RUTA MUDÉJAR
Aprovechando la festividad del Pilar y que
tenía unos días libres, había pensado hacer un último viaje antes de que
entrara el frío y tener que guardar la moto, por lo menos para viajes largos.
Mi idea original era hacer una ruta por los Pueblos Blancos de Cádiz y Málaga y
así la organicé, pero conforme se aproximaba la fecha y, como hago siempre,
consulté los partes meteorológicos y, prácticamente en todos, presagiaban en
esa zona tormentas. Así que apurando al máximo, no me quedó más remedio que
cambiar mi idea primitiva y sustituirla por una zona que no presagiaba lluvia y
que también me apetecía conocer. De esta manera me dispuse a realizar un
recorrido por la arquitectura mudéjar de la provincia de Teruel, adentrándome
algo en Zaragoza para conocer los sitios que ahora os contaré. Los Pueblos
Blancos se quedan pendientes para una estación mejor (¿primavera tal vez?).
DIA 1 (Murcia – Teruel )
Para ir a
Teruel desde Murcia la opción mejor y casi única es llegar a Valencia por la
A-7, pero si no se quiere pagar peaje, os aconsejo que en Alicante os desviéis
por la A-77 en dirección a Alcoy y allí se retoma la A-7 hasta Valencia. Es una
buena autovía, con poco tráfico y sólo dos radares (a la entrada y salida del
túnel de l´Ollería). Una vez llegados a Valencia se toma la circunvalación en
dirección a Barcelona y, al llegar a Sagunto, se coge la A-23 que nos llevará a
Teruel (ésta autovía se llama Autovía Mudéjar, adelantándonos lo que nos vamos
a encontrar). En total son 379 kms. que se recorren en unas 4´5 horas con dos
paradas.
Al llegar a
Teruel fuí directo al hotel ( El Mudayyan) que está muy céntrico y con buenas
habitaciones aunque con ciertas dificultades para aparcar aunque sea una moto.
Tomé la mía y, después de comer algo a base de buenas tapas (La Barrica), me
dispuse a visitar todo lo que la luz solar me permitiera.
El arte
mudéjar es un fenómeno exclusivamente hispano que se da con la fusión de
estilos cristianos ( románico, gótico y renacentista ) y el puramente musulmán.
Se extendió entre los S.XII y XVI y fué practicado por los mudéjares,
habitantes de religión musulmana y cultura árabe pero que vivían en reinos
cristianos y, a cambio de un impuesto, podían conservar su religión e incluso
un estatus jurídico propio. Este arte se expandió por Extremadura, Andalucía,
Valencia y Castilla-León, pero fué en Aragón dónde se desarrolló con
características propias como la utilización de manera profusa de cerámica
vidriada en sus construcciones.
Teruel es una
ciudad pequeña, con un casco histórico muy concentrado donde todo queda muy a
mano y se recorre paseando en poco tiempo. Al lado justo del hotel se hallaba
la iglesia del Salvador cuya configuración actual data del S.XVII después de
sucesivas reconstrucciones. Consta de una sola nave con capillas laterales.
Formando
parte del conjunto se sitúa una de las dos torres mudéjares más impresionantes
de la ciudad (la otra es la de San Martín). Se trata de la torre del Salvador
que sobresale entre los techos aledaños como si fuera un minarete aunque, en
realidad, ninguna de las dos desempeñó tal función ya que fueron construidas en
la época de dominación cristiana.
En realidad
son dos torres, una sobre la otra y entre ambas se hallan los pasillos y
escaleras. Además del empleo de cerámica vidriada en el exterior, lo que
caracteriza a éstas torres es su disposición con pasadizo de calle en su base,
es decir, un arco por el que se puede penetrar en la ciudad y que no
encontramos en ningún otro lugar fuera de Teruel. Se apunta a que fué la
solución para aprovechar el escaso espacio de construcción en una ciudad tan
pequeña y así poder facilitar la entrada y salida de la misma. Data del S.XIV
y, cómo no, tiene su propia leyenda. Dos amigos Omar y Abdalá, ambos
arquitectos, se enamoraron de la misma mujer Zoraida y, para no romper su
amistad, decidieron que se quedaría con los favores de la bella dama aquél que
consiguiera levantar en el menor tiempo posible una torre igual que la de su
competidor. Omar construyó la torre de San Martín y terminó antes que Abdalá que hizo la del Salvador pero los encargados
de dirimir el reto descubrieron que la torre de San Martín se hallaba
ligeramente inclinada por lo que Abdalá fue el ganador del curioso reto y Omar
se suicidó arrojándose desde la torre de San Martín (¡cuanto trabajo para
terminar así por unos cuantos grados más o menos!).
