SIERRA MORENA: ALGO MÁS QUE BANDOLEROS
Tenía pensado dar
carpetazo al año motero pero, como las ocasiones hay que aprovecharlas, me
encontré con un espléndido puente del 12 de Octubre y, además, con unas
previsiones metereológicas estupendas. Así que decidí sacarle partido a esos
hermosos 5 días (de viernes a martes ) y busqué un lugar que no hubiera
recorrido antes y con atractivo.
Curioseando por
webs de rutas moteras encontré una que reunía ambos requisitos: la Serranía de
Córdoba conocida popularmente como Sierra Morena. Ni mil palabras más.
Sierra Morena es
una cordillera que sirve como separación entre la Meseta Central y la depresión
del Guadalquivir. Geográficamente es la frontera entre Andalucía y La Mancha.
De los cuatro
sectores que posee ( onubense, sevillano, jiennense y cordobés ) me decidí por
este último porque, desde el punto de vista motero, me resultó el más atractivo
por sus carreteras de montaña, pueblos con encanto y buena gastronomía.
Os recuerdo que para ver las fotos ampliadas solo hay que pinchar encima.
8 DE OCTUBRE
El recorrido por
la sierra propiamente dicho eran 2 días, por lo que podía hacer la ida hasta
llegar a Hornachuelos ( inicio de la ruta ) en dos etapas y volver de un tirón
o viceversa. Opté por algo intermedio, teniendo como meta este primer día pernoctar
en Osuna ( 438 kms. desde Murcia ) y al día siguiente llegar a
Hornachuelos e iniciar mi recorrido
previsto por la sierra.
Así pues A-7 para
adelante, luego A-91 y A-92 N hasta Granada, continuar por la A-92 dirección
Sevilla y luego tomar la salida 84 que me llevaría a Osuna.
Llegada, búsqueda
del hotel y comida. Algo de descanso y a ver lo que pudiera de esta bella
localidad sevillana.
Osuna tiene 3000 años de antigüedad, siendo los
turdetanos sus primeros habitantes y los que la bautizaron como Urso. Más
adelante, ya en época romana, fue refundada por Marco Antonio ( Colonia
Genetiva Iulia ) y durante el período de dominación musulmana se llamó Oxona.
En 1239 fue conquistada por los ejércitos cristianos de Fernando III de
Castilla y entregada a la Orden de Calatrava y estos a su vez la cedieron en el
S. XV a Pedro Téllez de Girón, alcanzando su mayor esplendor con uno de sus
descendientes Juan Téllez Girón, el cual construyó un hospital, la Colegiata,
la Universidad y varias iglesias y conventos.
Inicié mi periplo
visitando la Universidad y la Colegiata, edificios próximos entre si.
La Universidad es
un edificio de planta rectangular con un patio central de planta cuadrada.
Tiene aires de fortaleza militar y está flanqueda por cuatro torres en los
ángulos ( todas ellas diferentes ) rematadas por chapiteles rematados por
cerámica vidriada azul y blanca. Hoy en día, al seguir en uso académico, el
interior no presenta ninguna singularidad, por lo que me limité a hacer alguna
foto del exterior.
Separada solo unos metros de la Universidad se encuentra la Colegiata
de Osuna. Emplazada sobre un promontorio es obra de los arquitectos Diego de
Riaño y Martín de Gaínza. Su construcción se inició alrededor de 1531
finalizando hacia 1539 y constituye un buen ejemplo de arquitectura
renacentista. Está realizada en sillería amarillenta de las canteras locales,
con gran porosidad y alto índice de humedad, motivo de sus múltiples problemas
( además de verse afectada por el terremoto de Lisboa de 1775 ).
El exterior es muy
sobrio, con tres portadas entre las que destaca la “Puerta del Sol”, con un
vano adintelado por columnas corintias coronada por un frontón curvo con óculo
central.
