MONASTERIOS DESCONOCIDOS DE VALENCIA
Como en el Puente del Pilar la climatología me había
dejado compuesto y sin poder hacer la ruta planeada por los Pueblos Blancos,
volví a organizarla para el macropuente de Diciembre pero … otra vez los dioses
de los cielos se pusieron en mi contra y tuve que anularla por segunda vez. De
manera que la pospuse hasta Semana Santa donde espero que haga mejor tiempo y
aprovechar para ver alguna de las bonitas procesiones de los pueblos de Málaga.
Así pues, me he tenido que conformar con hacer una
pequeña ruta, extraida de un reportaje, por monasterios poco conocidos de la
provincia de Valencia. La he realizado en la segunda mitad de los días festivos
(en la primera cayó agua a manta por la zona) y, aunque como veréis, es corta
me ha servido para matar el gusanillo de hacer aventuras con mi moto. Este es
el relato.
DÍA 1
(Murcia – Xátiva)
Para ir a Xátiva desde Murcia se toma la A-7 para, al
llegar a Elche, coger la salida (Valencia AP-7, Albacete, Madrid) y luego la salida que indica Alcoi y desde ahí a
Xátiva. En total son 180 kms. que se hacen en poco más de 2 horas y que
transcurren plácidamente por una buena autovía sin excesivo tráfico.
Plácidamente …. si no llueve porque al llegar a Alcoi un “calabobos”
persistente me hizo tomar precauciones, más que por mojarme porque la carretera
se cubrió de una fina capa de agua y el “aquaplaning” amenazaba en cada curva.
Asi que despacito llegué a Xátiva y busqué el alojamiento. Se llamaba Casa Aldomar
y estaba situado en pleno casco histórico, justamente al lado de la plaza
Alejandro V! ya que éste papa nació allí en un edificio que aún se conserva. En
el alojamiento (una antigua casa rehabilitada como hotel de sólo 4
habitaciones) me esperaba el dueño. Un personaje curioso ya que hablaba en un
idioma nuevo mezcla de inglés, valenciano y español pero se le entendía todo.
Me dio una hoja con restaurantes del lugar, alguna información sobre los sitios
que iba a visitar y me acompañó a mi habitación (2º piso sin ascensor) que era
amplia y amueblada de manera básica pero con lo necesario, aunque eché de menos
alguna cosa como una TV o un secador de pelo. Dejé las cosas y me dispuse a ver
algo de lo más importante de Xátiva.
Xátiva es una antigua ciudad de unos
30.000 habitantes que es la cuna de los papas Borgia. Está enclavada a los pies
de su castillo cuyas laderas llegan a ocupar algunas casas, extendiéndose hasta
la parte más llana de la vega. El origen de la misma data del Paleolítico
Medio, pasando por la época romana (Saetabis Agusta), la dominación árabe
(Medina Xáteba) época en que llegó a pertenecer al Reino de Murcia (jé, jé) y
luego pasó a manos cristianas tras la conquista de Jaime I. Fue saqueada por
las tropas borbónicas en la Guerra de Sucesión Española y, se cuenta, que
estuvo ardiendo durante 8 días (extremo no comprobado) de ahí el apelativo de
“socarrats” (chamuscados) con que se conoce a los setabenses.
El casco histórico está declarado
Conjunto Histórico-Artístico desde 1982 y darse un paseo por el mismo
representa una experiencia muy agradable. El camino me llevó hasta el convento
de S. Francisco en la plaza del mismo nombre y con una fuente del santo, el convento es del S.
XIV con una sola nave y que sirve de sala de conciertos. Se acababa de inaugurar
un bonito Belén que me paré a contemplar.
Fuente de S. Francisco
Desde
allí me dirigí a la cercana Plaza del Mercado, rectangular y porticada en uno
de sus lados, con bonitos edificios en uno de los cuales se realizaba la venta
de pescado. Allí se halla la iglesia de S. Pedro del S. XIV.
Continué mi camino pasando por el antiguo convento de la Trinidad del S.
XV (hoy Archivo Municipal), el palacio de Alarcón del S. XVIII (actual Palacio
de Justicia) y el Almudín (actual Museo de la Ciudad) del S.XVI con una bonita
fachada gótica y un patio interior con columnas jónicas.
Palacio de Alarcón
Me
desvié para llegar hasta la Colegiata (S.XVI – XIX) pero que estaba cerrada. En
la misma plaza se halla el Hospital Mayor de los Pobres (S. XV – XVI), con una
preciosa fachada renacentista y una puerta principal plateresca, sobre ella hay
una galería de balconcillos con arco de medio punto bajo el alero. Aún conserva
dependencias de uso sanitario pero, en su mayor parte, es la sede de la
Mancomunidad de la Costera.
