lunes, 11 de septiembre de 2017



                                       DOS POR LA SIERRA DEL ESPADÁN

         
           He de confesarlo: he contravenido uno de los principios fundacionales de mi perfil en este blog. Como lo de la edad es imposible (al revés, va a peor) y aún no he cambiado de moto, solo queda uno: viajar solo. Resulta que soy miembro de la Delegación de Murcia del Club Burgman y hago salidas puntuales (generalmente de un día) con ellos. Pues bien, en una de estas salidas un amiguete del grupo que vive en Huércal Overa me comentó que había leido este blog y que le gustaría hacer una salida un poco más larga conmigo. Yo le expuse las condiciones en las que suelo viajar y, como coincidían plenamente y no me puso pega alguna, rescaté una de las varias rutas que voy conformando y que archivo para cuando haya oportunidad de realizarlas.
              En este caso se trataba de conocer una zona que se conoce como la Sierra del Espadán y que se halla enclavada entre tres provincias: Valencia, Castellón y Teruel. Se lo propuse, le pareció bien y planifiqué una rutita de 2 días por esa zona aunque en realidad fueron 4, uno para ir otro para volver y dos de la ruta en sí misma. Os cuento la experiencia.
           
           El día de la salida esperé a Jaime en el punto de encuentro acordado y, aunque lloviznaba algo, nos dirigimos hacía Valencia vía Alcoi (es una derivación de la A7 con muy buenas carreteras y que acorta distancia desde Murcia). Llegamos a mediodía y después de tomar las habitaciones en el hotel reservado (Valencia Center) nos fuimos a buscar uno de los restaurantes seleccionados en TripAvisor y que se hallaba cerca. La verdad es que la política de clasificación de esta empresa yo nunca la he terminado de entender muy bien, te puedes llevar agradables sorpresas o bien encontrar grandes decepciones. En nuestro caso nos tocó lo segundo, pues el restaurante en cuestión (Mesón Rey D. Jaime) era de lo más normalito tirando para abajo. Pero bueno, había hambre y la cuestión era llenar el estómago. A Jaime también le gusta una reparadora siesta, así que nos dirigimos al hotel y a media tarde nos fuimos en bus al centro de Valencia para dar un paseito, tomar algo al lado de la Catedral y buscar un sitio decente para cenar. A los dos nos apetecía probar marisco y buscamos una de las marisquerías más afamadas de la capital del Turia (Civera). Hombre, el sitio era acogedor y la calidad del producto no estaba mal pero, por el precio que pagamos, conozco así como 10 marisquerías que le dan sopas con onda. El caso es que cumplimos el antojo y nos fuimos a descansar con un taxista que ¡era motero! y con el que fuimos contando batallitas hasta el hotel. Al día siguiente empezaba la ruta.

         Salimos de Valencia relativamente fácil gracias al "tontolino" (léase GPS) de Jaime. Yo, como sabéis, no llevo y me resisto a ponerlo pero reconozco que en las grandes ciudades resulta bastante útil. Así que nos dirigimos al primer pueblo de la ruta: Olocau. Se hallaba a tan solo 35 kms. por la CV35. La verdad es que no tenía mucho que ver, una casa señorial (el Palacio del conde de Olocau) y la iglesia parroquial (por supuesto cerrada). Asi pues, continuamos nuestra ruta por la CV25 para, tras 11 kms. aterrizar en Gátova. Tras dejar las motos en la plaza del pueblo y caminar un poquito por la ¡calle Mayor! (de unos 3 metros de ancho) terminamos en el Lavadero público, centro social del pueblo donde se reúnen sus habitantes a charlar y que fué restaurado en 1993. Al lado del mismo, sobre un barranco, se sitúa el puente erigido en el S.XX para dar paso a la carretera que cruza el pueblo. Es de grandes dimensiones y está construido totalmente por piedra de rodeno trabajada formando una espectacular obra de arquitectura civil


          Volvimos a montarnos y seguimos nuestro periplo pasando por Segorbe pero sin detenernos, ya que íbamos a pernoctar allí al día siguiente. Muy cerca de Segorbe se halla Castellnovo. Es un pequeño y pintoresco pueblo que, como mayor atractivo, tenía un olmo plantado en 1812 con motivo de la Constitución de Cádiz. Y digo tenía porque se incendió, luego se recuperó para morir finalmenete en 2012 por la grafiosis. En su lugar se plantó un tilo que tuvo que ser trasladado por la presión vecinal ya que la plaza perdía su significado (se llama Plaza del Olmo). El año pasado se volvió a plantar un olmo nuevo que aún está muy chiquitito (habrá que volver a verlo en 30-40 años). En la misma plaza se halla la Iglesia de los Santos Reyes (S.XVII-XVIII). También posee este pueblecito una cisterna de origen musulmán con un depósito de 200.000 litros de capacidad pero que no pudimos ver por estar cerrada, así que nos hicimos una foto para inmortalizar el momento y seguimos nuestro camino.


