jueves, 14 de diciembre de 2023

 

                                       


                                         MI TIERRA


 

                Vivo en Murcia desde que tenía 10 años, por tanto soy un murcianico de adopción y como tal me considero, aunque aún me cuesta pronunciar “acho” o “pijo” con acento murciano. Aquí, en este lugar maravilloso y algo desconocido del Sudeste español ha transcurrido mi vida. Aquí han nacido mis hijos, aquí están mis amigos y aquí he desarrollado toda mi larga carrera profesional y, probablemente, aquí seguiré cuando la parca me busque.

                Pero, en realidad, soy andaluz de nacimiento ya que nací en Jaén y allí viví mi primera infancia. Por ello tengo especial cariño por esa provincia ( la más abandonada ) de Andalucía. Cuando la visito me invaden los recuerdos y, si paso más de tres días en ella, me sale el acento andaluz que anida en mi memoria.

                Todo lo anterior viene a colación del viaje que planeé por esta preciosa provincia a la que he retornado en múltiples ocasiones. La sierra de Cazorla, pueblecitos ignotos como Guarromán ( lugar de nacimiento de mi madre ) y otros lugares como la propia capital los he  recorrido infinidad de veces por diferentes motivos.

                En esta ocasión quería revisitar Úbeda y Baeza y, aunque hasta aquí no llegó el románico ( aunque alguna cosilla queda ), si podía empaparme  del barroco y, sobre todo, de maravillosas construcciones renacentistas, terminando el periplo en la capital Jaén para hacer una visita a mis padres que allí descansan para siempre.

                Así que, aprovechando el puente de la Constitución y la Inmaculada, preparé el petate y enfilé el camino que me llevaría hasta Úbeda para iniciar un viaje bastante diferente a los anteriores que he ido colgando en este blog.



ÚBEDA

 

                Para llegar desde Murcia a Úbeda hay varias posibilidades. La más corta es vía Hellín por Elche de la Sierra, La Puerta del Segura y Villacarrillo. Son 286 kms. pero tiene el inconveniente que, salvo el tramo de Murcia a Hellín por la A-30 el resto discurre por la CM-412 que es una carretera de montaña, revirada y peligrosa en algunos tramos. La segunda opción es ir por la C-415 hasta Caravaca y desde allí tomar la C-330 hasta Pozo Halcón y luego la A-315. Son 11 kms. más pero, en algunos tramos, tiene el mismo problema que la  anterior. Por último, la mejor opción y es la que yo elegí, es seguir por la A-92 y, pasado Guadix, desviarte hacia Jaén y tomar el desvío que sale a 8 kms. de Darro hasta Úbeda. Prácticamente son los mismos kms. y las carreteras son bastante decentes. Es la que os recomiendo.

                Los primeros asentamientos en Úbeda se remontan a la Edad del Bronce, por lo que se considera la ciudad más antigua de la Europa occidental. Se han encontrado restos calcolíticos, argáricos, oretanos, visigóticos y tardorrománicos en los alrededores. Como ciudad como entidad propia se constituyó en la época árabe en tiempos de Abderraman II ( Medinat Ubbadat Al Arab ) siendo objeto de sucesivas conquistas por árabes y cristianos hasta que en el 1233 es definitivamente conquistada por Fernando III de Castilla. En ella coexistieron tres culturas, la árabe, la judía y la cristiana, siendo ésta última la que predominó merced a su carácter estratégico la que hizo que los reyes castellanos le otorgasen números privilegios y concesiones.

                El S. XVI marcará el máximo esplendor de la ciudad. La población se encuentra dividida en tres clases: los fijosdalgos ( la nobleza ), el clero y los pecheros, estos últimos la única clase productora. Familias como los Cobos Molina o los Vázquez de Molina consiguen que se edifiquen importantes obras arquitectónicas por artistas como Diego de Silohé, Andrés de Vandelvira, Pedro Berruguete, etc. Circunstancias como epidemias, guerras, presión fiscal, etc. motivaron que la ciudad iniciara un declive que se acentuó con la Guerra de la Independencia.

                Ya en el S. XIX algunos terratenientes hacen renacer la urbe gracias a la industria y la agricultura pero la Guerra Civil dio al traste con estos progresos.

