POR LA ALCARRIA CON CELA
Hace ya unos
meses, en uno de esos raros fines de semana en que no tienes planes ni tareas
pendientes, me dediqué a buscar en mi pequeña biblioteca algún libro no leído y
me topé con “Viaje a la Alcarria” de
nuestro Nobel C.J Cela. Se trata de una
novela costumbrista escrita en 1948 y en la que Cela va relatando su viaje, en
su mayor parte a pie, por una zona muy poco conocida de nuestro país y
describiendo lugares, pueblos y gentes en una época difícil como fue la
postguerra civil española. Literatura, música y pintura, entre otras, son
actividades artísticas muy subjetivas. Lo que a uno le puede parecer una obra
de arte a otro le puede resultar un auténtico tostón. Y a mi la novela de Cela no me entusiasmó (mándenme a
la hoguera los puristas). Me resultó algo plúmbea y reiterativa (al estar
escrita en tercera persona, la palabra “el viajero” se repite más que el ajo).
Pero si despertó mi curiosidad el saber como serían hoy en día esos
pueblos 70 años después.
Así que tracé la
ruta sobre un mapa y comprobé que sería factible hacerla de manera tranquila en
mi moto en un par de días. Dicho y hecho, reservé alojamientos y, aprovechando
el puente de Mayo, me dispuse a recorrerla llevando como guía la novela de Cela
y dispuesto a visitar una zona absolutamente desconocida para mi (como tantas
otras que aún me quedan por recorrer). Os lo cuento.
DÍAS 1 Y 2
Como
siempre, mi primer día de viaje suele ser como lo denomino “de aproximación”.
Enfilé la A-30 con destino a Albacete de momento sin agua, aunque las previsiones
no eran muy optimistas. Atravesando Albacete llegué a La Gineta y ahí tomé el
desvio por la N-320 hacia Cuenca. Al pasar por Tarazona de la Mancha paré a
tomar un cafetito y, de paso, hacer alguna foto a su bella y recoleta Plaza
Mayor.
Continué la ruta hasta Cuenca por una carretera con buen asfalto, poco
transitada y bonitos paisajes para llegar a la capital conquense y parar a
comer y descansar un rato.
Una vez repostados
mi moto y yo seguí el camino hasta llegar a Guadalajara y buscar mi alojamiento
(Hotel Pax) que, aunque se halla algo alejado del centro, es un moderno hotel con una relación calidad/precio
muy buena. Total 421 kms. Como la ciudad ya la conocía de mi viaje anterior a
Los Pueblos Negros, dediqué la tarde a pasear por los alrededores aunque
empezaba a lloviznar y, después de cenar algo, me fui a descansar con el
pensamiento puesto en si la meteorología me iba a respetar.
Y no me respetó.
El día amaneció totalmente nublado y con lluvía pero no podía cambiar los
planes. Así que, resguardado todo lo que podía, con una velocidad más que
moderada me dispuse a recorrer por la A-2 los 20 kms. que me separaban de mi
primer destino.
Este no era otro que Torija (“Torija es un pueblo subido sobre una loma”).
Aparqué cerca de la plaza y resguardándome con el chubasquero fui a visitar los
dos lugares más emblemáticos del lugar. La figura del Castillo, que domina toda
la plaza, impresiona. Se cree que su fundación se debe a los templarios,
posteriormente conquistado en el S. XV por los navarros y reconquistado por el
Marqués de Santillana para después pasar a ser posesión de la familia de los
Mendoza. En la Guerra de la Independencia fué volado por El Empecinado para
evitar que cayera en manos francesas y en la Guerra Civil quedó muy
deteriorado, siendo reconstruido en 1960. Actualmente es sede del Centro de
Interpretación Turística de Guadalajara.
Me resguardé en los soportales de la plaza donde un lugareño amasaba
harina al lado de un caldero con aceite a calentar: “ Buenos días. ¿ Va usted a hacer churros ?”. “Sí, cuando el aceite
esté caliente”. “Vale, pues me acerco a ver la iglesia mientras y ahora
vuelvo”.
La
cercana iglesia de la Asunción fué concebida en estilo tardogótico o
prerrenacentista pero su construcción posterior siguió el estilo plateresco.
Como estaba cerrada me conformé con ver la portada y realizar algunas fotos y
regresé a reconfortarme con unos churros calentitos y proseguir mi viaje con
una pertinaz lluvia que me estaba empezando a mojar por completo.