         Nuestro siguiente destino era Jérica a la que se llegaba tras recorrer 16 kms. primero por la CV200 y luego por la A23. Hay que decir que las carreteras de la zona son bastante buenas, con asfalto reciente, aunque al ser carreteras de montaña, tienen bastantes curvas y con nuestras motos hay que conducir con precaución. Llegamos a Jérica divisando desde lejos la impresionante figura de la Torre de las Campanas, construida en el S.XVII en estilo mudéjar y teniendo la particularidad de ser una torre exenta, es decir, está separada de la propia iglesia. Dejamos las motos y fuimos a verla más de cerca.


          Jérica, además de la torre, hay varias iglesias y conventos y un castillo de época musulmana que se halla muy deteriorado.
        Estábamos llegando a mediodía, así que después de una cervecita fresca con su pincho de tortilla, nos dirigimos hacia Montanejos por la CV195. Este trayecto lo hicimos con una gran pena ya que atravesamos toda la zona que fué devastada por un gran incendio en el pasado mes de Julio. Impresiona ver los extensos bosques quemados, salpicados por pequeñas islitas verdes que se han salvado milagrosamente. Arboles de grueso tronco completamente calcinados y partidos. A mi me llamó poderosamente la atención que, a pesar del casco y haber transcurrido ya 2 meses del incendio, me penetraba un intenso olor a quemado que me sobrecogía. La idiotez humana no tiene límites.
           Así que apenados por el espectáculo llegamos a Montanejos. Es un pueblo que, aunque tiene cosas para visitar (la Torre de Montanejos, el Ayuntamiento, la Casa de Valterra), su mayor interés radica en que constituye un centro turístico de gran importancia en torno a las aguas termales que posee que conforman un rio con numerosos remansos donde la gente baja a pasar el día y refrescarse en sus aguas. Además de que íbamos apurados de tiempo Jaime no se había traido bañador, así que desistimos de la idea de bajar (total "pa ná") y nos limitamos a hacer unas fotos desde arriba y admirar el paisaje.




               En Montanejos hay varios hoteles con spa y un gran complejo situado en un circo rodeado de piedras, el bioespacio natural de Tasta.
               Nos dispusimos a continuar hasta el destino final de este primer día: Rubielos de Mora, pero al tontolino de Jaime, no sé si por el calor, se le cruzaron los cables y nos llevaba en dirección contraria así que recurrí a mi recurso de siempre y que no suele fallar: parar y preguntar a alguien autóctono. Nos indicaron el camino correcto y tomamos la CV195 para, después de un precioso recorrido por una carretera muy curveada, con pequeños túneles que la atravesaban y bordeando el embalse de Arenoso dirigirnos a nuestra meta. De pronto nos dimos cuenta que habíamos entrado en la provincia de Teruel, no porque hubiera cambiado el paisaje sino porque había cambiado el asfalto. De las agradables carreteras que traíamos pasamos a auténticos caminos de cabras, firme levantado y lleno de baches, piedras sueltas, curvas traicioneras. En fin, un desastre que Teruel no debía consentir porque afea muchísimo la imagen de la provincia, sobre todo en comparación con la vecina Castellón. Así que dando botes y con mucho cuidado conseguimos llegar a Rubielos de Mora y localizar nuestro hotel situado en la Plaza Igual y Gil, el Hotel Los Leones.
             Eran las 3 de la tarde y dudábamos que nos dieran de comer, pero el amabilísimo dueño (Manolo) nos acompañó al comedor y pudimos saborear una de las mejores comidas del viaje degustando, entre otras cosas, un ternasco preparado de una manera muy original y que, según nos contó, había recibido el Primer Premio del Concurso de Ternasco que anualmente se organiza en Teruel. Hay que ir y disfrutarlo porque no se puede describir. Tanto Jaime como yo, al final del viaje, coincidimos en que la estancia en este hotel y la visita que luego hicimos al pueblo había sido lo mejor del mismo. El hotel es un antiguo palacio, restaurado con mimo y gusto exquisito y con una preciosa decoración. Habitaciones muy cómodas, decoradas en estilo medieval y con detalles preciosos (yo me encapriché de un pequeño mueble joyero que había en la mia pero, además de parecerme mal llevármelo, es que no sabía como lo podía transportar en la moto). Jaime se quejó un poco de que no había TV (incluso la buscó dentro del armario) pero al final se conformó y se entretuvo con las revistas que había. Asi que, después de no perdonar la reparadora siesta, salimos a descubrir lo que nos ofrecía este precioso pueblo.

