EL ROMÁNICO ALAVÉS
INDICE DEL BLOG
2016
Agosto CASTILLOS DE CUENCA
Agosto LOS PUEBLOS NEGROS DE GUADALAJARA
Agosto RUTA DEL QUIJOTE
Agosto ALPUJJARAS ALMERIENSES
Septiembre RUTA DE LA PLATA I
Septiembre RUTA DE LA PLATA II
Septiembre RUTA DE LA PLATA III
Septiembre RUTAS DE 1 DÍA
Septiembre POR LOS CASTILLOS DE TOLEDO
Octubre RUTA MUDÉJAR
Diciembre RUTA POR LA ALPUJARRA GRANADINA EN UNA 200
Diciembre MONASTERIOS DESCONOCIDOS DE VALENCIA
2017
Abril PUEBLOS BLANCOS
Agosto HACIA EL VALLE DEL BAZTÁN
Septiembre DOS POR LA SIERRA DEL ESPADÁN
Noviembre RECORRIENDO LA SUBBÉTICA CORDOBESA
2018
Abril PA CAI
Mayo POR LA ALCARRIA CON CELA
Agosto EN AGOSTO: PIRINEOS
Septiembre LA DESCONOCIDA RIBEIRA SACRA
Octubre EL ALENTEJO: PORTUGAL EN ESTADO PURO
2019
Mayo CAMINO SORIA …
Septiembre NAVARRA: ERMITAS Y MONASTERIOS DESCONOCIDOS
Octubre ESCAPADA AL ROMÁNICO DE CUENCA
2020
Julio CON EL DUERO POR COMPAÑÍA
Septiembre RUTA ALGO SURREALISTA POR LA PROVINCIA DE CUENCA
2021
Mayo ¿ DÓNDE ESTÁ MATARRAÑA ?
Junio LA COMARCA DE LIÉBANA
Agosto RÍAS BAIXAS
Agosto RECORRIENDO ÁVILA
Septiembre FIN DE SEMANA POR LA SIERRA DE LAS NIEVES
Septiembre DE NUEVO POR LA ALPUJARRA
Octubre SIERRA MORENA: ALGO MAS QUE BANDOLEROS
2022
Abril ENCANTOS DE GUADALAJARA
Junio ROMÁNICO EN SEGOVIA
Junio BURGOS Y SUS MONASTERIOS
Octubre INCIDENCIAS POR LA SIERRA DE FRANCIA
2023
Abril COSTA VICENTINA
Abril HUELVA
Mayo HUESCA ROMÁNICA
Mayo ANDORRA: ESE EXTRAÑO PAÍS
Agosto VERANO 2023 (Primera parte)
Agosto VERANO 2023 (Segunda parte): PUEBLOS DE FRANCIA
Agosto VERANO 2023 (Tercera parte): EL PIRINEO
Agosto LA RIOJA: VINO Y CULTURA
Septiembre PALENCIA: VACIADA Y ROMÁNICA
Octubre “ PUENTE “ EN VALLADOLID
Diciembre MI TIERRA
2024
Febrero EN RODAJE
Abril ¡¡ Y POR FIN !!: LA TOSCANA
Mayo ¿ HAY ROMÁNICO EN GUADALAJARA ?
Mayo JOYAS DE GRANADA
Agosto VERANO 2024: PORTUGAL
Agosto VERANO 2024 II: NAVARRA
Septiembre ESCAPADA AL BIERZO
Noviembre LAS ERMITAS
Noviembre EL CASTAÑAR DEL TIEMBLO
Diciembre LA BUREBA
Diciembre CASTILLOS DE ALICANTE
2025
Enero ¡¡ FELIZ 2025 !!
Abril ROMÁNICO RURAL DE SORIA
Junio RECORRIENDO LA PROVINCIA DE CÁCERES
Junio RUTA 66 DE PORTUGAL
Agosto VERANO 2025 I ( ASTURIAS )
Septiembre LAS HOCES DEL DURATON
Octubre EL ROMANICO ALAVES
En uno de esos ratos que como buen medio-jubilado uno dispone, me he
entretenido en repasar las rutas que he realizado para visitar construcciones
románicas en España. Y, la verdad, es que poco me quedaba por conocer. Sin
embargo encontré un lugar que, a diferencia de las otras dos provincias que
conforman el País Vasco si parecía tener
numerosos edificios románicos ( iglesias, ermitas e incluso monasterios ) con
unas características particulares que, por las fotos, merecían la pena organizarme un
viajecito. Se trataba de Álava. Así que, estirando los días disponibles,
encontré la manera de desplazarme hasta allí utilizando dos días para llegar (
se encuentra a casi 800 kms. de mi residencia ), otros dos para volver y los
dos intermedios para realizar un par de rutas diseñadas utilizando la web
Arteguías y el libro Guía del románico en Álava y Treviño.
Para introducir el
tema enumero las principales características que posee el románico alavés:
1. 1. La
existencia de monumentos románicos en Álava va unida a una de las rutas que
conducían hasta Santiago en el medievo y que, en parte, coincidía con una
antigua calzada romana utilizada posteriormente como ruta para el transporte de lana. Se construyeron
iglesias y hospitales para atender a los peregrinos, conformando de esta manera
en todo el territorio numerosos monumentos que dieron lugar al románico alavés
y muchos de los cuales han llegado hasta nuestros días.
2. 2. Es un
románico tardío ya que la mayoría de las construcciones datan de bien avanzado
el S. XIII y con clara influencia burgalesa.
3. 3. Su
característica principal es su rica decoración, siendo muy frecuente encontrar
arquivoltas con trabajos muy elaborados de filigranas y fustes de columnas
completamente adornados.
4. 4. Unido
a lo anterior, encontramos en el románico alavés una gran riqueza escultórica
como veremos más adelante.
aa A costa de hacerme pesado os recomiendo que pinchéis sobre las fotos para verlas ampliadas. Merece la pena.
Miércoles 8 y Jueves 9
El miércoles, tras terminar el trabajo, me puse en marcha hacia Alcalá de Henares para pernoctar allí, llegando ya anocheciendo y con el tiempo justo para tomar el alojamiento y cenar antes de irme a la cama.