Colegiata
Fuí descubriendo otros lugares que no vienen en las guías pero que me resultaron encantadores.
Ya
se había hecho bastante tarde, así que me fui hacia el hotelito y en el camino
paré a cenar (Il Padrino Due, c/ Montcada), una pizzería que me sorprendió por
lo agradable del local, decorado con exquisito gusto para las fiestas navideñas
y con excelentes platos con buena materia prima (20 euros precio medio con dos
platos y bebida). Con la aldorga llena me retiré a descansar para hacer al día
siguiente la ruta prevista y deseando que el tiempo acompañara.
DÍA 2
Después de un ligero y nutritivo
desayuno, preparé la moto y me dirigí al primero de mis 5 destinos. Estaba
(según el reportaje) en el pueblo de Carcaixent del que me separaban 19 kms por
la CV-41 pero, al llegar al mismo, no me supieron indicar el lugar por más que
pregunté hasta que el dueño de una tienda me explicó que el monasterio de Aguas
Vivas no estaba en Carcaixent. Había que tomar la CV-50 que iba a Tavernes y,
tras recorrer 8 kms, se llegaba a un pueblo llamado La Barraca de Aguas Vivas y
saliendo del mismo a la derecha se encontraba el monasterio. Y así fue.
Los orígenes del monasterio se remontan al S.XIII, aunque
el actual edificio es de los S.XVI y XVII y fue construido en los estilos
gótico y barroco. Perteneció a la orden de los agustinos y tras la
desamortización de Mendizábal pasó a manos de los barones de
Casanova. En 1977 fue adquirido por un fotógrafo y empresario de Carcaixent
(Antonio Vidal) para dedicarlo a establecimiento hotelero, pero imagino que no
tuvo mucho éxito ya que, en la actualidad, está abandonado y pertenece a un
empresario hostelero de Gandía. Y es una pena, porque el edificio es muy
bonito, rodeado de un precioso parque presidido por una fuente. Aparqué la moto
y recorrí el exterior en la medida de lo posible, llamándome la atención que,
justo a su espalda, se sitúa un hospital. Disponiendo del dinero suficiente
para su recuperación es el sitio ideal para un hotel de lujo por su
tranquilidad y el precioso entorno que lo rodea. Dejo aquí la idea para
intrépidos empresarios.
La
siguiente parada se situaba en Alzira, así que volviendo sobre mis pasos, volví
a tomar la CV-41 para en tan sólo 4 kms plantarme en ésta ciudad. Al llegar, en
lo alto de una loma, vi un edificio que identifiqué como el monasterio de La
Murta pero, para cerciorarme, paré en una gasolinera y pregunté al encargado: “aquél es el monasterio de La Murta”, “si
señor” fué su respuesta y me indicó como llegar. Recorrí el trayecto
señalado y al llegar ¡oh sorpresa! las letras sobre la entrada ponían Real
Santuario de Nuestra Señora del Lluch así que, acordándome del gran conocimiento
sobre su pueblo que tenía el gasolinero, entré en el bar situado en la parte
baja y pregunté al encargado, el cual me indicó como llegar a La Murta. La
carreterita era bastante incómoda, estrecha y llena de baches, discurriendo
entre casas de campo, chalets y huertos de naranjos. Tras unos 6-7 kms termina en
un parking donde había numerosos coches. Aparqué y pregunté a unas chicas con
aspecto de monitoras que iban con dos niños y resultaba que para llegar al
monasterio había que recorrer una senda de tierra (imposible con la moto) así
que me dispuse a darme una caminata deseando que no estuviera demasiado lejos.
El demasiado lejos se traduce (a ojo de buen cubero) en unos 3 kms de paseo
cuesta arriba, eso sí, admirando el precioso paisaje que me rodeaba y haciendo
algunas fotos. Se trata del paraje conocido como La Murta y que es frecuentado
por los vecinos de Alzira para hacer excursiones y organizar comidas
campestres. Por fin llegué a mi destino y la desilusión me invadió.
El monasterio se halla en ruinas y
apuntalado por varias zonas por el peligro de desprendimiento. Se trataba de un
cenobio de la orden de los jerónimos y que, en su tiempo, constituyó un centro
cultural y espiritual, siendo objeto de peregrinaje por reyes, nobles y líderes
religiosos. En la actualidad se pueden apreciar con cierta dificultad la torre
de las palomas de arquitectura militar y un portal renacentista, estando
prohibido penetrar en las ruinas por riesgo de caerte encima algún pedrusco.