                                                           Hotel Los Leones

            Rubielos de Mora está considerado uno de los pueblos más bonitos de España y la verdad es que hace honor a este calificativo. Tiene una estructura medieval y en su tiempo estuvo fortificado por una muralla con siete puertas de entrada de las que aún se conservan dos, la de S. Antonio y la del Carmen. La primera tiene en lo más alto la figura de un buho que vigila el horizonte.

                                                                   Puerta del Carmen
                                                                    Puerta de S. Antonio

           La verdad es que es una delicia pasear por sus callejuelas empedradas mientras admiramos sus casas solariegas y sus palacetes adornados con nobles escudos de madera y forja. La Casa Consistorial es de estilo renacentista del S.XVI y también notables son la de los Condes de Florida y la de los Condes de Creixell, cuartel general del General Cabrera durante las Guerras Carlistas para preparar el asalto a los sublevados que se hallaban en el cercano Convento de Carmelitas. En los dinteles de muchas casas se pueden apreciar objetos que se referían al oficio de la persona que la habitaba y también otros símbolos de significado incierto y que se piensa que podrían pertenecer a antiguas sociedades secretas del medievo. Además del ya mencionado Convento de las Carmelitas existe otro convento, el de las Agustinas con su iglesia del S.XIV y que fué la primitiva parroquia. La iglesia de Sª Mª la Mayor es una construcción barroca de mampostería y cantería que presenta una notable portada principal labrada en piedra. La torre es de 4 cuerpos (3 cuadrados y 1 octogonal) y tiene varias campanas, la más antigua del S.XV. En los alrededores del pueblo hay varias ermitas (la de Abdón y Senén, la de Santa Ana, la del Pilar, la de Santa Bárbara, la de los Desamparados, la del Calvario y la de S. Roque). Os dejo algunas fotos de este bello pueblo.




          Conforme paseábamos, tanto a Jaime como a mi nos entró la duda de donde cenábamos, ya que ambos estábamos bastante saciados. Así que terminamos en un barecito de una plaza cercana al hotel que, cuando llegamos, estaba vacio. Solo se encontraba el encargado que se hallaba ocupado en trasegarse un plato de medio kilo de cecina con un buen vaso de vino (su figura se correspondía con sus gustos culinarios). Entre cecina va y cecina viene el hombre se dignó a ponernos un plato de jamón y queso y un par de vasos de vino y con eso nos dimos por satisfechos y nos fuimos al hotel donde nos tomamos un par de copichuelas (una Jaime y otra yo) en un recoleto patio exterior y ... a descansar.

       Al día siguiente retomamos la ruta tras repostar para dirigirnos por el camino que habíamos traido hasta la población de Olba donde, después de ver el Ayuntamiento y buscar sin éxito al Doncel de Olba (tapa de un sarcófago de un caballero del S.XII en estilo protogótico) continuamos hasta Puebla de Arenoso. Aquí paseamos por sus calles de estilo medieval y terminamos en la plaza donde se halla el Ayuntamiento, con una estructura palaciega del S.XVII de mampostería y sillería ...


         ... y la iglesia parroquial de Nª Sª de los Angeles al lado del mismo. Destacar la curiosidad de que la plaza es triangular, formando un triángulo casi perfectamente equilátero. En los soportales del Ayuntamiento se reunían los regidores de la villa para tomar contacto con el pueblo y que cuando llegamos nosotros estaban ocupados por varias personas que parecían esperar algo que luego resultó ser una furgoneta ambulante de frutas y verduras. Como observaréis , en casi todos los pueblecitos que visitamos hay unas estructuras de rejas metálicas que deslucen las fotos pero que son el resguardo para contemplar a los toros que en todos los pueblos sueltan por las calles.