Dada su situación es complicado realizar fotos en panorámica, así que
la rodeé y me la encontré cerrada, aunque en otra de las portadas había unos
obreros colocando un cartel para una exposición sobre S. José y estaba
entreabierta. Me colé y, al poco de entrar y ver el interior, una señora con
ademanes de sargento de caballería me conminó a salir porque” estaban
trabajando”. Me cuadré militarmente y la acompañé hasta la puerta aunque, en un
descuido, pude hacer una foto del retablo. Lástima porque no pude ver su
espléndida colección de pinturas y esculturas con obras, entre otros, de José
de Ribera “El Españoleto” o de Juan Martínez Montañés.
Hice desde allí alguna foto del pueblo …
… y descendí disponiéndome
a callejear un rato. Osuna es una villa de calles estrechas, muchas de ellas en
pendiente, y muy parecidas unas a otras
con altura de dos pisos y encaladas.
En el recorrido fui descubriendo casonas señoriales, palacios e
iglesias como la Parroquia de Nª Sª de la Victoria del S.XVI antiguo convento …
… el antiguo Pósito que tuvo otros usos como cárcel y oficina de
reclutamiento …
… o la Parroquia de Santo Domingo del S. XVI aunque reformada en el S.
XVII y XVIII.
Así mismo descubrí el Palacio del Marqués de la Gomera, del S. XVIII y
que es el ejemplo más representativo del barroco de Osuna.
Terminé mi periplo en la Plaza Mayor donde se encuentra el Ayuntamiento
del S. XVI y que se encontraba en obras.
Ya de regreso al alojamiento tuve ocasión de ver la iglesia de la
Merced, antiguo convento mercedario de estilo barroco, que presenta una esbelta
torre de piedra y sillar. Hoy está desacralizada.
Para terminar entré en el Parque de San Arcadio, cercano a mi hotel,
donde si no se encontraban jugando todos los niños de Osuna pocos faltarían.
9 DE OCTUBRE
La
ruta como tal comenzaba en Hornachuelos, distante de Osuna 81 kms. que se
recorren por la A-351, A-453 y CO-5310, todas ellas carreteras con excelente
asfaltado y largas rectas.
Hornachuelos es un pueblo encaramado sobre un tajo
con casitas encaladas similares a las que me iba a encontrar en todo el
recorrido y con unas bonitas vistas de un embalse cercano.
Aparqué y me dispuse a recorrer el pueblo,
encontrándome primero con la pequeña ermita de S. Salvador que es la única que
se conserva de las tres que existían intramuros. Es un pequeño templo de una
sola nave abovedada del S. XVIII. Lo que más me llamó la atención es su bonita
bóveda ( aunque imagino que restaurada ).
Subiendo a la parte alta del pueblo se
encuentra la iglesia de Sª Mª de las Flores, templo gótico-mudéjar del S. XVI
con un rosetón gótico en la portada y una elevada torre. Está declarada BIC.
Al continuar mi ascensión descubrí una
pequeña sorpresa. Se trataba de un teatro-cine pomposamente llamado Giuseppe
Verdi. ¿ Qué diablos pintaba Verdi en un pueblecito de la sierra cordobesa ?.
Una placa me aclaró el misterio. En la obra de Verdi La Forza del Destino, en
el acto II en la plegaria de Leonor, se hace referencia a Hornachuelos. ¿ Cómo
acabó Verdi visitando este pueblecito e inspirándose en él para un pasaje de su
obra ?. No tengo ni idea pero investigaré.
Cerca del teatro Verdi se encontraba los
restos del castillo, bastante deteriorado y que está en restauración, pero
desde el mismo se podía apreciar una bonita panorámica de los alrededores.
Descendí hasta donde había dejado la moto e
hice alguna foto de un rincón del pueblo que me llamó la atención y también de mi compañera.
El siguiente punto era Villaviciosa de
Córdoba, así que me dirigí por la A-431 hasta llegar a Posadas. Llegados aquí
yo iba pensando que donde diantres estaban las carreteras de montaña, pues
hasta ahora todas eran bastante rectas y sin mucho aliciente. Se ve que algún
dios motero oyó mis pensamientos y se dijo “ quieres curvas, pues ahí las
tienes “. Los 34 kms. que separaban Posadas de Villaviciosa no es que tuvieran
curvas ¡¡ es que las tenían todas !!, aunque no tenían excesiva pendiente ( son
carreteras de media montaña ) pero sin rastro de una mínima recta y algunas
curvas de casi 360º y en ligero ascenso casi te hacían apoyar el pie para poder
tomarlas. Los kilómetros pasaban lentamente haciéndose interminables pero había
que seguir y, además, sin poder admirar el paisaje por el riesgo de terminar en
el fondo de un barranco. Lo único bueno es que no había nadie, solo me encontré
en todo el trayecto un par de grupitos de moteros que me saludaron y parecieron
decirme “ ¿ cómo se te ocurre meterte por aquí con una Burgman ?. Si me llego a
traer a mi colega Jaime que no le gustaron las carreteras de las Alpujarras,
una de dos: o se baja y pide un taxi o directamente se muere.