A la mañana siguiente tomé la A1 que me llevaría hasta Burgos y de ahí
a Vitoria pero, como iba bien de tiempo, antes de llegar a mi destino decidí
adentrarme para, a modo de aperitivo de lo después vendría, visitar un
monumento que se encontraba en el curioso enclave del Condado de Treviño a tan
solo a unos 16 kms. de la capital alavesa.
Este enclave - de tan solo 16x29 kms – tiene una historia singular.
Histórica y culturalmente era un territorio perteneciente al Reino de Navarra
pero, tras un conflicto por las posesiones territoriales entre el Reino de
Navarra y el de Castilla, se firmó un armisticio entre Sancho El Sabio de
Navarra y el rey castellano Alfonso VIII
mediante el cual se intercambiaban Portilla y Treviño por Inzura y Miranda,
quedando por tanto incorporado Treviño a la Corona de Castilla.
Esta situación se mantuvo durante siglos hasta que en 1833 se le
encargó a Javier de Burgos la redacción de la División Territorial de España y
el autor dio prioridad al criterio jurídico sobre el geográfico quedando
Treviño adscrito al partido judicial de Miranda de Ebro y, por tanto,
perteneciendo administrativamente a Burgos, situación que se ha mantenido hasta
nuestros días a pesar de que los habitantes de Treviño han propuesto diferentes
alternativas - todas sin éxito - para su incorporación a la provincia alavesa.
De manera que hacen la compra en Vitoria, participan de sus festividades,
hablan euskera y se sienten alaveses pero para cualquier trámite administrativo
tienen que desplazarse hasta Miranda o Burgos y, por supuesto, sus impuestos
van a parar a Castilla y León. Curioso verdad.
Pues bien, en este contexto, me desplacé hasta un pueblecito – cinco
casas, dos talleres y tres vacas conté – que se denominaba San Vicentejo y que me había llamado la atención por las
fotos que había visto de su Ermita de la Concepción.
Al llegar por la carretera de acceso la parte visible de la misma ( el muro occidental ) me pareció muy simple, pero al aparcar y dar la vuelta para ver el ábside me quedé impresionado. Tiene un perfil semicircular plagado de ventanas y con una fantasía decorativa única en la zona.
Los capiteles de dichas ventanas están profusamente decorados, las
columnas presentan relieves y podemos encontrar unos arcos trilobulados que las
coronan y que presentan un inconfundible sabor islámico.
Esta riqueza decorativa disminuye cuando bajamos hasta los pies lo que
indica que en él trabajaron probablemente dos talleres diferentes. Esta
diferencia también se aprecia en los canecillos ya que en los del ábside
encontramos rostros humanos, arpías y seres fantásticos mientras que los de la
nave son lisos y carentes de ornamentación.
La portada de acceso está poco trabajada. Una inscripción lateral
indica que la fecha de su consagración fue 1162. Tiene seis arquivoltas de
medio punto apoyadas en jambas y columnas lisas sin decoración. Un pequeño
óculo rodeado por cuatro círculos lisos que lo abocinan completan el muro.
Regresé a la carretera para recorrer el trayecto que me separaba de
Vitoria, buscar el hotel y, tras comer algo, descansar un ratito para
desplazarme después hasta el centro histórico ya que era la única tarde que iba
permanecer en Vitoria capital.
Mi anterior visita a esta ciudad se produjo hará unos 15 años y en mi
paseo pude comprobar como ha cambiado la misma. Sigue siendo una ciudad verde y
limpia pero se ha expandido notablemente con amplias avenidas, modernos
edificios y centros comerciales - mi hotel se encontraba al lado de uno de
ellos llamado El Boulevard de dimensiones mastodónticas -.
Quería ver la Catedral ya que en mi visita anterior estaba de reformas
pero, para mi desilusión, las reformas continuaban. Espero volver dentro de
otros 15 años y verla completada. Así que me encaminé hacia las callejuelas del
casco histórico y, en concreto, recorrer la calle más famosa denominada
Cuchillerías.
Nueva decepción. En mi visita anterior Vitoria estaba en fiestas y
recuerdo dicha calle recorrida por animadas charangas que incluso te invitaban
a participar de sus bailes. Sí, había algunas pintadas y las típicas fotos de
presos en las que se pedía su acercamiento. Pero esta vez me encontré una calle
totalmente descuidada. Pintadas por doquier, edificios en mal estado, multitud
de jóvenes con kufiyas ocupando las mesas exteriores de bares a los que no se
me hubiera ocurrido entrar nunca y, por supuesto, las fotos de los presos en
las paredes ( yo creo que eran las mismas que vi hace 15 años ). Una pena. De
manera que callejeé un rato por las calles aledañas, tomé algo en un bar de
aspecto “normal” y enfilé el camino de regreso a mi hotel.
Viernes 10
El día se presentaba bastante completito, así que salí temprano en
dirección al Monasterio de Estíbaliz para 2 kms. antes parar en el pueblo de Argandoña para ver su iglesia
de Santa Columba. Edificio de una sola nave con una cabecera de sillería
bien ajustada. El ábside se estructura mediante cuatro columnillas finas y en
el centro hay un bonito ventanal con tres arquivoltas, angrelada la superior,
es decir rematada en forma de picos. Dichas arquivoltas descansan sobre columnas con capiteles muy
curiosos.
Podemos distinguir un sacerdote, un castillo y un rostro humano
masculino en los de la izquierda.
Y un rostro femenino con tocado y un águila atrapando a un conejo en
los de la derecha.
En el muro meridional de la nave hay una
puerta pequeña de arcos apuntados y columnas de fustes decorados influidos,
como en gran parte del románico de Álava, por la Puerta Speciosa del Monasterio
de Estíbaliz que iba a visitar a
continuación. El único capitel que no es vegetal nos muestra un cuadrúpedo
atrapando con una de sus patas delanteras a una serpiente.
A tan solo 2 kms. más arriba se encuentra
una de las joyas del románico alavés: el Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz, catalogado como BIC
y Monumento histórico-artístico.