        Desde un mirador cercano pudimos apreciar las obras de contención del cercano embalse Arenós, realizadas para evitar el hundimiento del terreno sobre el que descansa el pueblo.



        Desde Olba recorrimos 50 kms. de buenas carreteras por la CV20 y la CV195 hasta llegar a Onda que con 25.000 habitantes debe constituir el tercer municipio más poblado de Castellón, tras la propia capital y Villarreal. Aquí había muchas cosas por ver (varias iglesias y conventos, el casco antiguo, el castillo, etc) pero de nuevo el tiempo nos apremiaba así que nos limitamos a un corto paseo por el casco histórico y después de tomar algo en una coqueta placita y contemplar el paso de una charanga (Paquito el Chocolatero incluido) nos volvimos a montar en las motos para dirigirnos hasta nuestro destino final: Segorbe.


                               
        Llegamos a Segorbe después de una nueva jugada del tontolino de Jaime, ya que en vez de por la CV200 que era la ruta que yo llevaba nos derivó por la A23 (aunque hicimos más kms. ahorramos algo de tiempo porque una autovía es una autovía). Al llegar localizamos el hotel (Hotel Spa Martín el Humano) que se trataba del antiguo hospital rehabilitado. Al hacer las reservas nos pareció algo caro pero resulta que Segorbe estaba en plenas fiestas que duran 2 semanas y esta última es la más importante porque se dedica a los toros de todo tipo (Entrada de Caballos y Toros, toro embolao, toro ensogao, toro cabreao, etc.). Después de tomar las habitaciones pensábamos comer en el propio hotel pero resulta que el comedor estaba reservado íntegramente durante toda la semana por una de las peñas, así que no nos quedó más remedio que zambullirnos en la vorágine de gente que discurría de bar en bar con sus respectivas terrazas e intentar pillar algo. En uno conseguimos un par de cervezas y 6 langostinos que, aunque gordos, nos salieron a 3 euros por langostino y en otro pillamos otras dos cervezas y un plato de jamón y queso. Para rematar la comilona le propuse a Jaime unas partidas al futbolín que tenían, dándole un buen repaso (no sabía con quién se enfrentaba en este noble arte) y con las mismas a descansar al hotel.

                                                                Marcha en Segorbe

     A media tarde salimos a pasear por el pueblo atestado de gente, fuimos a la Plaza del Ayuntamiento donde acaba de terminar una suelta de vaquillas y subimos a ver las murallas.
       Segorbe (denominada erróneamente, debido a su nombre, como la antigua Segóbriga y que en realidad se halla en Saelices término de Cuenca) es un municipio enclavado entre las Sierras del Espadán y la Calderona. Hay constancia de su existencia desde tiempos prehistóricos y constituye un punto estratégico vital porque desde ella se domina el camino natural entre la costa mediterránea y Aragón. Como no podía ser de otra forma por ella han pasado romanos, árabes y cristianos. Fué residencia del Rey Martín I de Aragón "el Humano" (de ahí el curioso nombre de nuestro hotel) que se casó con la segorbina María de Luna y fué tal su importancia que durante los S.XVIII y XIX le disputó la capitalidad a Castellón de la Plana para, posteriormente, decaer su influencia. Como antigua ciudad fortificada conserva gran parte de la antigua muralla con dos torres bastante curiosas, la de la Cárcel (porque en la parte baja servía como tal) y la del Verdugo (porque en ella residía el verdugo, el botxí en valenciano).

                                                              Torre de la Cárcel
                                                                 Torre del Verdugo

         Dimos un paseo contemplando las vistas desde la zona de las murallas y observando como se aproximaban unas negras nubes con no muy buenas intenciones