Así que, después de algunas fotos, me dispuse a volver a andar los 3 kms hasta
mi moto aunque ésta vez cuesta abajo.
Monasterio de La Murta
Retorné
a Alzira quedándome con las ganas de visitar a mi amigo el gasolinero y
regalarle una guía de la ciudad, más que nada para evitar que desoriente a
otros viajeros, pero el caso es que tomé la CV-50 para recorrer los 18 kms que
me separaban del tercero de mis objetivos: Simat de la Valldigna.
Aunque
solo fuera por ver éste monasterio el viaje ya habría merecido la pena. Se
encuentra en pleno pueblo (no hay ni que preguntar porque se ve desde la
llegada por carretera). Fué fundado por el rey Jaume II “El Justo” en el S.XIII
y adjudicado a la orden cisterciense. Posee una arquitectura de varias épocas,
predominando el gótico y el barroco. Se accede al recinto por el Portal Nou que
presenta en su parte superior tres escudos: el de la Corona de Aragón central
flanqueado por las armas del Abad Arnau de Saranyó, una rama de endrino y un
báculo. A ambos lados de las torres que flanquean al portal se extienden las
murallas que rodeaban al recinto. Si atravesamos el jardín cuajado de naranjos
a la derecha queda la almazara, edificio reconstruido que se emplea para
exposiciones. Así mismo podemos apreciar la fuente de los Tritones del S. XVIII
y construida en mármol rosa y gris. A la izquierda queda la joya de la corona:
la iglesia de Santa María de Valldigna, edificio construido sobre otras
anteriores y derribadas por sendos terremotos. Su finalización es del S.XVII y
consta de una sola nave y cubierta de dos aguas con cúpula en el crucero. Pero
lo que impresiona es la profusa decoración pictórica y ornamental de la parte
alta del templo. Además (pude comprobarlo porque me hallaba solo) tiene una
acústica excelente, lo que hace que pueda ser utilizado como sala de conciertos
(desconozco si se le ha dado este uso en algún momento). Otras dependencias que
hay que visitar son el claustro del silencio, el refectorio, la Sala Capitular,
el locutorio y el Palacio del Abad.
Este impresionante conjunto
artístico empezó su declive con la desamortización de Mendizábal en 1835 (el
tal Mendizábal de las narices se cargó gran parte del rico patrimonio cultural
que existía en España). El monasterio se vendió a particulares, fué expoliado
e incluso se vendieron los sillares de los arcos y las losas del pavimento como
material de construcción. Afortunadamente en 1991 la Generalitat Valenciana
adquiere el monasterio y comienzan las labores de recuperación y restauración
que aún continúan. Desde este modestísimo blog recomiendo encarecidamente su
visita (gratuita) porque se trata de una joya de nuestro patrimonio cultural
que merece la pena ser conocida.
Admirado
todavía por lo visto me informé de como llegar al siguiente punto. Se trataba
de Alfahuir y el dueño de un bar cercano me informó que tenía que llegar a
Gandía, teniendo dos opciones: por la misma carretera que había traido o por
otra que, aunque era más corta, atravesaba un puerto de montaña algo
complicado. Como habréis adivinado me decidí por la segunda. Se trataba de la
CV-675, una carretera de montaña que corona en la cima de Barx y que te deja en
Gandía en 21 kms. La carreterita se las trae, aunque con buen asfalto
presentaba curvas que se aproximaban a los 360º y que mi moto tenía que tomar
casi parada, aunque como le dije (y no estoy loco) “vaquita, en peores plazas hemos toreado tú y yo” me llevó a mi
destino sin grandes sobresaltos. Ya en Gandía tuve que preguntar varias veces
hasta conseguir entender por dónde se iba a Alfahuir. Al final se trataba de
encontrar la CV-60 y seguir 10 kms hasta Alfahuir.
Edificio en Gandía
Ya
cerca del monasterio (eran las 15´30 h y no había comido) paré en una venta a
tomar algo y me encontré con un gracioso loro o cacatúa (no sé bien la
diferencia) que al introducir el dedo en la jaula te ponía la cabeza para que
se la rascaras (jodío bicho). Dejo testimonio gráfico del suceso.