El edificio, situado en la cima de un empinado
promontorio, data del S.XI y ha pasado por diferentes manos y avatares ( guerras incluidas ). Cluniacenses y
benedictinos han pasado por él hasta que finalmente recayó en manos de las
llamadas monjas peregrinas que se ocupan del mismo hasta la actualidad.
Tras dejar el
coche en el aparcamiento hay que prepararse para subir varios tramos de
pronunciadas escaleras y llegar hasta el mismo sin resuello y darnos de bruces
con la llamada Puerta Speciosa. Se abre sobre un
estrecho arimez mediante arcos apuntados sobre columnas cuyos fustes están
todos labrados.
Si observamos con detenimiento el trazado de sus arcos y los
detalles decorativos de sus dovelas, pronto advertimos que parece que esta
puerta fue desmontada y vuelta a reconstruir o que sufrió algún tipo de
alteración.
Encima del alero con los canecillos del quitalluvias existe
un enorme y monumental ventanal algo más pequeño que la puerta, con tres
arquivoltas de medio punto. El esquema es rematado por una hermosa espadaña de
dos huecos para las campanas.
Es evidente que el juego de líneas horizontales y verticales
de este conjunto es francamente armonioso y fotogénico.
Volviendo a la puerta propiamente dicha, dispone de tres
arquivoltas con decoración vegetal y que tendrá una enorme influencia en las
iglesias románicas de la zona. Decoradas con besantes, tallos sinuosos que
forman óvalos, palmetas y, entre ellas, se esconden algunas figuras humanas
enredadas en roleos vegetales, un Pantocrátor, un león y un pez.
Los fustes, que crearán escuela en el románico de la zona,
están bellamente decorados con cesteado y flores tetrapétalas con botones entre
ellas, conformando una especie de red de círculos.
Por su parte, los capiteles son vegetales - finamente labrados con profusión del trépano - a excepción de uno del lado este con una cabeza humana barbada que aparece entre una maraña de entrelazos.
Más interés tienen las jambas interiores completamente
labradas. La izquierda es un conjunto de delicados tallos ondulantes y en el
extremo superior un relieve de Maiestas Domini que parece imberbe bendiciendo
con el Libro de la Vida.
La jamba opuesta es aún más completa puesto que los citados
tallos envuelven a varios personajes humanos.
Con todo, el relieve más importante es el de la escena de la
Anunciación, en la enjuta derecha. San Gabriel se encuentra a la izquierda con
alas y cabeza de cabellos rizados mientras que María se ubica al lado derecho.
Ambos se encuentran bajo sendos arcos.
La nave tiene bóveda de medio cañón rehecha imitando la
original.
En
la capilla meridional se ha dispuesto la pila bautismal, de tipo caliciforme,
con la copa decorada con estructuras arquitectónicas en la parte superior soportadas por arquillos trilobulados y
columnas donde se cobijan diversos relieves: rostros humanos, leones, aves,
etc.
El
ábside central está presidido por la famosa y querida Virgen de Estíbaliz. Se
trata de una talla románica en madera policromada que representa a la Virgen
María en el Trono de Sabiduría con Jesús.
De los ocho capiteles románicos del interior correspondientes a los arcos torales, cuatro son de temática vegetal-geométrica ( los correspondientes a la nave ).
Los otros cuatro figurados ( los más
próximos a la cabecera ). Sus temáticas son variadas.
Pecado Original
El capitel muestra momentos sucesivos de este pasaje del
Génesis: la serpiente enrollada al árbol sagrado le acerca la manzana a Eva y
Adán se la come.
A
la izquierda aparecen los primero padres con hojas de parra para tapar su
desnudez tras la comisión del pecado.
Un ángel nimbado conduce a Adán y Eva fuera del Paraíso. En
otro lado del capitel otro ángel indica el camino a una puerta abierta,
portando una espada.
En otro capitel de la derecha aparece un hombre que
representa la avaricia con una enorme bolsa al cuello de la que tira un
demonio. Este avaro lleva en su mano derecha un objeto circular hueco que se
interpreta como un cedazo o una rueda de molino, herramientas ambas propias de
los molineros que, con frecuencia, ejemplificaban la usura y avaricia por los
altos precios que fijaban para su uso.
Saliendo al exterior vemos que Estíbaliz cuenta con una
cabecera de tres ábsides ( única en el País Vasco ), siendo el central bastante
más grande que los laterales.
El de la Epístola ( sur ) tiene un ventanal con una
arquivolta con grandes tacos cilíndricos más dos columnas con uno de los
capiteles prácticamente perdido y el otro de volutas.
El ábside central cuenta con dos columnas que no llegan
hasta el alero pero carece de ventanal en la actualidad.
El ábside del Evangelio ( norte ) es similar al sur pero
también carece de ventana de iluminación.
Los canecillos de la cabecera muestran un variado repertorio
de temas habituales del románico: personas y animales, varios de ellos de
anatomía fantástica.
Por último indicar que la visita la realicé en completa
soledad y pudiendo acceder al interior ya que, como veis en las fotos, la puerta estaba abierta. Sin límite de
tiempo y de manera gratuita. Esto me lleva a incidir en lo que ya he comentado
repetidamente en este blog. La absoluta falta de criterio existente en lo que
respecta a cobrar la entrada para visitar estos monumentos. Maravillas como
este santuario se pueden ver libremente
de forma gratuita y otras edificaciones mucho menos interesantes cobran tarifas variables y a veces abusivas
para visitarlas. Se hace necesaria una regulación a nivel nacional a este
respecto.
Descendí la gran escalinata y retorné al aparcamiento para
dirigirme al siguiente punto. Este se encontraba a 23 kms. de allí y no era
otro que un pueblo denominado Hueto Abajo donde
se encontraba la iglesia de San Vicente.
Investigaciones recientes han demostrado que este templo está construido
sobre la estructura de una iglesia prerrománica de la cual se aprecian los
muros en el costado norte y en el hastial occidental. Esto es fácilmente
reconocible puesto que sobresale el alero del templo altomedieval de los muros
actuales.
Sobre este edificio prerrománico se
construyó en el siglo XIII la actual iglesia románica que conserva un ábside
muy tardío, de planta ya poligonal, animado por elegantísimos ventanales de
múltiples arquivoltas agudas más tres pares de columnas con capiteles vegetales
muy decorados que recuerdan a los de San Vicentejo de Treviño.