El siguiente punto del recorrido era Brihuega que distaba 15 kms. por
la CM-2011. Como las distancias eran cortas, aunque bastante calado, me
permitían resguardarme algo entre punto y punto.
“Tres monumentos existen en esta gran población: Nuestra
Virgen, San Felipe y puerta del Cozagón”. Realmente estos versos del
libro no hacen honor a Brihuega como luego pude comprobar, ya que hay numerosas
cosas que ver en esta villa. Al llegar, la lluvia había amainado algo y
,después de aparcar, me dispuse a recorrerla. Lo primero que me encontré fue la
Puerta de la Cadena que forma parte de lo que queda de la muralla.
Una señora que pasaba por allí y me vió haciendo fotos se prestó
gustosa a informarme de la historia del pueblo (que conocía bastante bien) y,
entre otras cosas, me contó que la CNT durante la Guerra Civil instauró en la
villa el Comunismo Libertario y que allí tuvo lugar la famosa batalla de
Guadalajara, una importante victoria del Ejército Popular Republicano. Me
despedí amablemente y bajé por la calle principal para buscar la iglesia de S.
Felipe, una bella construcción románica de transición al gótico del S. XIII.
Después de visitar la iglesia continué hacia abajo para adentrarme por
estrechas callejas en el casco histórico para, después de atravesar la Puerta
de Santa María desembocar en el edificio del castillo.
Se trata de una construcción de probable origen
musulmán que se halla sobre un barranco al borde del rio Tajuña. Se le conoce
también como Castillo de la Peña Bermeja por edificarse sobre unas rocas de color ocre y fué sede de numerosos
obispos de la sede primada. Constaba de un recinto exterior y de un foso que
hacían muy difícil el acceso al mismo. En su interior, hoy día, se sitúa el
cementerio. Junto con la anexa iglesia de Santa María constituía una auténtica
ciudadela.
La iglesia de Santa María es una bella y desconocida
construcción del S. XIII con añadidos posteriores que posee una preciosa puerta
septeptrional de estilo tardorrománico.
Muy cerca de allí se sitúa la Plaza de Toros que, en
su momento, fué un coso de gran relevancia taurina. En su inauguración
intervinieron El Cordobés (padre) y Paco Camino.
Subiendo una pequeña cuesta llegué hasta el Arco del Cozagón que nos ha
llegado bastante mal conservado y rebajado pero que, en su momento, tuvo gran
importancia porque constituía la puerta de entrada y salida para dirigirse a
Toledo.
La lluvia seguía siendo persistente, así que después de hacer una foto
del paisaje circundante …
… me dirigí a visitar la otra gran iglesia del pueblo, S. Miguel, una
preciosa construcción románica de transición al gótico del S. XIII .
Retomé mi camino para coger mi moto y seguir mojándome (recordadme que me tengo que comprar un traje de agua) y proseguir hasta mi siguiente destino. El cual no era otro que Masegoso de Tajuña al que se llega tras recorrer 20 kms. por la CM-2011.
Retomé mi camino para coger mi moto y seguir mojándome (recordadme que me tengo que comprar un traje de agua) y proseguir hasta mi siguiente destino. El cual no era otro que Masegoso de Tajuña al que se llega tras recorrer 20 kms. por la CM-2011.
“Masegoso es un pueblo grande, polvoriento, de color
plata, con algunos reflejos de oro a la luz de la mañana …”. No sé si
polvoriento pero deshabitado si parecía. Me acerqué a la iglesia de S. Martín
del S. XVII pero que fué completamente destruida en la Guerra Civil y
reconstruida y donde, para pasmo mio, había dos señoras que la habían abierto
para colocar flores y adecentarla y que me hicieron un interrogatorio en 3º
grado: “¿ De dónde viene usted?, ¿y que
hace por este sitio?, ¿es raro ver a algún viajero por aquí?. Me desembaracé
como pude de las comadres y, tras hacer una foto de la plaza porticada del
pueblo que no tenía mayor interés, me dirigí para recorrer por la N-204 los 8
kms. que me separaban del siguiente punto.
“Cifuentes es la capital de la Alcarria”. Llegué a Cifuentes y, tras
callejear algo, fuí a aparcar en la Plaza Mayor justo delante del Ayuntamiento.
