miércoles, 22 de septiembre de 2021

 

                                             

                                DE NUEVO POR LA ALPUJARRA

 

                En Diciembre de 2016 publiqué una entrada de uno de los primeros viajes que realicé, relatando mi experiencia de recorrer la Alpujarra granadina en una Burgman de 200 c.c.

                Tenía una salida pendiente con Jaime, que es la única persona a la que consiento que se venga conmigo en mis aventuras, aunque con condiciones ( viajes no muy largos, sin problemas con los hoteles ni comidas,  no demasiados “culturales”, etc. ). Pues bien, asumiendo su condición de gafe reconocido ( siempre que hemos salido juntos me ha pasado algo a mi y a el nunca ) me arriesgué y le propuse realizar una ruta similar por esas tierras granadinas con pequeñas variaciones. Aceptó y allá que nos fuimos a ver que nos encontrábamos.


DEL 17 AL 20 DE SEPTIEMBRE  

 

                Como habíamos decidido irnos por Almería y regresar por Granada, me dirigí hacia Huércal-Overa para recogerlo en el punto previsto más o menos y continuamos por la A-7 para luego tomar la A-44 dirección Granada y salirnos por la A-348 hasta Lanjarón. Buscamos el hotel que se llamaba pomposamente Nuevo Palace y que de “nuevo” no tenía absolutamente nada. La red hotelera de Lanjarón es amplia, aunque muchos de ellos solo abren en temporada alta y su antigüedad se sitúa de 80 años para arriba, pero bueno tampoco era cuestión de ponernos exquisitos.

                Después de dejar las cosas nos fuimos a buscar un lugar para comer y, tras la pertinente siesta, dimos un paseo y le enseñé a Jaime la villa.

                Lanjarón nace del asentamiento de un grupo de bereberes en el S. XIII y fueron ellos los que dieron nombre al lugar ( “Al-lancharon”, lugar de manantiales ). En 1492, con la caída del Reino de Granada pasó a manos cristianas, aunque se permitió a los moriscos seguir residiendo en ella. En 1568 estos moriscos se rebelaron y los cristianos se refugiaron en la iglesia, la cual fue quemada muriendo 16 personas. Finalmente Felipe II mandó tropas que sofocaron la rebelión y … hasta hoy. Su economía se asienta básicamente en el turismo que atrae a gran cantidad de gente que busca realizar rutas por las Alpujarras y disfrutar de las aguas termales que ofrece su conocido balneario.

             Paseamos por la calle principal que recorre al pueblo, observando las estrechas callejuelas con casas adornadas de flores, los pintorescos patios que dan acceso a las mismas y las numerosas fuentes de agua potable, todas ellas con inscripciones, algunas de versos de García Lorca ya que su familia solía veranear en este lugar.







        Entramos en la iglesia, sin mucho interés arquitectónico, llegando hasta la plaza principal donde nos recibió una bonita fuente con dos esculturas de una pareja de ancianos sentados en la misma. Hay que tener en cuenta que Lanjarón, según la OMS, es el pueblo de España con mayor esperanza de vida influyendo en ello la pureza del aire, el nivel de estrés, la calidad de sus aguas y, en mi opinión personal, por un edicto de un antiguo alcalde que decía “ se prohíbe a los vecinos de este pueblo morirse porque ya no queda espacio en el cementerio “. Bromas aparte, los lugareños que nos encontramos a nuestro paso tenían en su mayoría una edad provecta y se les veía en buena forma.




                Regresamos por el mismo camino y, tras una cena ligerita y una copichuela, nos fuimos a descansar porque al día siguiente nos esperaban las Alpujarras.

                Salimos de Lanjarón para dirigirnos a Órgiva por la A-348, una carretera de montaña que, aunque con buen asfalto, presentaba innumerables curvas, ciegas muchas de ellas y, sobre todo, que al ser fin de semana tenía mucho tráfico: bicicletas, motos de todo tipo e incluso autobuses turísticos. A Jaime no le atraen especialmente las curvas pero al final le fue tomando el gusto y, si no se divirtió especialmente, tampoco lo pasó mal.

                De esta forma llegamos a Pampaneira, primer pueblo de los más conocidos de las Alpujarras.  Esta villa junto a Bubión y Capileira, forma el Conjunto Histórico del Barranco de Poqueira. Su nombre según algunos historiadores  proviene del latín pampinarius ( productor de hojas de parra ) aunque otros piensan que procede de su repoblación, después de la expulsión de los moriscos, por gentes de León y, sobre todo, de Galicia.

