jueves, 29 de septiembre de 2016



                                             POR LOS CASTILLOS DE TOLEDO

                Había leído en algún sitio que la provincia de Toledo es una de las que posee mayor número de castillos en España. Investigué un poco y, efectivamente, era cierto por lo que me puse a planear la idea de hacer una ruta en moto para visitar algunos de ellos, ya que intentar verlos todos era bastante difícil por hallarse dispersos y necesitar demasiado tiempo para ello. Así pués, consultando mapas elegí una ruta circular con inicio y fin en Toledo y que permitía pasar por 10 de éstas fortificaciones. Aquí la tenéis.

DÍAS 1 y 2 (Murcia – Toledo)
               
               Varias eran las posibilidades de llegar a Toledo, pero todas pasaban por llegar hasta Albacete por la A-30 (148 kms). Una vez en Albacete y para evitar autovías en lo posible, me desvié por la N-430 hasta llegar a Munera (57 kms) y continuar por la misma hasta Tomelloso (53 kms). Es una buena carretera, poco transitada y con buen asfalto y con bonitos paisajes de la llanura manchega. Una vez en Tomelloso había que retomar una autovía, la A-43 en éste caso que, tras 188 kms te lleva directamente a Toledo. En total 446 kms, una buena tirada.
          Llegué a Toledo a mediodía y fui directamente al núcleo central de la ciudad: la plaza de Zocodover. El curioso nombre le viene del árabe sūq ad-dawābb y que significa “mercado de bestias de carga”. En la primitiva plaza se organizaban actos de todo tipo, corridas de toros, cucañas, autos de fé o ejecuciones. En el siglo XVI fué destruida por un incendio y hasta el S.XIX no se reconstruyó, creando la actual plaza de forma rectangular y porticada. Se halla rodeada de gran cantidad de bares y restaurantes y, desde ella, se aprecia la figura imponente del Alcázar. Hoy en día sigue siendo el punto de reunión de los toledanos y escenario de múltiples actividades.

                                                              Plaza de Zocodover


             Pregunté a unos policías allí estacionados por la dirección de mi hotel y me la indicaron, animándome a circular sin problema por una zona semipeatonal con circulación restringida. Las calles de Toledo son estrechas y algunas adoquinadas, así con cuidado conseguí llegar lo más cerca posible de mi hotel y estacionar la moto. El hotel tenía un curioso nombre (Antídoto Rooms) y se hallaba en una coqueta plaza (Recoletos) siendo una casa del S.XVI completamente restaurada en su interior con un estilo moderno y minimalista, con habitaciones de diseño dónde predominaba el color blanco y con elementos antiguos respetados y restaurados como vigas y barandillas de madera y muros originales. Tomé mi habitación y me dispuse a salir para comer y dar una vuelta por la ciudad.

                Atravesando de nuevo Zocodover y, a través de un arco muy bonito se bajan unas escaleras y se llega al Museo de Santa Cruz, conjunto formado por el antiguo Hospital de Santa Cruz y el Convento de Santa Fe. Es un edificio del S.XVI con una bonita portada plateresca de Alonso de Covarrubias. Se accede a él por la calle Santa Fe y ya dentro hallamos el perfecto ejemplo de cómo se pueden conjugar de manera armónica elementos antiguos con otros modernos. Una gran cristalera nos permite divisar una bella panorámica del Paseo del Miradero, los jardines del nuevo Palacio de Congresos y del río Tajo. En su interior cuenta con numerosas secciones de Arqueología, Bellas Artes, etc. y es imprescindible visitar el patio, con una preciosa escalera obra también de Covarrubias.

                                                            Museo de Santa Cruz


                                                             Escalera de Covarrubias

                     Desde allí, subiendo por la calle abierta al tráfico de la plaza de Zocodover, se llega hasta el Alcázar. Es una impresionante fortaleza fortificada que se asienta y domina desde el lugar más alto de Toledo. Resumiendo os diré que fué en el inicio un palacio romano, después una fortaleza árabe y luego pasó a manos cristianas. Carlos I lo reformó en el S.XVI encargando la obra, entre otros, a Alonso de Covarrubias y Juan de Herrera. Sufrió hasta tres incendios y fué reconstruido en el S.XIX y utilizado como torre telegráfica. No os voy a contar el asedio que sufrió durante la Guerra Civil (se puede leer en cualquier sitio) y se convirtió en un símbolo de las tropas franquistas. Hoy en día, visitarlo es rememorar esa época pasada con varios salones de armas, el despacho de Moscardó e incluso la cripta con los restos de los defensores. Quizás es más interesante saber que es la sede de la Biblioteca de Castilla-La Mancha y la del Museo del Ejército.



                 Saliendo del Alcázar se va hacia la derecha y callejeando un poco se llega a la Catedral. Se accede a ella por una puerta lateral sacando el correspondiente ticket en una tienda situada justo enfrente (???). Antes de entrar os recomiendo ir a la plaza y admirar su fachada principal. Representa la culminación del gótico en España y su construcción comenzó en el S.XIII y se extendió hasta el XVI, siendo sus autores diferentes maestros en épocas sucesivas.
                La facha principal consta de una torre (la torre del Reloj), tres portadas (la del Perdón, la del Juicio Final y la del Infierno) y a la derecha una capilla mozárabe. La puerta del Perdón sólo se abre en ocasiones muy señaladas. Hay que admirar cada una de ellas, con infinidad de escenas y diferentes motivos labradas en las mismas. Mi consejo es que  vayáis rodeando y admirando todos los detalles de este edificio hasta llegar a la puerta la Llana por la que se accede al interior.
                Ya allí hay que ver las capillas laterales, la capilla Mayor y el impresionante retablo de la misma, sin olvidar la capilla mozárabe donde todos los domingos se celebra la misa en éste rito. Quizás, para una visita detallada, lo mejor es recurrir a una audioguía o incluirse en un grupo que lleve guía de habla castellana para poder enterarse de todos los detalles (yo me pegué a uno durante un rato procurando no despertar sospechas).
                Por último hay que admirar el claustro. Se construyó en el lugar que ocupaba un antiguo mercado y cuenta la leyenda que el arzobispo y los mercaderes no se ponían de acuerdo sobre el precio a pagar por el lugar hasta que, aprovechando un incendio sufrido en el mismo, logró que se lo vendieran a bajo precio y construir el claustro (“la caridad empieza por uno mismo”).
                Dada mi afición a la música no quiero terminar ésta breve reseña de la catedral sin indicar que también ha sido un referente en éste sentido. Cuenta con varios órganos de gran valor, en su momento se interpretaban obras con acompañamiento de instrumentos de viento y de cuerda y en el S.XVI se creó el grupo de los Seíses o Escolanía de la Catedral que aún permanece con sus vestimentas originales y que interpretaban en los actos religiosos obras del canto gregoriano y de la polifonía del momento, siendo uno de sus maestros más celebres el gran Cristóbal de Morales.

                                                              Imágenes de la Catedral




                     

                                                                     Claustro


                       Como ya era un poco tarde y tenía todo el siguiente día para completar mi visita a Toledo, volví a Zocodover y, después de cenar en un restaurante de la plaza, me fuí a descansar.
                Al día siguiente desayuné en una cafetería cercana (que no sirvieran desayunos y una insonorización mejorable son las dos pegas que le puedo poner a mi hotel) y me dispuse a recorrer lo mucho que aún me quedaba por ver de Toledo. Callejeé y fui descubriendo a  mi paso preciosos rincones.

                                                                Rincones de Toledo



                    De ésta manera llegué a mi primera parada que era la iglesia de Santo Tomé, restaurada en el S.XIV por Gonzalo Ruiz de Toledo, Señor de Orgaz, que cuenta con un campanario de estilo mudéjar y que es conocida por albergar en el interior el famoso cuadro del Greco “El entierro del Conde Orgaz”. Después de admirarlo con detenimiento (lógicamente no se podían hacer fotos) continué con mi paseo por la judería para dirigirme a una de las dos sinagogas con que cuenta Toledo, la de la Santa María la Blanca. Se trata de una construcción mudéjar del S.XII y que sirvió de inspiración para otras sinagogas como la de Segovia. Sus paredes de ladrillo blancas y lisas, sus arcos de herradura y sus pilares configuran un espacio incomparable. El edificio fue posteriormente iglesia católica e incluso tuvo otros usos, como el de beaterio para mujeres públicas arrepentidas e incluso cuartel. Hoy lo podemos admirar tal y como fué concebido por los judíos que lo denominaron “la mayor y mejor sinagoga de España”.




              La otra gran sinagoga de Toledo es la del Tránsito, construida en el S.XIV y que, tras la expulsión de los judíos se transformó en una iglesia de la Orden de Calatrava. Está construida en ladrillo, mampostería, madera y yeso y, hoy en día, alberga el Museo Sefardí. Su interior es de una gran riqueza iconográfica (lamentablemente no puedo enseñaros fotos porque la cámara se había quedado sin batería por mi torpeza, así que tuve que entrar en una cafetería cercana y tomar un segundo desayuno mientras se recargaba).
                Después de ver las sinagogas me dirigí a la Casa Museo del Greco, que no es ni la original (se destruyó en un incendio) ni se halla en el mismo lugar que ocupaba ésta. Tiene algunas obras importantes del pintor pero, ni mucho menos se puede considerar uno de los lugares imprescindibles de Toledo.
                Desde allí me dirigí a visitar otro gran edificio que es el Monasterio de San Juan de los Reyes. Fue construido bajo el patrocinio de la reina Isabel I de Castilla y constituye una muestra excelente del gótico isabelino en España. Consta de una sola nave con capillas laterales y tiene un bonito retablo mayor en la iglesia y, sobre todo, un precioso claustro considerado como una de las joyas del gótico en transición al renacimiento.


                  Como estaba cerquita, bajando la calle, me dirigí a visitar el Puente de Alcántara que está situado al pie del Castillo de San Servando y junto a la Puerta de Alcántara. Era uno de los puentes para entrar a Toledo y obligatorio para los peregrinos. Desde él se divisan unas preciosas vistas del rio Tajo y cuando llegué había un grupo de chavales con monitores que estaban cruzando el rio de un lado a otro en una tirolina instalada al efecto.


                                                                Rio Tajo

                                                             Puerta de Alcántara
                                                            Puente de Alcántara



                     Ya se había hecho la hora de comer y, por el mismo sitio que me había llevado hasta allí retorné para buscar un restaurante que me había recomendado la amabilísima encargada de la recepción del hotel. Se llamaba La Clandestina y, aunque me costó algo encontrarlo, mereció la pena porque comí muy bien y a un precio más que adecuado. Con las fuerzas renovadas y descansado volví a atravesar Zocodover (como véis el paso por aquí es casi obligatorio) y, desde el mirador que hay en el Palacio de Congresos, estuve haciendo fotos y admirando las bonitas vistas de la muralla, las puertas de entrada y el rio Tajo.




                 Desde allí pude observar un edificio que me traía recuerdos (aunque no muy agradables) de mi juventud. Se trataba de la Academia de Infantería en la que realicé parte de mi servicio militar (por aquél entonces obligatorio). Así que, a modo de reconciliación, me acerqué hasta ella. Es un edificio neorrenacentista situado en frente del Alcázar y por ella pasaron ilustres militares (no era mi caso) como Franco, entre otros.
                Después de enterrar definitivamente los días bastante complicados que pasé allí y pasar página me fui a callejear de nuevo por el casco histórico sin rumbo determinado (me encanta descubrir rincones al azar sin llevarlos planeados en la ruta) y terminé frente al Teatro Rojas. Su construcción se debe a varios arquitectos y fue edificado sobre el primitivo corral de comedias del Mesón de la Fruta. Como estaba abierto entré y pude ver, no sin antes darle conversación al portero que era natural de Caravaca (Murcia), unas bonitas pinturas en el techo y medallones de grandes autores del teatro clásico español, como Tirso de Molina, Calderón de la Barca o el propio Francisco de Rojas que da nombre al teatro. Me gustó mucho el telón de boca.
                A estas alturas del día ya el cansancio se empezaba a notar, así que fui a buscar un restaurante que llevaba apuntado y que se encontraba muy cerca del hotel. Se llamaba Alfileritos y la verdad es que la cena a base de tapas bastante elaboradas resultó muy agradable. Después de haber recorrido gran parte de Toledo y siendo consciente de no haber visitado muchos lugares (lo que me da la excusa perfecta para volver en otra ocasión) me retiré a descansar para comenzar al día siguiente el principal objetivo de mi viaje: ver algunos de los castillos de ésta preciosa provincia.

DÍA 3 (de viaje por los castillos)
                
                 Desayuné y preparé las cosas y salí de Toledo pasando por una de sus puertas más famosas: la de la Bisagra. Paré para hacerle la foto de rigor a mi montura y llevarme el puro del policía de turno porque allí no se podía estacionar. Una vez “chorreado” por la autoridad municipal me monté y seguí mi camino hacia mi primer destino: Almonacid.


                Almonacid es una pequeña población que se halla distante de Toledo 24 kms que se recorren cómodamente primero tomando la autovía de los Viñedos y  luego  la CM-42. El pueblo en sí no reviste gran interés y, fuera del mismo, en lo alto de una colina se halla el castillo de origen árabe y punto estratégico de vigilancia. Fue donado a Alfonso XI como parte de la dote de su esposa Zaida hija de un rey moro. Fue utilizado como prisión de Alfonso Enríquez por su hermano Juan I de Castilla y, ya en el S.XIX, sirvió como refugio contra las tropas francesas en la célebre batalla de Almonacid, aunque finalmente resultó conquistado por éstas. Actualmente se encuentra en un estado lamentable, quedando en pie únicamente la torre del homenaje y restos de aljibes y algunas habitaciones. Tal es su estado que está en venta al módico precio de 1 euro, eso sí, con el compromiso de reformarlo íntegramente. Así que si alguno de vosotros os toca la bono-loto y no sabéis que hacer con el dinero, podéis daros el capricho de poseer un bonito castillo en plena llanura manchega.




                  El siguiente punto a visitar se hallaba a tan sólo 6 kms del anterior por la CM-400. Era un castillo del S.XIV de origen islámico que fue reconstruido durante los S.XV y XVI y luego abandonado hasta que en 1890 pasó a manos de un enamorado de los castillos, José Manuel Sierra, que lo reconstruyó íntegramente. Se halla anexo al templo parroquial de la bonita localidad de Mascaraque. Actualmente presenta una estructura muy similar a la que debió tener en su origen, con una preciosa torre del homenaje en la que se hallan tallados en piedra tres Sellos o Pentáculos de Salomón (estrellas de cinco puntas con el poder de proteger de los peligros, hechizos y enfermedades, utilizadas por los alquimistas) y rodeado todo por almenas. Sólo hay constancia de la existencia de estos símbolos en el Castillo de Polan y en Puentedeume y sólo uno en cada caso. Uno de los lados da a un parque con jardines y huertas y en el interior, rodeando a un patio, está  el salón, los dormitorios, la cocina, las torres de guardia y las escaleras. Es de propiedad particular y no se puede visitar.




                      El siguiente objetivo eran las ruinas de un castillo que se hallaba situado a 5 kms de la localidad de Mora, a la que se llega continuando otros 6 kms por la CM-400 para, una vez allí, preguntar porque el acceso es complicado ya que se llega por una pequeña carretera algo escondida entre los árboles. Se denomina el castillo de Peñas Negras y es de propiedad municipal estando en fase de reconstrucción. Está construido sobre una roca y era un magnífico lugar de defensa. Pasó por varias manos (fué parte de la dote de la princesa Zaida en su boda con Alfonso VI) hasta que en el S.XII Alfonso VIII lo donó a la Orden de Santiago. Lo más llamativo del mismo es que no es cuadrado, sino que tiene forma de barco y la mejor visión del mismo es desde el aire, cosa imposible en mi caso porque mi moto tiene muchas prestaciones pero, por ahora, no vuela. Se puede visitar previa reserva en el Ayuntamiento



              La siguiente parada era también muy cerquita, a sólo 6 kms por la CM-4017 y se trataba del castillo de Manzaneque.  Este castillo data del S.XV y parece que fue edificado por encargo de Iñigo de Avalos. Es de planta cuadrada, con torre del homenaje y puerta en forma de arco apuntado. No está en alto como todos los anteriores sino en llano en el centro de la población, está catalogado como BIC y para visitarlo hay que solicitarlo en el Ayuntamiento situado en frente del mismo.



                     El siguiente castillo era uno de los más importantes que ver. Se situaba en la población de Consuegra y se llegaba a ella por la CM-42 tras recorrer 27 kms.
                Consuegra es un municipio que tuvo gran importancia en la época romana, siendo la principal ciudad de la Carpetania y dónde confluían caminos que iban hacia el norte y hacia el sur. Por ella pasaba la calzada romana llamada “Vía Laminium”.
                El castillo se remonta a la época de la dominación árabe, pasando después a manos castellanas y de nuevo siendo reconquistada por los almorávides en la famosa batalla de Consuegra, dónde murió Diego el hijo del Cid Campeador. Definitivamente reconquistada por los cristianos, la ciudad y el castillo fueron donados a la Orden de Malta.
                Llegué a Consuegra y fui directamente a su Plaza Mayor. En ella se sitúan el Ayuntamiento de estilo renacentista, la torre del reloj y un edificio denominado de “los Corredores” del S.XVII y que tiene una bella balconada de madera en estilo típicamente manchego (es el actual Museo Arqueológico). Como ya era la hora de comer, aparqué y fui a tomar algo en uno de los bares de la plaza para, después de descansar un poco, dirigirme al cerro Calderico dónde se sitúan el castillo y otras construcciones muy visitadas: los molinos de viento.
                Ascendiendo por una bonita carreterita se deja el castillo a la derecha y se llega a una explanada que permite el aparcamiento. Había dos autobuses de turistas japoneses (¿cómo es posible que estén en todas partes?) y uno de ellos me hizo la foto de más abajo. De los 13 molinos alineados del S.XVI quedan 12, cada uno con su nombre. Yo entré a visitar el llamado Rucio que tiene una pequeña exposición de vinos manchegos en la planta baja y en las superiores se sitúan la rueda de moler y la habitación dónde se recogía el producto ya elaborado en grandes sacos. Hay carteles y un pequeño video explicativo de todo el proceso.
                Bajando un poquito se llega al castillo que se denomina castillo de la Muela y que posee una doble línea de murallas, tres torreones, una torre albarrana y un adarve exterior. Fue prácticamente destruido primero por la ocupación francesa en el S.XIX y después por la expropiación, un incendio y el abandono. En el S.XX lo adquirió el Ayuntamiento de la localidad y comenzó su restauración que aún continúa pero está muy avanzada. Se puede visitar pero a la hora que era (las cuatro de la tarde) estaba cerrado.






                                                         Plaza Mayor de Consuegra

                       Descendí hasta Consuegra y allí retomé la CM-42 que me debía llevar (tras 43 kms.) al lugar elegido para pernoctar: Alcázar de San Juan.
                El hotel no se hallaba en el mismo pueblo sino a unos 10 kms del mismo y estaba construido en unos viñedos (Hotel Château Viñasoro). Estaba bastante bien, con habitaciones muy cómodas, amplios espacios para celebraciones y mucha tranquilidad sólo que rodeado …. de viñedos. Así que después de dejar las cosas me fui a visitar el pueblo.
                Al llegar a Alcázar lo mejor es dirigirte directamente a la Plaza de Santa María. En ella se sitúa la iglesia de Santa María la Mayor del S.XII, templo predominantemente barroco aunque el ábside exterior es románico. En su interior se halla la pila donde fue bautizado Miguel de Cervantes y un bonito Camarín de la Virgen del Rosario con azulejos de Talavera. En la plaza hay una escultura homenaje a Cervantes. En frente de la iglesia está el Torreón del Gran Prior, una torre almohade del S.XII rehabilitada en 2008 y convertida en Espacio Museográfico de los Caballeros Hospitalarios (Orden de S. Juan). Merece la pena la visita.

                                                                Vista de Alcázar de S. Juan
                                                                       Plaza de Santa María
                                                         Torreón del Gran Prior
                                                      Interior. Iglesia de Santa María

            Desde allí merece la pena callejear un poco y admirar las casas manchegas con galerías, balcones y portalones con escudos. Destaca la Posada de Santo Domingo (hoy Museo Municipal). Otros sitios de interés son la iglesia de la Santísima Trinidad de estilo rococó, la iglesia de S. Francisco con una bonita portada plateresca y la iglesia de Santa Quiteria, barroca que destaca por sus piedras de sillería de color rojo.
                Ya anocheciendo regresé al hotel para tomar algo y descansar para proseguir mi ruta al día siguiente.


DÍAS 4 Y 5 (más castillos y regreso).

                Había que volver atrás, es decir, regresar a Alcázar de San Juan, de ahí a Consuegra y allí tomar la CM-4116 que, después de 24 kms, me llevaría al siguiente destino: el castillo de Guadalerzas.
                Para llegar a él había que dirigirse hasta Los Yébenes y así lo hice. Al llegar aparqué y fuí a preguntar por el castillo (no viciosillos, no me encontré con la famosa concejala y, aunque así hubiera sido, mis gustos en la materia son algo más refinados). Le comenté al empleado de una gasolinera mi destino y me indicó la carretera a tomar que, tras unos 20 kms me debía llevar al sitio pero me avisó que fuera atento porque no era fácil de ver. Seguí sus indicaciones pero, efectivamente, tras recorrer más de 40 kms supuse que me lo había pasado. Pregunté en una venta pero no tenían ni idea del mencionado castillo así que retorné a Los Yébenes a baja velocidad mirando a diestro y siniestro y  ¡ por fin! a unos 20 kms del pueblo descubrí la silueta escondida del mismo. Se trataba de un castillo hoy abandonado construido por los árabes en un desfiladero, punto estratégico para defender la ruta hacia Córdoba. Fué pasando de manos árabes a cristianas de manera alternativa hasta que en el S.XII lo ocupó la Orden de Calatrava que fundó allí el hospital de Godalferga. La edificación adquirió cierto prestigio y en el S.XVI se instaló allí el Colegio de Doncellas Nobles de Toledo. Poco a poco comenzó su deterioro y actualmente se halla muy deteriorado y sin acceso posible, ya que se halla en una finca rodeada por alambradas.


                  Algo decepcionado retorné a Los Yébes para tomar la N-401 que me debía llevar durante 10 kms hasta Orgaz.  Esta población está declarada Conjunto Histórico Artístico y alberga una serie de calles estrechas de origen islámico. Aún perduran dos arcos (el de Belén y el de San José) como recuerdo de las antiguas entradas a la villa. Tiene una Plaza Mayor de estilo toledano con soportales, dónde resalta majestuosa la iglesia parroquial de Santo Tomás Apóstol, obra de Churriguera que nació y murió aquí. Destacan la torre, sus dos cúpulas y la portada. En su interior hay un bonito retablo y varias capillas laterales merecedoras de una visita.

                                                        Iglesia de Santo Tomás Apóstol


                       El castillo es obra de Alvar Pérez de Guzmán y, después de pasar por varias manos y vicisitudes (entre ellas un incendio) fue reconstruido por su actual propietario (esto de tener un castillo para ti solo me estaba empezando a llamar la atención, aunque se me plantea el problema de la limpieza del mismo).  Tiene una planta rectangular con una torre del homenaje de 20 metros en uno de los lados y en los otros tres hay garitones volados. El mismo se alquila para espectáculos y conciertos y sólo se puede visitar los miércoles de Abril a Noviembre.

                                                            Castillo de Orgaz

                              Desde Orgaz se toma la CM-410 y tras recorrer 41 kms nos encontramos en Polan, pequeña villa que conserva en su interior los restos de un castillo “mágico”, ya que se desconoce su origen, aunque es citado ya en el S.XII. Perteneció al poeta Lope de Zúñiga y la última referencia del mismo es del S.XIX cuando era propiedad de los Marqueses de Cerralbo. Debió ser un castillo de gran tamaño a juzgar por lo alto y ancho de sus restos y, sobre todo, porque la puerta de entrada muy bien conservada se encuentra en la plaza del pueblo, a gran distancia de lo que queda de él. Se conservan las torres de sus extremos (una de ellas es la casita de una cigüeña como podéis ver más abajo) y uno de sus laterales se halla en el interior del colegio del pueblo.
                       




                       A tan sólo 5 kms del anterior se hallaba el último de los castillos de mi viaje y, quizás, uno de los mejor conservados: el castillo de Guadamur. Fué construido en el S.XV por Pedro López de Ayala. En él vivieron Felipe El Hermoso y Juana La Loca y también pasaron por allí personajes como el Cardenal Cisneros, Carlos V y la Princesa de Éboli. Fue incendiado dos veces, pasó a manos de los vecinos del pueblo y de estos al Conde Asalto, vuelto a incendiar durante la Guerra Civil y, finalmente, el Marqués de Campoó lo restauró hasta su estado actual. Su planta es rectangular y está formado por dos edificios amurallados con un foso. Tiene una torre del homenaje de 31 metros de altura adornada con garitones. En el interior hay una interesante colección de armaduras, tapices, muebles y cuadros de época.



                 Habiendo completado mi periplo por algunos de los castillos de Toledo y siendo consciente de que todavía hay más por ver para otra visita (Escalona, Maqueda, Talavera de la Reina, Oropesa y Montalbán), volví a tomar la CM-401 que en tan solo 18 kms me devolvió a mi punto de partida: Toledo.
                Había programado hacer noche en la capital ya que era tarde y volver a Murcia resultaba complicado. Busqué el alojamiento (La Posada de Manolo) que se hallaba al lado justo de la Catedral, con habitaciones temáticas dedicadas a oficios antiguos y una terraza superior para los desayunos desde la que casi se podía tocar los tejados del templo.
                Bajé a cenar algo y prontito a descansar para, al día siguiente, regresar a Murcia por el mismo camino que me había llevado hasta allí. Espero que os haya gustado el viaje y os animo a realizarlo u otro similar ya que la provincia de Toledo tiene muchos rincones y lugares bellos por descubrir.



                                                                  Nos vemos.