LA RIOJA: VINO Y CULTURA
Disponía
de 11 días libres en Agosto y había pensado pasarlos en casa descansando
tranquilamente. Pero mi culo inquieto me
dijo que si me iba a aburrir mucho, que
si 11 días eran demasiado sin hacer nada, que si …, total que me convenció. De manera que dediqué
5 de ellos a descansar y con los otros 5 me organicé una interesante escapada a
La Rioja, comunidad que cuenta con grandes atractivos culturales, excelentes
vinos y una extraordinaria gastronomía.
Obvié
la capital Logroño porque la conocía bien y me dediqué a buscar pueblecitos con
encanto y que tuvieran algún atractivo en forma de iglesia o ermita románica. Y
me salieron unos cuantos: Sajazarra, Cuzcurrita del Rio Tirón, San Vicente de
la Sonsierra, Haro, Ezcaray, Santo Domingo de la Calzada y algunos otros.
Organicé
la ruta para aprovechar al máximo los días disponibles y el día 16 de Agosto,
dejando pasar el puente por el gran movimiento de masas, me dirigí hacia Madrid
para hacer mi primera noche en la bonita ciudad de Ayllón.
MIÉRCOLES 16 Y JUEVES 17
Había
buscado un alojamiento en Ayllón, un lugar que había visitado con mi moto en
dos ocasiones pero siempre de paso y sin explorarla en profundidad.
Ayllón se encuentra en la provincia de Segovia a unos
escasos 137 kms. de Madrid. Es una villa con larga solera cuyos orígenes se
remontan a los celtíberos, pasando después por la misma godos, visigodos,
romanos y musulmanes para terminar en manos cristianas.
Sus
calles y plazas recibieron la visita de personajes como Alfonso VI, Alfonso
VII, Fernando IV, María de Molina, el Cid Campeador, San Francisco de Asís, San
Vicente Ferrer o Santa Teresa. Cuenta con unos 1200 habitantes y un rico
patrimonio histórico, pero antes de visitarlo había que tomar el hospedaje. Era
un hotel rural rural bastante bien acondicionado y con habitaciones cómodas. La
mía se encontraba en el último de los tres pisos. Algún día haré un profundo
estudio sobre el por qué en todos los hoteles, casas rurales, pensiones y demás
alojamientos que he visitado ( y no son pocos ) y que no disponen de ascensor,
mi habitación siempre está en el último piso. Supongo que será mi particular
Ley de Murphy hotelera. Repuse fuerzas en uno de los buenos restaurantes que
circundan su Plaza Mayor que es el epicentro de la vida del pueblo.
Es
una típica plaza castellana de forma rectangular con una fuente en el centro y
con soportales en los laterales.
En ella, además del Ayuntamiento ( antiguo Palacio de los Marqueses de Villena ), se encuentra la iglesia de San Miguel de origen románico, con una nave única, atrio, ábside y espadaña. Posteriormente se le añadió un pórtico y un mirador para que las autoridades pudieran contemplar los festejos taurinos que se celebraban, algo así como el palco presidencial de las actuales plazas de toros.
Presenta en el lateral un bonito ábside con dos columas que enmarcan una ventana con arco de medio punto sobre dos pequeñas columnas con capiteles de temas vegetales.
En el lateral se puede apreciar otra ventana con arco de medio punto y un ajedrezado superior que descansa sobre dos columnas con capiteles con figuras de animales.
Y desde la Plaza Mayor se contempla la magnífica espadaña del único templo que cuenta con culto es esta villa: la iglesia de Sª Mª la Mayor. Es de estilo neoclásico y tiene planta de cruz latina, además de un soberbio campanario de 40 m. rematado por la gran espadaña citada.
Hay otras cosas que ver en Ayllón. Yo inicié la ruta en el puente romano que cruza el rio Aguisejo y desde el que se obtiene una bonita panorámica del Arco, una de las tres puertas de entrada a la villa y la única que se conserva. En la parte superior hay cuatro escudos de familias nobles del pueblo.