Como la lluvia no cesaba decidí que había que ir al grano y ascendí por una
escalinata para encontrarme cara a cara con el edificio más emblemático del
pueblo: la iglesia de S. Salvador. Se trata de un edificio que auna varios
estilos: románico, gótico y renacentista. Construcción de gran envergadura que
se divisa desde cualquier punto al llegar al pueblo.
Era domingo y estaba abierta por la celebración de la misa. Así que entré y esperé a que terminara la ceremonia para realizar algunas fotos, gustándome sobre todo el coro y un precioso púlpito gótico del S.XV.
Terminada la visita bajé a coger la moto. Mi idea era acercarme a ver el castillo de D. Juan Manuel del S.XIV construido sobre una edificación árabe anterior del S.XI o XII. Está en pleno proceso de restauración y entre eso y la lluvia me contenté con un vistazo a lo lejos. A los pies del mismo nace el rio Cifuentes, caudaloso y de pequeño recorrido (unos 2 kms.) que desemboca en el Tajo al llegar a Trillo.
En esta tesitura
decidí recorrer los escasos 5 kms. por la N-204 que me llevarían hasta “los
Gárgoles”. Parafraseando a Cela “al viajero” le sorprende mucho el nombre de
estos dos pueblos, ya que Gárgoles de Arriba se encuentra a la derecha viniendo
desde Cifuentes en un lugar en suave descenso mientras que Gárgoles de Abajo se
halla algo más adelante y construido sobre una loma. En fin, su explicación
tendrá.
“ … al coronar
un resayo suave, se ve también Gargolillos, con su torre en punta, y Gárgoles,
con su torre cuadrada. A Gargolillos le llaman algunos Gárgoles de Arriba y a
Gárgoles, Gárgoles de Abajo”. La torre cuadrada a la que se refiere
Cela es la de iglesia de la Inmaculada Concepción del S.XVII mientras que la
torre en punta es de otra iglesia de la misma advocación pero esta románica del
S.XII. Después de ver ambas y como los pueblos en sí mismos no tienen otro
atractivo salvo el de hallarse situados ambos a orillas del Cifuentes, continué
mi camino por la CM-2115 para llegar a mi siguiente destino.
Iglesia Gárgoles de Arriba
“Al
llegar a Trillo el paisaje es aún más feraz. La vegetación crece al apoyo del
agua, y los árboles suben, airosos como en Brihuega”.
Efectivamente, a los
que como yo no hayan viajado nunca por estas tierras, la idea preconcebida de que la Alcarria es de una zona algo desanlejada, quizás algo desértica y con
escasos atractivos. Nada más lejos de la realidad. La Alcarria es una tierra
fértil, con grandes extensiones de verdes prados y carreteras flanqueadas por
especies como el olivo, la vid, sabinas, enebros e incluso castaños y donde
podemos encontrar grandes zonas dedicadas al cultivo de plantas aromáticas como
la lavanda, el romero, el tomillo o la salvia.
Trillo es un
pueblo grande que te sorprende gratamente. Fui directo a la Plaza del
Ayuntamiento, que es lo que siempre suelo hacer porque alrededor de las mismas
se concentran los sitios más atractivos del lugar. En ella se encuentra el
impresionante edificio de la iglesia Parroquial, de tipo renacentista,
construido con grandes sillares de piedra arenisca.
Después de verla y si se la bordea, nos
encontramos con una preciosa cascada que forma el rio Cifuentes antes de
desembocar en el Tajo.
Sobre el rio se encuentra otro de los puntos de interés, un bello puente del S.XVI que fue volado durante la Guerra de la Independencia para luego volverlo a reconstruir.El pueblo, aunque persistía una ligera lluvia, se hallaba muy animado con numerosos visitantes recorriéndolo y haciendo fotos. Supongo que en época estival será un punto de gran interés turístico, más aún si tenemos en cuenta que muy cerca del mismo está el Real Balneario de Carlos III con aguas termales cuyas propiedades eran ya conocidas por los romanos.
Rio Tajo
Salí de Trillo con muy buen sabor de boca y
me dirigí hacia el penúltimo lugar a visitar en esta primera jornada. En el
camino, y dominando el paisaje, se pueden ver dos enormes cilindros, con luces
destelleantes y que emiten continuamente un enorme humo blanco. Se trata de la
Central Nuclear construida en 1988 y que supongo que constituye una fuente de
riqueza para la comarca pero, la verdad, vista así acojona un poco.
“Pareja
es un pueblo industrioso y grande, con casas nuevas al lado de otras en ruinas
y una fonda en la plaza principal”. A Pareja se llega tras recorrer
33 kms. por la N-204 y, lo primero que llama la atención, es una ermita situada
a la entrada del pueblo. Se trata de la Ermita de Nª Sª de los Remedios
construida en 1716.
Además de la ermita, Pareja tiene otras cosas que ver como unos bonitos soportales en la Plaza Mayor y un palacio neoclásico del S.XVIII. Una placa revela el paso de Cela por este pueblo.
Y ya, sin más, volví a tomar la N-204 y me dispuse a llegar después de 14 kms. al lugar donde debía pasar la noche. “En Sacedón se mete el viajero por el atajo del camposanto … el caserío se extiende bastante y la torre de la iglesia destaca airosa sobre todo él”.
Pregunté
al llegar por mi alojamiento, lugar casi obligatorio para pernoctar pues la
infraestructura de hospedaje la supongo muy escasa. Se trataba del Hotel
Mariblanca situado en el mismo centro al lado de una estatua dedicada a este
personaje del cual desconozco sus andanzas.
Tomé la habitación sin muchos lujos que me dieron y me fui a buscar un
sitio para comer ya que era algo tarde. Después de descansar un rato y como
había dejado de llover decidí dar un paseo pero, en vez de dirigirme
directamente a la iglesia cercana, seguí calle abajo para recorrer un bonito
paseo asfaltado y que terminaba en una pequeña loma desde la que se divisaba el
embalse de Entrepeñas. En el trayecto me sorprendió mucho la gran cantidad de
empresas dedicadas al turismo naútico, solares con gran cantidad de barcos,
empresas de windsurf e incluso tiendas de ropa y otros artículos para el
deporte naútico.
Por eso, al regresar e ir a ver la iglesia, me pareció cuando menos incongruente el cartel que colgaba sobre la fachada del Ayuntamiento.
Sin entrar en discusiones pueblerinas/regionalistas, el hecho de que un
pueblo que, aparentemente, no tiene problemas de suministro a la población ni a
los regadíos y que tiene en el cercano embalse una fuente de riqueza con la
explotación del turismo naval de recreo, coloque este tipo de reivindicaciones
en su Ayuntamiento (y no es el único ya que me encontré carteles similares
dispersos por otros lugares a lo largo de mi viaje), me resulta, cuando menos,
un contrasentido.
Dejando
a un lado mi pequeño cabreo, hice algunas fotos de la iglesia Parroquial, de
estilo tardogótico con detalles renacentistas del S.XVIII. El resto del pueblo
no tiene mucho que ver e incluso diría que es poco agraciado (y no tiene nada
que ver esta opinión con el cartelito de marras). Así que regresé al hotel
(buen restaurante) para cenar y reponer fuerzas para la siguiente jornada.
DÍAS 3 Y 4
A
la mañana siguiente preparé las cosas, me despedí del Sacedón reivindicativo y
me dirigí primero por la N-320 y luego por la N-320A para, en tan solo 10 kms.
y ya sin lluvia aunque nublado, plantarme en el siguiente pueblo.
“Al cruzar por Auñón
las criadas van cantando lo de Rosa de Madrid”. Al llegar a la plaza del Ayuntamiento, desde
donde se divisa un bonito paisaje, nos sorprende el edificio del Ayuntamiento.
Es un magnífico ejemplo de construcción típica alcarreña, un edificio hidalgo
con dos plantas, la inferior con soportales tapiados y la superior con columnas
y zapatas de madera que sostienen la balconada, rematado todo ello por un gran
reloj.
Al lado mismo se encuentra la iglesia de S. Juan
Bautista, gótico tardío del S.XVI con el escudo de armas de la Orden de
Calatrava en la portada.
Callejeando por el pueblo, de estructura típicamente medieval y con
casas colgadas sobre un barranco, llegué hasta una placita en la que se
levantaba un bonito edificio que era la Capilla del Obispo de Salona del
S.XVII.
Retomé mi camino no sin antes hacer una foto del paisaje circundante.
Del siguiente lugar a visitar me separaban 22 kms. que se recorren por
la GU-213. “Tendilla
es un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo lo
largo de la carretera”. La descripción que hace Cela no puede ser
más exacta. Tendilla es un pueblo de una sola calle, la calle Mayor, flanqueada
por hileras de soportales que se extienden más de 1 km. y que albergan tiendas
y restaurantes con encanto.
