miércoles, 19 de mayo de 2021

 


                                               ¿ DÓNDE ESTÁ MATARRAÑA ?

 

                Aún sin podérmelo creer, a partir del 9 de Mayo y con el fin del estado de alarma, podía retomar mis viajes por tierras españolas. Desde hace mucho tenía planeado un fin de semana largo ( de Viernes a Lunes ) para recorrer con Jaime una zona de Teruel. Pero al darle a elegir entre eso o recorrer durante otros 4 días la Sierra de las Nieves, eligió sin dudar lo segundo, así que la primera opción me dispuse a hacerla yo solito.

                La comarca de Matarraña se encuentra en Teruel y se suele considerar parte del Bajo Aragón. Limita al este con la provincia de Tarragona, al sur con la de Castellón y , por su naturaleza y patrimonio histórico, se ha denominado en algún medio con cierta exageración como “ la Toscana Española “.

                Así pues, recopilé información, reservé hoteles y el 14 de Mayo me subí a la moto para volver a disfrutar de la libertad de recorrer carreteras, ver paisajes y descubrir nuevos y bellos pueblos de nuestro país.


14 MAYO

                Este primer día no tiene mucho que contar ya que me dirigí hasta Elche para tomar la A-7 que me llevaría ( vía Alcoy ) a Valencia y desde allí la A-23 que me depositaría en Teruel.

                De esta pequeña y bastante desconocida ciudad, que alberga gran cantidad de bellos lugares, poco os puedo decir que no haya hecho en entradas más antiguas como La Ruta Mudéjar. Llegué a mediodía y fuí al hotel reservado y que era uno de los pocos que me debían quedar por conocer en Teruel ( Reina Cristina ) muy céntrico y con estupenda relación calidad/precio.

                Después de comer y descansar un rato, volví a recorrer los lugares que ya os he descrito antes: la plaza del Torico, la Catedral, la Escalinata, las iglesias de S. Pedro, S. Martín y  el Salvador, etc. Anocheciendo busqué un sitio para degustar la gastronomía turolense, sin que pudiera faltar un plato de su apetitoso jamón. A descansar al hotel para comenzar al día siguiente mi ruta por Matarraña.







15 MAYO

                Salí temprano de Teruel y tomé primero la N-420 ( buen asfaltado salvo un tramo y muy poco tráfico ) y luego la N-211 para recorrer los 153 kms. que me separaban del primer pueblo a visitar: Alcañiz y que para mi tenía especial interés, no ya solo por su rico patrimonio histórico sino porque allí se celebra todos los años el MotorLand Aragón con campeonatos de superbikes, karting y una de las carreras del Campeonato del Mundo de MotoGP.

               De camino paré en el pueblo de Alcorisa para hacer una foto del campanario de su iglesia de Sª Mª la Mayor.

 



                Alcañíz se encuentra en las faldas del Cerro Puy Pinós en las orillas del rio Guadalope. Fue reconquistada a los árabes en el año 1157 y al acercarte a ella compruebas que todo el paisaje está dominado por la figura imponente de su castillo calatravo hoy reconvertido en Parador Nacional.

            Al llegar me dirigí directamente a la Plaza de España donde se encuentra el edificio del Ayuntamiento que es una joya del Renacimiento Aragonés. Concluido en 1570 siguiendo los cánones italianos. Consta de tres plantas con capiteles dóricos y jónicos y ventanas adinteladas. La tercera planta está ocupada por una típica galería aragonesa, muy frecuentes en todo el Valle del Ebro.



        Formando un ángulo de 90º con el Ayuntamiento se encuentra el edificio de la Lonja, anterior a su vecino y de estilo gótico tardío, con tres arcos apuntados en la planta baja y otra galería aragonesa en la superior. Curiosamente, solo los dos arcos de la izquierda están adornados tanto en su parte inferior como superior. Desconozco el motivo, quizás el arco de la derecha fuera un añadido posterior. El edificio tiene un innegable aire italiano, pudiendo ver edificaciones similares en Bolonia o Florencia y con un uso eminentemente comercial para celebrar ferias y mercados.



        El tercer edificio situado en la plaza es la ex-colegiata de Santa María. Diseñada por Domingo de Yarza, se terminó su construcción en 1757 y es un edificio eminentemente barroco. La monumental portada se divide en cinco calles, las dos laterales rematadas con torres y las tres centrales con cierre mixtilíneo. La calle central alberga un arco de medio punto bajo el que se encuentra la gran portada barroca adornada profusamente con relieves abultados.






       Además, el edificio es la sede permanente de un buen número de cigüeñas que no emigran, sino que permanecen en él todo el año. Por algo será.




     El interior consta de tres naves con capilla laterales y muros enlucidos en tonos claros siguiendo la corriente empleada en el Pilar de Zaragoza. En la cúpula del crucero hay murales al fresco sobre escenas de la vida de la Virgen.

    Una vez vistos los tres edificios emblemáticos de la Plaza de España, me subí en la moto y me dirigí por una carretera con fuerte pendiente para ver lo que se puede visitar del castillo si no estás alojado en él.

     La Alcañiz árabe fue reconquistada por Ramón Berenguer IV para volverla a perder bastante pronto y ser de nuevo conquistada por su hijo Alfonso II de Aragón, el cual la cedió a la Orden Calatrava que construyó una muralla rodeando el castillo y una segunda que rodeaba la población. Los calatravos instauraron un régimen cuasi feudal, hasta que en el S. XIV se produjo la rebelión de la nobleza local apoyada por los Reyes de Aragón y Alcañiz se convirtió en un Concejo.

    Como símbolo permanente de estas disputas ha permanecido su castillo, con gran número de intervenciones en el mismo para adaptarlo a sus diferentes usos: castillo, palacio, cárcel, cuartel y hasta cementerio, por lo que su estilo es ecléctico con partes bien diferenciadas según la época.

     En la zona norte están las construcciones medievales, la torre del homenaje, el claustro ( al que se accede por una pequeña puerta románica ) …




… y la iglesia, todas ellas en un marcado estilo gótico.




    En la zona sur, barroca, destaca el Palacio de los Comendadores ( hoy dedicado a Parador Nacional ) con una gran fachada principal.






    Una vez recorrido la parte visitable por un intruso y hacer alguna foto de los parajes circundantes …





… volví a subir a mi moto para descender, salir del pueblo y dirigirme por la N-232 y N-420 hasta mi siguiente destino: Calaceite, situado a 25 kms de Alcañiz.

                Al llegar a Calaceite se sube por un entramado de callejuelas hasta llegar a la Plaza Mayor ( por decir algo porque sus dimensiones son mínimas ). Pero, debido a ser sábado de comuniones, estaba prohibido aparcar en los alrededores de la iglesia por lo que continué hasta encontrar un huequecito en una plaza más adelante donde dejar la moto y darme un paseo por el pueblo.

                Fui directamente hasta la iglesia de la Asunción, en cuyo interior se estaba celebrando una ceremonia de comunión. La preciosa portada barroca es triple y rematada por un frontón triangular. El vano central está flanqueado por grandes columnas salomónicas y rematado por una hornacina con la imagen de la virgen.




               Entré al interior pero, al estar celebrándose la ceremonia religiosa, poco os puedo contar, solo que es diáfano y muy luminoso y consta de tres naves con capillas laterales.

              Salí del templo y, después de hacer una foto a un bonito edificio que se encuentra al lado del mismo …




… bajé hasta la llamada “Plaza Mayor” y me senté a tomar algo en el único bar existente, aprovechando para fotografiar el edificio del Ayuntamiento que sigue los cánones de la arquitectura aragonesa y también de un arco que desemboca en la iglesia.





        Volví a por la moto y continué mi ruta pasando por el Museo de Juan Cabré ( arqueólogo nacido aquí que cuenta con piezas desde la prehistoria a la época visigoda ).

         Desde Calaceite se toma la A-1413 que, tras 21 kms, te lleva a Valderrobres considerada la “capital” de Matarraña y donde pensaba pernoctar.

          Al llegar busqué mi alojamiento ( Hotel El Salt ), sin grandes pretensiones pero con parking gratuito, habitaciones decentes ( la mía con una vista espectacular al castillo y la iglesia ) y un buen restaurante. Comida, siesta y a ver el pueblo.




        El primer sitio a visitar era el castillo y la iglesia anexa, al que se llega por una carreterita algo difícil de encontrar. Se puede comprar una entrada conjunta para castillo/iglesia/museo por, en mi caso de jubilado, 5 euros. Me informaron que era el primer día que se abría después de 6 meses de obras y reparaciones. Así que no me lo pensé.

         La iglesia de Sª Mª la Mayor es del S. XIV con añadidos posteriores como el campanario y la sacristía, siendo un referente del gótico aragonés. La portada  presenta once arquivoltas sobre frisos de capiteles decorados.



    El interior es de una sola nave con bóveda de crucería y capillas laterales. En el altar hay un gran Cristo crucificado en madera.




        Desde la iglesia se accede por una estrecha escalera de caracol que, a ciertas edades, te deja sin resuello hasta la tribuna que hacía las veces de capilla privada del obispo y desde ahí hasta el castillo.

    La visita al castillo supuso una pequeña decepción, ya que todas las estancias están absolutamente desnudas. Oyendo a los guías que acompañaban a los grupos oía la dificultad de los mismos para explicar como eran “el salón de la chimenea “ o “ las habitaciones privadas “. Os dejo unas fotos para que os hagáis una idea.




        Así que tras recorrer las diferentes estancias desnudas decidí concluir mi visita saliendo al patio para hacer unas fotos y abandonar el castillo. Podríamos decir que es muy bonito por fuera pero carente de interés ( al menos para mi ) en su interior.






        Tomé la moto y descendí por una callejuela con gran pendiente que me dejó en la Plaza Mayor. Ahí si pude admirar el precioso edificio renacentista del Ayuntamiento de finales del S.XVI. Una reproducción se encuentra en el Pueblo Español de Barcelona.



            Al lado del mismo se encuentra el edificio de la Fonda de la Plaza que pasa por ser una de las casas de comidas más antiguas de España con más de seiscientos años de antigüedad.



        Desde la Plaza de España se accede al lugar más fotografiado de Valderrobres. Se trata del puente medieval y el arco de S. Jorge. El puente tiene cuatro ojos de arcos apuntados como corresponde al gótico y el arco es una de las antiguas entradas a la villa.



    Deambulé un rato por los alrededores haciendo algunas fotos al rio Matarraña ( que transcurría con poco cauce y bastante suciedad ) y las casas colgadas.





    Como aún era temprano y quedaban horas de luz solar ( ¡bendita primavera! ) decidí acercarme hasta el pueblecito de La Fresneda distante 11 kms. de allí.

        La Fresneda es otra de esas villas que, después de reconquistada a los árabes, se entregó a la Orden de Calatrava por Alfonso II El Casto ( ya empiezo a hacerme una idea de por qué las órdenes militares tuvieron tan mala fama en su momento ).

        El recorrido se inicia en la Plaza del Pilar donde se encuentra la ermita del mismo nombre y, algo más arriba, el Palacio de la Encomienda. Se trata de un edificio renacentista que era la residencia del comendador calatravo y el lugar donde se recogían los diezmos que el pueblo debía entregar al susodicho. Destaca un precioso escudo policromado encima de la puerta principal. Hoy está en manos privadas.





      Se continua el recorrido por la Calle Mayor, toda ella recorrida en uno de los laterales por soportales, con estrechas callejuelas que parten de ellos y que se piensa formaron parte de la antigua judería.  





    De esta manera se llega a la Plaza del Ayuntamiento donde destaca el edificio de la Casa Consistorial, gótico-renacentista con gárgolas con formas de animales y un reloj en la parte superior.




        También pueden visitarse las dos mazmorras con las que contaba el pueblo, una para gente sin recursos y otra la llamada “ cárcel de lujo “ ( siempre ha habido clases en todo ). Pero entre que ya se había pasado la hora de la visita y que no son lugares que reclamen especialmente mi atención, pasé de ellas al igual que del castillo que se halla en ruinas. Así que desandé el camino para tomar la moto y regresar a Valderrobres.

        Al llegar al hotel me encontré en el parking con hasta ocho motazas, algunas BMW, KTM y hasta alguna Kawa. Supuse que eran moteros en ruta y, efectivamente, en la cena coincidí con ellos en la mesa de al lado. Más o menos de mi quinta y con look motero total ( incluso pude ver a uno con traje de agua en un día con cielo despejado y a 25º ). Uno de ellos me contó muy ufano que venían ¡ de Valencia ! para hacer una ruta que incluía la visita a una cascada situada a 9 kms. del pueblo. Por pura discreción y riéndome para mis adentros, evité decirle que yo viajaba en una Burgman 650, que iba a hacer el triple de kilómetros que ellos y que, al día siguiente, dormiría en Valencia que no estaba tan lejos. Para que veáis que el “postureo motero “ también existe. Cena ligera y a dormir.


16 Y 17  MAYO

    Después del desayuno y el check-out preparé la moto y aún me dio tiempo a ver como los intrépidos moteros se marchaban haciendo ruido hacia su aventura de 9 kms. hasta la cascada.

      Salí de Valderrobres para recorrer primero por la A-1414 y luego por la N-232 los 55 kms. que me separaban de un pueblo de Castellón que me apetecía mucho conocer por referencias: Morella.

    La villa aparece a los ojos del viajero envuelta en el encanto que le transmite su estratégica posición, coronada por el castillo y rodeada por sus casi 2 kms. de muralla, 16 torres y 6 portales. Ha sido un enclave estratégico entre Cataluña, Aragón y Valencia, debiendo su fama a la creencia de ser una villa inexpugnable. Hasta el mismísimo Cid Campeador tuvo que abandonar el empeño tras dos asaltos fallidos. Solo el rey Jaime I en 1232 entró triunfante en la villa y no por el peso de las armas sino por las negociaciones que mantuvo con el noble aragonés Blasco de Aragón. Si algún día pasáis por aquí y la véis desde la carretera entenderéis el por qué de su justa fama.

     Entré en ella después de subir por una empinada carretera por una de las puertas de entrada ( creo que era la de S. Mateo ) y aparqué la moto en un parking que había al lado de la misma. Como no tenía ni idea de por donde comenzar la visita me acerqué a preguntarle a un señor que desayunaba tranquilamente en un hotel de enfrente. Cometí una gran equivocación, el buen hombre resultó de la especie que pegan la hebra con el primero que pasa y, después de contarme su vida y milagros, se ofreció a acompañarme andando hasta el centro del pueblo. Yo le sugerí que si podía subir con la moto pero insistió en que era un paseo muy bonito y que no era necesario, así que comenzamos el ascenso ( muy parecido al del Everest ) mi guía fumando y sin parar de hablar y yo, de tanto en tanto, parándome con la excusa de hacer una foto y así poder recuperar el aliento. En el trayecto hice algunas fotos/respiro de la muralla con sus saeteras y alguna puerta de entrada.





        Cuando al fin llegamos arriba contemplé exhausto como había un parking con motos y coches y me despedí del buen samaritano sin saber si darle las gracias o estrangularlo con mis propias manos.

          Recuperado del sofoco enfilé la calle Mayor, porticada en gran parte y con innumerables tiendas de artesanía, recuerdos y comestibles, abiertas a pesar de ser domingo. En el trayecto hice algunas fotos de preciosos edificios de estilo gótico aragonés que me encontré.






        Pensaba subir al castillo y la iglesia de Santa María pero, claro, debía bajar a por la moto ( andando ni loco ) y el castillo no tenía mucho interés ( solo se conserva en buen estado la plaza de armas ) aunque la iglesia gótica si parece que merecía la pena. Fui práctico y me conformé con entrar al edificio del Ayuntamiento y realizar una foto de un grupo de gigantes con toque pandémico muy originales.




        Así que fui bajando y rodeando la muralla llegué hasta donde había dejado la moto. Me hice la promesa de volver algún día con más calma y recorrer lo que me había quedado en el tintero, eso sí … en mi moto.

       Desde allí me dispuse a recorrer los 170 kms. que me separaban de Valencia, punto de origen de mis colegas moteros. Primero por la N-232, luego la CV-132, la CV-10 y terminando en la A-7.

       Llegué a mediodía y localicé mi hotel que era supercéntrico ( plaza del Ayuntamiento ). Dejé la moto en un parking para motos cercano ( toda la plaza es peatonal )            , tomé la habitación y bajé a comer en uno de los muchos restaurantes que hay por la zona.

     Después de la inexcusable siesta fui a dar un paseo, primero por la plaza de la Catedral y revisitándola ya que se trata de un edificio con múltiples estilos, básicamente gótico valenciano pero con elementos barrocos e incluso renacentistas.

     Continué hasta la plaza de la Virgen, donde se realiza en fallas la tradicional ofrenda a la Virgen de los Desamparados. Allí hice una bonita foto del cimborrio iluminado al atardecer y otra de la Virgen ya que se encontraba abierta su sede.





        Ya de regreso tomé algo en una cafetería y me dispuse a descansar para regresar a casa al día siguiente por la A-7 sin ningún problema.

        Hasta aquí mi primera salida/desfogue post-enclaustramiento y, ya puestos, el próximo fin de semana me voy con Jaime a recorrer la Sierra de las Nieves malagueña. Espero que el Covid se haya llevado también el gafe que nos persigue en nuestras salidas conjuntas.

                                                               Ya os contaré.