VERANO 2023 ( Tercera parte )
TERCERA PARTE: EL PIRINEO
Al llegar a Vielha busqué el hotel reservado. Bastante bueno y que con
desayuno y parking me salía más barato que aquella cosa horrenda de
Cordes-sur-Ciel y que, a Dios gracias, no llegué a conocer.
Vielha es un enclave de primer orden para el turismo
de montaña y de nieve. Es la capital de la comarca del Valle de Arán y su
constitución es muy reciente ya que fue en 1970 cuando se anexionaron 6
municipios araneses con ella.
Comí en un
restaurante cercano y descansé con una buena siesta y fresquito. A media tarde
salí para dar una vuelta y recorrer sus principales zonas.
Como ciudad turística que es abundan los locales de restauración y compras, pero también hay otros sitios con encanto como un precioso puente que cruza el rio Nere, afluente del Garona y que, cuando ambos se enfadan, pueden provocar importantes inundaciones en las casas colindantes.
El centro es pequeño y se recorre dando un agradable paseo visitando sus numerosas tiendas.
Posee la iglesia
de S. Miguel, de transición del románico al gótico, con una torre campanario de
aspecto fortificado.
La portada presenta cinco arquivoltas apuntadas con hasta 59 imágenes esculpidas en ellas de temática muy variada.
El campanario está montado sobre la portada y coronado por una barbacana que sostiene una aguda cubierta de pizarra, elemento que vamos a encontrar en casi todas las construcciones de la villa.
Tras una buena caminata y cenar vuelta al hotel.
La distancia entre Vielha y el lugar donde pensaba pasar la próxima semana era muy corta, tan solo 65 kms. que discurren por agradables carreteras de montaña cruzando algún embalse y con unas vistas preciosas.
Llegué a Castejón de Sos con tiempo suficiente para recorrerme el pueblo y hacerme una idea de los servicios de que disponía. La verdad es que era un pueblo pequeño, con unos 600 habitantes y sin grandes atractivos pero con la ventaja de ser un enclave crucial para recorrer los valles de Benasque y Boí, además de los núcleos circundantes denominados pueblos del Solano.
Unos 25-26º me
recibieron con alegría y , después de comer en uno de los sitios existentes,
fui a tomar mi apartamento. La verdad es que resultó una gran sorpresa. Se
trataba de un Apartahotel (Apartahotel Castejón de Sos ) con unas instalaciones
magníficas. Me recibió la dueña que muy solícita me explicó todo lo necesario.
Mi apartamento constaba de un salón comedor amplio con cocina incorporada, un
cuarto de baño muy completo y un
dormitorio generoso, además de una terracita privada y un amplio y bonito
jardín comunitario. El precio incluía el desayuno ( que variaba a diario ) y un
parking privado que lo utilicé muy poco porque no había problema en aparcar en
la calle frente al establecimiento. No os digo el precio pero bastante menor que el pagado por los
desastrosos sitio en que me alojé en tierras francesas. Me reafirmo en la idea
de que los establecimientos hoteleros españoles superan en mucho en cuanto a
calidad y precio a los de países de nuestro entorno.
Así que tomé
posesión de mi nuevo hogar y, tras colocar todo el equipaje y darme una buena y
fresquita siesta, salí a comprar unas cosillas en el único super del pueblo y
volver a recorrerlo con detenimiento para tenerlo todo controlado.
Terminé cenando en
un sitio muy agradable ( La Morera ) donde entablé relación con el dueño, un
tipo muy simpático y campechano al que mimé un poco ya que supuse que me iba a
dar de comer/cenar en varios momentos durante mi estancia.
Al día siguiente
tenía que solucionar un par de asuntos. Por un lado buscar un taller cercano
porque el ordenador del coche me había dado el aviso de que debía cambiar el
aceite en cuanto pudiera y por otro buscar una peluquería porque iba un tanto
desgreñado.
Lo del aceite lo
solucioné por la tarde y lo de las greñas por la mañana. Dí el día por bien
empleado.
El martes decidí
acercarme a los cercanos Benasque y Cerler.
Benasque es la principal población del valle que lleva
su nombre. Se encuentra en el parque natural de Posets-Madaleta y el Pico de
Aneto. Su referencia más antigua data del 1006 y a lo largo de sus historia ha
sufrido numerosos episodios climatológicos devastadores: terremoto en 1660,
varias inundaciones del rio Ésera que lo atraviesa, la primera en 1727 y la
última en 2013, además de ser testigo de la huida en 1939 de los republicanos
que huían a Francia.
Tiene un idioma
propio, el pastués, que es una mezcla de aragonés, catalán y gascón. Pero la
verdad es que durante mi estancia yo solo oía hablar en castellano.
Su núcleo urbano
conserva edificios, plazas y rincones con un innegable aire montañés.
Paseé por el mismo
haciendo fotos del rio Ésera y todo aquello que me llamó la atención para
terminar sentado en un barecito, al lado de un mastín que me tomó cariño y que
al levantarme para continuar mi periplo se vino conmigo ante la mirada incrédula
de su dueño.