De esta guisa conseguí llegar hasta Villaviciosa, parándome en el primer bar que
encontré para recuperarme del susto y fumarme un cigarro.
Una vez vuelto a la vida me dí un paseo por
el pueblo subido en la moto y, la verdad, no encontré nada que me hiciera
bajarme de la misma y realizar alguna fotito.
Así que tomé la CO-5401 para recorrer los
24 kms. que me separaban de mi último destino del día: Villanueva del Rey.
Carretera que, aún siendo de media montaña y también con curvas, no tenía nada
que ver con la anterior.
En el trayecto si pude percatarme que había
entrado en el reino donde el olivo es el amo y señor. Alineados marcialmente,
los campos de olivares constituyen auténticos ejércitos que se extienden más
allá de donde la vista alcanza.
Llegué a Villanueva
del Rey y fui directo a buscar el alojamiento ( Hotel Rural Las Monteras,
fuera del pueblo pero muy bueno y con restaurante excelente ). Comida, siesta
reparadora y a ver Villanueva.
El lugar se encuentra en plena Sierra
Morena, enmarcado en el valle del Guadiato . Es un típico pueblo serrano, casitas
blancas, balcones con flores ( aunque en ésta época no estaban en su esplendor
), calles tranquilas y donde todos se conocen y saludan por su nombre. Me senté
en el único bar abierto y pude contemplar el espectáculo del dueño del mismo
que tenía amaestrada ¡¡ una perdiz !! que lo seguía a todas partes y le
picoteaba en la mano el alimento que le daba.
Fui a ver la iglesia de la Concepción,
típica iglesia serrana de una sola nave y con espadaña en la torre.
Continué el paseo haciendo alguna foto de un balcón que me llamó la atención.
Y, de pronto, me fijé en un cartel situado
al lado del Ayuntamiento y que os muestro más abajo.
Me emocionó que un modesto pueblo de la serranía cordobesa de poco más de 1000 habitantes y, supongo, de una economía no muy boyante se solidarice con la tragedia de La Palma y recaude lo que pueda y pensé que nuestros amadísimos diputados y senadores deberían tomar buena nota. Iluso de mi.
Retorné al hotel para una cena ligerita y a
descansar para realizar al día siguiente mi segundo día por tierras de la
serranía cordobesa.
10 DE
OCTUBRE
Salí
de Villanueva por la CO-5401 y la N-432 para ir a Espiel, situado a tan solo 14
kms.
Espiel, villa de origen romano, presenta una arquitectura caracterizada
por un fuerte tipismo, con calles pendientes y quebradas con plazas irregulares
y de casas blancas, que a veces se asientan sobre la roca. Dejé la moto en la parte baja del pueblo y subí para
ver la iglesia de S. Sebastián, del S. XV con una sola nave y una bonita torre
de cantería.
Me llamó la atención un bonito
mural vegetal situado al lado de la misma.
En el pueblo también se encuentra el
castillo “Cabeza de Vaca” de la época califal pero al que solo se puede subir
andando varios kms. y tiene como honor
ser el pueblo donde se encontró la campana más antigua de España ( la campana
del Abad Sansón, actualmente en el Museo Arqueológico de Córdoba ).
Desde
Espiel recorrí 16 kms. por la N-502 y la N-432 hasta llegar a Villaharta, que no llamó especialmente mi atención
salvo el bonito paisaje que se divisa.