                Pero Úbeda se levantó en las décadas de los 60 y 70 como referente de la arquitectura renacentista siendo, junto con Baeza, declarada Patrimonio de la Humanidad el 3 de Julio de 2003.

                Con estos apuntes históricos presentes me dispuse a revisitarla aunque, dado el cambio  de hora, a las 6 de la tarde ya era de noche y tampoco acompañaba una fina llovizna, lo que solo me permitió recorrer un tramo de la calle Real y ver el alumbrado navideño, dejando para el día siguiente el grueso de la visita.

                Amaneció nublado pero sin lluvia, así que inicié mi periplo desde el Hospital de Santiago, imponente edificio construido por Andrés de Vandelvira y concluido en 1575. Nació como hospital para pobres y enfermos ( por eso se construyó extramuros para evitar la propagación de enfermedades ) teniendo también las funciones de iglesia-panteón y palacio. Es una obra austera, de gran volumen, con dos torres en los extremos con cubiertas de cerámica vidriada y otras dos más pequeñas que enmarcan la capilla central. Se la ha denominado “ El Escorial de Andalucía “.


                El acceso al patio central se realiza por un arco de medio punto estilo castellano y un tabernáculo que alberga un relieve de Santiago Matamoros a quien está dedicado el edificio.

                Dicho patio se organiza con galería de doble arcada y columnas de mármol blanco de Carrara.


                En un lado del patio arranca una impresionante escalera con una espectacular bóveda “ colgada “ con reminiscencias islámicas.


               El edificio se utiliza hoy como centro cultural, de exposiciones y congresos y biblioteca.

              Siguiendo por la calle peatonal adyacente se desemboca en la Plaza de Andalucía ocupada en estas fechas por un gran árbol navideño y algunas atracciones infantiles. Desde ella se pueda contemplar la Torre del Reloj que en su origen era simplemente un torreón de la muralla sin reloj ni campanario. Estos elementos se añadieron sobre un segundo cuerpo ya en el S. XVI. El templete consta de arcos de medio punto en los lados mayores y vanos en los menores y la campana de bronce pesa más de 1400 kgs. El conjunto sirvió para defender la desaparecida Puerta de Toledo, lugar de entrada a Úbeda desde Baeza, Jaén, Toledo, Córdoba y Sevilla.


            En una esquina de la plaza se encuentra la iglesia de la Santísima Trinidad, barroca, con dos bellas portadas siendo, para mi gusto, la más bonita la del norte donde se representa a la Santísima Trinidad.


            Desde la iglesia, cruzando la calle, se accede a una zona peatonal que se continúa con la calle más frecuentada de toda la ciudad: la Calle Real. Es un lugar con continuo trasiego de residentes y visitantes que buscan saborear las delicias gastronómicas de Úbeda en los muchos bares y restaurantes existentes y realizar las pertinentes compras en los comercios que la jalonan.

             A mitad de la calle encontramos un curioso abrevadero. Como casi todo el mundo conoce Joaquín Sabina es oriundo de Úbeda y en este pequeñito bar es donde acostumbraba a tomárselas el buen hombre. Se llama Calle Melancolía y, si entráis, os encontraréis con un pequeño museo dedicado al cantautor: cientos de fotos, guitarras, camisetas, dedicatorias, sombreros y todo lo imaginable relacionado con el mundo “ sabinero “. Nada más que por la curiosidad merece la pena echarle un vistazo, además de por el magnífico vermouth casero que sirven.



            Paralela a la Calle Real por el lado izquierdo se encuentra una estrecha callecita llamada Roque Rojas donde se halla la Sinagoga del Agua. Un empresario inmobiliario llamado Fernando Crespo adquirió varios edificios de esta calle con el fin de demolerlos y construir pisos turísticos pero, al ser una calle muy estrecha, no podía entrar maquinaria pesada y la demolición se hubo de realizar “ a mano “. De esta manera fueron apareciendo restos bien conservados de una antigua sinagoga. Con buen criterio se decidió recuperar los espacios que fuera posible, rehabilitarlos y convertirlos en otro aliciente que visitar en esta bella ciudad.