Después de dar una vuelta por el mercado semanal que se celebraba ese día y de arreglar un problema con las gafas de sol en una óptica cercana continué el viaje hasta Cerler. El motivo de esta visita era más sentimental que turístico. Hace más de 30 años pasamos unas vacaciones en este lugar con mi único hijo por entonces que tendría unos 5 añitos. El crio lo disfrutó enormemente y quería volver a verlo.
Hoy Cerler es una
gran urbanización con edificios ocupados por gente que en su mayoría disfruta
con los deportes de invierno en su cercana estación de esquí. Posee un pequeño
centro comercial y algunos hoteles y restaurantes, pero sobre todo se respira
tranquilidad, vistas estupendas y temperaturas agradables debido a su altitud.
Hice algunas fotos
y regresé de vuelta a Benasque para comer y regresar a Castejón pasando por el
embalse de Linsoles.
Ya por la tarde me acerqué a visitar un pueblo cercano a Castejón que me habían recomendado. Se llamaba Campo y a él se accede por el Congosto del Ventanillo, una carretera entre montañas que discurre paralela al rio Ésera. El problema es que lleva en obras bastante tiempo y el recorrido, sobre todo cuando hay tráfico pesado, se hace lento e incluso peligroso.
De cualquier manera llegué a Campo y paseé por sus calles. Visité su
pequeña Plaza Mayor con soportales en uno de los lados y me acerqué hasta la
iglesia que me habían dicho que era románica. Sería románica cuando se consagró
en el 960 pero en el 1560 fue transformada completamente en estilo
renacentista. El único resto románico que encontré fue un crismón sobre la
puerta de acceso al campanario. De todas formas es bonita.
Regresé a Castejón
atravesando de nuevo el Congosto
La siguiente
jornada tenía dos planes diferentes.
Por un lado
acercarme a ver una ermita que me habían contado era la más bonita de los
pueblos del Solano. Se encontraba a pocos kilómetros de Castejón en un
pueblecito llamado El Run. Para llegar hasta la
ermita de la Virgen de Gracia hay que dejar el coche al lado del albergue junto
a una fuente con varios caños donde la gente va a recoger agua por su pureza y
buena calidad. Luego hay que ascender por un pequeño camino en el bosque y,
tras unos 10-15’ de subida, se llega al lugar. Se construyó a principios del S.
XII y es estilo románico lombardo con una torre muy característica. De nave
única tiene otros elementos de este estilo constructivo: ventanas geminadas,
arquillos ciegos y un friso de dientes bajo la cornisa. Características que
luego me iba a encontrar en las iglesias que visité en el Valle del Boí.
Tanto el ábside,
como la nave y la torre están realizados en piedra sillar que alterna con
sillarejo.
De nuevo en el coche encaminé mis pasos hacia un lugar que había visitado en varias ocasiones, incluso en moto, pero al que siempre apetece volver por el encanto que desprende. Se trataba de Aínsa, distante de donde me encontraba unos 50 kms.
Recorrí de nuevo
esas carreteras que tan bien conocía y dejé el coche en el aparcamiento situado
a la entrada del pueblo.
Aínsa es un
precioso pueblo medieval anclado en el tiempo y que está considerado uno de los
pueblos más bonitos de España.
Tras atravesar el patio del castillo desde cuyas murallas se contempla un extraordinario paisaje, se accede a su preciosa Plaza Mayor, cuadrada y rodeada de soportales en los cuales se asientan hoy en día bares, restaurantes y diferentes tiendas. En un lado se encuentra el Ayuntamiento.
Saliendo de la Plaza Mayor nos damos de bruces con la iglesia de Santa María, uno de los mejores ejemplos del románico aragonés. Se construyó entre los S. XI y XII aunque en el S. XIV se le añadió el claustro.
El edificio,
construido en sillarejo, tiene planta rectangular y ábside semicircular con una
portada con cuatro arquivoltas sobre columnas y un crismón.
En el interior la nave se cubre con bóveda de medio cañón y el ábside con bóveda de horno. Bajo el presbiterio se encuentra una cripta que tuvo que ser reconstruida casi íntegramente tras la Guerra Civil.
El pequeño
claustro es de forma trapezoidal y de un solo piso. Tiene arcos de medio punto
y apuntados.
Al salir fotografié la torre que es el elemento más representativo del templo. Realizada en sillarejo tiene cinco cuerpos y una altura de 30 ms. Destaca el último de los cuerpos con ventanas de arco de medio punto y se cubre con una cúpula sobre trompas. Se puede subir y obtener unas impresionantes vistas del pueblo.
Prácticamente Aínsa tiene dos calles. Se puede bajar por una y subir por la otra o viceversa. Son callecitas estrechas, adoquinadas, en las que podemos encontrar algunas casas blasonadas y otras bellamente adornadas con flores.
Hay algunos miradores con bonitas vistas del rio Ésera.