Y desde ahí me encaminé hacia Obejo por la A-3176 . El pueblo se encuentra coronando
un cerro de unos 700 ms. de altitud y cuenta con algo de más de 2000
habitantes. Su origen se remonta al neolítico, habiéndose encontrado necrópolis
de esta época con hachas de 25 cm. Por aquí pasaron tartessos, romanos y
árabes, siendo conquistada por los cristianos en el S. XIII. Mi buen amigo Juan
Antonio, radiólogo de pro y enamorado de la arqueología, seguro que si viene
por aquí se podría llevar algún “ recuerdito “.
Subí
con la moto hasta lo más alto del pueblo, donde se encuentra la iglesia de San
Antonio Abad del S.XIII con la buena fortuna de que una señora se disponía a
abrirla. Entré y vi un pequeño templo de tres naves separadas por arcos
peraltados y apoyadas en columnas de mármol.
En el exterior una torre posterior de
ladrillo y mampostería con apariencia de alminar da al conjunto un aspecto
mudéjar.
Hice alguna foto del paisaje
circundante desde un mirador próximo y de un rinconcito con encanto adosado al
templo …
… y emprendí la bajada para retomar la A-3176 y luego la A-3001 para dirigirme a Adamuz.
Esta última carretera me fué desaconsejada por un abuelete que tomaba el sol en la plaza del pueblo “ porque tenía muchas curvas “. Yo pensaba que después del tramo de Posadas a Villaviciosa nada podía ser peor. Resultado: me fui acordando del abuelete y varias de sus generaciones anteriores durante los 34 kms. de recorrido hasta Ademuz y encima con la gasolina bastante justa. Hay que hacer caso a la experiencia.
Llegué a Ademuz, villa con pasado visigodo y árabe ( Adamuz o Alamuz ) que fue un lugar de posada y descanso en el camino de Córdoba a Toledo ( Camino Real de la Plata ). Hay constancia del paso por Ademuz de los Reyes Católicos.
Lo primero era encontrar una gasolinera y, una vez repostado, me encaminé hacia el centro del pueblo donde se encuentra la iglesia de S. Andrés junto a un bonito jardín. Se trata de uno de los primeros templos góticos de la provincia y presenta la particularidad de que la torre se encuentra los pies de la iglesia ( caso único en las iglesias de Códoba ). Su construcción data del S. XV.
Estaba
abierta ya que se celebraba una confirmación ?, comunión ? ( aquí ya me pierdo
) y pude ver que posee tres naves con
bóveda y arcos de crucería.
El
otro lugar que lleva apuntado para ver era la Torre del Reloj. Para llegar
hasta ella tuve que meterme por un tramo de unos 100 ms de dirección prohibida
pero es que si no lo hacía así, debido a unas obras, tenía que dar toda la
vuelta al pueblo.
Su construcción se debe al Marqués
del Carpio en el S. XVI y consta de tres cuerpos y un tejado simple a cuatro
aguas. En el primer cuerpo hay una
lápida de piedra molinaza que explica ( en latín ) quién la mandó construir y
en que fecha.
Dí
por terminada mi visita a Ademuz y me encaminé hacia el último punto del día y
donde finalizaba mi ruta por la Sierra Morena cordobesa. Para ello tomé la
CO-3102 y luego la A-4 que me llevaría hasta mi alojamiento en El Carpio, ya
que en Montoro no encontré un lugar decente para pernoctar. Después de comer y
descansar un ratito me encaminé hacia mi destino por la E-5.
Al llegar a Montoro llama la atención del viajero el
emplazamiento de la villa, ya que se encuentra sobre un elevado cerro a los
pies de un meandro que forma el rio Guadalquivir y que está catalogado como
Monumento Natural.
Su
origen se remonta al período ibérico, pasando a formar un foedus en la época
romana y siendo después colonizada por los godos que le dieron su nombre ( Mon
te Go thorum, “ monte de los godos “ ). Después del período visigodo y musulmán
fue conquistada definitivamente por las huestes cristianas de Fernando II El
Santo.
Durante la invasión francesa
Montoro tiene a bien ser el único lugar que, merced al ingenio de sus
habitantes, constituyó el único punto independiente que los franceses dejaron
atrás en su retaguardia.
Subir hasta el centro del pueblo
con la moto es una pequeña odisea, debido a sus empinadas y adoquinadas calles
pero mi montura ya está acostumbrada a estos
retos y aún mayores.