            Los espacios visitables son seis: la Sala del Inquisidor que, junto al patio, la bodega y los hornos conformaban la probable casa del rabino. Quizás los dos espacios que más atraen al visitante son el llamado Galería de Mujeres, lugar elevado desde donde éstas podían seguir los rezos y rituales para no mezclarse con los hombres ( algo misóginos si eran, o son, los seguidores de esta cultura religiosa ).



            El espacio que da nombre a la sinagoga es el del Baño Ritual o Mikved. A él se accedía por una escalera de siete peldaños ( número mágico en la religión judía ) y se realizaban los baños de purificación ritual en posición fetal, los hombres los viernes y antes de las grandes fiestas y las mujeres antes del matrimonio, después del parto y tras finalizar la menstruación.


            Los dos últimos espacios son las Bodegas y Hornos con tinajas soterradas para almacenar aceite, vino y alimentos permitidos por la religión judía …


            … y la Sala Sinagogal donde se celebraba, no solo la oración y el culto, sino reuniones para decidir sobre asuntos importantes, lecturas, estudio y juicios. Como curiosidad indicar que estos espacios debían estar siempre por debajo de la calle ya que las leyes cristianas prohibían que estuvieran al mismo nivel que las iglesias ( ¡ toma ya igualdad de civilizaciones ¡ ).


            Terminada la visita ya era de noche y lloviznaba, así que regreso al hotel y dejar para el día siguiente el grueso del recorrido.

              Retomando el itinerario desde el punto donde lo dejé y siguiendo la calle Roque Rojas se llega a la iglesia de San Pablo. Situada en la Plaza Primero de Mayo es el segundo templo más antiguo de la ciudad. Data del S. XIII y fue edificada sobre el solar de una antigua mezquita. De esta época se conserva la llamada Portada de los Carpinteros, única en la ciudad de su estilo, que está decorada con flores y enigmáticas cabezas de hombres y mujeres entre las arquivoltas.


            Quedó destruida casi por completo durante la guerra civil entre Pedro I El Cruel y su hermano bastardo Enrique II de Trastámara y en su reconstrucción, en pleno apogeo del gótico, se levantó la portada principal con un monumental arco abocinado y la escena de la coronación de la Virgen por el Padre Eterno en el tímpano que aún conserva restos de la policromía original.


            Desde aquí, caminando por estrechas callejuelas, llegamos hasta el lugar más visitado de la ciudad: la Plaza de Vázquez de Molina, donde se encuentran varias joyas renacentistas. Nos topamos primero  con la iglesia del Salvador, construida en el S. XVI. El proyecto inicial se le encargó a Diego de Silohé pero la realización corrió a cargo de Andrés de Vandelvira, constituyendo el proyecto más ambicioso de toda la arquitectura religiosa privada del Renacimiento.

        Es un templo funerario y en su portada principal con una sola torre y de estilo plateresco destaca la profusa obra labrada de Esteban de Jamete. En la puerta principal, en el intradós,  destacan las representaciones de dioses clásicos como Neptuno, Eolo o Vulcano.

        En el segundo y tercer cuerpo aparecen referencias a los trabajos de Hércules y escudos sostenidos por tenantes.



            El interior impacta al visitante, con un altar mayor que presenta un retablo de madera de Alonso Berruguete aunque, del original, solo se conserva el cristo central ya que fue quemado por los milicianos en la Guerra Civil y reconstruido por Juan Luis Vassallo.



            La reja que separa el altar mayor de la rotonda central se debe a Francisco de Villalpando.

   


            Desde el Altar Mayor se puede apreciar la preciosa bóveda que lo cubre.


            La puerta de entrada a la sacristía, en esquina, es una de las soluciones arquitectónicas más atrevidas de Vandelvira. No hay columnas sino cariátides con flores en la cabeza. Esta solución de puerta en esviaje de esquina y rincón es considerada única y demuestra el alto grado de conocimiento arquitectónico de Vandelvira.


            El interior de la sacristía es realmente bello. Aquí Vandelvira realizó una gran riqueza escultórica que fue antecesora de la que posteriormente construiría en la Catedral de Jaén.


