HUESCA ROMÁNICA
Como
mi primer viaje “ no motero “ por la Costa Vicentina y Huelva no resultó tan
frustrante como yo había pensado, al no ir como hasta ahora estaba
acostumbrado, me he animado y me programé un segundo viaje sobre cuatro ruedas.
Para el mismo he
decidido retomar mi pasión por el románico y he fusionado dos rutas que tenía
pendientes, descubriendo construcciones
de este arte que no conocía ( y mira que me he recorrido casi todas las rutas
románicas de España ).
La primera se ha centrado
en la provincia de Huesca que posee numerosos elementos de un románico tardío,
muy afectado por las órdenes militares que habitaron este territorio, con
grandes portadas en los edificios y numerosas arquivoltas, además de una
particularidad: incluye el castillo de Loarre que se considera el edificio mejor conservado en toda Europa de
estas características.
La segunda ruta ha
sido para descubrir el románico andorrano que presenta unas particularidades
que lo aproximan más al prerrománico y que incluye características muy
singulares, como por ejemplo poseer un campanario de planta casi semicircular
en la iglesia de Santa Coloma y que es el único ejemplo de esta construcción
que se conserva en Europa.
El viaje completo
lo he dividido en dos entradas para no aburrir al potencial lector.
Así que carretera
y manta y a ver que me deparaba esta nueva aventura … aunque fuera en coche.´
Pinchad
sobre las fotos para verlas ampliadas.
6 y 7 de Mayo
Aunque
sea en coche la distancia entre Murcia y Huesca es considerable ( 612 kms. ) y,
aunque he realizado recorridos mayores con la moto, decidí salir tempranito y
dirigirme a Valencia vía Alcoy para continuar hasta Teruel y desde allí pasando
por Zaragoza llegar hasta Huesca a mediodía.
Busqué el
alojamiento ( Hotel Pedro I, céntrico, cómodo y buena relación calidad/precio )
y, después de comer y descansar un rato de la paliza de kilómetros me fui a
explorar la ciudad.
Huesca es una ciudad no demasiado grande ( poco más de 53.000 habitantes
) que es atravesada por el río Isuela y a la que se considera la puerta de
entrada a los Pirineos. Sus orígenes se remontan al Neolítico, pasando por
manos íberas, romanas, visigodas y árabes ( fue una de las ciudades más
septentrionales de Al-Andalus ), hasta ser conquistada definitivamente por
tropas cristianas y establecer una fructífera relación con los reyes de Aragón.
Se asienta sobre
un cerro ovalado en una depresión conocida como la Hoya de Huesca y, para
recorrerla, hay que dirigirse a El Coso, calle que rodea la antigua muralla de
la ciudad y que es la zona comercial con gran cantidad de tiendas y locales de
restauración, pudiendo acceder desde
ella a los lugares más emblemáticos de la urbe.
Desde aquí ascendí
por una empinada calle ( 6-7 % de desnivel le calculé ) que me hizo parar a
mitad de camino para recuperar el aliento y llegar hasta la plaza donde se encuentra la Catedral que, lamentablemente, los sábados y
domingos permanece cerrada sin posibilidad de visita al interior.
Se encuentra
enclavada sobre los restos de la antigua mezquita que, tras la conquista de la
ciudad por Pedro I, comenzó su construcción en un estilo románico tardío para
finalizar en un gótico pleno. De su época románica quedan la portada con cuatro
arquivoltas que descansan sobre capiteles y pilastras y el primitivo claustro
adosado en el lado norte. En el centro del pórtico se encuentra un tímpano con
la imagen de la Virgen María con dos ángeles. Todo ello está protegido por un
alero de madera renacentista.
Fotografié la
portada y continué mi recorrido.
Llegué a la plaza Luis López Allué, una de las principales de la ciudad, cuando comenzaba a lloviznar. Así que me resguardé en los soportales e hice tiempo entreteniéndome en fotografiar la plaza y en ver una curiosa tienda antigua de ultramarinos, en cuyo interior hay gran cantidad de objetos que, a los que peinamos canas, nos evocan recuerdos de nuestra juventud. No me gustó un cartel que indicaba que para hacer fotos había que presentar el ticket de compra, así que en un descuido de la señora mayor que estaba atendiendo dentro, hice una foto desde el exterior. No digo el nombre de la tienda para no hacerle una publicidad que no se ganan con su exigencia.
Cuando cesó la lluvia descendí por una de las calles que llevan al Coso y lo atravesé hasta desembocar en el gran jardín que posee la ciudad. Se denomina jardín de Miguel Servet ( más adelante os contaré algo de este personaje oscense ) y lo recorrí haciendo fotos del mismo y de un bonito arco iris que había dejado la lluvia.
Algo cansado del viaje cené en el propio hotel y a descansar y repasar el recorrido del siguiente día
Amaneció despejado
y puse rumbo a mi primer destino. Se trataba de Monzón,
una urbe que destaca por la imponente silueta de su castillo que domina desde
lo alto toda la ciudad. El lugar tiene datos de su ocupación desde la época del
Neolítico y en él se encuentran los ríos Sosa y Cinca, este último el más
caudaloso afluente del Ebro gracias a la nieve de su cabecera.
Por aquí pasaron
los romanos y posteriormente fue tomada de manera alternativa por árabes y
cristianos hasta que en 1143 pasó a pertenecer de manera estable a los
templarios. Ha sido sede en numerosas ocasiones de las Cortes de la Corona de
Aragón y Carlos V celebró aquí unas Cortes Generales en 1528. Como veis Monzón
atesora mucha historia.
Me dirigí hacia el
edificio que había venido a visitar que no era otro que la Concatedral de Santa María del Romeral, construcción
románica en origen pero con numerosas transformaciones posteriores de manera
que de su estilo primitivo solo perviven la portada y el pórtico de acceso.
Es un edificio construido con sillares perfectamente escuadrados, con planta de cruz latina, tres naves paralelas, crucero y tres ábsides. A todo ello se añadió en el S. XVII sobre el cimborrio una torre de ladrillo de estilo mudéjar.
Al salir hice una foto de su majestuoso castillo …
… y al volver al coche otra del rio Cinca a su paso por la ciudad.
El segundo punto a visitar se encontraba junto a un pequeño pueblecito denominado Villanueva de Sijena y mi curiosidad provenía de la lectura de un libro : El románico español. Ed. Almuzara 2020 y con cuyo autor José María Sadia había tenido el honor de intercambiar algún e-mail. En dicho texto, además de otras muchas cosas y cuya lectura recomiendo a los amantes del románico, el autor dedicaba parte del mismo a un documentadísimo relato de alguno de los expolios del patrimonio artístico español que han sucedido y, entre ellos, se encontraba el del Monasterio de Sijena.
Este edificio
fundado en 1188 por la reina Doña Sancha de Castilla se convirtió, gracias a
numerosas donaciones, en uno de los cenobios femeninos más ricos e importantes
de Aragón, acogiendo entre sus muros a numerosas reinas, princesas e hijas de
familias nobles del Reino de Aragón.
Fue depósito de una parte del tesoro real, archivo monástico y panteón real de reyes, reinas e infantas de Aragón.
La vida monástica
en el edificio continuó con diferentes altibajos durante varios siglos
albergando en su interior numerosísimas obras de arte, entre las que destacaba
la Sala Capitular decorada primorosamente con valiosas pinturas. En el año 1835
se produjo la desamortización de Mendizábal ( ¡¡ vade retro !! ) que trajo
consigo el abandono obligado de las monjas y la desaparición de gran parte de
sus bienes.
Las monjas
regresaron años después pero el ambiente anticlerical de la II República y el
comienzo de la Guerra Civil fue el caldo de cultivo perfecto para que el
edificio fuera arrasado y quemado por los milicianos anarquistas. Algunas de las
pinturas de la Sala Capitular que lograron salvarse se llevaron al Museo de
Arte de Cataluña, continuando el mismo destino el resto de las que quedaron
durante el franquismo.
Por otra parte, la
mayor parte de las obras de arte fueron vendidas por las monjas en una cifra
cercana a los 50 millones de las antiguas pesetas y fueron a parar a los
salones del Museo de Lérida.
En el año 1995 el
Vaticano reformó los límites de la diócesis y el monasterio pasó a depender de
Aragón en vez de Lérida, momento en el cual se inició una batalla judicial para
conseguir el retorno de los bienes sustraídos. A día de hoy se ha conseguido la
devolución de la mayor parte de las obras de arte que fueron llevadas a Lérida
( el “ tesoro de Sijena “ ) pero se mantiene el litigio para la devolución de
las pinturas llevadas al Museo de Arte de Cataluña.
Con estos antecedentes mis expectativas por lo que me iba a encontrar eran máximas pero … mi gozo en un pozo. Lo que queda del monasterio solo se puede visitar en unos pocos días del año y con cita previa, con lo cual me quedé sin poder ver la fastuosa portada con nada menos que 14 arquivoltas y me tuve que conformar con hacer algunas fotos del exterior y colarme con mil excusas entre los albañiles que trabajan en el actual proceso de reconstrucción para hacer una foto del claustro. En cualquier caso la magnitud del edificio te lleva a hacerte una idea de lo que representó en su época de mayor esplendor.
Con cierta frustración salí del recinto dirigiéndome al siguiente punto, un pueblecito distante 16 kms. y que tiene por nombre Chalamera. ¿ Y que se me había perdido allí ?. Pues dos cosas, por una parte visitar la casa natal de Miguel Servet, personaje del que ya os comenté que ampliaría información.
Aunque algunos
estudiosos datan su nacimiento en 1511 en Villanueva de Sijena, hoy en día se
considera que nació en Chalamera y allí se encuentra la que es considerada su
casa natal.
Fue un teólogo y médico español que viajó por toda Europa defendiendo sus ideas teológicas acerca de la Santísima Trinidad y que lo enfrentaron tanto a católicos como a protestantes. En 1546 escribió su tratado más famoso el Christianismi Restituio, libro fundamentalmente teológico pero en el cual, en concreto en el Libro V, exponía su teoría sobre la circulación menor o pulmonar de la sangre. Eso fue su perdición. Calvino lo denunció ante la Inquisición de Lyon y, aunque logró huir, fue arrestado en Ginebra y condenado a morir en la hoguera acusado de herejía.
Hoy en día sabemos que estaba en lo cierto y su figura es reconocida y venerada como el descubridor de la circulación sanguínea.
Pues bien, allí
estaba yo ante la que se supone casa natal de este colega a la que fotografié así
como a un busto erigido en su honor frente a la iglesia.
La segunda cosa que se me había perdido en Chalamera era visitar una
ermita románica que se hallaba en las afueras del pueblo y a la cual me costó encontrar, eso sí ayudado por uno de
los pocos seres vivos con los que me topé.
La Ermita de Chalamera es una pequeña construcción
situada en lo alto de un montículo y dedicada a la advocación de Santa María.
Construida por los templarios en el S. XII presenta una cruz latina y una única
nave con ábsides que solo son visibles desde el interior.
El pórtico
presenta 6 arquivoltas que son sostenidas por otras tantas columnas con
capiteles de figuras humanas y animales. Sobre todo ello se abre un ventanal
con arco de medio punto.
Lógicamente estaba
cerrada pues creo que solo se abre el 25 de Abril para la romería de S. Marcos.
Descendí de la ermita para ir a buscar mi último destino del día donde pensaba comer y descansar un ratito.
Llegué
al que es considerado uno de los pueblos más bonitos de España y dos cosas me
sorprendieron. Una la espectacular panorámica del pueblo con el castillo y la colegiata
destacando al fondo sobre un montículo y dos que bastante antes de llegar al
pueblo había muchos coches aparcados en el arcén de la carretera y en una
especie de aparcamiento disuasorio. Ello podía significar que, afectivamente,
era un pueblo muy bonito y por tanto muy turístico a pesar de la época en que
nos encontramos. Señores, estamos en Alquézar.
El
nombre de Alquézar proviene del árabe Al-Qsar y en términos cristianos de
Alcázar que significa fortaleza. Hoy en día es un enclave turístico de primer
orden.
Para llegar hasta
el castillo/colegiata hay dos itinerarios, yo elegí el que transita por el
meollo del pueblo pudiendo apreciar así su arquitectura, sus casas blasonadas y
multitud de rincones con encanto. Me llamó la atención que en algunas casas
había colgadas en las puertas patas de jabalí y, al preguntar por este curioso
adorno, me dijeron que era un símbolo de protección porque una leyenda hablaba
de la existencia de brujas que provocaban tormentas y granizadas en ésta zona (
hoy en día no nos vendrían mal un par de ellas que paliaran la terrible sequía
que tenemos ).
Con estos pensamientos llegué hasta el inicio de la subida al Castillo que, dicho sea de paso, se las trae hasta llegar a la puerta de entrada. Abstenerse personas con movilidad reducida o paupérrima forma física.
Al llegar un señor entrado en años abrió la puerta para que salieran otros visitantes y nos franqueó la entrada al grupito de 6 personas que nos concentramos para la visita previo pago del óbolo correspondiente.
Primero nos llevó
hasta la iglesia del S. XVI, de nave única
donde lo que más llamó mi atención fue un bonito órgano de madera tallada y una
imagen de un Cristo románico con los brazos articulados.
Después pasamos a ver el claustro que tiene la particularidad de ser trapezoidal. Al indicarle a nuestro guía que eso delataba una clara influencia árabe en su construcción, ya que los claustros románicos suelen ser rectangulares, además de que los contrafuertes suelen ser de 90º y para la realización de otros con diferente inclinación se requerían conocimientos de ingeniería matemática que solo poseían los árabes, el buen hombre no supo que contestar ( creo que esos detalles no se los habían indicado en su aprendido discurso para guiris poco versados en el arte románico ). Inmediatamente me arrepentí de haber dejado al pobre hombre con la popa al aire y ya no pregunté nada más en el resto de la visita.
Lo cierto es que los capiteles eran muy bellos y representan diferentes escenas de la vida de Cristo, conservando algunos de ellos parte de su policromía.
Después subimos al piso superior que presenta unas bonitas vistas y algunas pinturas destacables en las paredes.
La visita finalizó y me despedí de nuestro guía con cierto remordimiento para retornar por el mismo camino hasta la zona donde se concentran la mayoría de restaurantes.
Una rica ensalada
y una deliciosa trucha reconfortaron mi ánimo pero no hasta el punto de
realizar la excursión ineludible de los turistas que hasta aquí llegan: las
pasarelas del Vero. Se trata de un recorrido por unas pasarelas que cuelgan de
los acantilados siguiendo el cauce del rio y que ofrecen imágenes muy
fotogénicas, pero yo ni tenía tiempo ( el recorrido puede durar unos 90 minutos
) ni traía ropa adecuada para realizarlo, así que comido y descansado retorné a
buscar mi vehículo y volver a Huesca dando por concluida mi ruta de este día.
Llegada al hotel, cena ligerita y hasta mañana.
8 y 9 de Mayo
La ruta prevista
para este día era relativamente tranquila así que, antes de despedirme de
Huesca y como no era festivo, fui a visitar las otras dos construcciones junto
a la Catedral más representativas de la villa.
La primera no
tiene nada de románica. Se trata del edificio del Casino,
una joya construida entre 1901 y 1904 en estilo modernista y que guarda la
esencia desde entonces del discurrir de la vida social de la ciudad. Nació como
sede del Partido Liberal y del denominado Círculo Oscense, club social y
recreativo. Para su mantenimiento se abrieron salas de juego lo que determinó
que fuera conocido como el Casino.
Tiene un diseño
vanguardista y polivalente que se debe al arquitecto Ildefonso Bonells con
influencias, entre otros, de Wagner y Gaudí. La puerta de entrada de tipo
arabesco se debe a Francisco Arnal.
Penetré en el mismo ( la entrada es gratuita ) y fui recorriendo sus estancias y diferentes salones ( el de lectura, el de juegos, etc. ) apreciando su rica decoración, sus esculturas, vidrieras, muebles y otros elementos, intentando imaginarme como sería el bullicio, las reuniones, el ocio y, en definitiva, la vida de la ciudad que transcurrió entre sus paredes.
La dictadura de Primo de Rivera lo cambió todo. No había juegos ni partidos ni cuotas de socios para su sostenimiento con lo que el edificio se destinó a usos como Casa de Cultura y Hospital Militar hasta que en 1951 resurgió de sus cenizas, alojando a la biblioteca estatal, la primera sala de televisión, el Club de Montaña Peña Guara, el Orfeón Oscense, la Escuela de Jota, la Peña Zoiti y el Ajedrez Jaque entre otras agrupaciones, recuperando el antiguo aroma a café, tabaco, prensa, juegos, envites y tertulias. Os dejo unas fotos para que os podáis hacer una idea del ambiente que se ha respirado durante tantos años entre estas paredes.