                Es un lugar que ha atraído a numerosos viajeros románticos, deslumbrados por sus estrechas y empinadas calles empedradas con canalillos de agua en el centro, sus casas blancas con terraos y tinaos y sus tiendas de artesanía con sus famosas jarapas.

                Dimos una vuelta, entramos en una tienda para comprar algún recuerdo y nos hicimos una foto en la fuente de San Antonio, cuya leyenda a nosotros no nos servía de mucho. A pesar de ello echamos un trago por si …






           Retomamos el camino para ir a Pitres, donde quería enseñarle a Jaime una cosita. Aparcamos en la plaza del pueblo y lo llevé hasta esto …




                  Parece ser que García Lorca tenía un amigo que poseía un cortijo aquí y que pasó en él alguna temporada, haciéndose esta foto dedicada a su amigo el poeta Jorge Guillén.

                Como Pitres no tenía mucho más que ver seguimos hasta Pórtugos y, tras atravesar el pueblo, aparcamos en la ermita donde se encuentra la Fuente Agria, invité a Jaime a que la probara y, tras ello, fuimos a saludar a un amigo gaditano que conocí hace 6 años en mi recorrido por estos lares y que, sorprendentemente, seguía vivo vendiendo sus pulseritas y collares. Tras ello llevé a Jaime hasta otra sorpresa, una cueva a la que se llega tras bajar bastantes escalones y donde se encuentra una cascada que proviene de la fuente, con una vegetación tropical y el riachuelo que sale con agua de un color ocre por el contenido ferroso de la fuente. Cuando visité este lugar hace 6 años recuerdo que estaba solo y me pareció un sitio mágico pero, en esta ocasión, aquello parecía una romería con gente que bajaba y subía por las escaleras, algunos con mascotas y hasta un autobús de turistas pastoreados por la guía de turno. Es lo que tienen estos sitios que, al popularizarse, pierden su encanto.






                Y ya, sin más, decidimos seguir hasta Trevélez y comer allí.

        El pueblo de Trevélez, en las faldas del Mulhacén, con sus 1476 m. de altitud está considerado como el pueblo más alto de la península, aunque este honor está en disputa con Valdelinares ( Teruel ). Lo atraviesan los ríos Chico y Trevélez y su origen parece ser romano del S.III ya que se han encontrado restos que lo atestiguan. Su nombre parece que proviene del latín velex que significa valle, por lo que podríamos traducirlo como “tres valles”.

                El pueblo se articula en tres barrios, alto, medio y bajo con un desnivel de casi 200 m. desde el alto al bajo y su economía se basa en el turismo y en la industria del jamón, ya que por su clima y altitud es ideal para el secado de este manjar.

                Cuando llegamos encontramos mucha animación, con gran cantidad de moteros que ocupaban casi toda la plaza. Bajamos y paramos cerca del rio para hacer unas fotos del mismo y contemplar el pueblo desde abajo.






                Volvimos sobre nuestros pasos y aparcamos en la entrada para saborear una cervecita y decidir donde íbamos a comer.



                Al final nos decantamos por el Mesón La Fragua situado en el barrio medio y, como a cierta edad, las cuestas se nos hacen más empinadas de lo habitual tomamos las motos y callejeando hacia arriba llegamos al sitio, justo al lado de la Ermita de San Antonio donde se encuentra una imagen de la Virgen de las Nieves y frente al Ayuntamiento. Ocupamos la única mesa libre y recuperamos fuerzas con un original ajoblanco y una paletilla de cordero a baja temperatura que estaba riquísima. Tras rebajar algo la comida regresamos al barrio bajo y nos dispusimos a regresar por la misma carretera curveada, llegando hasta Pampaneira y subiendo para visitar los dos pueblos que nos quedaban: Bubión y Capileira.

                El primero es el típico pueblo alpujarreño, con casas de origen árabe, sin tejados y con las características chimeneas en forma de hongo.

                Al igual que en los otros pueblos de la zona, después de la toma de Granada, los moriscos se asentaron aquí y en 1568, capitaneados por un terrateniente de la zona Fernando de Válor que tomó el nombre de Abén Humeya se levantaron en armas contra los cristianos. La rebelión fue sofocada por Felipe II que los expulsó definitivamente de la península.

                Tomamos unas fotos desde un bonito mirador y seguimos 2 kms. arriba para llegar a Capileira.







                Este es el pueblo más alto del Valle de Poqueira, está en la falda del Mulhacén y no difiere mucho de los anteriores en su arquitectura. Está repleto de bares y tiendas de artesanía. Callejeamos un rato y tomamos un cafetito en la plaza principal.





               Regreso a Lanjarón para llegar a media tarde, descanso merecido y paseo para seleccionar el lugar de la cena. Al final nos decidimos por el Restaurante Rincón de Lorca cuyo nombre no hace referencia al pueblo murciano sino que se debe a que está en el Hotel España, lugar donde García Lorca y su familia pasaban los veraneos. Aún se conservan las habitaciones donde se alojaban y son visitables.

                En la cena pensamos que ya habíamos realizado todo el recorrido por las Alpujarras que yo había planeado y aún nos sobraba el domingo, así que a Jaime se le ocurrió que fuésemos hasta Motril para ver el mar y tomar algo de marisquito ( la carne y los embutidos ya nos salían por la orejas ).

Así que, al día siguiente, nos montamos sin prisa en las motos y nos fuimos hasta la cercana Motril ( 34 kms. ) para darnos un paseo por el pueblo y comer allí.

                Recorrimos tranquilamente el Parque de los Pueblos de América, un precioso lugar que posee árboles, arbustos y palmeras procedentes de todos los puntos de América. Jacarandas, buganvillas, lantanas, etc. jalonan el recorrido del parque que es atravesado por un rio artificial que desemboca en una fuente donde nadan gran cantidad de patos. Muy bonito la verdad.







            Continuamos el paseo y subimos hasta el cerro donde se encuentra la Parroquia de Nuestra Señora de la Cabeza, templo construido sobre un castillo árabe que era la residencia de verano de Cefi Fátima Horra, madre de Boabdil el último rey nazarí de Granada.

                Volvimos tranquilamente a por las motos y nos fuimos hasta la zona del puerto para buscar el restaurante elegido y desgustar el marisquito, bueno pero tampoco para tirar cohetes ( Jaime llevaba el antojo de unas quisquillas pero no tenían ). Después de la comida regreso al hotel y descanso pertinente.

                Por la noche otro paseíto y se nos ocurrió probar un buñuelo en una churrería cercana que nos acabó de rematar, por lo que casi no cenamos y nos fuimos para enfilar el regreso al día siguiente.

                Preparamos las motos y yo estaba muy contento porque el viaje había transcurrido con toda normalidad, a pesar del gafe de Jaime, pero sin caer en que aún no había acabado.

                Las motos estaban aparcadas en una acera y Jaime me dijo que fuera yo delante. Empujé un poquito la moto, la rueda delantera bajó el pequeño bordillo y ,al percatarme de que venía un coche, toqué el freno pero al apoyar el pie izquierdo lo hice justo sobre el bordillo. Resultado: me caí en parado sobre mi lado izquierdo. Afortunadamente sin consecuencias salvo un pequeño rasguño en el retrovisor izquierdo. La maldición se había cumplido.

                Levantamos la moto, emprendimos el camino hasta Granada y durante el mismo yo reflexioné. Vamos a ver, llevo desde hace 5 años recorriendo solo casi toda la geografía española y parte de Portugal sin el más mínimo contratiempo. He realizado tres salidas con Jaime, en la primera perdí las llaves de la moto en Segorbe, en la segunda se me rompió la moto llegando a Cuenca y hube de realizar el viaje de paquete de Jaime (  horrible experiencia ) y en la tercera me caigo en parado en Lanjarón. Estadísticamente no tiene explicación por más vueltas que se le dé, por lo que hay que recurrir a fenómenos paranormales y otras fuerzas ocultas. Conclusión: definitivamente JAIME ES GAFE ( aunque el pobre no tiene la culpa de ello ).

                Con estos pensamientos llegamos a Granada y tomamos el desvío para Murcia hasta llegar a Puerto Lumbreras donde Jaime había quedado en el local de un amigo para comer. El sitio se llama “ La alacena de Eneko “ y la verdad comimos de maravilla y extraordinariamente atendidos por Eneko. Después el para Huércal-Overa y yo para Murcia.

P.D. Como no me apetece dejar de hacer estas salidas de cuando en cuando con Jaime porque nos entendemos bien, lo primero que hice al llegar a casa fue entrar en Amazon y buscar un buen amuleto que me proteja en futuras salidas de la influencia negativa de mi buen amigo.







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