Aparqué donde pude y me fui a
callejear entrando primero en la parroquia de Nª Sª del Carmen, ubicada en la
Plaza del Charco y que fue el antiguo convento de los Carmelitas Descalzos del
S. VXII. Me impactó su grandioso retablo mayor barroco, con una imagen central
del Cristo de la Salud.
Al
salir me sorprendió una charanga que supuse había sido contratada para darme la
bienvenida al pueblo. Todo un detalle.
Desde
ahí me dirigí al centro neurálgico de la villa, la Plaza de España, donde se
eleva la imponente figura de la de la iglesia de S. Bartolomé del S.XVI y que
constituye el ejemplo más importante del estilo de transición del gótico al
renacimiento de la provincia de Córdoba.
Al
lado del templo se encuentra un bonito edificio ocupado actualmente por el
Ayuntamiento.
Tenía
curiosidad por ver una casa singular del lugar. Para ello hay que bordear la
iglesia por su flanco izquierdo y adentrarse en el antiguo barrio judío, donde
se pueden apreciar casas con escudos en las puertas que hermanan las dos
religiones judía y cristiana como la que os muestro.
El
camino hasta la casa que quería visitar es una larga y pronunciada bajada (
aviso a navegantes, luego no queda más remedio que subirla ) que te lleva hasta
la misma. Se trata de una casa del S. XX que está decorada en su exterior e
interior por más de 45 millones de conchas de toda la geografía española (
lógicamente se llama Casa de las Conchas ). Se debe a un vecino del pueblo ya
fallecido ( Francisco del Rio Cuenca ) y me tuve que limitar a realizar alguna
foto del exterior ya que se encontraba cerrada.
Retorné
como pude haciendo paradas y a punto del infarto hasta el lugar de partida y
busqué mi moto para despedirme de Montoro, no sin antes realizar alguna foto
del Puente de las Donadas del S. XV que cabalga sobre el Guadalquivir. Es un
puente de cuatro arcos construido con piedra molinaza roja y que, según la
tradición popular, se construyó gracias a que las doncellas del pueblo donaron
sus alhajas para realizarlo ( de ahí el nombre ).
Volví a El Carpio parando en el camino para hacer una foto de una bonita puesta de sol sobre la campiña cordobesa y dando por finalizado mi recorrido por estas tierras.
11 y 12 DE OCTUBRE
La
idea primigenia era retornar directamente a casa pero, como me ocurre a menudo,
cambié de planes sobre la marcha. No tenía tareas pendientes y el 12 era
festivo así que ¿ por qué no parar y conocer uno de esos sitios por los que
pasamos multitud de veces y que nunca visitamos ?. A mi me sucedía con Guadix.
Sin pensármelo dos veces hice una reserva sobre la marcha y me dispuse a
conocer esta ciudad granadina que posee una imponente y preciosa catedral que
me apetecía visitar.
El camino hasta Guadix era muy
sencillo. Desde El Carpio 78 kms. por la A-306 hasta Jaén, allí se toma la
autovía a Granada y luego el desvío por Iznalloz hasta Guadix. Como llegué
temprano busqué el alojamiento que tenía un nombre curioso ( La casa de la
escultora ) y que estaba algo escondido. Aparqué en una placita cercana y me
fui a dar una vuelta y hacer tiempo hasta la hora de tomar la habitación.
El lugar era una antigua casa
señorial rehabilitada, con un precioso patio central, habitaciones en el piso
superior y llena de cuadros, esculturas y objetos curiosos. Un joven me
recibió, me llevó hasta mi habitación y me entregó las diferentes llaves para
entrar y salir.
Así que, después de comer y
descansar un rato, me acerqué hasta la cercana catedral a ver que me deparaba.
El lugar donde se asienta corresponde a una antigua iglesia
hispano-visigoda del S. X, en la que posteriormente se instaló una mezquita y,
tras la reconquista en 1489, se erigió la iglesia de Santa María de la
Encarnación que se convirtió en Catedral por bula del Papa Inocencio III.
El templo, de estilo gótico, se había quedado algo anticuado, por lo
que se encargó un nuevo proyecto a Diego de Siloé que comenzó la remodelación
en 1549.
El templo ha pasado por numerosas reformas hasta llegar a su imponente
aspecto actual donde se entremezclan estilos como el barroco, renacentista y
algunas partes del antiguo templo gótico.
La portada principal es una espléndida muestra del barroco, con tres
cuerpos tanto vertical como horizontalmente, con grandes contrafuertes
decorados con columnas adosadas. El cuerpo central es coronado por un gran
relieve en mármol del misterio de la Encarnación.
Otra portada digna de mención es la de Santiago situada en la fachada
sur. Barroca del S.XVIII es de medio punto y está flanqueada por cuatro columnas
de orden corintio. Sobre ella hay un medallón con un relieve con un jarrón de
azucenas, que es el símbolo de la catedral.
El elemento arquitectónico más visible es su torre-campanario de 65 ms.
de altura que se puede observar desde cualquier punto de la ciudad. Es de
planta cuadrada, con tres cuerpos y un remate poligonal.
Una vez visto el exterior pagué el diezmo correspondiente (4,5 euros) y
me dispuse a visitar el interior del templo. Este se compone de tres naves
separadas por pilares compuestos de columnas de diferente orden que sujetan
arcos formeros, crucero y cabecera. Todo ello se cubre con bóveda de crucería.
Rodeando el templo por sus naves exteriores encontramos numerosas capillas, entre las que destaca la de S. Torcuato obra de Diego de Siloé.
En una de las capillas se encuentra una réplica exacta de la Piedad de
Miguel Angel que tiene tras de sí una bonita historia. Esta pieza, de autor
desconocido, tiene exactamente las
mismas medidas que la original y está realizada igualmente en mármol de
Carrara. En 1930 D. Manuel Martínez-Carrasco Reyes y Almansa, originario de
Guadix, era Director del Colegio Español de Bolonia y allí descubrió la obra en
una muestra de escultura. Entre el y sus hermanos decidieron adquirirla para instalarla
en una capilla de la iglesia de Santiago donde estaba enterrada su madre de
nombre Piedad.
Seis años más tarde se desencadenó la Guerra Civil y, con los
bombardeos, la obra desapareció. Así estuvo durante 80 años hasta que, por
casualidad, los restos de la obra ya muy deteriorados fueron descubiertos en el
patio de un colegio por una profesora y escultora accitana llamada Mª Angeles
Lázaro Guil, la cual se propuso reconstruirla exactamente igual y con el mismo
material que la original. Dicha reconstrucción es la que hoy podemos ver en la
catedral.
Atando cabos y preguntando llegué a la conclusión de que mi alojamiento
era la casa de esta escultora ( de ahí el nombre ). Al regresar al mismo
comprobé que en mi habitación había una fotografía de esta Piedad en la que no
había reparado. Las piezas encajaron.
Continuando con mi visita a la Catedral varios elementos de la misma llamaron mi atención. Una bonita cúpula barroca realizada en piedra.
Aunque, para mi gusto, la gran joya del templo es el coro. Una
auténtica filigrana en madera de nogal
y cedro realizada por el escultor barroco Torcuato Ruiz del Peral y que juega
con las luces y los contrastes de manera asombrosa.
Asi mismo hay que destacar dos preciosos púlpitos realizados también
por Torcuato Ruiz del Peral utilizando diferentes tipos de mármoles.
Terminada mi visita salí al exterior y pude ver las excavaciones que se
están realizado en las inmediaciones y algunas piezas ya recuperadas.
Ya anochecía y no había tiempo para ver más cosas, así que busqué un
lugar para cenar y me retiré a La casa de la escultora pensando que, si pasáis
por aquí, merece la pena desviarse de la autovía y ver este bonito pueblo y,
sobre todo, su Catedral.
El día siguiente no tiene historia. Retorno a la autovía y a recorrer
tranquilamente los 228 kms. que me separaban de Murcia, llegando a casa a media
mañana.
Con este viaje si que he dado por concluido el año motero, aunque si se
presenta la oportunidad de hacer alguna escapadita corta a algún lugar
interesante no la desaprovecharé.
Hasta
la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario