lunes, 23 de agosto de 2021

 


                                                

                                                  RECORRIENDO ÁVILA

 

                No tenía muy claro a donde ir en la segunda quincena de Agosto. Había varios lugares que llamaban mi atención como Las Batuecas o el Bierzo y , en principio, la idea era hacer una ruta siguiendo al rio Miño tal y como había realizado un par de años antes con el Duero pero, al repasarla, caí en la cuenta de que muchos de los lugares a visitar los había recorrido en mi último viaje por las Rías Baixas hace poco más de 15 días: Arévalo, Lugo, Meira y Tuy entre otros. Me pareció excesivo.

                Así que se me ocurrió realizar una ruta por una provincia que tenía pendiente desde hace tiempo y, teniendo como campamento base el pueblo del Barco de Ávila, visitar en profundidad esta bonita ciudad, hacer una ruta de un día por varios pueblos de interés que había sacado de no sé donde, ver un monumento natural que me llamaba la atención como son las Cuevas del Águila y conocer Madrigal de las Altas Torres, villa ligada a la figura de Isabel la Católica. Así que … ¡¡ en marcha !!.


16 DE AGOSTO

 

                La distancia hasta El Barco de Ávila era de 600 kms. Demasiado corta para hacerla en dos etapas ( con la pérdida consiguiente de días ) y quizás algo larga para hacerla de un tirón. Pero pensando que en mi último viaje había hecho dos recorridos de más de 500 kms. seguidos decidí que, total, un poquito más no le iba a afectar demasiado a mis 66 primaveras bien llevadas.

                Así que me dispuse a salir de Murcia tempranito y llegar hasta Madrid por donde siempre, que ya es como el pasillo de mi casa: A-31 y A-3. Llegando a Madrid se toma la M-30 dirección Badajoz y luego la A-6 dirección A Coruña, llegando a Ávila por la A-51 y luego nos desviamos por la N-110 que nos conducirá hasta El Barco de Ávila.

                Al llegar localicé el que iba a ser mi alojamiento en los próximos días ( Hotel Izán Puerta de Gredos, extraordinario ), no sin alguna dificultad pues no se encuentra en el mismo pueblo sino a 2 kms. del mismo. Después de dejar las cosas y descansar un rato fui a tomar contacto con el pueblo.

                El Barco de Ávila, según algunos autores, pudo tomar su nombre de una barca que se utilizaba para pasar el rio. Su historia se remonta a los vetones, de los que queda un castro en las cercanías. Por aquí pasaron y se asentaron los árabes, siendo también importante la presencia judía, tal y como atestiguan algún resto que luego os mostraré. La villa tuvo gran relación con las expediciones a la conquista de América y uno de sus habitantes ( Juan del Barco ) formó parte de la Santa María en la primera expedición del Colón.

                El pueblo se halla limitado por la barrera natural del Tormes y se ha mantenido su estructura dentro de la antigua muralla, de la que se conserva gran parte.

                Encaminé mis pasos en primer lugar hacia la iglesia de la Asunción del S. XII pero muy reformada en los siglos XV y XVI. Tiene una estructura poligonal, rota por un ábside de pared lisa y coronado por una espadaña con campana de “ reloj suelto “.






         El interior tiene planta basilical, con un gran retablo y, lo que más llamó mi atención, un precioso órgano barroco sustentado por un robusto arco.




        Desde ahí me dirigí a ver los lienzos de murallas que aún se conservan y rodeaban al pueblo. También se conserva, aunque restaurada, una de las dos puertas que poseían ( la de Piedrahíta o del Ahorcado ) con arco de medio punto.




        Como aún era de día decidí acercarme a ver el puente románico sobre el Tormes, construido en principio por los romanos por ser un paso obligado a las calzadas y reconstruido posteriormente. Consta de 8 arcos todos ellos distintos entre sí.





        Me quedaban cosas por ver pero como ya anochecía e iba a estar allí varios días las dejé para mejor ocasión y me fui a buscar un lugar para cenar en la Plaza de España, centro neurálgico del pueblo y donde se concentra al anochecer gran parte de la población buscando lo mismo que yo: cenar. Conseguí llenar la andorga y me fui a descansar a mi tranquilo hotel después de la paliza de kms. que me había metido entre pecho y espalda.


17 DE AGOSTO

 

                Esta jornada se la iba a dedicar íntegramente a la capital de la provincia, así que recorrí tranquilamente los 80 kms. que me separaban de ella y, al llegar, paré en el arcén y le pedí a otros moteros que estaban allí que me hicieran la típica foto con las murallas de fondo.




        Aparqué cerca de la muralla antes de entrar en la zona peatonal y me dispuse a visitar esta ciudad en la que estuve hace muchísimos años y solo me quedaba algún vago recuerdo.

         Ávila es la capital de provincia más alta de España y se encuentra situada junto al rio Adaja. Su fundación se debe a los romanos que asimilaron a la población vetona existente, luego pasó a dominio visigodo para caer, como casi toda la península, bajo el poder musulmán. Fue reconquistada por los cristianos de manera definitiva en el S.XI.

       Su seña de identidad es su muralla completa, de estilo románico que la diferencia de la de Lugo, ya que ésta última es la única muralla completa de origen romano que se conserva en el mundo.

        Entré en el casco histórico por la puerta de S. Vicente que flanquea junto con la del Alcázar el ábside de la catedral o ciborro, integrado en la muralla como una torre más.




        Fui directamente a la entrada de la catedral para visitarla y comprobé el precio de la entrada. Aquí no tengo más remedio que hacer un inciso para exponer algo a modo reivindicativo. ¿ Como es posible que para ver esta catedral haya que pagar 6 euros ( 5 para jubilatas y otros parias ) y la visita a la catedral de Santiago ( mucho más monumental y rica artísticamente ) sea gratuita ?. Siempre he defendido que en  aquellos lugares y edificios históricos de propiedad privada, sus dueños pueden poner un precio para el que quiera visitarlos. Pero para los que son ( en teoría ) patrimonio de todos debería crearse un organismo a nivel nacional que estableciera, según unas características previamente acordadas, diferentes categorías y marcara un precio para cada una de ellas en todo el país.

           Calculando a vuela pluma, una persona que quiera visitar los lugares más emblemáticos de Ávila puede dejarse unos asequibles 20 euros. Pero si hablamos de una familia ( padre, madre, dos hijos adolescentes y un abuelo/a ) la broma se dispara por encima de los 100 euros y si a eso añadimos comidas y regalitos, pasar el día aquí viendo lo más representativo puede salir por un ojo de la cara.

           Después de este desfogue del que muchos de vosotros participaréis, pasamos al meollo.

        La catedral se empezó a construir a finales del S. XI en estilo románico pero no se terminó hasta el S. XIV, siendo considerada la primera catedral gótica de España. Su estructura exterior, al estar integrada en la muralla, se asemeja a una fortaleza.

        La Puerta Norte por la que se accede al interior desarrolla en el tímpano el tema del Juicio Final. El conjunto se remata con cinco arquivoltas y todo ello queda protegido por un arco carpanel.



        La Puerta Occidental no es la original y en ella se mezclan varios estilos.




         Ya en el interior encontramos tres naves, crucero y cabecera semicircular. La Girola del S. XII ( atribuida al maestro Fruchel que inició las obras del edificio ) es la parte más primitiva de la catedral.

       






        En el transcoro se sitúa una obra caliza de grandes dimensiones en la que se representa, entre otros temas, la Adoración de los Reyes.





        El retablo del Altar Mayor es comenzado por Pedro Berruguete en 1949 pero lo termina Juan de Borgoña al fallecer el maestro.

        El claustro comienza a construirse en el S. XIV en estilo gótico pero se remata en el S. XVI con una crestería renacentista. Presenta bóvedas de crucería y grandes ventanales que se abren al exterior. Como curiosidad comentaros que aquí se encuentran enterrados, bajo una lápida sencilla y austera, el que fuera Presidente del primer gobierno tras la dictadura Adolfo Suárez y su esposa.






        Terminada mi visita a la catedral continué  hacia la Plaza Mayor también llamada del Mercado Chico por celebrarse en ella las ferias y mercados …





        … y desde ahí me dirigí a ver uno de los múltiples palacios que jalonan el casco histórico. En este caso se trataba del Palacio de Superunda. El interior presenta un patio central no especialmente destacable. Fue adquirido por el pintor italiano Guido Capriotti en el S. XX que lo adoptó como residencia. Hoy es un museo con distintas salas repletas de cuadros de dicho pintor. Me llamó la atención que en una de ellas hay dos grandes retratos del maestro Sorolla.






        Al salir encaminé mis pasos hacia el Convento de Santa Teresa, situado en una plaza frente a una puerta de acceso a la ciudad y con una estatua de la Santa en el centro de la misma. Data del S. XVII y construido sobre supuestamente la casa natal de Santa Teresa. La iglesia es de una sola nave de estilo barroco y en un lateral presenta un acceso a lo que se supone fueron las dependencias de la Santa.





        A estas alturas se había hecho la hora de comer. Así que busqué un mesón con buena pinta y saboreé una sopa castellana y unas ricas mollejas.

       Después de descansar un rato tomando un cafetito me dispuse a visitar lo que, en mi opinión, era lo más importante que me quedaba por ver, siendo consciente de haberme dejado en el tintero muchas otras cosas de esta bella ciudad.

   Se trataba de la Basílica de S. Vicente. Es un templo románico situado extramuros y considerado una de las obras más destacadas de este estilo arquitectónico de todo el país.

   Se utilizó para su construcción “piedra caleña”, una arenisca con tonos amarillentos, anaranjados e incluso rojizos por su contenido en óxido de hierro.





        La portada más destacada es la occidental profusamente decorada, con cinco arquivoltas, con un tímpano dividido en dos y un parteluz con la figura de Cristo y los apóstoles. Ha sido comparada con el Pórtico de la Gloria por sus muchas similitudes.





        El interior es de planta de cruz latina, con tres naves rematadas por ábsides semicirculares. En la cripta hay tres capillas, situándose en la central la imagen románica de la Virgen de Soterraña, patrona de la ciudad junto a Santa Teresa.






        A un lado del altar mayor se sitúa el cenotafio ( monumento funerario conmemorativo ) que no alberga los restos de los santos Vicente, Sabina y Cristeta ya que estos se encuentran en unas urnas del altar mayor. Está realizado en piedra policromada y se encuentra en un gran estado de conservación, considerándose una de las obras más sobresalientes de la escultura románica en España.





        Salí del templo y realicé unas últimas fotos, entre ellas la de una ventana con un pinjante ( no se por qué este elemento decorativo bastante raro del románico siempre ha despertado mi interés ).




        De esta manera, habiendo realizado una visita más que decente a Ávila ( aunque incompleta ), me volví a subir a mi moto para retornar por el mismo camino hasta el Barco, llegando con tiempo de hacer alguna foto al castillo de Valdecorneja del S. XII, edificación militar rehabilitada posteriormente cuando pasó a ser la residencia de los señores de Valdecorneja.





        Así mismo hice tiempo hasta la cena paseando por la calle Mayor y descubriendo algunos sitios curiosos, como la entrada a la antigua sinagoga ( hoy tienda de comestibles ) que está rematada por el símbolo de una granada, ya que la mayoría de los judíos que aquí vivieron procedían de esta ciudad andaluza.




        De la misma manera encontré el edificio de la antigua cárcel del pueblo, hoy dedicado a ser sede de la UNED.




        Me fui a descansar y preparar mi recorrido del día siguiente.

 

18 DE AGOSTO

 

     Hoy tenía pensado ver otros dos lugares, uno de ellos en Ávila y el otro ya entrando en la provincia de Salamanca.

       El primero me quedaba cerca, a tan solo 20 kms., y no era otro que Piedrahíta, villa rodeada de grandes bosques de robles y pinares y ligada íntimamente a la Casa de Alba ya que aquí nació Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel, el Gran Duque de Alba, que aumentó enormemente el prestigio de la villa.

     Después de aparcar en la plaza del pueblo fui hasta la cercana iglesia de la Asunción, del S. XIII y edificada sobre un castillo donado por la reina Doña Berenguela. Se encontraba cerrada y solo pude hacer algunas fotos de la portada protegida por un pórtico.





        Desde allí fui hasta el Palacio de los Duques de Alba, que fue residencia veraniega de la Casa de Alba y Tormes. Su construcción se debe a Fernando de Silva y Alvarez de Toledo, III Duque de Alba ( hay un busto del mismo en el centro del jardín ) y se realizó en estilo barroco francés levantándose sobre una planta de U en dos pisos , uno de ellos abuhardillado, con un gran patio de acceso. Descansaron aquí personajes como Jovellanos y Goya, el cual se inspiró en el jardín posterior ( no visitable ) para algunos de sus cuadros como es el caso de La Vendimia.







        Hoy este noble lugar está dedicado a Colegio Público y algo descuidado ( ¡ las vueltas que da la vida ! ).

     Desde Piedrahíta tomé la CL-510 y me dirigí a mi segundo destino. Los 47 kms. que los separaban pueden resultar monótonos, ya que el paisaje no es especialmente bello, con grandes campos de cereales. Pero si lo intentas le puedes sacar partido viendo al pasar gran cantidad de ganaderías con reses pastando tranquilamente e incluso adivinando paisajes surrealistas con los fardos de paja de diferentes colores que lo jalonan.





        De esta forma llegué a mi segundo destino que no era otro que la villa de Alba de Tormes. Esta histórica villa tiene su origen en un castro  vacceo, siendo ocupada posteriormente por romanos, árabes y repoblada por los reyes de León. Pasó por varias manos hasta que finalmente recayó ( ¡como no! ) en la Casa de Alba y elevada a la categoría de Ducado. En la Guerra de la Independencia los franceses arrasaron la ciudad a cañonazos.

        Pero si por algo se conoce a este lugar es por la llegada y posterior fallecimiento aquí de Santa Teresa, de tal modo que a día de hoy la villa es un homenaje vivo y permanente en todos sus rincones a la figura de esta Santa.

         Aparqué en un mirador desde el que se divisa el rio Tormes atravesado por un bonito puente medieval, que en un inicio fue romano, sobre la calzada que unía Salamanca con Piedrahíta.




        Y desde allí comencé mi periplo teresiano. Primero pasé por la Basílica que empezó a construirse en 1898 para albergar las reliquias de la Santa, pero esta obra neogótica quedó paralizada quedando inconclusas las bóvedas y solo terminadas las ocho capillas laterales ( no es visitable ).





        Rodeando la Basílica se asciende por una calle dejando a un lado la iglesia de S. Pedro con una bonita portada …




        … y se llega a una plaza donde se encuentra el Monasterio de las Carmelitas Descalzas fundado por Santa Teresa y la iglesia de la Anunciación donde se sitúa el Museo dedicado a la Santa.




        También se encuentra aquí la única iglesia existente dedicada a S. Juan de la Cruz, de estilo herreriano y que no llamó particularmente mi atención.

         Así que no quedaba otra y me dispuse a visitar el Museo de Santa Teresa. No soy muy dado a visitar los museos religiosos, de hecho casi nunca entro en los situados en catedrales y edificios similares. La imaginería y pintura religiosas me resultan algo oscuras, tétricas en algún caso e, incluso, con ciertas dosis de sadismo en otros. Pues si no quieres caldo ¡ toma dos tazas !. El Museo se compone de gran cantidad de salas con imágenes, pinturas, objetos de culto, ropajes y todo los que os podáis imaginar de temática religiosa. Con deciros que lo único que me gustó fue una sala con objetos antiguos que desentonaba con el resto y que tenía una curiosa colección de tijeras, balanzas y campanillas y otra de planchas antiguas hierro.





        También encontré otra sala con un precioso altar de plata.




        Como no podía volver atrás tuve que desembocar en el sepulcro de la Santa, donde al parecer se encuentra el cuerpo incorrupto de la misma y, por supuesto, su famoso brazo a la vista de los creyentes.




        “Empapado” de fervor teresiano salí de allí para visitar la cercana iglesia de S. Juan en la que para mi sorpresa no me pidieron pagar entrada                solo “ la voluntad “. Está considerado el monumento de estilo románico mudéjar más importante de Salamanca. Data del S. XII con posteriores transformaciones y consta de tres naves separadas por arcos rebajados.

          En el interior destaca la cabecera de la Capilla Mayor, donde se encuentra un conjunto de 13 figuras. Se trata de un apostolado románico-bizantino en piedra policromada del año 1200. Aunque a primera vista parece representar la Última Cena, no es así ya que lo que realmente representa es el Juicio Final, con Jesús en el centro y a su lado los diferentes apóstoles todos ellos sosteniendo un libro menos S. Pablo ( no debía ser muy aficionado a la lectura el buen hombre ).




        Salí de la iglesia para ver la Plaza Mayor y hacer alguna foto del ábside.





        Dudaba por la hora entre quedarme a comer allí o volver al Barco. Terminó por decidirme que en los 2-3 restaurantes donde miré la carta tenían un “ Menú de Santa Teresa “. Así que regresé a por mi moto y salí de Alba de Tormes levitando para comer en mi campamento base.

        La tarde la dediqué al relax, siesta, un rato en la piscina del hotel y cena en el mismo. Al día siguiente pensaba hacer una ruta decente en moto, con carreteras de montaña y visitar otro monumento ( este natural ) para desintoxicarme un poco de tanta cultura.

 

19 DE AGOSTO

 

        Prácticamente sin salir  del Barco se toma la CL-500 que para los moteros es una auténtica gozada. Bien asfaltada, con poco tráfico y curvas y más curvas bien trazadas para ascender hasta llegar al puerto del Pico. La recomiendo fervientemente a todos los colegas que se quieran divertir un rato. Yo, aunque las características de mi moto no me permiten excesivas alegrías, disfruté como un enano curva va curva viene. Se pasa por pueblecitos como Navalperal de Tormes y lugares como el Parador de Gredos ( atestado de coches ) hasta culminar en el puerto del Pico a unos 1400 ms. de altitud. Aquí la parada es obligatoria ya que las vistas que presenta de las montañas de Gredos son espectaculares. Si véis la foto de abajo, hacéis doble clik sobre la misma para ampliarla ( como en todas ) y si os fijáis descubriréis a la izquierda una línea blanquecina que baja a cierta distancia de la carretera. Pues bien, es una antigua calzada romana, muy bien conservada y que serpentea entre las montañas para disfrute de los que deciden recorrerla a pie.






        También os podéis sorprender con algunos mojones que marcan las distancias nada más y nada menos que ¡ en leguas !.




        Si tenemos en cuenta que una legua equivale a 5572 ms., me encontraba a 161,6 kms. de Madrid.

           Descendí con igual alegría el puerto hasta llegar a la población de Mombeltrán, donde paré para hacer una foto a su castillo, erigido por Beltrán de la Cueva y que domina todo el barranco. A día de hoy se encuentra muy deteriorado.




        Y ya sin más me dirigí hasta Arenas de San Pedro, antigua y noble población que hoy es un enclave turístico de primer orden. Lo más destacable es su castillo, edificio de estilo gótico mandado construir por el Condestable Ruy López de Dávalos en la parte más baja de la villa por presiones de los habitantes, ya que su idea inicial era hacerlo en Mombeltrán. En 1430 el conde entregó el castillo como dote a su hija Juana Pimentel tras su matrimonio con Álvaro de Luna. Este noble castellano sufrió una conspiración y fue decapitado en Valladolid. Su viuda se ganaría el apodo de “ la Triste Condesa “, nombre por el que se conoce el castillo hasta el día de hoy. Está dedicado básicamente a actividades culturales.






        Después de ver el castillo continué hasta mi destino que no era otro que el pueblecito de Ramacastañas a 6 kms. de allí, donde se encuentra lo que iba buscando: las famosas Cuevas del Águila. Aparqué la moto y, tras subir unas cuantas escaleras y sacar mi entrada, me dispuse a visitar esta otra maravilla natural que no tiene nada que envidiar a esas otras maravillas creadas por la mano del hombre en forma de catedrales y monasterios.

         Las Cuevas del Águila ( denominadas así por estar situadas en el cerro del Águila ) fueron descubiertas por casualidad ( como muchas otras ) por unos jóvenes que jugueteaban por el lugar en 1963.

         Se trata de una cavidad kárstica formada por filtraciones de agua de lluvia y corrientes de agua subterráneas. El CO2 del agua de lluvia disuelve el carbonato cálcico y forma de una manera muy lenta las formaciones que se pueden apreciar: estalactitas, estalagmitas, coladas, etc. El aspecto que presentan hoy podría datarse entre 12 y 14 millones de años.

       El recorrido  es de 1 km. a través de una gran sala con distintos niveles y se tarda unos 30-40 ‘ en realizarlo. Os dejo unas cuantas fotos para que podáis apreciar la belleza del lugar.










        Terminada la visita decidí quedarme a comer en un restaurante que hay al lado del parking y, después de descansar un rato, me dirigí hacia el último punto a visitar en este día. Se trataba de un pueblecito distante de allí unos 22 kms. y denominado Candeleda.

        Candeleda es un pequeño municipio que pertenece al valle del Tiétar y cuya jurisdicción ha pasado por distintas fases hasta que en 1834 pasó definitivamente a formar parte de la provincia de Ávila.

      El motivo de mi visita no era otro que ver una de las denominadas casas más bonitas de España. Se halla en la Plaza Mayor, al lado del  Ayuntamiento y se conoce como Casa de las Flores. Es una construcción original de la zona con los balcones repletos de flores y que en la actualidad alberga el Museo de Juguetes de Hojalata, con más de 2000 piezas diferentes algunas muy bellas y que se pueden adquirir en la tienda que hay en la entrada. Pensé en adquirir alguna de las múltiples de motos existentes y, aunque su precio me pareció excesivo ( la fama es lo que tiene ) al final me decidí por una de una antigua moto con sidecar que me recordaba a la Vespa con este aditamento hoy en desuso que poseía mi padre y con la que realicé junto a mi madre algún que otro viaje.







        Después de ver la casa di un paseo por la calle Mayor donde colgaban un montón de pañuelos realizados por los habitantes del pueblo para celebrar  no sé exactamente qué. Tomé un café en otra plaza del lugar y me dispuse a regresar al Barco por el mismo camino que me había llevado hasta allí, volviendo a disfrutar con la subida y bajada al puerto del Pico y llegando al hotel a tiempo de descansar un ratito y buscar un sitio para cenar y repasar el itinerario de mi último día por estas tierras.




20 Y 21 DE AGOSTO

 

        La noche anterior había intentado confirmar en el Google Maps el recorrido a realizar para llegar a mi destino, pero el hijoputa me decía que en el que yo traía prefijado había una carretera cortada y me derivaba, según él, por la vía más rápida. Pensé “ este sabrá más que yo “ y le hice caso, con lo que me chupé un bonito recorrido por la provincia de Ávila y otro por la de Salamanca, desviándome el cabroncete desde la autovía Ávila-Salamanca por unas carreteritas de cabras con mil baches y transitando por pueblecitos algunos con bonito nombre ( Flores de Ávila ) y otros no tanto ( El Ajo ). Me entretuve imaginando el gentilicio de los habitantes de éste último ( ajito ?, ajete ?, ajoarriero ? ) y con este pensamiento y dando botes llegué hasta mi destino.

       No era otro que Madrigal de las Altas Torres, donde pensaba encontrar una villa llena de rico pasado cultural y muchas cosas por ver. Craso error.

      Esta villa ( que por cierto, no sé de donde le viene el nombre en plural, ya que solo existe  la torre de la iglesia ) está levantada en medio de un secarral y quizás deba su fama a ser el lugar de nacimiento de Isabel la Católica. Cuando llegué aparqué en la plaza donde se encuentra la iglesia de S. Nicolás de Bari y rápidamente comprendí que este era el día tonto que hay en todos los viajes.

     El pueblo no tiene el más mínimo atractivo. Calles adoquinadas, escasos habitantes, casas de una sola planta muchas de ellas adosadas a los restos de la muralla, unas abandonadas y otras con el cartel de “ se vende “. En fin, un lugar donde no se me ocurriría pasar el resto de mis días.

     Rápidamente me fui a buscar el Palacio de Juan II que es el actual Convento de las Madres Agustinas. Este rey, padre de Isabel la Católica, estableció allí la corte en 1424 ( hay que tener valor ) y allí nació Isabel hasta que la propia reina católica ( con muy buen criterio ) la trasladó en 1497. El edificio siguió funcionando como residencia real hasta que Carlos I lo donó a las Madres Agustinas que allí siguen.

      Cuando llegué al mismo ( 11,45 h. ) acababa de terminar una de las dos visitas guiadas que se organizan al día, informándome la guía que la otra ( previa reserva ) era a las 17,30 h. Como, según mis informes, solo se podían visitar cuatro estancias: la alcoba real donde nació Isabel que está totalmente vacía, la sala capitular, el comedor y el panteón y, además, no se pueden hacer ningún tipo de fotos salvo en el claustro, decidí con buen criterio que a esa hora estaría yo durmiendo una rica siesta en mi estupendo hotel. Así que me conformé con unas fotos del exterior del edificio que, por otra parte, no tiene nada de particular. Una construcción típica castellana, austera y sin nada destacable.






        Justo en frente del Palacio se encuentra el Real Hospital de la Purísima Concepción, construido en 1441 por orden de María de Aragón, primera esposa de Juan II, para dar cobijo a pobres y enfermos desamparados. Cumplió esta función hasta principios del S. XIX para caer en desuso y ser rehabilitado posteriormente y sirviendo hoy en día como Casa de Cultura y Oficina de Turismo.

         De nuevo había que reservar la visita, por lo que me conformé con unas fotos desde la entrada de su patio ( lo más notable ) y de su fachada de estilo mudéjar con columnas de granito y escudos reales adosados.





        Frente al Hospital se encuentra un pequeño jardín con una estatua de Isabel la Católica y allí pude contemplar lo más excitante del día: una disputadísima partida de petanca entre jubilados como yo.




        La villa se hallaba completamente rodeada por una muralla y presentaba cuatro puertas, una en cada uno de los puntos cardinales: Medina, Arévalo, Peñaranda y Cantalapiedra. Como ésta última era la mejor conservada me dirigí a ella con un sol de justicia dando un rodeo a todo el villorrio. Efectivamente es la mejor conservada ya que se trata de un ejemplo único en España de la arquitectura mudéjar defensiva.





        Retorné a la plaza donde había dejado la moto y me encontré con la iglesia abierta. Entré y me di de bruces con un grupito pastoreado por una guía que les daba explicaciones no muy convincentes de la belleza del lugar. A mi, después de haber visitado innumerables iglesias, ermitas, monasterios y lugares similares ( si hay por ahí algún pirado que sigue este blog lo puede corroborar ), el interior de esta iglesia me pareció un despropósito. Infinidad de imágenes de vírgenes, cristos y santos se desparraban por el lugar sin orden ni concierto y parecía que las habían depositado en el primer hueco que hubiera libre. En un lateral, el antiguo retablo de madera del altar mayor esperaba pacientemente a que alguien lo restaurara. En fin, un pastiche de tomo y lomo. Solo me llamó la atención la bóveda, toda ella en madera incluidas las pechinas y una capilla lateral donde se encontraba la pila bautismal de Isabel la Católica sin el más mínimo cartel indicativo.






        Terminada la visita me disponía a salir cuando la guía ( buen ojo clínico ) se acercó a mi y me preguntó si había visto la iglesia ( ¡ claro coño, no estoy ciego ! ), en cuyo caso debía abonar la entrada aunque no tuviera reserva ( aquí hay que reservar para todo ) y solo hubiera oído sin prestar atención el final de la explicación. Sin ganas de discutir ni montar numeritos le dí los dos maravedíes solicitados y salí al exterior para fotografiar el bonito ábside mudéjar y la elevada y ÚNICA torre del edificio.





        Así que me subí en la moto y salí de Madrigal escopetado con la idea de un pueblo en decadencia, para nada atractivo y que sobrevive a su pasado esplendor con lo que queda de lo que fue corte real y que aún se puede ver ( eso sí, previa reserva y pago del diezmo ).

            Regresé al Barco por el mismo camino pasando de nuevo por El Ajo y parando a comer en una venta cercana a Piedrahíta. Siesta y a preparar las cosas para el regreso a casa.

            De este regreso poco que contar, El Barco hasta Ávila, AP-51 y AP-6 hasta Madrid, buscar la A-3 hacia Valencia y paliza de kms. con parada para comer en La Roda y llegar a casa a media tarde.

           Y hasta aquí mi recorrido por esta provincia castellana, con sus luces y sombras pero que, como en todo viaje, deja recuerdos y experiencias para toda la vida.

         Voy a ver si convenzo a Jaime y lo saco a que le de el aire por las Alpujarras en un finde largo de 4 días. Si cuaja el tema ya os contaré aunque no lo tengo claro porque siempre que salgo con el colega me sucede algo.

           Sed buenos y ¡ por favor ! vacunaos los que aún no lo estéis.