Retomé el motivo inicial que me ha traído hasta estas tierras y me fui a buscar el último edificio, este sí románico, que me quedaba pendiente.
Se trataba del Monasterio de San Pedro El Viejo, Monumento
Nacional desde 1885.
Sus orígenes se
remontan a una necrópolis romana, pasando por una iglesia visigoda hasta
terminar en 1117 en que se inició la construcción del templo que hoy podemos
admirar.
Comencé mi visita
admirando la entrada principal denominada puerta de San Pedro El Viejo que presenta
un arco de medio punto con tres arquivoltas que se apoyan en impostas y con un
precioso taqueado jaqués. En el tímpano dos ángeles sostienen un crismón,
pudiéndose apreciar la P y la X del monograma de Cristo y el Alfa y el Omega,
principio y fin de todas las cosas.
De ahí pasé directamente a ver el claustro, atribuido al anónimo escultor llamado Maestro de San Juan de la Peña.
Tiene forma rectangular con cuatro crujías y presenta columnas pareadas con dintel único en el que descansan los arcos de medio punto. Son 38 capiteles de los cuales solo 18 son originales y los otros 20 reproducciones.
La iglesia consta de tres naves paralelas con bóvedas de cañón sostenidas por arcos fajones de medio punto que se sustentan sobre seis grandes pilares cruciformes.
El altar mayor es de madera tallada y de estilo renacentista en transición al barroco. En el centro se sitúa San Pedro con tiara y llaves en la mano.
Merece la pena visitar las capillas laterales y el coro con un bonito órgano.
En el lado
izquierdo de la nave central hay una pintura mural que nos hace imaginar cómo
estaría toda la iglesia en el S. XIII.
Terminada la visita me despedí de Huesca hasta otra ocasión ( nunca se sabe ) y fui a buscar el coche para trasladarme hasta otra edificación también románica pero muy diferente a las vistas hasta ahora, se trataba de ni más ni menos de ¡¡ un castillo !!.
A 29 kms. de Huesca, en la zona conocida como la Hoya de Huesca, se levanta imponente la figura del castillo románico que se considera el mejor conservado de este estilo en toda Europa, se trata del Castillo de Loarre visible desde varios kilómetros antes de llegar. Domina toda la Hoya y, en particular, la zona de Bolea que era la principal zona musulmana de la zona controlando las ricas tierras agrícolas.
Se edificó en el S. XI por orden del rey Sancho III de Pamplona, erigiéndose sobre un espolón de roca caliza, lo cual impedía que los muros pudieran ser minados y abrir una brecha por la que asaltarlo.
Dejé el coche en
el aparcamiento habilitado y me dirigí hacia la caseta donde, además de
chucherías variadas ( no entiendo como en este lugar se pueden vender toritos y
flamencas con trajes de faralaes ), se pueden comprar las entradas para la
visita. La verdad es que si sumo los descuentos que me hacen por ser mayor de
65 años me dan para un buen gin-tonic.
Desde ahí me
dirigí hasta la entrada y me uní a un grupo de turistas rusos preguntándome que
hacía esta gente viendo el castillo de Loarre con la que está cayendo. En fin,
todo tendrá su explicación.
Atravesamos la
puerta de entrada por la muralla y, tras un corto trecho, penetramos en el
castillo por una empinada rampa.
El castillo se construyó entre 1033 y 1035 con la función de servir de paso
fronterizo y controlar a las huestes árabes que controlaban la cercana llanura
de Bolea.
En un primer momento su función era
meramente defensiva y de esta época se conserva lo que podríamos denominar la
parte “ alta “ del conjunto: el edificio real, la pequeña capilla de Santa
María, el torreón de la Reina, el patio de armas, las estancias militares y la
torre del homenaje.
Posteriormente, hacia 1071, se amplía el
complejo y se funda un monasterio de canónigos de San Agustín que ocupan las
dependencias de la parte “baja” del mismo.
La puerta de entrada está formada por tres
arcos de medio punto, descansando el central sobre dos columnas con capiteles
de decoración vegetal mientras que el exterior presenta un bonito ajedrezado
jaqués y los restos de un Pantocrátor.
A continuación una empinada rampa nos introduce en el edificio pasando por un sencillo arco de medio punto en el que mi curiosidad logró distinguir una marca de cantero.
Girando a la izquierda nos encontramos, sobre la cripta de Santa Quiteria, con la puerta de acceso a la iglesia de S. Pedro, románica de nave única y ábside semicircular con columnas adosadas a los muros con capiteles de motivos fantásticos y vegetales.
Es de suponer la existencia de pinturas sobre los muros pero no han quedado restos de esta policromía.
El conjunto se completa con una bóveda de
medio cañón con una cenefa de ajedrezado jaqués y una cúpula de 26 ms. de
altura.
Saliendo a la derecha se encuentran las dependencias
de los canónigos y los nobles, un calabozo y la sala de armas.
Esta era la parte que a mi más me interesaba, lo que no quiere decir que el resto no tenga interés. Así que continué subiendo para visitar el patio de armas, la iglesia de Santa María, un aljibe que podía guardar hasta 8000 litros de agua y las cocinas.
Desde arriba se divisa un paisaje precioso que me entretuve en fotografiar …
… así como a las murallas que rodean todo el complejo al salir del mismo.
Terminada la visita y aún con los rusos en el interior me dirigí a mi vehículo.
En principio tenía planificado dirigirme a
mi siguiente destino donde pensaba pasar la noche, pero buscando entre las
notas que había recopilado para poder contaros el viaje, me encontré con una
reseña que hablaba de la Colegiata de Bolea y su retablo y, como me pillaba de
paso y estaba cerca, hacia allá que me encaminé.
Bolea es un pequeño pueblecito de unos 500 habitantes
con un rico pasado ligado a la dominación árabe que dominaba toda la llanura y
que fue uno de los motivos de la construcción del Castillo de Loarre. Las
huestes cristianas del rey Pedro I de Aragón la conquistaron en el 1101.
Pero la fama de esta villa se debe a la
construcción de su Colegiata, a medio
término entre gótica y renacentista y, sobre todo, a la existencia en ella de
su retablo mayor que me disponía a visitar.
Dejé el coche a la entrada del pueblo y,
como no podía ser de otra forma, el edificio de la Colegiata se encontraba en
el punto más alto del mismo pero, como ya venía entrenado del Castillo de
Loarre, no dudé en comenzar la ascensión por las empinadas calles que me
conducirían a mi objetivo.
Llegué, jadeando pero llegué, y penetré en
el edificio construido por un arquitecto vasco, Pedro de Irazábal, entre 1541 y
1559. Su diseño presenta una particularidad y es que todas las naves están a la
misma altura. Es lo que se denomina “ planta de salón “ que le confiere una
gran luminosidad.
Pero lo realmente importante del templo es
su Retablo Mayor que está considerado como una de las grandes obras pictóricas
renacentistas de España.
En el mismo se reúnen en una simbiosis
perfecta pintura y escultura, con casi 60 figuras talladas por Gil de Bramante,
artista flamenco asentado en Aragón, que utilizó diversas maderas como ciprés,
pino, nogal o cerezo.
Curiosamente el autor de las pinturas es
desconocido, por lo que se le conoce como el Maestro de Bolea. Supo aplicar el
detallismo de la escuela flamenca con un impactante colorido, en el que
destacan los tonos verdes y rojos.
Como es difícil describirlo en todo su
esplendor, me limitaré a colgar las fotos que tomé del mismo.
Salí de Bolea todavía impactado por la belleza de su retablo y me encaminé hacia el sitio donde pensaba pernoctar y visitar otra bella construcción románica.
Llegué a Roda
de Isábena sobre las 15 h., momento en el cual me sonó el móvil. Era la
dueña del alojamiento rural que había reservado que me preguntaba por la hora
de mi llegada porque no estaba allí sino en Graus al ser festivo en el pueblo.
Le indiqué que ya había llegado pero que tenía que comer y le pregunté por un
lugar para hacerlo, siendo el único sitio abierto un restaurante anexo a la
Catedral. Quedamos a una hora y me dirigí a reponer fuerzas.
En casi todos mis viajes siempre ha habido
al menos un día en que las cosas no han salido como yo esperaba. Este era el
señalado.
El sitio indicado estaba en el interior de
la catedral, al lado mismo del claustro. Era un bonito salón con bastantes
mesas y que tenía pinta de haber sido el antiguo refectorio del edificio.
Para ser sinceros comí bastante bien y a la
hora acordada me dirigí al establecimiento donde me esperaba un señor que dijo
ser el marido de la dueña. Me abrió y me condujo a mi habitación dándome las instrucciones
pertinentes. Me dio las llaves y se marchó. ¡¡ Yo era el único huésped del
lugar !!. He de decir que no estaba mal. Mi habitación era amplia y coqueta
aunque muy recargada con multitud de adornos y cachivaches varios pero al menos
la cama era amplia y cómoda. Así que se imponía una buena siesta y luego ya
veríamos.
Y lo que vi, a media tarde que salí a tomar el aire, era la nada más absoluta. No había un alma por ninguna parte. Todo estaba cerrado. Me acerqué al restaurante donde había comido y me informaron que el horario de cenas era a partir de las 21 h. Con lo cual no se me ocurrió otra cosa que aprovechar para hacer fotos del claustro, la portada y el exterior de la catedral y subir de nuevo a la habitación para leer un rato el libro que siempre llevo en mis viajes.
La primitiva Catedral,
antiquísima del 956, fue destruida por una razzia en el 1006 por el hijo de
Almanzor. La reconstrucción posterior se inició en estilo románico lombardo
para inmediatamente comenzar con sucesivas restauraciones de manera que del
románico primitivo quedan la portada románica con un un pórtico que la precede
del S. XVIII, con una torre lateral barroca. Además de la portada sobreviven
los ábsides y el claustro.
Así que decidí fotografiar lo que queda del
primitivo edificio románico, cenar en el mismo sitio y, al día siguiente,
desayunar si era posible y no esperar hasta la primera visita al interior
programada para las 11.15 h.
Realicé el plan previsto. Al día siguiente
a las 9 h. llegó la dueña, me obsequió con un frugal desayuno, le pagué y salí
escopetado de Roda de Isábena con un regusto amargo y la sensación de haber
desperdiciado un día de viaje.
10,
11 y 12 de Mayo
De esta guisa puse rumbo al
último destino de esta ruta por el románico oscense en el que pensaba pasar dos
noches y hacer un recorrido por lugares interesantes.
El lugar era Jaca y llegué hasta
el por carreteras que me permitieron disfrutar de los paisajes extraordinarios
que nos dejan los Pirineos: frondosos bosques, profundos valles por los que
discurren ríos de cristalinas aguas y hasta de un cervatillo que se cruzó en mi
camino.
El alojamiento elegido era un apartotel ( Jacetania ) muy cómodo y funcional, con habitaciones amplias y posibilidad de aparcar gratis en la misma puerta aunque, eso sí, algo alejado del centro. Después del acomodo y descansar un ratito fui en busca del primer monumento y, quizás, el más importante de la ciudad: su Catedral.
Jaca
es la capital de la Jacetania y se encuentra en una depresión en las tierras
interiores del Pirineo. De la antigua Iaca se han encontrado restos que hablan
de su existencia desde el S. II a. C. Integrada en el Imperio Romano tras su
conquista por Marcio Poncio Caton fue fundamental como punto de vigilancia de
los caminos del Pirineo.
Tras la conquista árabe pasó a
integrarse en el condado del incipiente reino de Aragón, dentro de la
denominada Marca Hispánica establecida por Carlomagno.
En el S. XI constituía un
castro, es decir, un campamento militar fortificado perteneciente al reino de
Pamplona hasta que Ramiro I estableciera aquí una residencia regia y
posteriormente se iniciara, hacia 1082, la construcción de la sede
catedralicia.
En épocas posteriores se
consolidó como una importante plaza militar y, entre las fortalezas que a lo
largo del Pirineo hizo construir Felipe II, se realizó la denomina Ciudadela de
Jaca que hasta llegado hasta nosotros.
En tiempos modernos Jaca tuvo un
importante papel en acontecimientos como la Guerra del Rosellón, la Guerra de
la Independencia o la sublevación de 1930 contra la monarquía de Alfonso XIII,
proclamándose la República desde el Ayuntamiento, aunque la rebelión fue
sofocada en pocos días.
Pues bien, repasando estos
acontecimientos de la urbe, me encontré frente al edificio que había ido a
buscar.
La Catedral
de San Pedro de Jaca es uno de los templos más importantes del románico
español. Construida a partir de 1077 por orden del Rey Sancho Ramírez hoy se
considera la primera catedral románica de España, conservando fielmente la
esencia de este estilo arquitectónico.
Tiene una planta basilical de
tres naves con cinco tramos con sus correspondientes ábsides, dos puertas de
acceso y una esbelta cúpula.
Mi recorrido se inició, como no
podía ser de otra forma por el pórtico, amplio y esbelto con una altura igual a
la de la nave principal. En el suelo unos niños realizaban dibujos del mismo
para lo que supuse una tarea escolar.
El tímpano es un bajorrelieve presidido por un crismón de excepcional factura con dos leones a los lados que, según los estudiosos, representan la estrecha relación entre el incipiente Reino de Aragón y el papado.
La portada se cierra con seis arquivoltas que se apoyan en dos pares de columnas con sus capiteles con motivos figurativos.
Pasé al interior que, como dije anteriormente, es de tres naves con la central más ancha y alta que las laterales. En los pilares, columnas, muros y presbiterio hay hasta 28 capiteles con diferentes temas.
Las naves se rematan en ábsides semicirculares con bóveda de cuarto de esfera, aunque solo el de la derecha está íntegro.
La Catedral primitiva estaba
cubierta por bóvedas de madera, por ello sufrió numerosos incendios y obligó en
1447 a construir las actuales. El
presbiterio se sitúa en una posición infrecuente delante del coro que
presenta sobre él un gran órgano de estilo romántico, aunque su posición me
deja serias dudas sobre la sonoridad del mismo.
Las pinturas fueron realizadas
por Manuel Bayeu, cuñado de Francisco de Goya.
Las capillas de las naves laterales son del S. XVI y merecen una atención especial la de San Sebastián, la de Santa Orosia y la de la Trinidad.
Abandoné el templo por el muro
sur, cuya puerta conserva el tímpano románico con el añadido posterior del
escudo pontificio que obligó a destruir el Pantocrátor original.
En la puerta románica hay dos capiteles con diferentes representaciones y en el pórtico otros dos a los que añaden dos con motivos vegetales y tres con figuras humanas.
En el muro está representada la
vara jaquesa, unidad de medida que equivale a 77 cms. que se utilizó durante
siglos en el Reino de Aragón.
Me senté a tomar algo en una de
las cafeterías situadas frente a esta puerta sur, pudiendo apreciar el pequeño
despropósito que constituye la actual torre del edificio que sustituyó a la
primitiva románica. Se realizó en el S. XV con reformas posteriores que llegan
hasta el XIX pero sus enormes dimensiones y peso constituyen un “ pegote “ que
desvirtúa las características de este templo eminentemente románico.
Después de la Catedral fui en busca del otro templo románico ( o lo que queda de él ) de la ciudad. Se trataba de la Iglesia de Santiago un antiguo edificio románico del S. X reconstruido tras la dominación árabe en el S. XI. Poco queda del mismo, salvo la torre campanario que presenta ventanas geminadas de falsa herradura, la cornisa original con sus canecillos y en el segundo cuerpo se aloja el campanario.
En el interior lo más llamativo es una pila bautismal de estilo califal que estuvo colocada sobre un capitel del claustro de la Catedral. Ambos elementos fueron separados colocándose la pila cerca del altar mayor y el capitel en una urna para su contemplación integral ya que es un elemento muy curioso, fechado en el S. XII y con una rica interpretación cristiana, mitológica, astronómica y estacional. Las cuatro caras están decoradas con personajes vestidos a la manera clásica y cuidadosamente labrados y en los ángulos se sitúan cabezas de leones con las fauces abiertas. La interpretación más aceptada es que se trata de un ángel expulsando a Adán y Eva del Paraíso y sus hijos Caín y Abel como representación del Bien y del Mal.
Cumplida mi ruta programada regresé hacia la Catedral pasando por la Torre del Reloj, edificación gótica del S. XV construida para colocar un reloj-campanario que marcara la vida de la ciudad y reconvertida posteriormente en vivienda del representante del rey encargado de recaudar los impuestos y, por último, en cárcel de la urbe.
Es una torre de planta
rectangular, muy esbelta y construida con piedras irregulares. La puerta de
acceso es un arco de medio punto.
Regresé a mi alojamiento para cenar y preparar el recorrido del día siguiente.
Con un cielo encapotado puse
rumbo hacia mi primer destino distante 16 kms. de Jaca. Se trataba del bonito
pueblo de Santa Cruz de la Serós donde, al
llegar temprano, hube de esperar hasta las 10 h. para que la señora encargada
me abriera las puertas de los dos lugares que había venido a ver.
El primero era la pequeña y
antiquísima Iglesia de San Caprasio que me
resultó encantadora.
Se trata de un edificio de
pequeñas dimensiones datado en el S. XI y perteneciente al románico lombardo
más representativo ( maestros lombardos que se desplazaban para construir
edificaciones de forma itinerante ).
Presenta una sola nave con una
cabecera de escaso presbiterio y un ábside semicircular. Los muros son de
sillarejo y en el ábside hay tres ventanales que se encargan de la iluminación
interior. En el S. XII se le añadió una torre campanario con huecos bíforos
para campanas.
El interior ( desnudo por la
probable pérdida del enfoscado que tuviera ) presenta sobre el ábside una
bóveda de cuarto de esfera, una de medio cañón sobre el presbiterio y dos
tramos de la nave con bóveda de arista.
Su vecina es la más monumental Iglesia de Santa María que formaba parte de un monasterio del S. XI de carácter femenino, en el que ingresaron novicias como la Infanta Doña Urraca y la Condesa Doña Sancha ( ambas hijas del Rey Ramiro I ) así como otras damas cortesanas y de la nobleza, con lo cual, merced a generosas donaciones el monasterio tuvo una época de gran esplendor. Hasta que en S. XVI el rey Felipe II ordenó su exclaustración y las distintas dependencias del lugar fueron desapareciendo, quedando solo la iglesia con función de parroquia del pueblo.
Es un edificio de una sola nave
con planta de cruz latina formada por un falso crucero formado por un pequeño
presbiterio y dos capillas laterales. Se remata con un ábside semicircular. La
nave se cubre con una bóveda de cañón con dos arcos fajones. A lo largo de toda
la nave se observa una imposta horizontal con ajedrezado jaqués.
Saliendo al exterior nos encontramos con una monumental torre que confiere al edificio una gran verticalidad. Presenta planta cuadrangular con tres cuerpos con vanos geminados y un remate octogonal.
En el muro sur se abre una pequeña portada que presenta un tímpano presidido por un crismón.
Más interesante es la portada principal a los pies de la iglesia, que presenta un tejaroz con canecillos simulados y una moldura ajedrezada, con cuatro arquivoltas de medio punto sobre pilares y columnas, rematadas estas últimas por capiteles con escenas florales y figurativas.
El tímpano es muy interesante,
con dos leones flanqueando un crismón trinitario con símbolos con el Rho ( P )
el Alfa y el Omega y curiosas inscripciones.
La encargada de ambas construcciones me preguntó si iba a visitar el cercano monasterio de S. Juan de la Peña y, al contestarle negativamente puesto que ya he estado en él en dos ocasiones, no me cobró entrada alguna puesto que la misma incluía los tres monumentos. Hice alguna foto del pequeño riachuelo que discurre en el exterior y continué mi camino hasta el siguiente punto.
Para llegar a él tuve que
recorrer una revirada y estrecha carreterita de montaña que discurre paralela
al embalse de la Peña que recoge las aguas del rio Gállego. Paisaje precioso
pero que no te permite descuidarte porque, curiosamente, la carretera tiene un
denso tráfico pesado hasta el punto de que cuando se encontraban dos camiones
tenían que hacer virguerías para pasar y, los que los seguíamos esperar a que
completaran las maniobras. En esos momentos es cuando más eché de menos a mi
querida moto.
Al final conseguí llegar a mi objetivo que era una pequeña aldea denominada Yeste. En este remoto lugar casi despoblado se encontraba una pequeña edificación cuyo nombre respondía al de Iglesia del Salvador. Aunque se encontraba cerrado el acceso el pasamanos de la verja no tenía candado, por lo que pude acceder fácilmente.
Presentaba una única nave con un
ábside semicircular con cinco arcuaciones que descansan en columnas de las que
solo una permanece completa. Alrededor de la misma se encuentra el camposanto
de la localidad. La portada principal presenta un porche de construcción posterior.
En ella hay un tímpano historiado con bajorrelieves y es de arco de medio punto
dovelado y descansa en jambas rectas a través de impostas que están decoradas
con motivos de palmetas y cuadrúpedos.
En el tímpano se puede apreciar a la izquierda la imagen de un obispo con báculo y un diácono con un libro. A continuación hay un Agnus Dei y después una escena de la Anunciación.
Curioseé las lápidas de las tumbas llamándome la atención una perteneciente a un varón de 60 años fallecido en Marzo de 1936, pensando para mis adentros “ de la que se libró el pobre “.
Abandoné el lugar y retomé la
dichosa carreterita para dirigirme a ver otro monumento que, en este caso, no
tenía nada de románico. Se trataba de unas curiosas formaciones con que a veces
nos obsequia la naturaleza.
Se encontraba en un pueblecito
llamado Riglos y eran unas formaciones
geológicas formadas hace 65 millones de años ( ¡ ahí es nada ! ) cuando se
formaron los Pirineos y que la posterior erosión del agua ha modelado hasta
transformarlos en unas paredes rocosas que impresionan al acercarse a ellas y
que son muy apreciadas por los aficionados a la escalada.
Conforme me acercaba me percaté
de que el sitio estaba muy concurrido, hasta el punto de que a la entrada del
pueblo se ha situado un aparcamiento disuasorio ( por supuesto de pago ) para
poder acceder al mismo.
Como no tenía intención de ver
el pueblo ya que, por mis notas, no había nada de interés especial, me limité a
fotografiar los impresionantes mallos y dando la vuelta dirigirme al último
punto del día.
Este se encontraba a tan solo 14 kms. y, aunque también tenía sus propios mallos, yo venía a buscar otros monumentos.
El pueblo se denomina Agüero y uno de ellos era la Iglesia de Santiago, un impresionante templo
románico que está inacabado y que se sitúa a unos 500 ms. de la entrada al
pueblo, accediendo al mismo por una empinada carretera asfaltada.
Al llegar no encontré a
nadie, lo que me permitió una tranquila
visita explayándome en los detalles de la
construcción.
El territorio donde se enclava
es conocido como “ el Reino de los Mallos “ y en su historia destaca la figura
de la Reina Berta, de probable origen italiano, que se casó con Pedro I de
Aragón y que, tras fallecer éste, gobernó durante unos años este Reino ficticio.
Este templo de Santiago,
inconcluso, se erige majestuoso sobre el pueblo y se piensa que en el trabajó
el anónimo Maestro de San Juan de la Peña.
Es una de las construcciones más
enigmáticas e interesantes del románico aragonés ya que, aún a día de hoy, se
discute el por qué realizar un proyecto de tal magnitud en un lugar remoto como
este.
Las hipótesis sobre su
construcción son varias: un emplazamiento más accesible a la comunidad de S.
Juan de la Peña quedando inconcluso por la mala gestión de su abad Juan, una
construcción para albergar el retiro de Ramiro II El Monje o incluso un panteón
levantado por la Reina Berta para contener los restos de su marido Pedro I.
En cualquier caso se trata de un
proyecto grandioso en el que se emplearon los mejores materiales y que hubo de
suspenderse cuando tan solo se había edificado la triple cabecera, cerrándose
abruptamente con un muro lo que estaba llamado a ser el primer tramo de las
naves.
La triple cabecera tiene un
volumen enorme y sus gruesas columnas adosadas al muro a modo de contrafuertes
le confiere un aspecto más de fortaleza que de construcción religiosa.
El tambor central se divide en tres paños separados por gruesas columnas. Llama la atención que un edificio en el que no escatimó en gastos los ventanales estén reducidos a la mínima expresión, aunque un friso historiado recorre todo el espacio inferior a las ventanas y despliega sobre todo en el ábside central gran cantidad de figuras como arpías, grifos, dragones y centauros.
Lo que más llama la atención es
su portada donde el Maestro de San Juan de la Peña despliega su personal estilo
con figuras con pliegues redondeados en sus ropajes o caras con los ojos
saltones.
En el tímpano y capiteles
también se aprecian las características de este constructor: bailarinas,
combates entre guerreros y figuras que representan la Adoración de los Magos.
Recorriendo el perímetro me llamó la atención un descubrimiento. Como sabemos en el medievo el grado de analfabetismo era muy elevado, también en el gremio de los trabajadores de la piedra o canteros. Pues bien, para identificarse, cada uno de ellos poseía un símbolo único y personal que los diferenciaba del resto y que labraban en las piedras que tallaban, en unos casos como “firma” de su autoría y en otros, cuando trabajaban a destajo, para que el maestro cantero pudiera identificar las piedras talladas por cada uno en el día y les pagara en consecuencia.
A lo largo de mis rutas he visto numerosas marcas de cantero pero, en ningún sitio como este, he podido identificar tantas marcas diferentes. Hasta 11 llegué a contar, lo que da idea de la magnitud del proyecto y de los numerosos artesanos que trabajaron en él.
Terminado mi recorrido me
encaminé al pueblo para ver el último de mis destinos y con el que daba por
concluido mi viaje por el románico oscense. Se trataba de la Iglesia del Salvador situada en el centro mismo
del pueblo.
Aunque su fábrica original fuera
románica hoy es un conglomerado de estilos producto de las reconstrucciones.
A día de hoy lo más destacable
de su primitivo románico es la portada, protegida por un pequeño porche hoy en
ruinas.
Presenta cuatro arquivoltas de
medio punto y que descansan sobre dos columnas a cada lado con capiteles de
decoración zoomorfa, sobre todo aves y leones.
Llama poderosamente la atención el tímpano que preside el conjunto, con un
volumen desproporcionado para el resto de elementos, lo que ha hecho pensar a
los estudiosos en que se tratase de una pieza destinada a la cercana iglesia de
Santiago y que, por los motivos que fueran, se desechó y se trasladó hasta
aquí.
En él está representado un Cristo sedente con un libro en una mano y actitud de bendecir con la otra. Lo rodean los cuatro evangelistas representados con figuras zoomorfas
Antes de salir de Agüero fotografié sus mallos que, aunque menos espectaculares que los de Riglos, también merecen una atención.
Regresé a Jaca con la íntima satisfacción del deber cumplido, habiendo visitado todos y cada uno de los objetivos previstos.
Cené y me retiré a descansar. Al
día siguiente comenzaba la segunda parte de mi viaje para conocer el curioso
románico andorrano. Pero eso será motivo de una nueva entrada en los próximos
días. Espero no haber aburrido a los lectores no especialmente interesados en
el románico y a los que si lo sean que hayan disfrutado y les haya servido de
orientación para sus futuros viajes
Nos vemos en
Andorra.
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