La puerta tiene arquivoltas muy apuntadas -
las externas parcialmente destruidas - formadas por secuencias de baquetones y
medias cañas. Los capiteles están bastante deteriorados aunque se adivinan
algún hombre y aves en los del lado izquierdo. No pude fotografiarla por estar
protegida por un pórtico con cerradura y una densa malla metálica que cubría
toda la reja del mismo.
A pesar de lo tardío de esta iglesia no encontramos los
típicos canecillos de perfil de proa de
barco, sino una colección de canecillos historiados donde abundan los rostros
de hombres que el escultor esculpió con prominentes narices.
Uno de los que llama más la atención, por la temática que
aborda y su notable estado de conservación, es el del joven onanista que parece
esbozar hasta una pícara sonrisa.
A 1 km. escaso se encuentra Hueto Arriba con
su iglesia de la Natividad en la parte alta
de la población. Es una construcción sencilla de una sola nave y ábside en
semitambor construida con mampostería y sillarejo, salvo el ábside que tiene
sillería. Este cuenta con tres ventanales muy abocinados y amplio derrame
exterior.
La portada tiene arquivoltas de medio punto y dos parejas de
columnas que muestran un fino reticulado decorativo en los fustes, clara
herencia de la portada del Monasterio de Estíbaliz y de la influencia
determinante que generó este monumento en todo el románico vasco.
Los motivos representados en la escultura de los capiteles
de las columnas se centra en lo vegetal,
pero también hay cabezas humanas y un expresivo repertorio de animales: aves,
leones, águilas apresando conejos, etc.
Tras subir al coche me dispuse a recorrer un buen trecho ya que el
siguiente punto de la ruta de hoy se encontraba a 42 kms. de allí. En el
trayecto me entretuve viendo como el otoño se iba abriendo paso y vestía los
árboles con colores ocres y amarillos.
Nota al margen: cuando viajo siempre llevo el móvil y una cámara de fotos. La que tenía se ha quedado antigua y he comprado otra de mediana calidad. Pues bien, increiblemente el móvil sigue haciendo mejores fotos ( quizás es que aún no le pillado el tranquillo a la nueva ).
El objetivo era un pueblo denominado Bellojín
y, en concreto, su iglesia de los Santos
Cornelio y Escipiano.
Es una construcción algo escondida del S.XII y que tiene la virtud de
haber conservado íntegramente la pureza de su estructura primitiva. Una única
nave rectangular, ábside semicircular y puerta en el lado meridional.
La fábrica es de mampostería aunque su estampa no es tosca pues las
partes más delicadas - puerta, ventanal y alero - se trabajaron con la
suficiente calidad para ofrecer una estampa muy digna.
El ventanal
del ábside está formado por una aspillera con derrame
exterior rodeada por una arquivolta de baquetón sobre dos columnas con
capiteles vegetales y de volutas.
La puerta es pequeña pero bien construida.
El arco de entrada es ancho y liso con una arquivolta ornada con ancho
ajedrezado que yace sobre dos columnas. En el capitel derecho aparecen las
siluetas desgastadas de dos animales alados con cola de serpiente, muy
probablemente dragones.
Justo al lado de la iglesia había un
pequeño cercado donde pastaban tranquilamente un ternero y sus padres. Cuando
me retiraba el ternero trotó hacia mí con curiosidad y sus padres acudieron
prestos al rescate. Me abstuve de hacer una caricia al ternerito para evitar
malas interpretaciones y regresé a por el coche.
El siguiente destino estaba solo a 2 kms. Se
llamaba Villamaderne y contaba con su
iglesia de San Millán que tenía como único interés una espadaña anexa pero
independiente que se elevaba sobre un arco apuntado y poseía tres niveles
de troneras para las campanas. El primero de doble vano apuntado, el superior
con dos de arco semicircular y el tercero un pequeño ventanal también de medio
punto. Se ha convertido en el sello de identidad de la localidad.
Fotografié también un bonito edificio
adyacente que hace las funciones de ayuntamiento.
Mi periplo continuaba para buscar un pueblo
situado a 7 kms. de allí y que se llama Cárcamo donde se encuentra la iglesia
de S. Juan.
Todo en esta iglesia es de encantadora sencillez.
Se trata de un edificio de una nave de mampostería con bóveda de medio cañón y
cabecera con presbiterio rectangular y ábside semicircular, en este caso de
buena sillería y cubrición de bóveda de horno. En el ábside se abre una
recoleta pero bonita ventana con arquivolta de medio punto decorada con bolas y
dos cortas columnillas de capiteles muy desgastados. Imposta y chambrana son
ajedrezadas. En uno de los sillares se halla labrada una cruz.
La puerta se abre en el muro meridional. Es
sencilla. Tiene cuatro arquivoltas de medio punto, con decoración de baquetón y
bolas dos de ellas. Carece de columnas y los arcos mencionados se apoyan sobre
las respectivas jambas.
Otro elemento destacable de esta iglesia es su corona de
canecillos que, aunque están bastante dañados, todavía muestran apreciablemente
animales y personajes además de otros motivos geométricos.
Una de las singularidades de esta iglesia es una inscripción hallada
en 1975 que indica el año de 1150 y cita a la Orden del Císter.
Desde allí me dirigí hasta lo que iba a suponer - junto al
Santuario de Estíbaliz - el gran descubrimiento de esta primera ruta. Se
encontraba en un pueblo no demasiado grande que se llamaba Tuesta. Después de aparcar fui a buscar la iglesia de la Asunción.
Cuando te pones frente a su portada del S.XIII protegida por un pórtico
y le haces una foto no te imaginas lo que vas a encontrar al aproximarte a
ella.
Poco a poco van apareciendo ante tus ojos siete
amplias arquivoltas apuntadas repletas de esculturas, algunas en orientación
radial y otras longitudinal. Data del
S.XIII y es una verdadera exaltación de la escultura de un románico tardío.
Se esculpieron numerosos ángeles, músicos, animales y
escenas costumbristas. Las columnas que llegan a flanquear la propia portada
son dieciséis.