Desde la torre
del Salvador me dirigí el epicentro de la ciudad: la plaza del Torico. Se trata
de una plaza porticada más o menos cuadrangular y que en su centro posee una
fuente que se halla rematada por la figura de un pequeño toro que sorprende a
los visitantes por su tamaño. A mí, más que el torico, me gustó un edificio con
una preciosa fachada azul (la casa del Torico) que hoy es propiedad de la Caja
Rural de Teruel (¿os suena de algo?)
Desde allí me
dirigí al conjunto mudéjar más completo de Teruel, la iglesia y la torre de S.
Pedro, declarados Patrimonio de la Humanidad. El interior es espectacular,
rebosante de color y con un precioso retablo del S.XVI . El claustro tiene
columnas rematadas con figuras decorativas de diferentes motivos, algunas de
dudoso gusto estético como podéis comprobar.
Anexo al
conjunto anterior se halla una construcción moderna denominada el Mausoleo de
los Amantes de Teruel. Alrededor de éstas figuras símbolo de la ciudad se ha
montado un tinglado comercial para mí exagerado, podéis comprar libretas,
colgantes, llaveros, libros, imanes, cerámica y lo que se os ocurra …. de los
amantes. Más allá de la certeza o no de la existencia de éstas figuras
legendarias que murieron ¿de amor? (he repasado mis libros de Medicina Interna
y no he encontrado por ningún lado ésta causa como desencadenante de un
fallecimiento), lo cierto es que se encontraron dos figuras momificadas
vestidas con ropas medievales que, tras muchos avatares y traslados, se
sometieron a la prueba del carbono-14 que las situó en la fecha aproximada que
cuenta la historia. Hoy, tras tanto ajetreo, descansan para ¿ siempre ? en éste
Mausoleo dentro de un conjunto escultórico construido por el famoso escultor
Juan de Ávalos. El caso es que son una fuente de ingresos nada despreciable
para la ciudad, que hay una Fundación dedicada a los mismos y que incluso en el mes de Febrero se celebran en
su honor unas de las fiestas más importantes de la misma: las Bodas de Isabel.
En fin, el que quiera creer que crea pero lo cierto es que es un gran ejemplo
de merchandising y buen aprovechamiento de los recursos históricos.
Ya estaba
anocheciendo y decidí terminar el día visitando otro de los lugares
emblemáticos de ésta bonita ciudad: la Escalinata. Es una obra del S.XX y se debe al ingeniero
José Torán de la Rad. La finalidad de la misma es salvar los 26 metros de
desnivel que existen desde la estación de ferrocarril hasta el paseo del Óvalo
y, de ésta forma, dar una entrada señorial a los viajeros que llegaban a
Teruel. Está construida en estilo neomudéjar aunque presenta reminiscencias
gaudianas llamativas. Consta de varios tramos y está presidida por una fuente y
un relieve dedicado a los Amantes. Mi consejo es que la veáis bajando desde el
paseo del Óvalo ya que para volver a subir hay un ascensor que se sitúa en la
parte izquierda mirando de frente desde abajo.
Como ya se
había hecho de noche entré en uno de los bares que hay en el paseo del Óvalo y,
por supuesto, no pude dejar de probar el famoso jamón de esta tierra que
ofrecen absolutamente todos los bares y restaurantes de Teruel. Está muy bueno
pero, para ser sincero, el que me pusieron a mi tenía un puntito salado de más.
A descansar para seguir camino al día siguiente y lo que me quedaba por ver de
Teruel lo dejé para la vuelta.
DÍA 2 (Teruel –
Daroca)
Saliendo de
Teruel en dirección Zaragoza se toma la N-420 que se dirige a Alcañiz. El día
estaba muy nublado y amenazaba lluvia, así que sin entretenerme mucho inicié mi
ruta, parando a 30 kms en un pueblecito llamado Alfambra para ver la iglesia de
la Asunción del S.XVII y algunas casas señoriales como el Palacio de Dª Ricarda
Gonzalo de Liria de estilo renacentista y otros edificios modernistas. Tenía
interés en ver un museo único en el mundo, el Museo de la Remolacha Azucarera,
pero estaba cerrado y, además, iba algo justo de tiempo.
Así pués,
retomé la N-420 y me dispuse a recorrer los más de 100 kms que me separaban del
siguiente destino enlazando con la A-222 (no es una autovía sino una comarcal,
la A es de Aragón). La carretera era bastante buena y con muy poco tráfico y
discurría por varios pueblecitos en los que se divisaban al pasar sus iglesias con
sus respectivas torres mudéjares cada uno. De ésta manera llegué a mi siguiente
parada: Belchite. El motivo de la visita era más bien sentimental, ya que aquí
tuvo lugar una de las batallas más famosas de la Guerra Civil y mi padre estuvo
en ella. Tenía vagos recuerdos porque mi padre me había llevado a verlo con 8
años y quería visitarlo con más detenimiento. El pueblo, por orden de Franco,
se dejó tal cual había quedado cuando acabó la guerra y se construyó otro justo
al lado (Belchite Nuevo) pero las inclemencias del tiempo y los actos de
vandalismo lo habían deteriorado tanto que el Ayuntamiento desde hace poco
decidió vallarlo por completo y sólo se puede visitar mediante visita guiada
previo pago de 6 euros. Recorrí su perímetro (por cierto, hay puntos por dónde
se puede entrar sin gran dificultad ahorrándote el peaje, pero no lo hice). La
verdad es que sobrecoge al ver los restos que quedan imaginar la crudeza de la
batalla librada y las penurias que debieron pasar en ambos bandos los soldados
que intervinieron y sobrevivieron, entre ellos mi padre.
Desde Belchite
se recorren 19 kms en muy buen estado de la A-220 y se llega a Fuendetodos,
pueblo natal de Goya. Es un pueblo pequeño en el que Goya aparece por todos los
rincones (estatuas, calles, bares). Lo primero que hay que hacer es buscar el
Museo del Grabado (no tiene pérdida) y allí se adquiere la entrada conjunta (3
euros) para el mismo y para la Casa Natal. El Museo consta de dos pisos, en el
primero hay una serie de grabados dedicados a la Tauromaquia y en el segundo a los Disparates.
Después de admirar la obra del genio, la amable encargada del Museo me acompañó
a visitar la Casa Natal, una casa rural rehabilitada con tres niveles en los
que se reparten las dependencias de la misma. Realmente Goya nació aquí por
casualidad, ya que su padre era maestro dorador y vino al pueblo para realizar
un trabajo encargado para la iglesia, siendo durante su estancia temporal
mientras realizaba el encargo cuando nació Francisco que, con pocos años, se
trasladó a Zaragoza.
Casa natal de Goya
Una estatua
Arbol genealógico de Goya
Desde
Fuendetodos me dirigí a Cariñena pero ¡oh sorpresa!, la misma A-220 que me
había llevado tan a gusto cambiaba bruscamente de aspecto, con un asfaltado
infame, lleno de baches profundos que me hicieron recorrer los 25 kms de
distancia dando saltos y esquivando baches para no ir al suelo (señores de la
Consejería de Fomento o como se llamé aquí, es indigno tener éste tramo de
carretera sin arreglar y más estando el resto en perfectas condiciones, son
sólo 25 kms y es la única vía de comunicación entre Fuendetodos y Cariñena. Así
que “manos a la obra” que no creo que se arruinen por ello).
En Cariñena
tenía previsto visitar la iglesia de la Asunción que, según mi programa, es
barroca pero conserva una torre gótica y también la iglesia de Santiago que
tiene de particular que es subterránea pues fué la capilla de un antiguo
hospital, pero amigos la naturaleza no entiende de nuestros planes y para
entonces los cielos se habían abierto y llovía con intensidad, así que no me
quedó más remedio que parar, aprovechando para comer y esperando que la
tormenta amainara.
Sobre las cuatro y media cesó casi completamente la lluvia y aproveché para recorrer los 40 kms que me separaban de Daroca por la A-23. En Daroca se entra por la Puerta Alta y se recorre la calle principal del pueblo que está adoquinada para salir por la Puerta Baja. Mi hotel se encontraba a mitad de ésta calle (Hotel Cienbalcones) y era un bonito edificio con un patio central cuadrangular al que daban todas las habitaciones, muy amplias y decoradas con estilo moderno y todas las comodidades. Además tenía un buen restaurante. Todo ello por 50 euros A/D. Tomé la mía y salir a recorrer todo lo que pidiera de la ciudad.
Daroca es una ciudad completamente amurallada, de hecho se puede hacer un recorrido de unos 4 kms por toda la muralla divisando los lugares más emblemáticos del pueblo desde arriba. Yo no lo podía hacer por falta de tiempo así que fui a ver algunas de las numerosas iglesias con que cuenta la población (avisaros que la gran mayoría están desacralizadas y por tanto cerradas, siendo visitables sólo si contratas una visita guiada en Información Turística). Ví la iglesia de San Miguel y la de San Juan, así como la de Santo Domingo del S.XII y de estilo románico-mudéjar, cuya torre es considerada como el ejemplo más antiguo del mudéjar aragonés. Sí se puede visitar sin guía la Basílica de Santa María de los Sagrados Corporales ( antigua colegiata) que data del S.XII con sucesivas ampliaciones y reconstrucciones en los siglos siguientes. En el exterior destaca la Puerta del Perdón con un impresionante tímpano que representa el Juicio Final. Se accede al interior por la puerta principal románica y, ya en el mismo, hemos de admirar la grandiosidad del edificio, con preciosas capillas laterales de diferentes estilos, un enorme baldaquino en el altar mayor, un coro de 50 sillas góticas y un magnífico órgano del S.XVI en el que tocaron Pablo Bruna “el ciego de Daroca” y posteriormente el Maestro Mingote, padre del conocido humorista gráfico.
Puerta Baja
Iglesias de DarocaPuerta del Perdón
Baldaquino
Exterior de la Basílica de Santa María
Me quedaba ya
poco tiempo (la lluvia había retrasado mis planes) así que atravesando la
Puerta Baja fui a ver la Fuente de los veinte caños, construida en el S.XVII y
uno de los pocos ejemplos de fuentes monumentales que se conservan en Aragón.
Los caños (bastante deteriorados) representan cabezas humanas y entre ellos hay
motivos frutales. Está coronada por un friso corrido y un frontón con el escudo
de la ciudad.
Ya de noche
volví al hotel para cenar y descansar y seguir mi recorrido al día siguiente.
DÍA 3 (Daroca –
Calatayud)
Aunque
lloviznaba algo inicié el camino para ver un pequeño pueblo que había leído
que, tras ser casi abandonado, lo habían rehabilitado con esmero y en la
actualidad merecía la pena una visita. Pero me ocurrió lo que nunca antes me ha pasado en mis viajes: ¡¡ no
lo encontré !!. Yo viajo sin GPS, aunque en contadas ocasiones he utilizado el
del móvil y cuando me despisto y no sé la ruta hago lo de toda la vida, paro y
pregunto. Pues bien, por más indicaciones que me dieron las personas a las que
pregunté o bien no está señalizado el camino al pueblo o estoy perdiendo
facultades que, por la edad, sería hasta lógico. El caso es que después de dar
varias vueltas sin encontrar la indicación a seguir y como la llovizna
aumentaba decidí saltarme ésta parada y continuar hasta el siguiente destino.
Ah!, el pueblo se llama Anento y prometo por mis muertos más frescos que, si
vuelvo a pasar por aquí, lo visito aunque sea lo último que haga en la vida y
tenga que recorrer todos los caminos de Aragón.
Frustrado por
mi imprevista torpeza tomé la N-234 para recorrer los 68 Kms que me separaban
de Calatayud. En el agradable camino con preciosos paisajes y riachuelos
atravesé varios pueblecitos que, por su aspecto, bien hubieran merecido un
paseo tranquilo por cada uno, pero quería llegar con suficiente tiempo a
Calatayud para poder ver todo lo que traía en mi hoja de ruta.
Fui directo a
dejar las cosas en el hotel (Monasterio Benedictino), un antiguo monasterio
rehabilitado con gusto y con una preciosa iluminación nocturna y me dispuse a
saborear lo que Calatayud me deparara.
La ciudad es
monumental y mudéjar, se trata de un recinto fortificado formado por castillo,
murallas y puertas y que es el más antiguo recinto árabe que se conserva en
España (S.IX). Se trata de cinco puntos o castillos enlazados mediante murallas
que rodean a la ciudad (Castillo Mayor, Castillo de Torre Mocha, Castillo de
Doña Martina, Castillo del Reloj y Castillo de la Peña). Están en diferentes
estado de conservación y alguno, como el de la Peña, en ruinas.
La visita puede comenzar por la Plaza Mayor,
cuadrangular y porticada, con edificios que reclaman a gritos una
rehabilitación en profundidad. En algunos se han colocado carteles de SE VENDE pero,
como podéis comprobar por la foto de abajo, el que lo compre o le gustan las
grandes emociones o directamente es un majadero.
¿Alguien se anima?
Desde la Plaza
Mayor se puede ir hasta la Colegiata Santa María, pasando en el trayecto por el
Mesón de la Dolores que es hotel, restaurante y Museo de la Dolores (2 euros la
entrada). Particularmente pienso que, a diferencia de la historia de los
Amantes de Teruel que tiene elementos (como el hallazgo de las momias) que
pueden justificar la existencia real de los personajes aunque luego se fabulara
con ellos, lo de La Dolores parece más una tradición sin mucha base en que el
maestro Bretón (quizás inspirado por una coplilla popular que escuchó) se
inspiró para componer su famosa zarzuela La Dolores. Yo, como antiguo tuno, he
cantado en numerosas ocasiones “ …. si vas a Calatayud … “ y por ello me
abstuve de preguntar por la susodicha para evitar mosqueos innecesarios.
La Colegiata
Santa María la Mayor se halla en el centro de la ciudad. Es un edificio del
S.XII levantado sobre una antigua mezquita aunque el aspecto actual es de
inicios del XVII . En la misma se celebraron
las primera Cortes de Calatayud y juraron los fueros de la ciudad el emperador Carlos y el rey
Felipe III. En el exterior destaca una magnífica portada del S.XVI obra de
Fuentes Jiloca. Está construida en alabastro con numerosas figuras bíblicas
rodeando a la de la Virgen y dos preciosas puertas en roble nogal obra de
Esteban de Obray.
La torre
mudéjar es una de las más altas torres mudéjares de Aragón, con 72 metros. Al
igual que las de Teruel son dos torres
superpuestas entre las que discurren escaleras de ladrillo. El ábside es uno de
los vestigios mudéjares realizado enteramente en ladrillo.
Torre mudéjar
El interior,
muy amplio, es de planta rectangular con capillas laterales. Los elementos
mudéjares más antiguos que se conservan son el claustro y la sala capitular,
ambos de gran sobriedad.
Desde la
Colegiata se recorre una calle (por cierto con un edificio que tiene una
original decoración en la fachada) …
… para
desembocar en la iglesia de San Juan el Real del S.XVII y construida por los
jesuitas. Es de planta de cruz latina y lo que más me llamó la atención de ella
es que en las pechinas hay pinturas de Goya, además de un extraordinario órgano
barroco.
La
Real Colegiata del Santo Sepulcro se construyó
como una réplica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Fué levantada en el
S.XII por la Orden del Santo Sepulcro. Está realizada casi íntegramente en
ladrillo y la fachada principal, muy austera, está flanqueada por dos torres.
El interior es monumental, con tres naves separadas mediante pilares toscanos
con arcos de medio punto. Los retablos
constituyen un caso único, ya que representan el ciclo completo de la Pasión de
Cristo. En el presbiterio hay un baldaquino del S.XVIII de Félix Malo,
estructura barroca construida en mármoles y madera que contiene la imagen de un
cristo yacente. El claustro, aunque
restaurado, es el mudéjar original con planta cuadrada y galerías en las que se
pueden ver parte de la pintura original.
Ya era la hora
de comer así que busqué uno de los restaurantes que traía apuntados (La Perla)
donde comí bastante bien (excelente el churrasco a la brasa) y, aprovechando
que iba bien de tiempo, fui al hotel para descansar un ratito.
Ya por la
tarde aproveché para dar un paseo por los márgenes del rio Jalón y comprobar
que es un espacio muy bonito y poco aprovechado. Limpiando los márgenes de
cañizales y arreglándolos mínimamente se puede hacer un espacio de ocio y recreo
para disfrute de los bilbilitanos.
Puerta de Terrer
Hotel Monasterio Benedictino
DÍA 4 (
Calatayud – Albarracín – Teruel )
Después de
desayunar y preparar la moto me dispuse a recorrer los 152 kms que separan
Calatayud de Albarracín, primero por la N-234 y luego por la A-23. Hay que
regresar a Daroca y, por un momento, tuve la tentación de volver a buscar
Anento (se me había quedado clavada la espinita) pero decidí seguir la hoja de
ruta y continuar hasta el destino. Los últimos 35 kms hay que salirse de la
A-23 en Cella y tomar la comarcal A-1512 que es una auténtica pasada para los
moteros, con curvas suaves y reviradas y bien asfaltada que atraviesa entre
montañas unos paisajes preciosos que, con el inicio del otoño, se cubren de
colores ocres y amarillos que son un auténtico espectáculo visual. Os dejo
algunas fotos para que lo comprobéis.
Aunque al
llegar a Albarracín, si te lo propones, con la moto puedes subir hasta el mismo
centro del pueblo, preferí dejarla en uno de los aparcamientos a la entrada e ir dando un bonito paseo para recrearme con
las vistas.
Albarracín es un pueblo espectacular que goza de una
fama bien merecida, de ahí que me encontrara con gran cantidad de turistas por
todas partes. Está rodeado por una muralla con un castillo intermedio y cuelga
de la falda de la montaña con edificaciones abalconadas de madera
adornadas con flores. El mejor consejo que os puedo dar si no queréis
embarcaros en un recorrido guiado con mucha gente que no conocéis, es que os
perdáis. Soy consciente de que así no oímos la gran cantidad de explicaciones y
detalles que proporcionan los guías pero a cambio está la satisfacción de
descubrir por vosotros mismos lugares escondidos, casas con encanto y hablar
con los autóctonos que os pueden contar cosas curiosas que no figuran en los
recorridos oficiales. Callejear el pueblo es toda una experiencia, pararse
delante de casas señoriales con portalones antiguos repletos de clavos de
hierro (el número de ellos indicaba el poderío de los moradores al ser este
metal muy caro para la época), asomarse a los numerosos miradores para ver
vistas espectaculares y , sobre todo, si es la hora de la cervecita huid de
tomarla en alguno de los bares de la Plaza del Ayuntamiento, están petados
siempre y es una pequeña odisea tomarse algo que, por otra parte, puedes
encontrar en los numerosos bares y restaurantes que jalonan sus calles.
Además de lo
anterior es imprescindible una visita a la Catedral, del S.XVI y con una buena
colección de tapices. Así mismo es interesante ver la portada barroca del
Palacio Episcopal y la Casa Consistorial también del XVI en la Plaza del
Ayuntamiento. Si os animáis podéis visitar el Castillo, un alcázar andalusí de
los soberanos de éste reino de taifas en el S.XI, en concreto el clan de los
Banu-Razín que dio nombre a la ciudad. Hay varias torres y una casa de
construcción popular en el Portal de Molina (la casa de la Julianeta). Por
supuesto también hay numerosas tiendas dedicadas a la venta de “ productos de
la tierra “ y un sinfín de baratijas para compradores compulsivos.
Comí en un
buen restaurante (El Rincón del Chorro) pero no pude hacerlo en una mesa porque
se encontraba lleno para ese turno … y el siguiente, así que me acomodaron en
la barra y disfruté de las viandas (es una de las ventajas de viajar solo, te
ubicas en cualquier sitio).
Volví para recoger la moto y desandar la bonita A-1512 para luego enlazar con la A-23 que me llevaría de regreso a Teruel. La entrada a Teruel desde aquí tiene una enorme recta con el aeropuerto/aeródromo a la izquierda que permite a los que gusten "retorcer la oreja" bastante.
Me costó algo encontrar el hotel dónde iba a pernoctar (Hotel CLÁ), ya que se hallaba algo escondido y alejado del centro. Era un pequeño hotel de 12 habitaciones ambientado en el ambiente teatral y, aunque las habitaciones estaban bien y el personal era muy amable, me pareció que por el precio pagado (85 euros con desayuno) podía haber encontrado alojamientos similares y más céntricos. En cualquier caso me dispuse a terminar mi visita a la ciudad.
Me había quedado pendiente del primer día visitar la torre de S. Martín, la Catedral y el Acueducto de los Arcos, así que allá que me fui. La torre de San Martín es prácticamente idéntica a la del Salvador (acordaros de la historia de los dos amigos) y sus detalles de cerámica y vidrio son igual de espectaculares. La Catedral de Santa María (lamentablemente cerrada cuando llegué) destaca por su techumbre mudéjar de 32 metros de largo que la recubre totalmente y que está adornada con infinidad de motivos geométricos, florales y religiosos.
Me costó algo encontrar el hotel dónde iba a pernoctar (Hotel CLÁ), ya que se hallaba algo escondido y alejado del centro. Era un pequeño hotel de 12 habitaciones ambientado en el ambiente teatral y, aunque las habitaciones estaban bien y el personal era muy amable, me pareció que por el precio pagado (85 euros con desayuno) podía haber encontrado alojamientos similares y más céntricos. En cualquier caso me dispuse a terminar mi visita a la ciudad.
Me había quedado pendiente del primer día visitar la torre de S. Martín, la Catedral y el Acueducto de los Arcos, así que allá que me fui. La torre de San Martín es prácticamente idéntica a la del Salvador (acordaros de la historia de los dos amigos) y sus detalles de cerámica y vidrio son igual de espectaculares. La Catedral de Santa María (lamentablemente cerrada cuando llegué) destaca por su techumbre mudéjar de 32 metros de largo que la recubre totalmente y que está adornada con infinidad de motivos geométricos, florales y religiosos.
Por último el
Acueducto de los Arcos del S.XVI está considerado como una las mayores obras de
ingeniería del renacimiento español. Tenía una doble función: el abastecimiento
de agua de la ciudad y viaducto para el tránsito peatonal.
Completada mi
visita a Teruel cené algo (ésta vez no pedí jamón pero si probé las patatas
pimajopere en el Bar Torreón, especialidad de la zona) y me volví a descansar.
Al día siguiente tocaba camino de vuelta hasta Murcia por la misma ruta de ida
aunque ésta vez algo más complicado porque me topé con varios accidentes y
retenciones y tuve que asistir a un matrimonio mayor de ingleses, víctima de un
atraco en una estación de servicio, que había dejado lesionada de cierta
gravedad a la pobre mujer (gajes del oficio).
Ha entrado el
otoño y las posibilidades de realizar viajes de medio/largo recorrido
disminuyen considerablemente, así que si no sabéis de mi en una temporadita no
os preocupéis …… volveré (está pendiente la Ruta de los Pueblos Blancos).
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