Nada más pasar el Arco nos topamos con el Palacio de los Contreras, cuya fachada está enmarcada por un cordón franciscano y tres escudos de armas.
Quedan como restos de época árabe
unos lienzos en la muralla denominados “Los Paredones” y la propia torre vigía de la muralla a la que se conoce como “La
Martina” y que es uno de los símbolos del pueblo.
Después del paseo una cena ligera y a escalar hasta mi habitación para descansar del viaje.
Desde
Ayllón hasta mi “ campamento base “ en La Rioja la distancia era de poco más de
200 kms. con lo que, al salir pronto, iba a llegar a una hora demasiado
temprana para tomar el alojamiento. Por ello decidí hacer parte del recorrido previsto y luego
volver al hotel reservado.
Así
que encaminé mis pasos al pequeño pueblo de Cañas para
visitar su Monasterio de San Salvador.
Se
trata de un complejo abacial cisterciense femenino que se levantó en varias
épocas, principalmente durante el S. XIII, y que ha ido acumulando con el
tiempo una impresionante colección de obras de arte.
La
mayor parte de este complejo monacal se levantó cuando fue abadesa del mismo
Doña Urraca Díaz de Haro que, tras enviudar del conde Álvaro Núñez de Lara,
tomó los hábitos e ingresó en este monasterio.
El recorrido se inicia en la iglesia donde llaman la atención los amplios ventanales góticos.
Si se tiene curiosidad aún se pueden apreciar en los sillares la marca de los canteros que trabajaron en ella. En el ábside principal estuvo durante muchos años colocado un excepcional retablo de Guillén de Holanda ( esculturas ) y Alonso Gallego ( pinturas ), el cual fue trasladado en el S. XX a los pies de la nave, dejando que se aprecie en todo su esplendor los ventanales góticos antes mencionados.
A continuación se pasa al claustro, clasicista de los S. XVII y XVIII, con dos cuerpos con arcos de medio punto y el superior cegado con cristales en el centro.
En el ala este del claustro se encuentra la Sala Capitular de los S. XII y XIII. Se accede por una portada con tres arcos apuntados y profusamente adornados en sus arquivoltas con diseños de plantas típicas de La Rioja ( uvas y vides ).
El maestro escultor quiso dejar su impronta algo jocosa en la base de una jamba que soporta una arquivolta y dibujó una cara boca abajo con la boca abierta que degustaba el mosto de las uvas superiores ( no veas como estará el hombre después de tantos años ).
Dentro se encuentran varios sepulcros pero destaca sobremanera el de Dª Urraca, vestida con ropas abaciales, que soporta un báculo con una serpiente enroscada en la parte superior y una cabeza de dragón en la inferior.
En
los costados hay esculturas talladas con bellas escenas de monjes y monjas que
trasportan el alma de la beata hasta el cielo. Todo ello está apoyado sobre los
animales de la familia: perros, cerdos y lobos, aunque la guía se empeñó en que
eran todos lobos deformados por el paso del tiempo. Pero vamos, yo vi un
cerdito que era clavado a Porky Pig.
Como tenía reciente mi visita al monasterio cisterciense femenino de Vallbona de les Monges en Tarragona le pregunté a la guía que por qué había tanta diferencia en los enterramientos entre ambos monasterios, ya que en Vallbona consisten en una simple lápida. No supo que responder y yo se lo aclaré con un simple gesto de los dedos que en el idioma universal significa “ money, money “. A partir de ese momento la guía pasó de mí y siguió con su explicación mecanizada el resto de la visita. Yo también pasé de ella.
La visita continúa por la cilla, una gran nave que se usaba como almacen de alimentos y que hoy se ha transformado en un valioso museo con gran número de piezas de incalculable valor artístico. También alberga varias “ reliquias “, alguna tan curiosa como una parte de la herradura del caballo de Santiago.
En fin, cosas de la religión que en aquellos tiempos necesitaban de estos objetos “ auténticos “ para atraer peregrinos y aumentar su prestigio. También hay un trozo del lignum crucis, es decir, una astilla de la cruz de Cristo. Hay por ahí un dicho que cuenta que si todos los lignum crucis que hay repartidos por el mundo fueran auténticos se podría construir un barco del tamaño del Titanic.
Yo me limité a fotografiar unas estatuillas románicas en madera que me parecieron muy bellas y, en concreto, una de las pocas que se conservan en la que está representada Santa Ana, madre de la Virgen, la propia María y el nieto Jesús en su regazo.
S. Juan
Con esta visita ya había hecho el tiempo suficiente para volver a Sajazarra y tomar mi alojamiento pensando en, después de comer y descansar un rato, completar por la tarde mi itinerario de este mi primer día en La Rioja.
El curioso nombre
de este pueblo proviene del euskera, Saja
Zaharra que significa Saja la vieja para distinguirlo del vecino Sajuela
que significa la pequeña Saja.
Es un municipio
pequeño, de alrededor de 150 habitantes, pero que tiene unas curiosas
peculiaridades que ya os contaré.
Aparqué el coche en
un parking gratuito a la entrada del pueblo, ya que por él solo pueden circular
los residentes, y busqué el alojamiento. Era un hotel rural con una decoración
un tanto peculiar ya que se hallaba repleto de objetos antiguos de lo más
variopinto: quinqués, aparatos de radio, calentadores de camas, fonógrafo, fotos
y ¡¡ hasta un antiguo sillón de barbero !!. La habitación era amplia y cómoda y
disponía de un ventilador portátil de tipo columna que me resultó de gran
utilidad. No os diré dónde estaba situada para evitar risas de descojone, tan
solo que el edificio tenía tres plantas y, por supuesto, no había ascensor.
Dejé las cosas y
fui a tomar algo en el único bar/restaurante que existe en el pueblo y del que
luego ampliaré información.
A tiro de piedra de Sajazarra se encuentra Villaseca que cuenta con uno de los templos parroquiales más tardíos de La Rioja, la iglesia de San Román, ya que data de los comienzos del S. XIII. Cuenta con un magnífico ábside con cuatro columnas entregas que forman cinco calles con ventanales tipo portada con arquivoltas y dos pares de columnillas. Este ábside posee nervios interiores de refuerzo lo que indica una clara influencia protogótica.
Desde el templo se divisa un bonito paisaje con campos de girasoles.
Y muy cerca ( aquí está todo muy cerca ) se halla Castilseco que cuenta con la iglesia de S. Julián, un pequeño templo formado por una nave y un presbiterio rematado por un ábside semicircular. El anteábside se cubre con una bóveda de cañón apuntada y se remata con bóveda de cuarto de esfera. Su similitud con la iglesia de Villaseca hace suponer que ambas fueron realizadas por los mismo artistas.
La portada es algo rústica y se encuentra protegida por un pórtico.
El ábside está muy ornamentado con canecillos y tres ventanas de medio punto adornadas con motivos vegetales y geométricos.
Las columnas que lo dividen en cinco calles presentan capiteles con motivos vegetales y unas curiosas cabeza humanas.
Por último presenta dos espadañas que hacen la función de campanario.
A unos 15 kms. se descubre otro de los pueblos que posee un nombre bastante curioso: Cuzcurrita del Río Tirón.
Aunque
hay varias interpretaciones parece que el nombre de “cuzcurrita” puede provenir
de términos euskéricos, existiendo un pueblo en Navarra que se llama Kuzkurruta
de Etxonekoa y que hace referencia a
significados como cresta, ápice o punta.
En cualquier caso
nuestro Cuzcurrita es un pueblo pequeño de unos 600 habitantes y cuyas primeras
referencias datan del 1062.
En la villa se
encuentran dos edificaciones de importancia. Uno es el Castillo de los Velasco
del S. XV y que no se puede visitar por estar en manos privadas, gracias a lo
cual y con varias restauraciones se ha logrado conservar en muy buen estado.
Desde fuera se puede apreciar una gran torre del homenaje de planta cuadrada y sin prácticamente vanos. Alrededor de ella se levanta el recinto amurallado con cubos en los ángulos.
Desde el puente que salva el río Tirón se tiene una bonita panorámica de la villa con la barroca iglesia de S. Miguel al fondo.
El
segundo de los edificios es la Ermita de Sª Mª de Sorejana que se alza
majestuosa y aislada saliendo del pueblo y recorriendo unos 2 kms. de camino
sin asfaltar.
Su origen es de
un románico tardío, al que se le añadieron elementos posteriores como una torre
gótica del S. XIV y un óculo.
Me senté en un montículo cercano para contemplar el edificio cuando el sonido de un motor me hizo girar la cabeza y ví como de un coche se apeaba otra persona. Era un señor de más o menos mi quinta que se acercó diligente y me saludó cortésmente. Se sentó a mi lado con naturalidad y dijo “ Ya era hora que viera a alguien por aquí “. Nos presentamos e iniciamos una fluida conversación. Se llamaba Mario y era un arquitecto jubilado que vivía en Logroño pero tenía una casa en Cuzcurrita y, cuando venía, le gustaba acercarse a este lugar y disfrutar de la ermita. Hablamos de todo, de mi gusto por el románico, de mis viajes, de nuestras vidas. Realmente era un placer conversar con alguien que me pareció muy inteligente y con gustos similares.
En un momento
dado abrió la mochila que llevaba y extrajo de ella una botella de vino ( un
reserva de Carlos Serres ) y lo más sorprendente ¡ dos vasos !. La descorchó y
seguimos charlando. Entre trago y trago me fue contando detalles del edificio
que yo no había visto y que en su interior había una curiosa colección de
esculturas, así como una imagen de la Virgen de Sorejana que cada 8 de
Septiembre se traslada hasta la parroquia de S. Miguel en Cuzcurrita para pasar
el invierno, siendo devuelta a su lugar al llegar la primavera.
De esta forma,
chato va chato viene, murió el reserva y comenzó a atardecer. Nos despedimos con
efusividad y, antes de irme, le hice la pregunta que llevaba rondando en mi
cabeza: ¿ Como es que traías dos vasos ?.
Porque siempre espero encontrarme a alguien como tú y compartir un buen vino y
una amena conversación, fue su respuesta.
Me despedí de Mario y puse rumbo a Sajazarra
para encontrarme otra situación fuera de lo habitual.
Como ya he comentado en el pueblo solo hay un lugar de restauración. Se llama El Ochavo y es bar, restaurante y, sobre todo, lugar de reunión. En la plaza que hay frente al mismo llena de mesas, así como en la calle adyacente, al anochecer se reúnen todos ( y cuando digo todos son todos ) los habitantes, tanto los residentes permanentes como los nativos que viven fuera y vienen a pasar las vacaciones. Se forman corros donde todos se saludan y se preguntan por su vida. Hordas de niños de todas las edades corretean y juegan a cosas diversas sin utilizar el móvil. Hay perros de razas diversas que observan con indisimulada atención a varios gatos domésticos del restaurante que se pasean entre las mesas esperando alguna golosina o una caricia. Dos o tres ancianas en silla de ruedas, ataviadas con sus mejores galas, eran paseadas por sus correspondientes cuidadoras sudamericanas y saludadas por todo el mundo. Hay un desfile de gente que entra en el bar y sale con una copa de vino o una cerveza en la mano y por un altavoz se escucha música de los 80 y 90.
Yo me senté en un
rincón a observar con curiosidad el espectáculo que calificaría de berlanguiano
y pensando en la pobre gente que se va muy temprano a alguna playa de Benidorm
a plantar la sombrilla. Este tipo de vacaciones, con tus amigos del pueblo de
toda la vida, disfrutando de las cosas sencillas, compartiendo con alegría una
buena comida y bebida y sin el estrés que, sin necesidad, nos hemos creado es
algo que no se debería perder nunca.
Tras un buen rato
se sentó a mi lado un señor manco, empleado del local, que era colombiano y me
habló, después de invitarme a un vino y saber que era de Murcia,
de que había estado en Cartagena y le había llamado mucho la atención el
submarino de Isaac Peral. Lo dicho, Berlanga aquí tenía un filón, aunque lo
mejor me esperaba al día siguiente.
Cené algo en el
bar y me fui al hotel pensando en ascender hasta mi habitación con cuidado.
Entre los vinos con Mario y lo trasegado en El Ochavo con el colombiano había
que llevar cuidado.
VIERNES
18 y SÁBADO 19
Después de un buen desayuno rodeado de cachivaches antiguos
pensé que, antes de realizar mi ruta planeada, debía explorar el pueblo porque
aún no lo conocía.
Sajazarra es un
conjunto de unas 15-20 calles, todas empedradas, con casas y edificaciones
propias de la zona y sin una sola construcción llamémosle “ moderna “. Tiene
dos lugares de interés, uno es su castillo al que se accede por varios sitios
pero uno en particular resulta algo surrealista.
El castillo es del S. XV y está muy bien conservado al encontrarse en manos privadas. Está construido en piedra de sillería y su configuración es muy parecida al castillo de Cuzcurrita con un recinto exterior rectangular y cubos redondos en las esquinas flanqueando la puerta de acceso. En el centro se encuentra la torre del homenaje, también rectangular, con torres octogonales en las esquinas y coronada por matacanes y almenas.
El otro punto de interés es la iglesia de Sª Mª de la Asunción. Su origen se sitúa en 1171 cuando Alfonso VIII de Castilla fundó en el lugar el monasterio cisterciense de Sª Mª de Sajazarra hasta que en 1253 Alfonso X la adquirió a cambio de otras propiedades.
El templo está
construido en piedra de sillería y mampostería y adosado por el muro norte a la
muralla. Consta de tres naves de épocas diferentes y una torre barroca. Fue restaurado
en 1994.
De regreso a por el coche y atravesando un puente que salva el pequeño rio Mardancho, si miras hacia abajo te encuentras una imponente figura de piedra de un cocodrilo a tamaño natural. Qué hace allí y por qué ?. Ah, cosas de Sajazarra.
Desde Treviana hay 8 kms. hasta Tirgo, pequeño pueblo con nulo interés pero que posee la iglesia de El Salvador, templo románico que alberga bajo sus cimientos una necrópolis altomedieval. El edificio es del S. XII y consta de una nave de tres tramos y un presbiterio cubiertos con bóveda de cañón apuntado y sobre ellos una espadaña con dos vanos.
El ábside es
semicircular y se cubre con bóveda de cuarto de esfera. Posee tres ventanas de
medio punto ricamente talladas. El templo consta de dos portadas románicas, una
al sur y otra al oeste, esta última tapada por una carpa instalada para lo que
supuse las fiestas del pueblo y donde un enjambre de chavales se afanaban en
recoger los restos de la juerga.
Presenta añadidos posteriores como una sacristía al norte, dos capillas, un coro y la torre-campanario, así como un retablo mayor que cegó las ventanas góticas y las pinturas del ábside.
A 10 kms. de Tirgo se encuentra Haro capital de la comarca. Sus primeras referencias se remontan al 1040, pasando por diferentes señoríos unos por conquista y otros por donaciones, hasta el último que fue el de los Fernández de Velasco abolido por las cortes de Cádiz en 1811.
Si alguien tiene
alguna duda de que Haro es una ciudad dedicada por completo al vino no tiene
más que acercarse a su Plaza Mayor, con templete central, y hacer una foto de
su Ayuntamiento donde están representadas mediantes toneles todas las bodegas
existentes.
Desde allí, adentrándose por las callejuelas del casco histórico, se llega al templo más representativo de la ciudad. Se trata de la parroquia de Santo Tomás Apóstol, templo gótico con posteriores añadidos barrocos y platerescos.
La portada del
mediodía es plateresca y realizada a modo de retablo sobre las puertas de
entrada con arco de medio punto y separadas por un portaluz a la manera
románica.
En los costados hay estatuas de los 12 apóstoles y un friso, por encima el cual representa el Padre Eterno con mitra y la bola del mundo en la mano izquierda.
La torre de 68 ms. fue reconstruida varias veces por incidencias como incendios. Es de estilo barroco.
En el interior encontramos un bonito altar mayor de estilo barroco con un templete.
También se puede visitar la sacristía del S. XVII.
Pero lo que más destaca del templo es, por un lado un precioso órgano del S.XVIII restaurado en 2003 …
… y sobre
todo la bóveda, de un gótico florido y sostenida por ocho machones cilíndricos
estriados, sin capitel, que se ramifican en nervios para formar la misma a modo
de palmera entrecruzándose y formando una complicada red de caprichosas
combinaciones todas diferentes.
Callejeé un rato por el centro histórico y entré en una confitería para comprar unos dulces que me parecieron curiosos: trufas de vino. Pero desistí cuando me dijeron que, si no se conservaban en un frigorífico, en unas 5 horas ya no te las podías comer sino beber.
Comí en el
restaurante de un hotel una rica sopa de ajo y un espléndido cochinillo a la
brasa pero, después de aquello y con 38º que caían, me sentí incapaz de
proseguir hasta el último punto de mi ruta, así que le eché cara al tema y
pregunté en la recepción si me podían proporcionar una habitación “ por horas “
( hay muchos hoteles que lo hacen ). El recepcionista se quedó bloqueado y
llamó al encargado al que, después de explicar mi situación, convencí de que me
proporcionara una habitación individual por el precio de 20 euros durante 3
horas.
La siesta con A/A
fue de escándalo y, tras ello, retomé el camino para seguir hasta el último
punto a visitar.
Se trataba de una
ermita de nombre algo peculiar y que se encontraba cerca de un pueblo
denominado San Vicente de la Sonsierra por
el cual pasé sin detenerme. La ermita se encontraba a unos 2 kms. del mismo y
se llegaba por un camino solitario y sin asfaltar hasta un pequeño aparcamiento
donde había que dejar el coche y continuar a pie unos 200 ms.
La construcción
se denomina Basílica de Sª Mª de la Piscina y su curioso nombre se debe a que
el infante D. Ramiro tomó parte activa de la conquista de Jerusalén, entrando
con sus huestes por el lado de la Piscina Probática. De regreso a España se
retiró al monasterio de Cárdena y dejó encargado en su testamento la erección
de un templo en honor de la Virgen para que se custodiara un lignum crucis ( ¡
otro más ! ) que se había traído de Tierra Santa.
El templo en
cuestión se construyó en el S. XII y su particularidad radica ( además del
nombre, ya que no conozco otro que se llame igual ) en que se ha conservado
íntegro en su estilo románico de construcción, sin añadidos posteriores,
excepto el escudo de la Divisa que se añadió a la portada en el S. XVI.
Está construido
en piedra de sillería, con nave única de tres tramos y ábside semicircular con
bóveda de horno. Se adosa al mismo una cámara rectangular que se piensa fue la
sala de reunión de los miembros de la Divisa.
Las ventanas
están decoradas con ajedrezado, bolas, flores y capiteles vegetales. En la
portada hay bolas, cabezas de clavo y ajedrezado y en el muro sur se adivinan
bajo el canecillo una figura humana con el brazo en la cintura ( ¿ juglar,
bailarina ? ) y un perro atado a un palo ( símbolo de la envidia y avaricia ).
También hay metopas con rosetones y motivos vegetales.
Rodeando el templo y empujando por curiosidad la puerta de acceso, reflexioné sobre lo que aún queda por hacer para la conservación de nuestro patrimonio histórico. Estaba solo, sin un ser viviente a la redonda y, si hubiera querido, con unas herramientas sencillas hubiera podido penetrar en el interior y sustraer cualquier objeto de valor que se encontrara en el mismo. De esto Erik el Belga ( buscar en google ) se dio cuenta y se aprovechó para crear un inmenso patrimonio.
Al lado del
edificio se encuentran unas tumbas antropomorfas que nos hablan de un
asentamiento primitivo en la zona.
Terminada la visita volví a por el coche y retorné a Sajazarra donde me esperaba otra sorpresa. ¡ Este pueblecito es la leche !.
Al llegar al
Ochavo noté que el gentío había aumentado con respecto a la noche anterior. Se
habían colocado unas largas mesas y varias personas se dedicaban a vigilar dos
barbacoas portátiles en las que se cocinaba algo.
Me senté y al
poco vino mi nuevo amigo “ el manco de Colombia “. Tras preguntarle me explicó
que aquello era una “ cuadrilla “ que todos los años por estas fechas
organizaban una barbacoa de pescado ( atún y mero ). Y, efectivamente, al acercarme
pude comprobar como grandes trozos de estos bichos eran asados cuidadosamente
en las barbacoas. Cuando todo estuvo dispuesto unas 50 personas se sentaron en
las mesas y se dispusieron al banquete. Mi amigo se apresuró a traerme un plato
para que saboreara el producto, con cierta reticencia por mi parte porque se
suponía que era solo para los miembros de la mencionada cuadrilla, pero él se
apresuró a tranquilizarme: “ les he dicho
que es para que lo pruebe mi amigo el murcianico “. Y allí estaba yo con
una copa de vino y un plato de pescado a la brasa contemplando el espectáculo.
Para amenizar la
velada habían contratado a un grupo musical que tocaba, vaya usted a saber qué, en la zona cubierta del restaurante.
Pasadas las 12
pensé en retirarme porque, aunque estaba muy a gusto, el cansancio me pedía
cama. Pero no pude hacerlo sin antes tomarme un chupito de orujo blanco que me
trajo el amigo colombiano.
No recuerdo si
esa noche hizo frío o calor pero dormí como no recordaba en mucho tiempo.
A la mañana
siguiente un buen café y unas tostadas terminaron por quitarme la resaca. Hice
el chek-out y me dirigí a por el coche con cierta nostalgia. Si alguna vez
visitáis La Rioja en verano no dejéis de venir a Sajazarra ¡ tenéis diversión
asegurada !.
Enfilé el camino para dirigirme al siguiente destino que era ni más ni menos que Santo Domingo de la Calzada con el ánimo de visitar su catedral aunque hace muchos años que ya estuve por allí.
Aparqué cerca y
fui hasta donde se compraban los tickets. Me llevé una buena sorpresa, la
entrada más barata sin guía ni otras añadiduras era de 7 euros y sin otras
tarifas para jubilatas ni menores de edad.
Y aquí tengo que
hacer un inciso reivindicativo. Si por una remota casualidad algún político
leyera esta entrada ( cosa imposible porque tienen mucho trabajo intentando aprender
a pulsar el botón correcto o reuniéndose en comisiones retribuidas ), le
rogaría que impulsara, aunque fuera mediante un Decreto Ley tan de moda, una
iniciativa para regular de una vez por todas las tarifas que se cobran por
visitar nuestro patrimonio histórico. Establecer categorías de los mismos en
base a unos criterios unificados y cobrar una tarifa única en toda España en
base a esta clasificación. No puede ser que por ver la Catedral de Santo
Domingo me cobren 7 euros y que visitar la Catedral de Murcia ( que no la
desmerece, más bien al revés ) sea gratuito. Una familia con dos hijos que
quiera visitar el templo se deja casi 30 euros de vellón y les jode el
presupuesto de ese día. Sé que es algo políticamente incorrecto y
metafísicamente irrealizable, pero al menos me he desahogado.
El edificio
actual se construyó sobre una primitiva iglesia románica y se consagró como
catedral en 1232. Presenta una planta de cruz latina, con tres amplias naves
con capillas asociadas y una capilla mayor con deambulatorio típico de las
iglesias de peregrinación.
En la portada sur un gran arco de medio punto protege unas hornacinas con los patronos de la diócesis.
La torre es
exenta ( no asociada al templo en si ) y de estilo barroco con una altura de 70
ms.
En el interior cabe destacar el retablo obra del gran escultor del renacimiento Damián Forment.
Así mismo se puede contemplar el magnífico sepulcro de Santo Domingo.
El gallinero es una obra gótica del S. XV que alberga de manera continuada un gallo y una gallina de color blanco en recuerdo de una leyenda que ahora os contaré. Creo que es la única catedral del mundo que, bula papal mediante, permite la existencia de animales vivos en su interior. Los animales son reemplazados mensualmente pero en mi visita solo puede ver y fotografiar al gallo ( la gallina estaría ejerciendo otros menesteres ).
La leyenda en
cuestión cuenta que una pareja de peregrinos con su hijo de 18 años llamado
Hugonell se alojó en un mesón y que la hija del mesonero quedó prendada del
chaval. Como no fue correspondida, al marcharse la familia, escondió una copa
de plata en el equipaje del joven y lo denunció por robo ante el Gobernador del
pueblo ( ¡ mala pécora ! )
Hugonell fue
aprendido, juzgado y condenado a la horca. Cuando los padres fueron a ver el
cuerpo de su hijo este estaba vivo y les relató que Santo Domingo de la Calzada
lo había conservado con vida, entonces los padres acudieron al Gobernador para
explicarles el suceso y este, que se hallaba comiendo una gallina, les dijo que
su hijo estaba tan vivo como la gallina que se iba a comer. En ese momento el
ave se levantó del plato y se puso a cantar. De ahí el " Santo Domingo de
la Calzada donde cantó la gallina después de asada “.
Leyendas
populares que se han sabido rentabilizar de una manera extraordinaria.
Después de ver el interior pasé al claustro que no tiene el más mínimo interés debido a las sucesivas modificaciones sufridas hasta dejarlo en un estilo mudéjar indefinido.
Lo más interesante es la exposición de belenes que hay en las dependencias adyacentes, destacando un grandioso belén napolitano con innumerables figuras.
De vuelta al exterior fotografié el ábside central del edificio.
De camino al coche pasé por la gran Plaza Mayor rebobinando sobre lo visto y la impresión final era clara: ¡esa visita no vale 7 euros por mucho que coman las gallináceas !.
Algo cabreado me dirigí hacia mi último punto a visitar en esta escapada a La Rioja.
Cuando llegas a Ezcaray la impresión es encontrarte en cualquier
pueblecito del País Vasco. La estructura de sus edificaciones y los adornos con
macetas de sus balcones, al menos a mi, me hacían recordar a esa cercana
comunidad.
Ezcaray es un
pueblo eminentemente turístico, quizás por la existencia de una renombrada
estación de esquí. Su centro neurálgico se sitúa alrededor de una bonita plaza,
con un templete central y rodeada de locales de restauración y comercios.
Alrededor de
ella se articula un enjambre de callejuelas con gente que recorre sus
tiendecitas de todo tipo. Yo, como buen guiri, hice lo mismo. Entré en las
tiendas que me llamaban la atención sin buscar nada predeterminado, solo por
curiosear y me perdí sin rumbo fijo. Cuando se hizo la hora de comer busqué un
restaurante con buena pinta y le di a mi estómago lo que me reclamaba. Volví a
por el coche y me encaminé hacia el lugar elegido para pasar la noche antes de
regresar a casa.
El sitio se
llamaba Alesanco y era un pueblecito sin
encanto alguno. El típico cruce de caminos en el que haces parada para
proseguir.
Tomé la habitación
y, aunque el alojamiento tenía una pequeña piscina que me hubiera gustado
probar, desistí ante la algarabía de enanos con patitos que la habían asaltado.
Descansé un rato
y, ya anocheciendo, busqué un lugar donde cenar algo y a la cama.
Lo más
interesante que me ocurrió fue que un chucho que iba con sus dueños me cogió
cariño y se subió al banco donde me sentaba. Y allí se quedó mientras que lo
acariciaba hasta que me fui. Estos animales suelen ser muy inteligentes.
El regreso del domingo fue una pequeña paliza ya que me separaban de casa nada menos que 715 kms., aunque la mayoría eran por autovía. Así que me armé de paciencia, puse música y para casa llegando a ella a media tarde.
Pienso que han sido 5 días bastante bien aprovechados.
En principio, con
esta intensa escapada a La Rioja he dado carpetazo a los viajes de verano
aunque, conociéndome, nunca se sabe lo que puede surgir.
Sed buenos y
disfrutad que son dos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario