sábado, 12 de junio de 2021

 


                                              LA COMARCA DE LIÉBANA

 

                Mi segunda salida  estaba programada con Jaime para visitar la Sierra de las Nieves en Málaga, pero hubo que aplazarla por una DANA y demás historias ( estoy de DANAS hasta los mismísimos ). Así  que aproveché  que el día 9 de Junio se celebra el Día de la CA de Murcia ( festivo ) para hacer una salida en solitario por un lugar que me atraía mucho. No era otro que la comarca cántabra de Liébana, desconocida por mi y que, por las referencias buscadas, tenía grandes y variados atractivos.

                Esta comarca montañosa cerrada está enclavada en los Picos de Europa y constituida por cuatro valles que confluyen en Potes, que iba a ser mi campamento base. Fue la cuna de los Duques de Cantabria ( Favila, Pedro, Pelayo y Alfonso I ) y lugar donde comenzó la Reconquista con la famosa batalla de Covadonga. Además de su extraordinario paisaje se tiene constancia de la existencia de numerosos monasterios e iglesias, de los cuales han llegado hasta nosotros tres de los que pensaba visitar: el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, la iglesia mozárabe de Lebeña y la iglesia de Santa María en Piasca.   


4 y 5 DE JUNIO

                Salí de Murcia y me dirigí hacia Madrid por la A-30 y A-31 para, poco antes de llegar a la capital, desviarme por la M-300 hasta Alcalá de Henares donde pensaba pasar la primera noche. Llegué sin contratiempos y busqué mi alojamiento en pleno casco histórico.

                Alcalá de Henares ( cuyo nombre significa “castillo sobre el rio Henares” ) es la antigua ciudad romana de Complutum y calificada por la UNESCO como una de las 9 ciudades españolas “ únicas “. Es una ciudad universitaria por excelencia. Su Universidad fue creada en 1499 por el Cardenal Cisneros y por sus aulas pasaron personajes tan ilustres como Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, San Juan de la Cruz o Tirso de Molina. Desde 1970 es la sede de la Universidad Complutense.

                El viajero que llegue a Alcalá podrá distinguir fácilmente dos zonas, la “moderna” que no difiere mucho de cualquier otra y “el casco histórico“ donde se encuentra y palpita el auténtico corazón de la misma. Yo tuve la suerte de encontrar un alojamiento en el mismo, en plena calle Mayor, arteria principal por donde transcurre la vida de los alcalaínos y que es una larga calle soportalada ( la más larga de Europa ) donde se concentran innumerables bares, restaurantes, tiendas de todo tipo y especímenes humanos de lo más variopinto. Lo modesto de mi alojamiento se compensaba con el deleite de disfrutar de este espectáculo.




               Una vez instalado bajé a ver que me deparaba el paseo y me encontré de bruces con la casa natal de Miguel de Cervantes, con dos figuras ( D. Quijote y Sancho Panza ) que, a mi modesto parecer, desmerecen el edificio aunque a los guiris las fotos les quedan muy resultonas.




                    Calle arriba terminé en la Plaza de Cervantes, amplia y decorada con flores, con una estatua en el centro del titular junto a la cual me hicieron una foto una amable pareja que allí se encontraba.




   

                    Al lado de la misma hay otra placita más pequeña donde se encuentra el edificio del rectorado, un precioso ejemplo de arquitectura neoclásica construido en 1847 sobre el edificio preexistente del Noviciado de los jesuitas.



                  Busqué un abrevadero cercano para reponer fuerzas después del viaje y, tras una pequeña siesta, me dispuse a visitar lo más importante de la villa.

                Alcalá de Henares ( ya lo he dicho antes ) es una ciudad universitaria y eso le confiere un sabor especial al igual que les ocurre a las ciudades con rio o mar. Destila juventud, lozanía y el aire fresco y desinhibido de esa época de la vida. Pero también se puede apreciar el poso cultural que el paso de los siglos y los innumerables personajes que por ella han desfilado le han impregnado.

                Mi recorrido comenzó por la Catedral, dedicada a los Santos Inocentes Justo y Pastor y que, tras numerosos avatares : destrucción de la misma por los musulmanes, reconstrucción  en el S. XII, elevada a la categoría de colegiata en el S.XV y en el XVI reconocida como “magistral” que significa que todos sus canónigos debían ser doctores en teología y de la que solo existen dos en el mundo con esta distinción. En la Guerra Civil española fue incendiada y vuelta a reconstruir. Como veis, la pobre ha sufrido lo suyo.

          El exterior es sencillo y austero, con una portada de estilo gótico florido, una torre renacentista de Rodrigo Gil de Ontañón rematada por un capitel de estilo herreriano.





               Del interior poco os puedo contar ya que, cuando me dispuse a visitarlo, una señora me lo impidió alegando que se celebraba una comunión ?, confirmación ?, boda ?, entierro ? ( yo aquí me pierdo ). Pude adivinar desde la entrada que se trata de un edicio de tres naves con transepto y bóvedas de crucería sobre pilares fasciculados.

                Mi fascinación por estos edificios ( especialmente los románicos ) nada tiene que ver con sentimientos religiosos, simplemente creo que son manifestaciones artísticas muy valiosas que merece la pena conservar y que representan el desarrollo de nuestra historia artística y cultural a lo largo de los siglos, por no hablar de su innegable belleza visual.

                Desde allí me encaminé a la iglesia de Sª Mª La Mayor, al lado de la Plaza de Cervantes, que se encontraba cerrada por lo que solo pude contemplar la portada construida en un estilo que podríamos denominar “jesuítico”.


                                     


              Continué mi paseo descubriendo pequeños rincones y observando como en lo alto de casi todas las iglesias existen nidos permanentes de cigüeñas, que están protegidas por ley.





             Terminé el recorrido y, tras cenar, me fui a descansar para iniciar al día siguiente mi recorrido hasta Potes.

    Inicié el camino buscando la E-5 dirección Burgos y luego la N-627 hacia Santander, pasando por Aguilar de Campoo y Cervera de Pisuerga. Los 50 kms. que separan Cervera de Potes son de los más infernales que yo he recorrido ( y han sido unos cuantos ). Carretera de montaña estrecha y mal asfaltada, curvas reviradas hasta casi alcanzar los 360º y con peraltes muy peligrosos. En fin un horror que me hizo plantearme como podría regresar sin tener que volver a recorrerla. Por fin llegué a Potes que iba a ser “mi casa” los tres días siguientes.

            Después de dejar las cosas en el hotel ( Valdecoro, muy recomendable ) y comer, me dispuse a una primera aproximación al pueblo.

                Potes está considerado con justicia como uno de los pueblos más bonitos de España.




               Aquí confluyen los ríos Quiviesa y Deva y la pujanza de la villa podemos situarla a mediados del S. XV cuando Juan II se la concedió a Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. Los Mendoza hicieron de Potes la capital de la comarca de Liébana y erigieron una gran torre denominada del Infantado, que es visible desde casi cualquier punto de la villa.         






                 Ya en la Edad Moderna la emigración hacia América de muchos de sus habitantes trajo de vuelta bastantes riquezas, levantándose numerosas casas blasonadas y conformando un núcleo histórico que hubo de ser reconstruido tras ser arrasado en 1937 por el bando republicano. A pesar de ello es BIC desde 1983.

                No os puedo recomendar un itinerario determinado. En Potes hay que perderse, callejear, atravesar sus puentes ( hasta cuatro sobre el rio Deva ), admirar sus casas y terminar sentado en alguna terracita tomando una sidriña. Es lo que yo hice y os dejo las fotos de lo que me iba encontrando, incluido un precioso San Bernardo que se refrescaba al lado del rio.










 

                     Eso si, no esperéis y menos en época veraniega, encontraros más o menos solos. Su gran atractivo turístico hace que innumerables visitantes transiten por ella y, sobre todo, una cantidad enorme de moteros ( no he visto más motos de todo tipo en mi vida ) que la tienen de parada obligada antes de realizar rutas por las bonitas carreteras de los alrededores.

                Cena y a dormir para continuar mañana descubriendo Liébana.

 

6 DE JUNIO

          Salí de Potes para ir al encuentro del famoso desfiladero de La Hermida. Se trata del desfiladero más largo de España ( 21 kms. ). Discurre por la N-621 entre paredes verticales de roca caliza y siempre siguiendo el cauce del rio Deva que forma pequeñas cascadas y remansos para el deleite de la vista. Dentro de su peligrosidad ( os encontraréis zonas con grandes redes por el peligro de derrumbamientos ), el asfaltado es bastante bueno y el recorrido es agradable, siempre y cuando no hagáis el loco porque tiene numerosas curvas ciegas. 




              Tras recorrer los primeros 8 kms. hay que desviarse hacia Lebeña para visitar una pequeña joyita: la iglesia de Sª Mª de Lebeña.

                La iglesia de Santa María es el monumento prerrománico más importante de Cantabria. Se levanta  en un impresionante entorno montañoso. Bosquecillos y prados verdean un paisaje dominado por los grisáceos escarpes calcáreos de la cordillera Cantábrica. Según la tradición fue edificada por los Condes de Liébana, que la erigieron para que pasaran por allí los peregrinos que recorrían el camino Lebaniego. Pero claro, para este fin necesitaban que tuviera alguna reliquia importante y no se les ocurrió otra cosa que traerse desde el cercano monasterio los restos de Santo Toribio. Pero, según la tradición,  parece ser que al santo no le gustó mucho este traslado y los dejó ciegos en cuanto comenzó el mismo, no recuperando la vista hasta que no los devolvieron al monasterio del que partieron. Y ahí siguen.

                Cuando llegué estaba solo, así que pude recibir en primera persona las explicaciones de la amable guía encargada, eso sí, sin poder realizar fotos del interior ( cosa que no termino de entender porque no hay riesgo que el flash estropee nada ).

                La iglesia es pequeña, de planta rectangular y mide 16 m. de largo por 12 de anchura, aunque muy armoniosa con tres naves cubiertas por bóvedas de cañón y separadas por pilares y columnas. El estilo de construcción se enmarca en el mozárabe, con elementos posteriores añadidos ( como un campanario exento ) y realizada en piedra de mampostería. En el interior se encuentra una imagen policromada de la Virgen de la Buena Leche del S.XV, que fue robada en 1993 y recuperada 8 años después por la Guardia Civil en Alicante. También me llamó la atención una gran tesela celta en piedra que se encuentra en el altar y que, según me contó la guía, estuvo oculta durante muchos años por una construcción de madera que hacía las veces de altar cuando las misas se oficiaban con el cura de espaldas a los feligreses. Os dejo algunas fotos para que la disfrutéis.






                    Terminada la visita continué mi recorrido por el desfiladero para desviarme ( según la recomendación de la guía ) a la altura de La Hermida y ascender por una carretera de montaña hasta el mirador de Santa Catalina donde podréis admirar las mejores vistas de toda la zona y contemplar el desfiladero desde las alturas con los Picos de Europa al fondo e incluso, si tenéis suerte como me pasó a mi, ver volar algún quebrantahuesos o águila bastante cerquita.









                 Bajé de nuevo hasta el desfiladero y, como no había tenido bastantes curvas, me desvié hacia la izquierda para subir de nuevo a visitar una pequeña aldea llamada Bejes que era conocida por sus vistas y por un autóctono queso picón.

                Bejes es una pequeña aldea de no más de 70 habitantes. Es punto de partida de numerosas rutas de escalada y montañismo y desde ella se puede contemplar un paisaje espectacular.





                  Recorrí sus calles y admiré sus casonas típicas, además de parar en un pequeño bar para tomar una cerveza y una tapa de su famoso queso que ( perdón ) resultó demasiado fuerte para mi paladar. Además me encontré con estampas típicas de estas aldeas e incluso con una curiosa inscripción que me llamó la atención.






                    Bajé de Bejes y completé íntegro el recorrido del desfiladero hasta Unquera ( 174 curvas por si las queréis contar ) para dar la vuelta y volverlo a recorrer en sentido contrario ( no estoy loco, es que no me quedaba otra ). Al llegar cerca de Potes me desvié hacia la izquierda para visitar mi último objetivo de la jornada.

                Se trataba de una aldea minúscula llamada Piasca y en la que se encuentra una pequeña iglesia románica. Al llegar a ella me la encontré cerrada y tras unos minutos de espera aparecieron unos perretes seguidos de un señor que me explicó que la iglesia no se podía visitar por dentro porque no habían designado a nadie que la pudiera enseñar, con lo cual me contenté con verla por fuera.

                Parece ser que su origen fue un antiguo cenobio que posteriormente se constituyó en una comunidad monástica de religiosas.

                Lo más destacable de ella son sus portadas, sobre todo la occidental, formada por cinco arquivoltas entre las que llama la atención la segunda, tallada con figuras de animales, cabezas humanas e incluso una pareja de músicos. Sobre ella hay una pequeña galería de tres arcos de medio punto con las figuras de la Virgen con el Niño en brazos, S. Pedro y S. Pablo. Os dejo fotos de la misma.







                     Terminada mi visita y, tras un día intenso, me apetecía una buena comida, una buena siesta y callejear algo más por Potes para preparar el día siguiente.

 

7 DE JUNIO

                Esta jornada estaba dedicada a visitar los Picos de Europa por lo que me encaminé por la CA-185 para parar a los 3 kms. y visitar el Monasterio de Santo Toribio de Liébana ( donde siguen los restos que se querían llevar a Lebeña ). Al llegar esperaba encontrarme bastante gente pero ¡ sorpresa ¡, me encontré solo ( lo de madrugar tiene sus ventajas ).

                El lugar tiene su origen en el monasterio de S. Martín de Turieno y adquirió gran notoriedad en el S.IX cuando los cristianos de Astorga trajeron hasta aquí la reliquia del Lignun Crucis ( Leño de la Cruz ) para protegerla. Estuvo habitado por monjes benedictinos hasta que en 1894 el siniestro Mendizábal lo exclaustró, no siendo hasta 1961 en que un pequeño grupo de frailes franciscanos lo volvió a ocupar.

                El edificio en si ha sufrido numerosas remodelaciones, por lo que no tiene un estilo definido. En la iglesia, de planta rectangular con tres naves, se sigue un estilo gótico cisterciense, con claridad de espacios. El Lignun Crucis se encuentra en una capilla barroca y las portadas son claramente románicas, abriéndose la principal ( Puerta del Perdón ) solo en años de jubileo.







                                                                    Lignun Crucis
                                                                Restos de Santo Toribio


                   Antes de irme visité el pequeño claustro del monasterio.




                    
Continué por la CA-185 para, tan solo 11 kms. después, llegar a un pequeño pueblecito llamado Mogrovejo que en el año 2017 había recibido la distinción de “Pueblo de Cantabria” debido a su labor de conservación y restauración de su arquitectura tradicional.

                Se trata de un pueblín de tan solo 44 habitantes en el que se respira paz y tranquilidad nada más entrar en el ( “ demasiada “ según me dijo uno de sus habitantes con el que entablé conversación ). Se trata de recorrer sus escasas calles y ver sus casas de sillería y mampostería restauradas con mimo y adornadas con flores. También posee la torre de Mogrovejo, calificada como BIC y de propiedad particular aunque, según me dijo mi guía particular, se encuentra en venta por si alguien le interesa.








 

                        Y ya sin más retomé la CA-185 para recorrer los 15 kms. que me separaban de Fuente Dé.  Si buscáis en la Guía Michelín este nombre comprobaréis que no aparece, ya que no es un pueblo en sí. Solo hay un Parador Nacional, otro hotel y el complejo donde se ubica el teleférico que me debía llevar a los Picos de Europa.

                Al ir a comprar la entrada me sorprendió la variedad de precios y, sobre todo, uno que ponía “ solo ida “. No entiendo como se puede bajar desde allá arriba sin coger el teleférico, pero supongo que habrá alguna manera. Saqué mi entrada de jubilata de ida y vuelta ( 15 euros ) y me dispuse a subir sin pensar en el reciente accidente de otro teleférico italiano.

                La subida es muy agradable, vas dejando atrás el verdor de los valles y te introduces en la montaña con sus neveros de los Picos de Europa.





                     Al llegar no hay nada más, una pequeña cafetería y una tienda de recuerdos y un mirador desde el que hacerte las fotos típicas, aunque la sensación de estar allí arriba es impresionante.

 



                        Estuve un rato contemplando el paisaje y pasmándome de que en esas alturas viven unos pájaros con aspecto de cuervos ( pelaje negro y pico amarillo chillón ) que están totalmente socializados. Uno de ellos ( el más valiente ) incluso se atrevía a comer de la mano de una familia que estaba a mi lado. Chovas me dijeron que se llamaban.



 

                     Volví a coger el cacharro que me llevaría a mi punto de origen, tomé la moto y me paré en el hotel existente para tomar algo y ver salir por la puerta del mismo un precioso perrete que, si llego a ir en coche, me lo traigo para Murcia sin pensarlo para que jugara con mi Trasto.

 



                       Y ya sin más vuelta a Potes, comida y descanso y por la tarde paseo para despedirme de este precioso lugar que os recomiendo sin duda visitar si podéis.





  

8 y 9 DE JUNIO

                 Me despedí de la comarca de Liébana y, tal y como había planeado e informado, me dispuse a regresar sin volver a pasar por la maldita carretera de Cervera de Pisuerga. Para ello tuve que volver a pasar el desfiladero de la Hermida por tercera vez ( 21 kms. ) y llegando a Unquera tomar la A-8 hasta Torrelavega ( 44 kms. ) para continuar por la A-67 hasta Aguilar de Campoo ( 77 kms. ). En Aguilar se coge la N-627 que te lleva a Burgos ( 80 kms. ) y desde allí la A-1 te deposita de nuevo en Alcalá de Henares ( 244 kms. ). En total 466 kms. ( 60 más que a la ida ) pero mucho más relajados y menos peligrosos. Si venís por aquí os recomiendo esta alternativa sin dudarlo.

                Al llegar a Alcalá tomé el hotel ( El Bedel, mucho mejor que el anterior alojamiento y casi tan céntrico ) y después de comer y descansar me fui a explorar aquellos rincones que me había dejado en el tintero a la ida.

                Así vi el Convento cisterciense de S. Bernardo de un barroco complutense y el Palacio Arzobispal, de estilo mudéjar del S.XIII y que fue el lugar de la primera reunión de Isabel La Católica y Colón para financiar el viaje a las Indias.





                    Así mismo me di de bruces con una estatua dedicada a Catalina de Aragón, alcalaína de pro y que llegó a ser Reina de Inglaterra.




              De la misma manera descubrí el Colegio de Mínimos de S. Francisco de Paul del S.XVI y que posteriormente se transformó en la sede de la Facultad de Económicas y Empresariales.



                   Como véis hay muchos rincones por descubrir el Alcalá.

                Al día siguiente tocaba regreso: la M-300 primero, después la M-220 y por último la A-3 me traerían después de 405 kms. de vuelta a casa.

                Ha sido un viaje precioso, con paisajes, rincones y lugares de extraordinaria belleza y, además, bastante económico pues, sin contar comidas, el presupuesto de hoteles y combustible ha salido por poco más de 400 euros.

              Os dejo que voy a preparar el siguiente ( hay que recuperar el tiempo pandémico perdido ).