          Y efectivamente, en menos tiempo del que se tarda en contarlo, se abrieron los cielos y nos cayó el diluvio universal. Nos reguardamos como pudimos bajo un tejadillo y esperamos que la cosa pasara. Y pasó, pero dejó las calles del pueblo (con arena para los toros y los caballos) hechas un auténtico barrizal. Le preguntamos a un policía por un taxi y se descojonó de la risa, asi que no quedó más remedio que seguir al tontolino de Jaime (en este caso el google maps) que nos dió un mojado paseo por todo el pueblo porque el pobre se creía que éramos un automóvil para al final depositarnos en el hotel. El plan previsto era cenar (el empacho ya había desaparecido) en un restaurante que se hallaba en un pueblecito a 2 kms de Segorbe que se llama Altura (chiste fácil, los segorbinos dicen que son el pueblo más alto de España porque se hallan a 2 kms de "altura"). Desde el hotel intentamos conseguir un taxi pero quedó claro que eso era una misión imposible, así que los dos quasiabuelitos (Jaime lo es pero yo no) se montaron en sus burgmans y desafiando a los elementos y a la Guardia Civil se plantaron en Altura para darse el homenaje final. Grata sorpresa, el restaurante (la Farola) es un agradable local con diseño moderno en madera y espaciosas mesas con una cocina altamente recomendable e innovadora. Nos dejamos aconsejar y nos trasegamos un pulpo de roca (entero) sencillamente espectacular, unos boquerones levemente marinados, unas croquetas con relleno innovador y una carne en horno japonés de una calidad inmejorable (30 euros por cabeza con bebida). Satisfechos y contentos regresamos al hotel rezando para que la Benemérita no nos parara porque caíamos fijo. Llegamos sin novedad y a descansar porque al día siguiente tocaba el regreso a casa.

      Al día siguiente, mientras preparaba el equipaje, me llevé la sorpresa desagradable de este periplo: las llaves de la moto no aparecían por ningún lado. Bajé rápidamente por si me las había dejado puestas (ya me ha pasado en alguna ocasión) pero nada, la moto estaba en su sitio pero ni rastro de las llaves. Así que deduje que me las habría metido en el bolsillo de la chupa y habría guardado esta bajo el asiento. Forzarlo era imposible y, lógicamente, las de Jaime no servían. Desayunamos con preocupación y Jaime me aconsejó que llamara al seguro de la moto. Lo hice y, la verdad sea dicha, respondieron con efectividad. Mandaban un taxi a mi casa en Murcia para que mi hijo le entregara la copia que guardo allí y, posteriormente, el mismo taxista se encargaba de desplazarse hasta Segorbe para dármela. En esta tesitura no me quedó más remedio que despedirme de Jaime. Tenía que regresar ya que al día siguiente tenía un viaje en barco. Y yo me dispuse a  hacer tiempo hasta las 13,30 que calculaba llegaría el taxista. Por tanto me fuí a dar un repaso al pueblo y aproveché para hacer alguna foto del Ayuntamiento, antiguo palacio de los Duques de Segorbe y Medinaceli del S.XVI y de la Catedral Basílica del S.XIII adosada a las murallas, así como del paisaje que rodea a la población

 

         Regresé al hotel para dejar la habitación (eran las 11,45) y seguir esperando al taxi y, al pasar junto a mi moto, me detuve a mirar por si las llaves se hubieran caido por algún lado. Nada. Todavía no sé muy bien por qué se me ocurrió abrir la guantera y ¡¡ oh sorpresa !!, las llaves estaban allí. Yo nunca he dejado las llaves en la guantera por lo que deduje que me las había dejado puestas y que algún alma caritativa pasó y las vió y, en vez de intentar llevarse la moto, las metió en la guantera para que nadie las viera. Es imposible que este buen samaritano lea este blog pero si lo hiciera desde aquí le doy mil gracias porque me salvó de un gran apuro si otro hubiera pasado y se hubiera encaprichado de mi moto. Todavía quedan buenas personas en este mundo.
        Así que llamé al taxista (estaba llegando a Valencia), le dije que se diera la vuelta, cargué la moto y me vine para Murcia sin más contratiempo que un fuerte viento que me acompañó todo el camino. En este viaje se nos han perdido dos cosas: un intercomunicador de Jaime y las llaves de mi moto ¡¡ y las dos han aparecido!! (no hay que olvidar que me llamo Antonio y una oración a este santo dice .... "todo lo que fuera perdido fuera encontrado".

CONCLUSIONES:

1. He ampliado mi campo de posibilidades, además de salidas puntuales con el Club Burgman y las mías en solitario que seguiré haciendo, se pueden hacer rutas en compañía siempre y cuando exista compenetración y buen rollo. Voy a planificar alguna otra por si Jaime se apunta.

2. Todavía quedan buenas personas que piensan en los demás (gracias de nuevo anónimo salvador)
                               
                                         
                                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario