ANDORRA: ESE EXTRAÑO PAÍS
12 Y 13 y 14 de Mayo
Salí
de Jaca para recorrer los 314 kms. que me separaban de Andorra. Un viaje
tranquilo y agradable por bonitos paisajes que me depositó en la frontera a
mediodía.
Busqué mi hotel
que no se encontraba en Andorra la Vella sino en L’Escaldes Engordany, que es
un pueblo sin solución de continuidad con Andorra y de la que lo separa una
calle con semáforo intermedio.
Lo primero que
llamó mi atención es que la mayoría de la gente portaba plumíferos pero al bajarme
del coche lo comprendí ( ¡ joder que frío ! ). El hotel ( Tulip Inn Andorra
Delfos ) muy céntrico y con buenas habitaciones e instalaciones.
Dejé las cosas y
fui a buscar un abrevadero cercano para luego descansar un rato y salir a
hacerme una composición de lugar.
Andorra es un
micro-estado con una población de unos 80.000 habitantes. Su primera referencia
data del año 27 a. de C cuando el historiador griego describió el paso de
Aníbal por los Pirineos haciendo referencia a los androsinos. Posteriormente se
incorpora al Imperio Romano y después fue ocupada por los visigodos.
Tres siglos más tarde es conquistada por los árabes hasta que en 817 es incorporada a la
Marca Hispánica por Luis El Piadoso sucesor de Carlomagno. Según la tradición
Carlomagno concedió la independencia a este territorio a cambio de su ayuda en
la lucha contra Al-Andalus hasta que en 1278 el conde francés de Foix y el
obispo de Urgel acordaron compartir el gobierno del territorio. Diferentes
avatares nos llevan hasta 1814 en que se formalizó el condominio entre el
obispo de la Seo de Urgel y el Rey de Francia. La situación se mantuvo estable
con diferentes altibajos hasta que en 1934 el barón de Orange, un ciudadano
ruso llamado Boris de Skossyreff se autoproclamó y coronó como rey de
Andorra. El reinado le duró unos días, justo hasta que el Obispo de Urgel mandó
a un sargento y cuatro guardias civiles que lo detuvieron y trasladaron hasta
la frontera y de ahí a Barcelona.
Durante la Guerra Civil y posteriormente la Segunda Guerra Mundial
mantuvo un difícil equilibrio para preservar su neutralidad e independencia
hasta que en 1993 se aprobó la segunda Constitución de su historia que
declaraba al pueblo andorrano como único soberano del estado.
Salí a curiosear y
después de visitar algunos centros comerciales y varias tiendas de las
múltiples existentes me percaté que Andorra ya no es lo que era. Baste como
ejemplo que un videojuego que me había encargado mi hijo menor y que en Murcia
costaba 58 euros, lo encontré al módico precio de 57,95 euros. Salvo el tabaco,
alcohol y perfumes que siguen mereciendo la pena ( aunque su compra es muy
limitada ) del resto de productos ( electrónica, ropa, etc. ) hacerse a la idea
de que no merece la pena venir hasta acá para comprar porque los pocos euros
que os podáis ahorrar se multiplican varias veces con la gasolina que os
gastéis.
Por lo demás
Andorra la Vella no tiene ningún aliciente especial, es una larga avenida que
transcurre entre centros comerciales, tiendas, restaurantes y hoteles y que
continúa por el pueblo donde estaba mi hotel hasta salir del mismo. Así que
para ver bonitos paisajes, hacer turismo de nieve y daros un capricho en el
centro termal de Caldea vale pero para lo demás no merece la pena.
Desilusionado por
lo visto, cené en un italiano y me fui al hotel para preparar mi ruta del día
siguiente.
Amaneció nublado y
lloviznando. Como Andorra no pertenece al espacio comunitario no tiene roaming,
con lo cual si no quieres dejarte un pico en el móvil solo lo puedes utilizar
usando la wifi del hotel y espacios similares.
Así que para
realizar la ruta prevista decidí utilizar mis propios GPS parlantes que tan
buen resultado me habían dado hasta ahora en mis rutas en moto.
Mi primer GPS fue
una señora con un carrito de la compra que me encaminó directamente a un
pueblecito de la montaña denominado d’Angolaster donde
se encontraba mi primer objetivo.
El románico
andorrano se podría calificar como un prerrománico de raíces lombardas y, dado
el aislamiento del país hasta hace no muchos años, ha llegado hasta nosotros
bastante bien conservado. Sus señas de identidad son la presencia de esbeltas
torres campanario que, en la mayoría de los casos, resultan desproporcionadas
con el tamaño de las iglesias.
Un fiel ejemplo de
ello es la Iglesia de Sant Miquel, situada
al lado de la carretera y que presenta una altísima y desproporcionada
torre-campanario con ventanas geminadas, una techumbre cónica de pizarra y que se adhiere a una minúscula iglesia.
En si interior había una pinturas murales que fueron trasladadas al MNAC, colocándose en su lugar una reproducción de las mismas y que, lógicamente, no pude visitar por hallarse cerrada, siendo esta una constante de toda la ruta.