            Volviendo a la Plaza de Vázquez de Molina nos encontramos a la derecha con el Palacio del Deán Ortega, primer capellán de la iglesia del Salvador, que contrasta en sus líneas con la propia iglesia, con una planta rectangular que es la viva imagen de la sobriedad y sencillez castellana. Hoy es el Parador de Turismo de Úbeda.

            Si avanzamos por la plaza encontramos otros dos edificios singulares. Uno es la Basílica Menor de Sª Mª de los Reales Alcáceres. Construida sobre los restos de la antigua mezquita Mayor de Ubbadat al arab a principios del S. XIII, constituye una maravillosa mezcolanza de estilos arquitectónicos con elementos árabes, románicos, góticos, barrocos, renacentistas y neoclásicos que se funden aquí para crear un edificio único y singular.

             La portada más visible hacia el exterior de la plaza está enmarcada por dos espadañas y dedicada a la Adoración de los Pastores.


            El claustro es gótico del S. XVI y ocupa el lugar donde estuvo el patio de la antigua mezquita. Tiene bóvedas de crucería y posee hasta 16 capillas funerarias.


            En el interior encontramos varias capillas góticas con rejas del Maestro Bartolomé donde se veneran imágenes procesionales de la Semana Santa realizadas por afamados escultores como Mariano Benlliure.




            Para terminar este recorrido ubetense hay que fijarse en el Palacio Vázquez de Molina, más conocido como Palacio de las Cadenas y que alberga el Ayuntamiento de la ciudad. Es de estilo renacentista con una impresionante fachada dividida en tres cuerpos horizontales y siete calles verticales. En la segunda planta se sitúan balcones con frontones y en la tercera ojos de buey. El interior no es visitable hoy en día por reformas.


            Terminada mi visita a Úbeda y, tras cenar por el camino de regreso al hotel, me retiré a descansar. Al día siguiente continuaba mi periplo por estas tierras que me vieron nacer. En este caso el destino era la cercana Baeza.


BAEZA

 

                Como en  Úbeda los orígenes de Baeza hunden sus raíces en la Edad del Bronce ya que se han encontrado restos de unos primitivos asentamientos humanos. Dando un salto en el tiempo nos encontramos con la primitiva Vivatia romana que constituyó un lugar importante para el trasporte de la plata desde las minas de Sierra Morena hasta la costa levantina.

                Ya en época visigoda fue sede episcopal de la iglesia dependiente de la Archidiócesis de Toledo y durante la dominación árabe, la denominada entonces Bayyasa, pasó por grandes vicisitudes hasta que, con la caída del Califato, se produjeron sucesivas tomas y reconquistas por parte de los ejércitos cristianos y almohades hasta que en 1227 Fernando III El Santo la integra definitivamente en el Reino de Castilla.

                Durante los S. XV y XVI Baeza experimentó un gran crecimiento económico mediante la producción de harinas, maderas, azafranes, sedas, vid y olivo para iniciar su declive en el S. XVII y, sobre todo, ser destruida gran parte de la misma por el terremoto de Lisboa de 1775.

                Esta decadencia se mantuvo durante el S. XIX con la ocupación francesa y el XX con la Guerra Civil española, iniciando de nuevo su despegue cuando en 2003 fue nombrada, junto a Úbeda, Patrimonio de la Humanidad y experimentando un gran desarrollo en el sector turístico.

                Hoy en día Baeza es una ciudad relativamente próspera gracias a la fuente de ingresos del turismo y al cultivo del olivo ya que casi la mitad de su población trabaja de manera directa o indirecta en este sector.

                El recorrido por Baeza se debe comenzar por la Plaza del Pópulo, presidida por una fuente con cuatro leones que arrojan agua por la boca. Yo llegué ya anochecido, con lo que solo pude fotografiarla con el alumbrado navideño.



                Al día siguiente volví a ella y la rodeé bajo sus soportales donde se concentran el mayor número de establecimientos de hostelería y locales comerciales y desde aquí se puede iniciar el recorrido monumental de la misma aunque, a diferencia de Úbeda, los edificios más emblemáticos se concentran en un espacio mucho más reducido.

                En una esquina de la Plaza del Pópulo se puede ver la Puerta de Jaén perteneciente a la muralla que rodeaba la villa y el Arco de Villalar, levantado en 1521 para conmemorar la victoria de Carlos I sobre los comuneros.


            Igualmente podemos apreciar las Antiguas Carnicerías, situadas en origen junto a la Puerta de Jaén y trasladadas piedra a piedra a su emplazamiento actual. Constan de una fachada a dos alturas divididas por un friso floral y en el centro un gran escudo de Carlos I. Dejó de usarse como carnicería en 1962 y actualmente es la Sede de los Juzgados.


            Si retornamos a la Plaza y ascendemos por una de las calles que salen de su margen derecha, atravesaremos el Arco del Barbudo, uno de los accesos de la antigua muralla, llamado así porque, según tradición oral, por el pasó Martín Yáñez de la Barbuda, maestre portugués de la Orden de Alcántara, que lo atravesó en 1394 con su ejército para luchar contra los musulmanes  de Granada. Lamentablemente fue derrotado y él mismo murió en la batalla pero su arco permaneció hasta nuestros días.


  Una vez pasado el arco irán saliendo a nuestro paso los principales conjuntos arquitectónicos de la ciudad. En primer lugar nos encontramos con la Antigua Universidad. Fundada en 1538 es una de las cuatro universidades de ésta época de Andalucía, junto a Sevilla, Granada y Osuna. El edificio ha vivido numerosos avatares, desde el encausamiento de algunos de sus profesores por la Inquisición hasta la supresión de su actividad docente en 1824. Construida en estilo manierista con tres cuerpos donde destaca el medallón bajo manto del primero que representa la Santísima Trinidad. Tiene un bonito patio interior y actualmente se dedica a diversas actividades.



            Pero si por algo es conocido este espacio docente es porque en él desarrolló su labor como Catedrático de Gramática Francesa entre 1912 y 1919 el insigne poeta Antonio Machado.

          Tras su estancia en Soria y abatido por el fallecimiento de su mujer, Machado pidió el traslado a Madrid pero el único destino vacante era Baeza. Aquí Machado sufrió su particular “ destierro “ durante siete largos años. He aquí su testimonio:

                Esta Baeza, que llaman la Salamanca andaluza, tiene un Instituto, un Seminario, una Escuela de Artes, varios colegios de Segunda Enseñanza, y apenas sabe leer un treinta por ciento de la población. No hay más que una librería donde se venden tarjetas postales, devocionarios y periódicos clericales y pornográficos. Es la comarca más rica de Jaén, y la ciudad está poblada de mendigos y de señoritos arruinados en la ruleta.28

Antonio Machado (de una carta a Unamuno en 1913) 

                 Aún se puede visitar el aula donde impartió sus clases.

            Saliendo de la Universidad y girando a la izquierda llegamos a una  pequeña placita  donde se encuentran dos de las más importantes construcciones baezanas.

                La primera es uno de los palacios más bonitos de España: el Palacio de Jabalquinto.

           Fue edificado en la segunda mitad del S. XV en estilo gótico isabelino y su fachada principal está adornada profusamente con puntas de diamante, clavos de piña, florones y otros elementos variados. La puerta forma un arco conopial con dos troncos por los que trepan figurillas humanas. El segundo cuerpo presenta cuatro ventanas con delicadas columnillas y sobre ellas varios escudos terciados.


            Accediendo al interior nos encontramos con un patio renacentista con doble arcada y columnas de mármol.



                Hoy es la Sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía.

                Si salimos del Palacio y miramos al frente nos encontramos con una pequeña joyita. Es bien sabido que mi admirado estilo románico se extendió fundamentalmente por el norte peninsular. Aragón, Cataluña, Galicia y, sobre todo, Castilla y León agrupan el mayor conjunto de edificaciones románicas de nuestro país. Ello es debido a que la Reconquista por parte cristiana del territorio ocupado por los árabes siguió un camino “ de arriba hacia abajo “ y conforme se extendía dio paso a la sustitución de las mezquitas por iglesias cristianas, propiciando que muchas de ellas, así como ermitas y otras construcciones, se realizaran en este nuevo estilo que se expandió desde Italia y Francia por amplias zonas de Europa.

                Pero ello no fue un impedimento para que en algunos lugares más al sur se edificaran construcciones del llamado románico rural en algunos lugares tan dispares como Castilla La Mancha ( sobre todo en Cuenca ) y en Andalucía.

                Pues bien, en Baeza nos encontramos con este edificio  románico que es la iglesia de la Santa Cruz.

                El templo está orientado canónicamente con la cabecera al este. De planta basilical con tres naves que desembocan  las dos laterales en un muro recto y la central en el único ábside que posee. Su fábrica es de calicanto con sillares en las partes más monumentales.

                El muro meridional es el que mejor conserva su fábrica primitiva, con una puerta románica con cuatro arquivoltas y una chambrana con puntas de diamante que se apoyan en jambas y tres parejas de columnas con capiteles vegetales. Hay que indicar que dicha puerta no es original del templo, sino que fue extraída de las ruinas de la vecina iglesia de San Juan Bautista y montada aquí.

                Tiene un óculo de iluminación también con puntas de diamante.


            El interior nos da una gran sensación de amplitud porque las naves son más altas de lo que parecen y están separadas por finas columnas que soportan los arcos formeros. Se cubren con techumbre de madera.

       El ábside y presbiterio tienen bóvedas de medio cañón y horno. El ábside presenta fragmentos de pinturas con escenas algo confusas.



            En una capilla no románica encontramos el martirio de Santa Catalina de Alejandría.


            Saliendo del templo y ascendiendo por una empinada calle adoquinada nos encontramos con la Plaza de Santa María donde se ubican la Fuente de Santa María y la Catedral.

            La primera data del 1564 y es una fuente exenta formada por un pilar lobulado que rodea a un arco del triunfo. El primer cuerpo es una serliana con cuatro pilastras adosadas a columnas toscanas con pedestales. Las tres calles de la serliana se rematan con un entablamiento de friso vacío, salvando la diferente altura del arco central y los vanos laterales con cariátides alegóricas.

         El segundo cuerpo se enmarca con dos grandes ménsulas y sostenido por dos parejas de atlantes, rematando el conjunto un frontón triangular.


            A la espalda de la fuente se encuentran las Casas Consistoriales Altas y el seminario.

        La Catedral de Nª Sª de la Natividad se erige, al parecer, sobre el solar de la antigua mezquita mayor o aljama de la ciudad, siendo consagrada definitivamente en el año 1227.

           El elemento más antiguo de la misma es el cuerpo inferior de la torre-alminar de forma cúbica y maciza. Sobre el mismo se levantó a finales del S. XIV un nuevo cuerpo gótico.


                En 1529 se edificó una nueva catedral plateresca que acabó desplomándose. Finalmente se dispone su reconstrucción encargándose el proyecto a Andrés de Vandelvira por lo que el edificio se incluye en el período renacentista finalizando las obras en 1593 bajo la dirección de Alfonso Barba.

           Pero no termina aquí su trayectoria ya que en 1775 sufrió importantes desperfectos debidos al terremoto de Lisboa y en el S. XIX se derrumbó el cuerpo renacentista de la torre. Como vemos a la pobre le ha pasado de todo. Finalmente, en 1960 se reconstruyó la torre dañada y de esta manera ha llegado hasta nuestros días.

                El exterior es severo y poco uniforme, accediendo a la monumental puerta por una lonja de triple acceso. La portada de dos cuerpos dispone en el centro de un relieve monumental con la escena de la Natividad de la Virgen.

            En el interior el templo presenta tres naves, estando cubierta su fábrica renacentista con bóvedas vaídas. El Altar Mayor presenta un retablo barroco sobre cuyo autor no hay un consenso entre los expertos.




            La flanquean múltiples capillas laterales, unas más logradas que otras, destacando la denominada Capilla Dorada. En una de ellas se encuentra una preciosa custodia de plata.


            El claustro tiene un diseño sencillo, con planta rectangular y un pozo central.






            Ya de noche y con un frío bastante respetable di por concluida mi visita a Baeza y me retiré al hotel para completar mi recorrido al día siguiente con una breve visita a la capital de la provincia.


JAÉN

 

Mi visita a mi ciudad natal no tenía un fin turístico ( la conozco en profundidad ) sino más bien familiar, así que recorrí los poco más de 40 kms. que la separan de Baeza, dejé el equipaje en la consigna del hotel y me dispuse a cumplir mis obligaciones sentimentales pero, tras ello, no me pude resistir a volver a visitar el monumento más icónico de la misma: la Catedral de la Asunción.

Jaén, la capital del “ Santo Reino “, se alza al pie del cerro de Santa Catalina vigilada por la imagen imponente de su castillo. Sus calles empinadas con pendientes pronunciadas definen su urbanismo que se ensancha y aplana en las zonas más bajas con amplios bulevares. A todo aquél que la visite le llamará la atención que es recorrida desde la Plaza de la Constitución hasta la Estación de trenes por un a modo de columna vertebral en forma de vías de tranvía. Se trata de un proyecto fallido para la instalación de un tranvía que a las locas cabecitas de los políticos de turno se les ocurrió y que nunca llegó a buen puerto. Hoy en día sirve para el footing de los jiennenses y el agradable paseo de los perritos por el césped artificial que lo recubre. Al menos han sido los más beneficiados de este engendro urbanístico. Cada vez que la visito me cabreo más con este atentado contra la lógica más elemental. Jaén no es una ciudad que necesite un tranvía y el dinero invertido ( mucho ) podría haberse empleado en solucionar otros problemas más reales y acuciantes.

Después del desahogo me dispuse a visitar su preciosa Catedral.

Se ubica en la Plaza de Santa María y se asienta sobre el solar de la mezquita mayor del Jaén almohade. Tras la conquista de Jaén por Fernando III se levantó una iglesia que, años después, se transformó en templo catedralicio al trasladarse la diócesis desde Baeza. Tras un fallido proyecto de levantar un templo gótico, se reanudaron los trabajos y entre el S. XVI y el XVII dieron como fruto esta auténtica joya del Renacimiento proyectada, como no podía ser de otra forma, por Andrés de Vandelvira.

Su impactante fachada, a pesar de ser una obra barroca, integra de manera armoniosa y elegante todos los elementos que la componen. Está flanqueada por dos torres con tres cuerpos prismáticos superpuestos rematados por uno más delgado y octogonal que se remata en cúpula.              El conjunto se complementa con abundantes esculturas de distinto significado.    


     
El interior es de un gran clasicismo con una planta de salón rectangular de tres naves con capillas adyacentes y cabecera plana.



Las naves están separadas por pilares cruciformes a los que se adosan medias columnas con capiteles corintios. Los arcos formeros y fajones son de medio punto conformando bóvedas vaídas decoradas con estuco.

En los laterales se abren capillas con arcos de medio punto apoyados en pilastras. En la capilla mayor se encuentra el famoso Lienzo del Santo Rostro que, según la tradición, empleó la Verónica para limpiar la cara de Cristo, quedando su imagen grabada en el mismo.


El coro, realizado en 1736, quizás desentona algo con la pureza de líneas del resto del edificio. Quizás se debe a que su autor José Gallego y Oviedo del portal presenta una clara influencia de su maestro salmantino José de Churriguera. Tiene 69 sillas altas y 53 bajas con diferentes escenas del Nuevo Testamento y las vidas y milagros de santos populares.


En Jaén se pueden visitar muchas otras cosas como la zona de la judería con unos preciosos baños árabes o subir hasta el castillo y, aunque no te alojes en el mismo ( es Parador Nacional ) si te puedes tomar un cafetito en alguno de sus salones rodeado de tapices y armaduras y, sobre todo, contemplar las preciosas vistas que se nos ofrecen desde sus murallas.

Y hasta aquí mi recorrido por la tierra que me vio nacer. Pero Jaén no es solo lo que os he relatado. Para quien se anime a visitarla tiene otros muchos puntos de interés, pueblos como Alcalá la Real, Baños de la Encina, Quesada, La Iruela o paisajes espectaculares como los que se enmarcan en la Sierra de Cazorla no defraudarán al viajero y le descubrirán  una provincia algo desconocida pero que encierra un enorme patrimonio cultural y paisajístico.

 

P.D. No os olvidéis que en Jaén hay nada menos que cuatro restaurantes con estrella Michelín y que el aceite ( si lo compráis en las múltiples cooperativas existentes ) es más barato y de mejor calidad que en la zona gourmet de El Corte Inglés.


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