas vistas impresionantes.
                               



Mi alojamiento se hallaba a medio camino entre Saucelle e Hinojosa del Duero y resultó sencillo encontrarlo. Era una quinta ( Posada Real Quinta de la Concepción ) alejada del mundanal ruido, con jardines, piscina, exquisita decoración y unas habitaciones amplias y cómodas que daban directamente a mi querido Duero. A veces las cosas salen mal y otras bien.
 La única pega es que al tomar la habitación el dueño me indicó que no servían comidas, solo desayunos y cenas, así que me tocó desplazarme hasta Hinojosa del Duero y buscar un lugar para comer algo.
Como el pueblo en sí no tenía gran interés regresé a mi alojamiento con un calor de justicia para pegarme una buena siesta y con la intención de no salir de allí hasta la mañana siguiente.
Ya con la fresca salí al jardín para sentarme a leer un rato y hacer algún que otro amigo.
                               



Al poco salió el dueño y se sentó conmigo. Tras charlar un rato y explicarle mis planes me aconsejó otra ruta para llegar hasta el último pueblo de Salamanca donde el rio ya penetra en Portugal. Se trataba, me dijo, de una carretera que partiendo de la presa discurría por territorio portugués, bordeando la margen derecha del rio, para retornar a España y llegar hasta La Fregeneda, mi último destino. Escamado por las anteriores experiencias no las tenía todas conmigo pero al final le hice caso y no me arrepiento lo más mínimo.
Así que tras una tarde de relax y una cena exquisita me fui a descansar para al día siguiente iniciar mi regreso a casa.

DÍAS 9 y 10

Me despedí de mi amable anfitrión y tomando la carretera recomendada que era una auténtica delicia continué por territorio portugués hasta llegar a un pueblo precioso llamado Barca de Alva donde el rio se remansa y convierte en navegable, por lo que tiene hasta un pequeño embarcadero.
                               



Volviendo a entrar en territorio español llegué a La Fregeneda y allí me despedí de este precioso rio al que he acompañado en todo su recorrido por tierras españolas y que tan buenos momentos me ha hecho disfrutar.
                               


Desde La Fregeneda tomé la N-620 y me dirigí hacia Salamanca, recorriendo estas tierras y disfrutando del espectáculo por aire ( numerosas aves me sobrevolaban incluida algún águila ) y por tierra ( varias ganaderías algunas de reses bravas que pastaban tranquilamente ). Desde Salamanca A-66, N-501 y A-6 hasta Madrid y desde ahí M-50 y A-40 hasta Aranjuez donde llegué a las 16,30 h. sin comer y con el termómetro de mi moto marcando 42º. Ni que decir tiene que no salí del hotel hasta bien entrada la tarde para cenar algo y regresar a la habitación.
Al día siguiente A-40 pasando por Ocaña hasta Tarancón y de ahí A-31 hasta llegar a casa a la hora de la comida.

Y este es el relato ( quizás algo extenso ) de mi viaje. Han sido 3000 kms. que he disfrutado uno a uno, con algún momento de dificultad pero que, en general, me ha permitido vivir muchas experiencias encima de mi moto que es una de mis pasiones. Os recomiendo sin dudarlo que lo hagáis si os apetece, si no completo, si algún/os de sus tramos. Castilla-León es una tierra preciosa, llena de cultura, paisajes extraordinarios y una excelente gastronomía.

¡¡¡ Hasta la próxima si el puto coronavirus me lo permite !!!