Además de soportales, en Tendilla hay una iglesia inacabada del S.XVI
dedicada a la Asunción …
… y un palacio que perteneció a la familia López de Cogolludo.
También aquí hay una placa recuerdo del paso de Cela en la que hace
mención a Pío Baroja.
Saliendo de Tendilla por la GU-213 y continuando durante 22 kms. se
llega a un pueblecito encaramado sobre una loma y en el que, para desgracia
mía, la lluvia hizo su reaparición. “Hueva tiene la torre de la iglesia torcida, como la de Pisa”. En Hueva no hay mucho que ver, una plaza donde se sitúa el
Ayuntamiento, la picota y un pilón y la iglesia que, efectivamente tiene la
torre torcida, aunque desde la perspectiva de mi foto no se aprecia con
claridad.
Ya sin más, me dispuse a recorrer los 8 kms. primero por la CM-2006 y
luego por la CM-200 que me separaban del lugar donde iba a pasar el resto del
día y hacer noche.
Plaza de la Hora
Deambulé un rato por las calles, ahora casi vacías, y entré en una bonita taberna para cenar algo antes de irme a dormir y prepararme para el regreso a casa.
Además posee una iglesia románica dedicada a S. Juan Bautista.
“…
cuando el viajero se asomó a la plaza de la Hora, y entró, de verdad y para su
uso, en Pastrana, la primera sensación que tuvo fue la de encontrarse en una
ciudad medieval, en una gran ciudad medieval”. Realmente esa es la
sensación que provoca la llegada a Pastrana, ciudad grande que posee
innumerables rincones para descubrir. Yo, al llegar, localicé primero mi
alojamiento.
Leandro Fernández
de Moratín (1760-1828) es el más importante autor dramático de la escuela
neoclásica española. A la muerte de su padre heredó varias posesiones, entre
las que se encontraba una casa en Pastrana en la que pasó largas temporadas y
en la que escribió, entre otras obras, la famosa “El sí de las niñas”. Pues
bien, esta casa hoy está convertida en Hostal Rural ( Hostal Moratín ) era el lugar elegido por mi para pernoctar. Decorado acorde con su procedencia
noble, con cómodas habitaciones y un precio extraordinario (35 euros SA). Tomé
la mía, recogí las llaves y me fui a descubrir Pastrana.
Por la calle que
desemboca en el arco que da acceso a la plaza de la Hora descubrí el Palacio
Viejo, lugar donde residió temporalmente la Princesa de Éboli mientras le
construían el Palacio Ducal.
Atravesando el arco se llega a la Plaza de la Hora, cuadrada y abierta
a un bello paisaje en uno de sus lados y donde todo lo domina la figura del
imponente Palacio Ducal, de planta cuadrada con torres a los lados y escasa
ornamentación en la fachada. Se proyectó en 1541 pero, por diferentes motivos,
su construcción completa nunca finalizó. En él estuvo encerrada la Princesa de
Éboli desde 1581 hasta su muerte en 1592 y se puede contemplar el balcón donde
podía salir una hora al día, de ahí el nombre de la plaza.
Plaza de la Hora
Palacio Ducal
Atravesando un arco contrapuesto al que da acceso a la plaza se entra
en la calle Mayor, bastante llena de turistas a esa hora. Recorriéndola sin
prisas da tiempo a ver las bonitas casas que la adornan y se termina
desembocando en el gran edificio de la Colegiata construida sobre una antigua iglesia
románica del S.XII edificada por los caballeros calatravos y reconstruida
totalmente en los S.XVI y XVII. El acceso a este gran templo se realiza por una
portada de tradición gótica con una pequeña placita cerrada con una reja.
Cuando llegué el párroco estaba cerrando dada la hora que era pero me informó
amablemente de los horarios vespertinos para realizar una visita guiada.
Así pues, decidí irme a comer y darme un pequeño homenaje en un
restaurante que había seleccionado previamente. Se trataba del Cenador de las
Monjas, situado en las dependencias de un convento aún en uso y que por mi
información contaba con varios premios gastronómicos. Al llegar, observé con
sorpresa que era el único comensal, pero el camarero me informó que estaba todo
reservado para más tarde (cuando salí estaba todo lleno). Me acomodé en mi mesa
y, para daros envidia, disfruté de una excelente comida servida con prontitud y
eficiencia y a un precio más que razonable dado el lugar.
El único pero es
que al restaurante
. se llega desde la Colegiata descendiendo por empinadas callejas que, lógicamente, luego hay que volver a subir pero, bueno, ayuda a digerir lo trasegado. Así que sin prisa retorné hasta mi alojamiento para descansar un rato y luego visitar la Colegiata.
. se llega desde la Colegiata descendiendo por empinadas callejas que, lógicamente, luego hay que volver a subir pero, bueno, ayuda a digerir lo trasegado. Así que sin prisa retorné hasta mi alojamiento para descansar un rato y luego visitar la Colegiata.
Cuando llegué, un
grupo de 8 personas de disponía a iniciar el recorrido, siendo el guía el
propio párroco, hombre culto, ameno y socarrón (todo junto). Nos enseñó todos y
cada uno de los lugares interesantes del interior del templo, contándonos
entretanto mil historias, para luego llevarnos a una sala donde se encontraban
expuestos objetos litúrgicos, cuadros y tallas. Al enterarse de que era de
Murcia me mostró dos tallas que eran atribuidas a Salzillo y me puso en el
aprieto de expresar mi opinión al respecto. Fui sincero y le dije que una de
ellas si podía ser de Salzillo o de su taller pero la otra … para nada. Algo
desilusionado el buen hombre nos llevó a conocer la joya de Pastrana que se
alberga aquí: los famosos tapices.
Se trata de cuatro
paños tejidos en seda y lana de 11x4 metros y que, aunque se conocen como los
tapices de Pastrana, fueron encargados por Alfonso V de Portugal y que narran
con minuciosidad la conquista por éste de dos ciudades del Norte de Africa:
Arcila y Tánger. Son del S.XV y, aunque rehabilitados, conservan una belleza y
un colorido extraordinarios. Después de muchas vicisitudes, los habitantes de
la villa consiguieron que volvieran definitivamente aquí y se convirtieran en
la joya más preciada del pueblo. Si pasáis por este lugar no os perdáis una
visita a los mismos.
Para terminar la visita, nuestro guía nos llevó al sótano para ver,
entre otras, las tumbas de la Princesa de Éboli y su marido y para rematar la
faena, a petición popular, nos obsequió con un mini-concierto en el precioso
órgano de la iglesia del S.XVIII construido por Domingo de Mendoza.
Y todo esto por el módico precio de 5 euros.
Salí de la Colegiata ya anocheciendo y, retornando por
la calle Mayor, giré a la izquierda para contemplar de noche la famosa fuente
de los Cuatro caños del S.XVI con cuatro mascarones diferentes entre si de los
que salen los caños de agua.
Deambulé un rato por las calles, ahora casi vacías, y entré en una bonita taberna para cenar algo antes de irme a dormir y prepararme para el regreso a casa.
Además de lo
anterior en Pastrana se pueden ver otras cosas, como la Plaza del Deán con
bellos edificios, conventos fundados por Santa Teresa y S. Juan de la Cruz,
varios palacios e incluso una de las plazas de toros más antiguas de la
provincia.
En mi hostal el
desayuno no se servía hasta las 9´30 h., muy tarde para mi. Así que busqué uno
de los pocos bares abiertos temprano en la plaza y con un café con leche y un
bizcocho tomé la carretera CM-200 para acercarme hasta el último pueblo
descrito en la ruta de Cela y cerrar el círculo.
“Zorita de los
Canes está situado en una curva del Tajo, al lado de los inútiles pilares de un
puente que nunca se construyó”. El curioso nombre del pueblo parece
que deriva de una tradición que dice que, al ser un enclave bastante
estratégico, en muchos de los asedios la defendieron perros entrenados. Hoy
Zorita es un pequeño pueblo al lado del rio con un castillo muy deteriorado que
fue fundado por la Orden de Calatrava en el S.IX pero que a día de hoy solo
conserva medianamente reconocible la torre albarrana.
Su mayor encanto reside en contemplar el rio lleno de cáñamos en sus
orillas y acercarse a ver la cercana ciudad visigoda de Recópolis, en bastante
buen estado.
Con la satisfacción de haber completado todo el periplo descrito por
Cela, retorné a Pastrana y desde ahí a Guadalajara, Cuenca, Albacete hasta
llegar a Murcia, ahora sí, con buen tiempo.
A los que, como
yo, desconozcan esta comarca les aseguro que les va a encantar. Descubrirán
bellos paisajes, pueblos con historia y lugares perdidos con gran interés que
esperan ansiosos a ser visitados.
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