Una
vez comido me dirigí al Monasterio de San Jerónimo pero, de nuevo, había que
dejar la moto y recorrer una distancia de 1 km andando por un camino de tierra
y medio encharcado por las lluvias. Al llegar ¡nueva decepción!, sólo era
visitable los sábados de 9-11.30 h con visita guiada y a partir de esa hora
visita libre. Fotitos de rigor y vuelta al camino con agua para recoger mi
montura.
El
último destino del día se hallaba en el pueblo de Llutxent, al que se llegaba
tras recorrer 15 kms primero por la CV-60 y luego desviarse por la CV-610. Se
llega sin más contratiempo al pueblo y luego basta con seguir las indicaciones
para encontrarnos con el monasterio del Corpus Christi, enclavado en un medio
natural de gran belleza. Es una edificio levantado sobre una ermita del S.XIII
y renovada en el XVIII. Se trata de un edicio regentado por los dominicos
hasta… (lo adivináis?) la desamortización de Mendizábal y construido según la
tradición para conmemorar un milagro ocurrido en ese lugar ( el Milagro de los
Corporales). El edificio (cerrado y sin posibilidad de visitarlo) consta de un
claustro de planta cuadrada, aula, celdas y refectorio. En el lado norte se sitúa
la iglesia.
A
unos 100 m del monasterio se sitúa la Ermita de la Virgen de la Consolación
donde, al parecer, ocurrió el milagro. Llamé al timbre aleccionado por el
propietario de mi hotel, el cual me había informado que los actuales moradores
tienen la obligación de enseñarla a todo el que lo solicite en virtud de no se
qué convenio firmado con la Generalitat. Y así fue. Me llamó la atención el
suelo, realizado con azulejos de Manises del S. XVIII y el zócalo del perímetro
interior, también de azulejos de Manises y con escenas bastante anacrónicas ya
que, por ejemplo, en la narración de una batalla entre cristianos y musulmanes
los cristianos van vestidos con ropajes del S.XVIII y disparan ¡con fusiles!
sobre los pobres moros que solo llevan arcos, espadas y escudos (en fin, la
imaginación levantina no tiene límites).
Completado mi periplo monasterial y con la satisfacción del
deber cumplido regresé por la misma CV-610 (19 kms) a Xátiva parándome en el
camino para, sin bajar de la moto, hacer una bonita foto de la puesta de sol.
Llegué bien entrada la noche, aparqué y, tras comentar de pasada con el dueño
el circuito realizado y descansar un rato, me fuí de nuevo a cenar al mismo
lugar de la noche anterior y volví a quedar encantado
del lugar (la mejor sopa de cebolla que he probado nunca). Luego a dormir y
mañana para casa.
DÍA 3
Después de desayunar y antes de
regresar a Murcia, decidí seguir los consejos del propietario y acercarme a ver
algunas cosas que me habían quedado en el tintero. De ésta manera pude ver las ermitas de San José (S.XVII) y Sant
Feliú (hay que llamar a la puerta de al lado para que te la enseñen) y que
contiene una gran colección de frescos y retablos y una bonita pila bautismal.
Aunque, como iba apurado de tiempo, no puede visitar la Nevera (utilizada para
el almacenaje de nieve, lógicamente) ni la Cova dels Coloms con una
reproducción en piedra calcárea del altar donde se venera la Virgen. Tampoco
pude ver la Cova de les Gotetes (gotas de agua que caen del techo y llenan un
aljibe) ni la Cova dels Lleons (habitada por leones que se comían a los
enemigos arrojados en ella). Finalmente llegué al castillo de Xavia de origen
ibérico, luego romano, posteriormente árabe y finalmente cristiano. Fue Prisión
del estado de la Corona de Aragón (varios personajes y nobles pasaron por allí)
y fue una plaza de suma importancia ya que Xátiva era la entrada natural desde
el Reino de Castilla. Su importancia decayó con la Guerra de Secesión.
Posteriormente pasó a manos particulares y hoy es regentado por el Ayuntamiento
de Xátiva. Es una de las 7 maravillas valencianas. Lamentablemente mi
cámara se había quedado sin batería y no puede hacer fotos de estos lugares.
Así pues, retomé mi camino con
tiempo despejado pero, al pasar por Alcoi, dos intensos bancos de niebla me
hicieron aminorar la velocidad y situarme detrás de un vehículo hasta poder
atravesarlos (el microclima de Alcoi es digno de un estudio en profundidad).
Superado el escollo y sin más contratiempos regresé a mi querida Murcia donde
me recibió un sol espléndido para no variar las costumbres.
A no ser que el tiempo se vuelva loco estas
aventurillas con mi moto creo que van a quedar aparcadas hasta primavera (pero
nunca se sabe).
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