domingo, 18 de septiembre de 2016





                                                             RUTAS DE 1 DÍA

                Aunque hasta ahora os he contado viajes realizados que podemos considerar de medio y largo recorrido, partiendo desde Murcia y en un radio de 200 kms. se pueden realizar muchas rutas interesantes y divertidas en un solo día. Hoy os dejo tres de ellas que he realizado y que merecen la pena. Una se adentra en la provincia de Alicante, otra en la de Albacete y la tercera recorre un espacio murciano precioso que es el Valle de Ricote. A ver si os gustan

                        GUADALEST, UNO DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DE ESPAÑA

                Enclavado en el valle del mismo nombre, en el interior de Alicante, se halla Guadalest considerado como uno de los pueblos más bonitos y pintorescos de España. A pesar de la cercanía no lo conocía y un sábado cualquiera me dispuse a visitarlo para ver si respondía a su fama.
             Dos son la posibilidades de llegar a Guadalest desde Murcia, una transcurre casi íntegramente por la A-7 hasta llegar a Benidorm, dónde se toma la CV-70 que nos lleva al destino. Aunque es más corta (144 kms.) yo me decidí por la segunda opción que comienza en la misma A-7 pero en la que al llegar a Elche nos desviamos por la A-77 para luego tomar la CV-70 a la altura de Benilloba y que nos llevará a Guadalest. Aunque es un poquito más larga (163 kms.) tiene un buen tramo de carretera de montaña excelente y te ahorras un pequeño peaje de la anterior. Ya sabéis que me molesta mucho viajando en moto tener que pagar el peaje de la autovía, no por el importe en sí mismo, sino porque me parece injusto que una moto de la cilindrada que sea tenga que abonar la misma tasa que, por ejemplo, un Mercedes de alta gama. Sí, ya sé que es fácil saltárselo pasando por el carril que siempre está abierto para el paso de ambulancias, Guardia Civil, etc., pero como te graben acabas pagándolo con creces. ¿A vosotros os pasa lo mismo?.
                Así que siguiendo ésta segunda opción me planté en Guadalest en menos de 2 horas y me dispuse a conocer éste curioso lugar.
                Guadalest es un pequeño pueblo de no más de 300 habitantes censados pero que presenta siempre un gran número de visitantes atraídos por sus atractivos turísticos (la mayor fuente de ingresos que posee). Esta población existía ya en la época musulmana, pasando por diferentes propietarios en la época cristiana y recalando, ya en el siglo XVI, en la familia Cardona, Marqueses de Guadalest, que poseían numerosos territorios en la comarca. Después de varios terromotos que destrozaron el castillo, éste finalmente terminó en las manos del Marqués de Ariza y hoy en día el Marquesado de Guadalest pertenece a D. Roberto Sánchez-Ocaña y Arteaga. En 1974 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.
                Al llegar al pueblo tienes que aparcar sin más remedio en la única plaza existente ya que todo el pueblo es peatonal. Debes de pagar un “peaje” de 2 euros (no sé si legal) pero, en mi caso, después de hablar con el controlador del acceso y explicando que la iba a aparcar en un lugar dónde no molestara, me lo ahorré.

  
             El acceso al pueblo se hace por una calle en cuesta que te lleva por un agradable camino que bordea un bonito jardín y termina en la puerta de acceso principal.


Allí te llevas la primera sorpresa porque unos jóvenes tienen instalado un sistema similar al de los parques de ocio: te hacen una foto atravesando la puerta y a la salida te ves en un llavero o algo parecido que puedes comprar o no. A mí me resulta incómodo hacer el güiri así que, cuando fueron a disparar, me dí la vuelta con lo cual mi foto hubo que desecharla.
           Al entrar tienes dos opciones: seguir la calle hacia arriba o entrar en la Casa Orduña, una casa nobiliaria del S.XVII que perteneció a ésta familia. Yo opté por verla y recorrí sus estancias dónde se puede encontrar mobiliario del S.XIX, varios lienzos y artículos decorativos del S.XVIII y XIX y una bonita colección de cerámicas.

         Cuando terminas la visita a ésta casa sales directamente al castillo del Rey, fortaleza en muy mal estado pero desde el que se divisan las mejores vistas del pueblo. También se puede ver la torre que queda del antiguo castillo árabe de la Alcozaiba, la torre de Guadalest y el embalse del mismo nombre.  






            Al salir del castillo y descender retomas la calle principal y te encuentras con la Iglesia Parroquial de Nª Sª de la Asunción, barroca del S.XVII. Pero, además de la iglesia, a tu paso tienes innumerables tiendas unas mejores y otras con gran cantidad de quincalla y souvernirs algo horteras. No sólo eso, también hay infinidad de “museos” (creo que es el pueblo de España con más “museos” por metro cuadrado. Algunos muy curiosos como el museo de microminiaturas de Manuel Ussá, considerado como uno de los mejores microminiaturistas del mundo y donde se pueden ver (si te esfuerzas un poco) desde una pulga vestida de torero, los fusilamientos del 2 de Mayo de Goya en un grano de arroz y hasta la estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja. También existen el museo de belenes y casas de muñecas, el museo de la tortura, el museo microgigante y, al lado justo de donde aparqué mi moto, el museo de saleros y pimenteros con más de 20.000 piezas. Como véis todo un guirigay de cosas, unas más recomendables y otras menos.
                Salí de Guadalest algo decepcionado ya que, si bien es cierto, que el pueblo y las vistas son muy bonitas, me pareció que toda la villa estaba dedicada a un turismo (predominantemente extranjero) de paella, torito y gitanilla de cerámica pero, en fin, cada uno explota lo que tiene. Para colmo tenía previsto comer en un restaurante con buenas críticas (El Riu) que se halla en el descenso de Guadalest hacia Callosa d´en Sarriá y que se halla justo al lado de un museo de motos, pero no sé por qué extraña razón en la comarca estos establecimientos cierran los sábados, así que me quedé sin ver el museo de motos y sin comer en El Riu. Lo hice en un sitio cualquiera de Altea La Vieja y emprendí el viaje de regreso a casa.


                                              VIAJE A ALCALÁ DEL JÚCAR

                   A 64 kms de Albacete se halla éste pueblo que fue declarado Bien de Interés Cultural y del cual me habían hablado como algo que merecía la pena desplazarse para verlo. Así que un buen día me monté en mi moto y tomé la A-30 en dirección a Albacete. La distancia, como ya he comentado en otras ocasiones, se recorre tranquilamente en 90´y, sin entrar en la ciudad manchega, se toma la salida por la N-322 hacia Requena. La distancia a recorrer son 64 kms pero yo, por mala previsión, no reposté y pensé que con las dos “rayitas” (el depósito lleno tiene cinco) de combustible podía tirar hasta encontrar una gasolinera más adelante. No fue así, las dos rayitas se quedaron en una y poco después empezó a parpadear indicándome que iba con la reserva. Disminuí la velocidad y rezando para no quedarme tirado proseguí hasta que, por fin, apareció una gasolinera salvadora (yo creo que al depósito no le quedaba más de medio litro). Me sirvió de experiencia y desde entonces cada vez que me baja a dos rayitas paro en la primera gasolinera que encuentro.
                Antes de llegar al destino pasas por un pueblo que se llama Casas Ibáñez. Paré a tomar un café y pude entrar en la iglesia de S. Juan Bautista del S.XVIII que tiene un bonito Cristo de marfil del mismo siglo. Pero lo que más me llamó la atención fue un edificio situado en la Plaza Mayor que sería la envidia del mismísimo Gaudí (os dejo fotos para confirmarlo).



                Proseguí la marcha y en pocos kms ya me hallaba en Alcalá del Júcar. El pueblo en sí no es muy grande (unos 1300 habitantes) y se aposenta sobre un cerro dominado por el castillo para desparramarse por sus faldas hasta llegar al cauce del rio. La población fue reconquistada a sus moradores árabes por Alfonso VIII. Posteriormente fue una de las villas incluidas en el Marquesado de Villena e incluso, curiosamente, dentro de la Corona de Castilla perteneció al Reino de Murcia hasta el S.XIX. Actualmente su economía se basa principalmente en el turismo.

                Lo primero que hice fue ir a visitar el castillo desde el que se divisa todo el pueblo. Es una fortaleza de origen almohade de los S.XII y XIII. De estilo islámico, actualmente se puede visitar el torreón y dos torrecillas circulares, aunque quedan restos de la primitiva muralla.




                Después de visitar el castillo me dirigí a pie para ver otra de las curiosidades de éste pueblo: sus cuevas. Son oquedades habilitadas como viviendas y que atraviesan el cerro de una parte a otra. Las más famosas son la de Masagó, Garaden y la del Diablo. Me incliné por ésta última y, al llegar, me abrió el propietario que resultó ser un curioso personaje apodado el Diablo (no le pregunté el origen del apodo pero aparecía disfrazado así en numerosas fotos). Después de pagar 5 euros (con derecho a una consumición) pasé al interior que se halla rehabilitado y diseñado para el turismo. Consta de varias estancias y es un gran homenaje al mundo kitsch ya que se halla repleta de incontables cachivaches y fotos de todo tipo, algunos son curiosos pero otros no los pondría en su casa ni Carmen de Mairena. La parte central de la cueva se halla ocupada por una especie de tablao flamenco, con mesas y luces de colores que se utiliza como restaurante y bar de copas. En la parte contraria hay una terracita con bonitas vistas al rio. Así que, impactado por lo que había visto, terminé la visita y subí a recoger la moto serpenteando por callejuelas estrechas y empinadas, con casitas encaladas y algunas excavadas en la propia roca.




               Bajé hasta el rio atravesando un pequeño puente y ,tras aparcar, me dí un paseíto por la zona que para mi gusto es la más bonita del pueblo. Se trata de un recorrido por la orilla del rio que permite contemplar los meandros que realiza e incluso pequeñas cascadas artificiales. La zona tiene gran cantidad de restaurantes y parques para niños y había muchas familias disfrutando del frescor que proporcionan el propio rio y los árboles que lo jalonan.


          Me quedaba por ver una curiosidad que es la plaza de toros del pueblo y digo curiosidad porque es única en su género al no ser redonda sino irregular y con las gradas de piedra.



           Para terminar subí a comer a un restaurante (El Mirador) en el que, además de buena comida, se disfruta de unas vistas espectaculares de todo el pueblo.



             Y, sin más, desandé el camino hecho y regresé a Murcia a media tarde.


                                                         EL VALLE DE RICOTE

                  Se conoce así a una de las zonas más bonitas de la provincia de Murcia y que está formada por una serie de pueblos que rodean a dicho valle, surcado de lado a lado por el Segura y que fué el último reducto morisco en España. Un compañero de trabajo, enamorado del lugar, había escrito un libro sobre el mismo y tuvo a bien regalarme un ejemplar. Después de leerlo pensé que podría hacerse una ruta preciosa siguiendo el itinerario propuesto en el libro y, sin más, un domingo cualquiera me puse en ruta.
                El punto de inicio de la ruta era Archena, a la que se llega por la A-30 tomando la salida correspondiente y continuando por la MU-554. Total 27 kms. Este municipio es conocido a gran escala por su famoso Balneario, uno de los mejores de España, enclavado en un marco paisajístico de gran belleza y que cuenta con aguas minero-medicinales de alta calidad (en él se rodó un capítulo de la serie Cuéntame). Pero también merece la pena ver el Castillo de D. Mario que se sitúa a la entrada de la villa y que fue construido como palomar por el médico José Spreáfico.
                De igual forma merece la pena la iglesia de S. Juan Bautista del S.XVIII y que alberga varias imágenes de la escuela de Salzillo. De manera más terrenal se puede tomar algo en el Restaurante El Carril, especializado en mariscos y que es conocido popularmente como “el Sorpresas”.



                Si seguimos camino a tan sólo 4 kms por la MU-522 se encuentra Villanueva del Segura que, subida a un promontorio, se asoma sobre el cauce fluvial. Tiene bellos parajes naturales como “El Pilarico” o “El Golgo” y desde la ermita de S. Roque hay unas vistas formidables. En el pueblo se sitúa la iglesia de la Asunción, construcción neoclásica del S.XVIII que presenta un techo soportado por dos hileras de columnas clásicas impresionantes.



                  Para llegar al tercer tramo no hay que tomar carretera alguna, ya que Ulea se encuentra unida a Villanueva por un puente que atraviesa el Segura a una distancia de 1 km entre ambas. En Ulea hay restos arqueológicos que nos hablan del paso por la misma de diferentes culturas (íberos, romanos, árabes), pudiéndose observar aún restos de un poblado y una antigua calzada romana. Quedan los restos de un antiguo castillo árabe y la iglesia de S. Bartolomé del S.XVI presenta un bonito artesonado mudéjar.
                El cuarto tramo nos sitúa en Ojós, denominado “la tierra más fecunda del Valle”. Para llegar a ella hay que volver a Villanueva y retomar la MU-522 durante 5 kms (como véis las distancias aquí son mínimas). Ojós es el lugar desde el que inició sus conquistas el caudillo Aben Hud y el sitio era una aljama (poseía sus propias normas) junto a Ricote y Abarán. En el municipio de Ojós destacan sobre todo los monumentos naturales, como la garganta de “El Sorvente” desde la que puede contemplar un desfiladero impresionante de pared vertical y con el Segura discurriendo por el fondo o la garganta de “El Salto de la Novia”, denominada así porque según la tradición una novia cristiana se arrojó al vacío por el dolor de la muerte de su amado. También hay que visitar la presa de “El Azud de Ojós” pieza clave del trasvase Tajo-Segura.
                Otro punto imprescindible son las norias del S.XIX (Noria de la Ribera y Noria del Olivar) que nos permiten apreciar el uso exquisito del agua que siempre se ha hecho en éstas tierras. Ya en el pueblo podemos pasear por sus calles y admirar numerosas casas blasonadas, un lavadero público aún en uso y, junto a él, un antiguo molino de harina. Por último la iglesia de S. Agustín del S.XVI que posee bellas imágenes de la escuela de Salzillo.
                Para terminar la visita hay que buscar un museo muy curioso, el Museo de Belenes del Mundo que se halla en la c/ Cánovas Varona, 1. Se halla situado en un edificio de dos plantas y las 550 piezas que lo componen se hallan distribuidas geográficamente, algunas de gran valor y otras enormemente curiosas. Son propiedad de la Comunidad Autónoma.




             Desde Ojós nos trasladamos por la misma N-522 que luego se transforma en la N-520 durante 3 kms para llegar al municipio que da nombre al valle: Ricote. La carreterita en ascenso es bastante curveada y agradable de recorrer.
                En Ricote podemos observar los restos de la torre del homenaje y lienzos de muralla de los que debió ser una importante fortaleza que dominaba todo el valle. No podemos dejar pasar la iglesia de S. Sebastián del S.XVIII (monumento histórico-artístico) y estilo barroco. En la entrada nos recibe una gran pila bautismal románica con muchos signos santiaguistas y en el interior de planta cuadrangular con tres naves, ábside y crucero se pueden admirar una talla de S. José de Salzillo y un precioso órgano barroco.
                A estas alturas ya se ha hecho la hora de comer y, estando en Ricote, no podemos dejar pasar la oportunidad de hacerlo en uno de los mejores restaurantes de toda la provincia, El Sordo especializado en carnes de caza.




                Después de comer el siguiente tramo nos llevará por la misma N-520 durante 8 kms hasta Blanca. Su nombre inicial era Negra porque se hallaba al pie de la Peña Negra (roca feldespática de color oscuro que se halla únicamente aquí) pero en el S.XIV se cambió por el actual, sin saberme explicar a quién pregunté muy bien por qué. El casco antiguo lo forman un entramado de calles de características moriscas que nos conducen al castillo para admirar unas bonitas vistas (la subida es algo complicada).
                La iglesia es barroca del S.XVII y XVIII y en el interior hay obras de artistas murcianos, como frescos de Muñoz Barberán en la bóveda de la capilla mayor y una imagen de la Virgen de los Dolores de Sánchez Lozano. En el exterior hay una escultura de Campillo y ésta población ha sido recreada en la pintura de uno de los pintores murcianos actuales más famoso, Pedro Cano natural de aquí.





               Ya de regreso a casa y tras 5 kms por la MU-514 se llega a Abarán, dónde también podemos encontrar varias norias de gran interés, la ermita de S. Cosme y S. Damián, el Santuario de la Virgen del Oro y la iglesia de S. Pablo del S.XVI que posee una bóveda subterránea. El regreso se hace por la A-30 (42 kms).
             Como véis es una ruta preciosa, con distancias muy cortas y nos permite admirar los paisajes y poblaciones de uno de los lugares más bellos de la Región de Murcia (aunque no tenga costa).




                                                                    Hasta otra.

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