Mi segundo GPS (
un simpático abuelete ) me dirigió hacia el cercano pueblo de Les Bons, a tan
solo 9 kms. de allí, donde se encontraba mi segundo objetivo. Al llegar vi la Iglesia de Sant Romá encaramada a un elevado
promontorio. Pregunté a un tercer GPS que paseaba un simpático caniche como
llegar hasta ella. El hombre resultó que tenía ganas de conversación y nos
liamos a hablar bajo la lluvia de lo divino y lo humano. Tras 20’ de chachara
miré al perrillo y viéndolo empapado y tiritando decidí terminar la charla
antes de que falleciera congelado. Por las explicaciones que me dio comprendí
que no me iba a ser posible llegar hasta ella. Había que dejar el coche y
recorrer unos 200 ms. por un terreno embarrado, sin paraguas ni calzado
adecuado, con lo que me limité a hacer una foto desde un puente del rio que por
allí pasaba y utilizar el zoom para fotografiar el templo.
El parlanchín del caniche ya me había contado como llegar al siguiente punto denominado Canillo, distante solo 5 kms. y donde se encontraba la Iglesia de Sant Joan.
Esta, al igual que
la anterior, poseía las mismas características: una esbelta torre-campanario
junto a la propia iglesia, aunque en este caso, era algo mayor que la
d’Angolaster. Por descontado se encontraba cerrada y rodeada de materiales que
denotaban trabajos de reconstrucción o mantenimiento.
Como no pude fotografiar el interior me desquité con un bonito árbol en floración que encontré de regreso a por mi vehículo.
Por la información que traía lo más importante de ella eran las
pinturas de su interior ( estas sí originales ) pero no hubo forma humana de
encontrar a alguien que me supiera decir quién me podía abrir la iglesia para
su contemplación.
El siguiente
destino situado a 11 kms. de allí era el turístico pueblo de Pal, donde se encuentra una de las principales
estaciones de esquí del Principado.
Allí se sitúa la Iglesia de Sant Climent presumiendo los habitantes
del pueblo de que posee el campanario más auténtico de todo Andorra.
Así que aparqué y
subí a la aldea por una empinada calle para contemplarla.
Ciertamente el campanario era muy bonito, con tres cuerpos y ventanas geminadas, siendo las del último cuerpo un elemento único en Andorra. El edificio en sí del S. XI estaba muy bien conservado y el ábside es un añadido posterior ( S. XVII o XVIII ). A mi me gustó mucho el pórtico añadido con techo de madera que protege la entrada, sobre todo porque me permitió guarecerme de la lluvia que no cesaba.
Al terminar la visita hice unas fotos de los alrededores.
Esta lluvia fue la que me hizo desistir de mi último objetivo que era la Iglesia de Sant Sernín en Nagol, además de que por mis apuntes no aportaba mucho más al románico andorrano que había visto.
De manera que volví sobre mis pasos y
retorné al hotel para comer y descansar y esperar a ver si el tiempo mejoraba.
Y, ciertamente, la tarde se presentó mejor.
No es que saliera el sol pero al menos no llovía. Por ello pensé en trasladarme a
visitar la joya de la corona que se encontraba en la propia Andorra la Vella
pero justo en el punto contrario a mi hotel.
Decidí, aconsejado por el recepcionista,
que lo mejor era tomar un autobús que paraba cerca del hotel y, de esta manera,
hice un recorrido por la capital del Principado que reforzó la impresión que
tuve al llegar y que ya os relaté.
El edificio en cuestión era la Iglesia de Santa Coloma y se encontraba en los
límites de la capital de regreso a España, en concreto en el barrio/pueblo de Sant
Juliá.
Lo más característico de la misma es su
inconfundible torre-campanario de 18 ms. de altura y que presenta una
construcción casi circular, lo que le hace ser único entre los campanarios
románicos. El edificio aparece ya citado en 1040 en las actas de consagración
de la catedral de la Seo de Urgel.
La estructura es una planta rectangular,
con ábside cuadrangular, portada, pórtico y el mencionado campanario, el cual
posee cuatro pisos con dos pares de ventanas geminadas y cerrado por una
techumbre cónica. La cubierta es de madera con tejados de pizarra y se accede
al mismo por una puerta con arco de medio punto y una arquivolta de dientes de
sierra.
Las pinturas del interior han desaparecido casi en su totalidad, encontrándose en un museo de Berlín y en manos particulares ( el expolio del patrimonio no es privativo de España ). Es por ello que muy cerca de la iglesia se construyó un lugar llamado Espai Columba, donde se pueden ver reproducciones de las mismas y conseguir la entrada para visitar el interior del templo. Lamentablemente cierra los sábados y domingos y hoy era sábado.
Tomé el autobús de vuelta que sigue un
recorrido paralelo al rio Valira y desde donde pude ver el Pont de la
Margineda, construido en el S. XV. Tiene una longitud de 33 ms. y es el puente
medieval más grande y esbelto de Andorra. Lógicamente no lo pude fotografiar.
De camino al hotel iba meditando para mis
adentros. Tenía programado el regreso para el lunes 15 pero … ya había visto de
Andorra todo lo que me había propuesto, el domingo cerraban las tiendas y hacía
mal tiempo. De manera que al llegar al hotel esgrimí una excusa y adelanté mi
salida ( tuvieron el detalle de no cobrarme la noche del domingo aunque había
reservado con booking ).
Así pues pequeña paliza de casi 700 kms. y
a media tarde en casita.
Aún no tengo programada mi siguiente salida
pero seguro que se me ocurrirá algo y espero contároslo en este mismo sitio.
Sed
felices y viajar todo lo que podáis.
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