Por encima de la clave se dispusieron en un momento
posterior - probablemente en el siglo XIV - una serie de figuras góticas de
bulto redondo muy naturalistas que muestran la Adoración de los Magos.
Como una imagen vale más que mil palabras os dejo fotos de
lo que me encontré.
Aún impactado por la belleza de lo visto la rodeé hasta llegar al ábside
hemidecagonal con ventanales rehundidos en el muro en los espacios que dejan
los grandes contrafuertes de las esquinas.
Estos ventanales - de doble arquivolta y cuatro columnas -
son todos netamente románicos, aunque muy tardíos por la escultura que muestran
en los capiteles.
Hay que deleitarse con los canecillos de esta parte del
templo. Muchos de ellos muestran rostros humanos con gestos curiosos pero son
más destacables los zoomorfos, sobre todo las cabezas monstruosas o de rictus
fiero.
Intenté encontrar a alguien que me
informara de cómo podía visitar el interior pero lamentablemente el pueblo
parecía desierto por lo que me hube de contentar con hacer alguna foto del
paisaje que lo rodeaba y de algún rincón
del mismo, despidiéndome de esta preciosidad para buscar el último destino del
día. A todo esto eran casi las cinco y aún no había comido.
Y ahora viene el gran fiasco de este día.
El último destino era un pueblo llamado Tobera. Puse el nombre en el GPS y me dejé guiar por él. Pero
conforme avanzaba y, sobre todo, al descubrir un cartel que indicaba “Comunidad
de Castilla y León” pensé que algo no iba bien. Resulta que hay dos Toberas,
una en Alava que es la que yo buscaba y otra en Burgos que, para más inri, está
cerca de Frías y ya había visitado no en una sino en dos ocasiones para ver sus
cascadas y su ermita. Ya era demasiado tarde para retroceder. Me metí en Frías,
pasé por su ermita y continué por el embalse de la Tobalina hasta encontrar un
lugar donde parar y proporcionar a mi estómago algo con lo que calmar sus
persistentes ruidos.
Programé de nuevo el GPS indicándole “Tobera Alava” y
me dirigí hacia allí haciendo bastantes kms. más de los previstos. Al llegar me
volví a desilusionar. La iglesia de Santa María convertida en ermita por la
despoblación del lugar estaba en la quinta puñeta por un camino sin asfaltar en
lo alto de un cerro. Y, aunque es un ejemplo del románico rural de la comarca
de los Valles Alaveses, ha perdido todo su interés hoy en día.
Edificio de moderadas dimensiones. Cuenta con una nave
incompleta ( no se conservan portadas ) y cabecera de presbiterio recto y
ábside de semitambor. Todo él es de perfecta sillería bien escuadrada y
ajustada.
De su cercanía al Camino de Santiago da fe la abundancia de
ajedrezado jaqués y la presencia de piñas en los capiteles.
El hemiciclo absidal se articula mediante dos columnas
entregas, ventanal central de buenas hechuras y dos impostas.
Cabreado por mi infantil error tomé el camino de regreso a
mi hotel en Vitoria y, tras descansar un poco, no me quedó más remedio que
volver a salir para buscar algún sitio para cenar en el cercano centro
comercial ya que mi hotel, aunque bastante bueno, no disponía de
cafetería/restaurante. A la cama y preparar mi segunda ruta por el románico
alavés.
Sábado 11
Esta segunda ruta se presentaba a priori interesante y curiosa a partes
iguales. Había reservado con la Oficina de Turismo la visita a un par de
iglesias que poseían unas pinturas de lo más variopintas y poco conocidas. El
horario para verlas era a las 10,45 h. con lo cual tenía tiempo antes para
visitar otra curiosidad.
Se trataba de ver en Armentia la Basílica de San Prudencio. Armentia no puede
considerarse un pueblo como tal ya que se encuentra incluida en el barrio de
Mendizorroza a unos 3 kms. en línea recta del centro de Vitoria. Aún así el GPS
me dio varias vueltas ( quizás tenía resaca del día anterior ) hasta que
encontró la basílica que iba buscando.
Al llegar se sufre una pequeña decepción ya
que el edificio, en su conjunto, se parece a una construcción románica lo mismo
que un huevo a una castaña. El motivo es que sufrió en el S. XVIII una
aparatosa remodelación, construyendo un pórtico moderno de cinco arcos,
recreciendo los muros para construir una vivienda parroquial y un cimborrio que
se eleva sobre todo el edificio.
El prestigio alcanzado por la Basílica de San Prudencio de
Armentia en el contexto del románico español se debe, en buena medida, a los
relieves encastrados sobre el muro sur y en el occidental del brazo del
transepto, todos ellos cobijados bajo el pórtico moderno.
Debieron pertenecer, al menos, a dos importantes portadas de
la basílica románica, seguramente ubicadas en el hastial occidental y el muro
sur, respectivamente.
Tuve suerte ya que la
reja de acceso al pórtico - normalmente cerrada - estaba abierta así como la
puerta de acceso al interior en el que dos señoras se encargaban de engalanar
los bancos para una pronta boda.
Os relato los relieves encastrados que pude fotografiar.
Tímpano de la Ascensión de Cristo
Es de grandes proporciones y perfil apuntado. Debió
pertenecer a la portada principal. Sus relieves aluden al momento de la
Ascensión de Cristo en presencia de los once apóstoles, Enoch y Elías más dos
ángeles. El antinaturalismo simbólico de la escultura románica y la adecuación
al marco arquitectónico quedan aquí perfectamente de manifiesto ya que la
figura de Jesús es dos veces mayor que el tamaño de sus discípulos.
Lamentablemente el rostro de Jesús se ha perdido.
Tímpano del Crismón y el Cordero
Este tímpano es de medio
punto y de menores dimensiones, lo que hace pensar que perteneció a una puerta
secundaria.
Está dividido en dos registros. En el inferior aparecen
tumbados (volando) dos ángeles que sujetan con sus manos un crismón trinitario.
Esta iconografía, dentro del solar hispano medieval, es bastante habitual en
Aragón y Navarra.
En el registro superior aparece el Cordero de Dios con la
cruz ( Agnus Dei ) dentro de un clípeo circular flanqueado por dos personajes
arrodillados cuyas inscripciones los identifican como San Juan Bautista e
Isaías, con dos ángeles que portan un crismón.
El Caballero Victorioso
En este muro sur quedan otras muchas piezas escultóricas
descontextualizadas como un relieve del caballero victorioso, personaje a
caballo que pisa con la pata del jumento la cabeza de un ser monstruoso. Aunque
a veces se identifica a este personaje con Santiago Matamoros, se trata de un
anacronismo y habría que identificarlo con la del caballero cristiano
idealizando a Carlomagno y Constantino.
El otro relieve corresponde a una notable escena de la
Anunciación donde es muy reseñable el empeño del escultor por dotar de belleza
y detallismo las vestiduras de San Gabriel y María. Lamentablemente, la cabeza
de la Virgen está perdida.
El relieve del entierro de Cristo
En el muro oeste del brazo sur del transepto encontramos dos
grandes relieves dentro de sendos arcos apuntados.
El conjunto de la derecha viene a mostrar con una sola
representación, de manera muy audaz, dos escenas consecutivas: el Santo
Entierro de Jesús y su Resurrección.
Dos personajes descabezados y dos ángeles se encuentran
junto al cuerpo de Cristo que ya yace sobre un sepulcro cubierto por una sábana
( llama la atención el vientre abultado de Jesús ). A la derecha, sentado a los
pies del sarcófago está un precioso
ángel que mira hacia arriba, donde se hallan las Tres Marías que quieren
embalsamar su cuerpo.
Esta parte de la secuencia está bastante mejor conservada y
es realmente espectacular.
La Anástasis
Se conoce como Anástasis ( resurrección en griego ) la
bajada a los infiernos de Cristo, inmediatamente después de su muerte, para
liberar a los justos que habían muerto con el pecado original. No es una escena
demasiado frecuente en el románico - a diferencia de la pintura bizantina - por
lo que nos interesa especialmente la iconografía plasmada en Armentia.
Cristo, de pie, dirige su cuerpo a la derecha del espectador
mientras mira hacia atrás tirando de la mano de un personaje con túnica y las
piernas semiflexionadas ( Adán ) lo que enfatiza la sensación de dinamismo de
la escena. Detrás aparece Eva con el cabello cubierto propio de las mujeres
casadas medievales.
Detrás vemos varios demonios ilustrados como cabezas
horrendas con cabellos y barbas llameantes ( cabezas de medusa ) que atormentan
a diversos pecadores.
En resumen, el visitante de esta basílica se enfrenta a un
rompecabezas imposible de resolver, pero en el que sus piezas poseen tal
belleza y calidad que se disfrutan por sí mismas.
Antes de irme tuve tiempo de entrar en la iglesia y
fotografiar uno de los capiteles desconceptualizados de la entrada que muestra un mascarón de animal aflorando sobre plantas. A
ambos lados, unos cuadrúpedos ( parece adivinarse la anatomía de perros galgos )
agachan sus cabezas hasta el nivel de los collarinos del capitel.
Volví a por el coche para desplazarme hasta
el punto acordado con la guía que se encontraba a 28 kms. de allí. Se trataba
de un pequeño pueblecito con encanto llamado Gaceo y el lugar acordado para reunirnos era el pórtico de
entrada a la iglesia tardorrománica de San Martín
de Tours. Como llegué a las 10,30 me entretuve fotografiando la puerta
de entrada que presenta tres arquivoltas apuntadas sin decoración que descansan
sobre columnas y jambas con capiteles todos ellos sin elementos decorativos.
De igual manera plasmé un ventanal del ábside con tres
arquivoltas de medio punto con diferentes motivos ( rollos, pequeñas cabecitas,
etc. ) que se apoyan en finas columnillas lisas al igual que los capiteles de
los cuales solo uno está decorado con motivos vegetales.
Poco a poco fue llegando gente hasta formar un grupito
de unas 25 personas y unos minutos después llegó la guía que se dispuso a
organizarnos, cobrar la entrada y abrir la puerta para que pasáramos al
interior.
Una vez instalados pudimos apreciar un ábside
totalmente decorado con pinturas del S.XIV pertenecientes al estilo denominado
Franco Gótico o Gótico lineal y en ellas se representa toda una serie de temas
con fin catequético y docente.
Estas pinturas murales fueron descubiertas por Juan
José Lecuona, el párroco de una localidad vecina en 1967 y se encontraban
ocultas tras un retablo barroco y varias capas de cal. Una vez comprobado por
expertos el valor de las mismas se recomendó la retirada del retablo y su
inmediata restauración.
La bóveda de cuarto de esfera del ábside muestra una
espectacular representación de la Trinidad dentro de una mandorla lobulada, con
el Padre sosteniendo a Cristo crucificado y encima de él una paloma
simbolizando al Espíritu Santo.
Debajo, en el hemiciclo, se relata la Crucifixión de Cristo
con Longinos, Stephaton, la Virgen María y San Juan Evangelista, además del
Pesaje de las Almas y Abraham acogiendo las almas de los bienaventurados.
En la bóveda de medio cañón del presbiterio hay un relato
secuencial de episodios bíblicos en viñetas rectangulares.
La
guía, con una explicación muy amena, fue desgranando cada una de las escenas y
personajes representados en las pinturas, lo que sería excesivo relatar aquí.
La verdad es que, in situ, resulta deslumbrante lo que se ocultaba tras el
retablo y la cal.
Terminada
la visita fuimos desfilando con los coches en fila india hacia el segundo punto
del recorrido.
Este
se encontraba en otro pueblecito llamado Alaiza
a tan solo 4 kms. del anterior. Aquí se encuentra la iglesia de la Asunción y en ella fueron
descubiertas por el mismo párroco que encontró
las de Gaceo, uno de los ciclos de pinturas murales medievales más extraños y
enigmáticos de la Península Ibérica.
La iglesia como tal es una construcción
tardorrománica rural de dos naves. La principal y más antigua dispone de cuatro
tramos, estando cubierta con bóveda de medio cañón apuntado y reforzado por
arcos fajones que desemboca en un ábside semicircular precedido de su
correspondiente tramo recto presbiterial.
Ríos de tinta han corrido desde el
descubrimiento de las pinturas tanto en
lo referente a su cronología como a su temática, habiéndose planteado desde que
pudiera tratarse de alguna visión apocalíptica, a la representación de la
Batalla de Nájera que tuvo lugar entre 1367 y que enfrentó a Pedro I de
Castilla y su hermanastro Enrique de Trastámara. Hasta ahora no se ha llegado a
una conclusión inequívoca.
Lo primero que llama la atención es que el
conjunto se aleja totalmente del prototípico esquema medieval visible en la
cercanísima iglesia de Gaceo. En su lugar, sin aparente orden ni concierto,
se suceden distintas escenas teóricamente independientes compuestas por figuras
en tonos rojos y negros realizadas mediante técnica mixta. Figuras alejadas de
cualquier tipo de naturalismo a caballo entre lo naif y, con las debidas
distancias, con las pinturas prehistóricas de abrigos y cuevas.
En el cascarón absidial se reconoce una escena de asedio a
un castillo en la que sus moradores se defienden a base de flechas, bloques de
piedra y lanzas con escudo.
En torno a la fortaleza el ejército que
asedia el castillo está conformado por infantes y caballeros, uno de los cuales
porta un estandarte y corona.
Al lado, conectado con una línea, lo que
aparenta ser un entierro en el que desde el castillo a una iglesia cercana
varios personajes trasladan el féretro del difunto. Al otro lado, una procesión
de damas portando palmas y otros objetos se dirigen a una construcción en cuyo
interior aparecen representadas otras dos mujeres.
En el presbiterio el esquema pictórico pasa a dividirse en
franjas a la manera de la miniatura medieval, limitándose a la forma del
despiece de los sillares animadas con fórmulas geométricas decorativas en las
bóvedas y a diferentes escenografías en los muros.
En el arranque de la bóveda del evangelio se reconocen
varios combates ecuestres, un parto ( bien pudiera ser Satanás pariendo el mal ),
un intento de agresión o violación y una procesión de damas que se dirigen a
una iglesia con sus campanas y el campanero.
En el muro opuesto, el de la epístola, se representaron
animales domésticos, personajes que podrían ser peregrinos portando cruces, así
como un último personaje tañendo un cuerno que podría ser parte de una acción
cinegética.
Estas desconcertantes pinturas han sido objeto de
innumerables hipótesis. En los últimos años
ha cobrado fuerza una nueva y prometedora vía que plantea que, en
realidad, este edificio no fuera en origen una iglesia sino una casa-palacio de
alguna familia noble y que el ábside fuera la capilla privada separada por
algún elemento del resto. Los dueños del mismo encargarían la decoración de la
misma a algún artesano de la zona. Algún detalle apoya esta teoría como la
presencia a los pies del templo de una ventana tronera, propia de un ámbito
laico y habitual en casas y palacios. Pero sigue sin responderse a las
preguntas de por qué se eligió esta temática completamente pagana y por qué se
realizaron estas pinturas de manera tan simplista y esquemática con la utilización
de tan solo dos tipos de colores.
Lo cierto es que estas llamadas “ pinturas rojas “, aunque
con mucha menor profusión, se pueden encontrar en otras iglesias de la zona
como Obécuri, Arbulo, Legarda o Gopegui lo que indicaría la existencia en esa
época de una corriente pictórica localizada en un territorio geogáfico y,
quizás, la existencia de un taller itinerante encargado de su realización.
De cualquier manera el misterio continúa y quizás nunca se
encuentre la respuesta.
En la iglesia también encontramos una bonita pila bautismal
de aspecto medieval con una copa sin relieves escultóricos unida a un pie
cilíndrico y que todavía conserva gran parte de su policromía original.
Al salir fotografié la entrada que presenta la particularidad de tener dos pórticos. El primero con su correspondiente puertecita de dos arquivoltas de boceles y escocias sobre jambas baquetonadas con diminuto capitel que imitan delgadísimas columnas.
Este pórtico da acceso a la puerta de
ingreso a la nave meridional (la más tardía de las dos que posee la iglesia de
Alaiza). Por desgracia, está actualmente bastante mutilada.
Me despedí de la guía que continuó el
recorrido por otros lugares con parte del grupo mientras yo seguí mi periplo
hacia otro pueblo de la Llanada Alavesa denominado Oreitia y distante 15 kms. Allí se encuentra la iglesia de San Julian y Santa Basilisa.
Este templo ha sufrido múltiples reformas y, fruto de
ello, su aspecto exterior es algo deslavazado. Me interesaban algunos detalles
escultóricos presentes en los canecillos y en una pieza incrustada sobre un
óculo que es una talla de un caballero con lanza y escudo y que se conoce como
El Caballero de Oreitia.
La iglesia románica arranca a finales del S.XII,
quedando de ella una preciosa portada sobre un arimez concebida a modo de arco
triunfal con cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas. Fue tallada por un
taller de gran calidad que dejó como sello distintivo la arquivolta interior
donde se despliega una trabajada decoración con arcos cruzados.
Los capiteles, finamente trabajados, tienen diferentes
motivos destacando uno de ellos que representa a San Miguel luchando con un
dragón.
Junto a la portada se encuentra una ventana de medio
punto también románica con dos arquivoltas que se apoyan en columnas con
capiteles vegetales.
En el espacio central del ábside se abre una ventana
claramente gótica que ahora se encuentra cegada. En ella destacan sus capiteles
con motivos vegetales y en uno de ellos se aprecia a dos arpías enfrentadas. El
guardapolvos descansa en dos ménsulas esculpidas con cabezas de animal.
En un radio de unos 10 kms. se encontraban los cuatro
pueblos que completaban mi recorrido por el románico de Alava.
El primero era Elburgo con
su pequeña Ermita de San Juan de Ararian situada
en las afueras y que conserva un ábside semicircular con canecillos y un ventanal
con rudos capiteles, pero que interesan por los motivos esculpidos. En los
canecillos podemos encontrar figuras de músicos, animales y un guerrero con una
gran espada.
Uno de ellos presenta a dos hombres que se
cogen de las manos en lo que parece un juego de lucha o combate.
El siguiente de estos pueblos era Gáceta con su iglesia de San Martín del S.XIII.
Ha sido objeto de varias reformas modernas, aunque se ha
conservado en aceptable estado su bonita
puerta de ingreso abierta en el muro del mediodía, a pesar de que ha perdido
buena parte de los sillares que constituían el arimez en el que se construyó.
Tiene arquivoltas apuntadas que forman una superficie abocinada
casi continua. La decoración es vegetal, con las clásicas palmetas de ápices
doblados hacia adelante. Esta planta denominada en vasco eguzkilore se considera que aleja y protege de los malos espíritus
las viviendas.
El penúltimo de mis objetivos se encontraba en Añua y era la iglesia de la Natividad.
Es un edificio fruto de dos fases
constructivas: la cabecera es del siglo XIII y el resto del cuerpo del templo
ya del XVI. Nos interesa aquí la peculiar cabecera - no vuelve a darse en todo
el románico alavés - con un ábside ochavado de cinco paños que denota una fase
muy tardía en su construcción. Destacan los arcos apuntados que se enmarcan en
cada paño por una serie de arquerías ciegas con columnillas y ménsulas esculpidas que
cobijan ventanales de arquivoltas también apuntadas. Algunos de los paños
tienen unos bellos óculos en forma de flor. En todo el ábside hay una
decoración vegetal muy abundante.
La escultura de los capiteles y los
canecillos denotan una calidad estética bastante ruda. No obstante, dichos
relieves atraen muchos visitantes gracias a su excepcionalmente expresivo
carácter. En efecto, algunos de los mascarones y rostros que hallamos podrían
ser calificados como esperpénticos. Además, tampoco faltan los habituales temas
sexuales del románico rural.
Para finalizar me trasladé hasta Alegría para buscar la Ermita de Nuestra Señora de Ayala.
Encontrarla no es sencillo. Hay
salir de Alegría, puesto que se encuentra a un kilómetro aproximadamente,
atravesando la vía del tren y adentrarnos por una pista asfaltada por campos de
labor hasta una pequeña loma donde se sitúa un parque- merendero.
Se considera un templo tardorrománico,
perteneciente al siglo XIII, aunque es más que probable que esté ejecutado en
varias fases y con reformas medievales.
La mayor parte del edificio está construido con pequeños
sillarejos menos las partes más nobles dedicadas a la puerta, ventanales y
galería porticada que emplean una bien tallada sillería.
Dispone de la habitual planta de los templos románicos
rurales, esto es, una sola nave que se engarza con una cabecera formada por un
tramo presbiterial rectangular y un ábside semicilíndrico. Sin embargo, se
aprecia en este edificio una amplitud notable y una verticalidad en sus muros
que nos hablan de una obra bien hecha y con recursos económicos holgados.
Lo primero que hay que poner de manifiesto del pórtico es su morfología que difiere sustancialmente de sus vecinas castellanas o navarras, ya que éstas se componen de un podium alto que soporta pequeñas columnas y arcos también de tamaño moderado. La galería del Santuario de Ayala, sin embargo, carece de podium por lo que el espacio interior se encuentra comunicado con el exterior a ras de suelo. Otro aspecto diferenciador es el enorme tamaño de sus tres arcos - uno de medio punto y dos apuntados - que apoyan sobre pilares con columnas adosadas, al estilo de los soportes interiores de las iglesias románicas, pero alejados de la tipología habitual de otras galerías porticadas.
Los capiteles que se conservan están
tallados a bajorrelieve, abundando las formas vegetales y geométricas bastante
esquematizadas. Uno de ellos muestra la cabeza de un animal orejudo entre los
vástagos de donde salen grandes hojas. No cabe duda de que el valor de este
pórtico hay que buscarlo en los aspectos histórico y arquitectónico porque no
sobresale especialmente en lo escultórico.
En el tramo sur del presbiterio hay un
ventanal que parece algo posterior por su ubicación y características. Está
realizado con sillería de piedra caliza de tonalidad rosada muy agradable.
Tiene numerosas arquivoltas muy apuntadas y seis columnillas con capiteles
donde se nos muestran hojas y cabezas humanas, tanto masculinas como femeninas
( atención a los tocados y barbuquejos ).
La puerta de ingreso al templo se halla en
el muro meridional. En el centro de un cuerpo resaltado o arimez se abre un vano
apuntado rodeado de cinco arquivoltas del mismo perfil. Las formas que combinan
son superficies lisas, boceles y escocias, además de amplios ajedrezados. Los
apoyos son jambas, no disponiéndose de ninguna columna.
Completado con éxito mi recorrido programado me desplacé
hasta Alegría para comer algo y, tras ello, volví a Vitoria. Al día siguiente
tocaba regreso.
Domingo 12 y Lunes 13
Mis planes eran pernoctar el domingo en Uclés pero un mensaje de Booking
me comunicaba que el hotel reservado había cerrado y no podía alojarme cosa
que, por otra parte, me pareció lamentable. Salvo que fuera por una causa
grave, lo lógico era cumplir con los compromisos ya reservados y después echar
el cierre. En fin, sobre la marcha reservé otro hotel en el cercano Tarancón y
salí el domingo desde Vitoria para llegar a mediodía. Al día siguiente misma
operación y a comer a casa.
Ha sido un viaje muy interesante y he podido comprobar que el románico
en España posee unos patrones comunes pero que, debido a diferentes
connotaciones, se ha desarrollado con características particulares según las
distintas zonas por las que se ha expandido. Nuestro país es muy diverso en
costumbres, cultura, lengua, carácter e incluso gastronomía. Y el arte románico
no iba a ser menos. Quizás por eso merece la pena conocer nuestro territorio en
profundidad y amarlo tal y como es, dejando provincianismos y sentimientos
nacionalistas a un lado. Solo así abriremos nuestras mentes y nos sentiremos
orgullosos de pertenecer a esta piel de toro con todo lo que ello conlleva.
No sé si mi culo inquieto me permitirá hibernar durante una temporada o
pasado mañana volveré a buscar nuevos destinos. Si así fuera aquí lo contaré.
Gracias a los que leen estas aventuras
y cuidaros que está la cosa, como decimos en Andalucía, “mu achuchá”.