Y, por supuesto, gran cantidad de tiendas ( algunas muy originales ) y locales de restauración. Comí en uno de ellos y regresé a por el coche para retornar a Castejón.
Una de mis
aficiones es volar. Disfruto mucho cuando tomo un vuelo ( a pesar de algún
susto ) y uno de mis mejores recuerdos es un vuelo sobre el Cañón del Colorado
en una Pipper al lado del piloto. Pero siempre me ha faltado algo más de
libertad.
Esto viene a
cuento porque Castejón de Sos es la cuna del parapente en España y hay empresas
que organizan vuelos biplaza, así que al regresar entré en una de ellas para
informarme. No son baratos. El más económico es un vuelo de 5-10’ por 90 euros
y si quieres que te graben 25 euros más. Pero me dije que si no lo hacía ahora
no lo iba a hacer nunca, de manera que contraté uno para la tarde del día
siguiente. “ Siempre y cuando el tiempo lo permita “ me indicó el instructor.
Pues no lo
permitió. El día amaneció completamente cubierto y con un viento decente. A
mediodía empezó a lloviznar y por la tarde descargó una fuerte tormenta que
duró hasta bien entrada la noche. Vuelo anulado. Y lo peor es que para los dos
últimos días de mi estancia ya tenía programados otros planes, así que mucho me
temo que me voy a quedar sin hacer el pajarito.
Tras pasar ese
jueves casi sin salir del apartamento más que para comer, el viernes amaneció
con sol espléndido y un día precioso. Así que me dispuse a realizar lo
planificado que era desplazarme hasta la vecina provincia de Lérida y recorrer
la ruta de las iglesias románicas del Valle del Boí.
Llegué a Taüll sobre las 10´30 y busqué la primera de ellas. En
información compré un pack para ver las 7 iglesias que conforman la ruta con los
horarios de apertura y las indicaciones.
La primera y más destacada era donde me encontraba, la Iglesia de Sant Climent de Tahüll. Se construyó en el S. XI sobre un templo primitivo y consta de una planta basilical con tres naves separadas por columnas y cubiertas de madera a dos aguas. Se completa con tres ábsides y una torre campanario.
Lo más destacable es la recuperación de grandes fragmentos de la policromía original. Sobre ellos se proyecta con videomapping la recreación de cómo serían las pinturas originales y nos da idea de su grandiosidad. Os dejo unas fotos de su estado actual y la recreación de la proyección.
Ya saliendo encontré una preciosa imagen románica de la Virgen con Niño, le hice una foto y se la mandé a un buen amigo radiólogo al que le apasionan las antigüedades, contestándome que se la llevara por lo que más quisiera. No hubiera sido difícil. No estaba vigilada y me cabía en la mochila, pero mi amigo ha de entender que no procedía, además de ser algo egoísta que la disfrute una sola persona. Allí se quedó.
El siguiente templo estaba en Boí y se llamaba iglesia de Sant Joan.
Es probablemente
la que conserva más elementos constructivos del inicio del S. XI en el valle.
Es de planta basilical y posee un ábside central y dos absidiolos. La torre
conserva tres de los seis cuerpos originales, perdiéndose en un incendio los
otros tres. Mantiene las características del románico lombardo, con ventanas
geminadas y arquillos ciegos separando los pisos.
Lo más destacable es la reproducción de las pinturas originales que decoraban el templo, las cuales se guardan en el MNAC de Barcelona.
Mi siguiente destino era Erill la Vall para ver la iglesia de Santa Eulalia. Aquí destaca uno de los mejores campanarios de todo el valle. Una torre de planta cuadrada con seis pisos y los elementos decorativos del románico lombardo mencionados anteriormente.
Consta de una sola nave con un ábside y dos absidiolos.
En ella se descubrió un grupo de tallas policromadas románicas de gran tamaño que representaban el descendimiento. Hoy se encuentran en Barcelona y Vic y en su lugar hay una reproducción.
Siguiendo con mi periplo me desplacé hasta Barruera para visitar la iglesia de Sant Feliú. Es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón.
Al ábside original de ornamentación lombarda se le añadió posteriormente otro ábside que es totalmente liso.
El campanario es muy sencillo, con tres niveles separados por sencillas molduras y una ventana de medio punto en los dos superiores.
El pórtico se encuentra a poniente con un porche que lo cobija.
Más adelante se encontraba Durro con su iglesia de la Natividad pero en ésta el horario de visita era vespertino, así que me tuve que conformar con hacer unas fotos de una vista general y del pórtico que protege a la puerta de acceso.
En penúltimo lugar se encontraba la iglesia de Sª María en Cardet. Llegué cuando estaban cerrando, justo para fotografiar la portada sobre la que alza una espadaña con tres huecos para las campanas.
La guía que estaba en Cardet me avisó que la última de las iglesias que se encontraba en Coll también abría por la tarde pero que merecía la pena acercarse ahora aunque solo fuera para ver su portada. Así que hacia la iglesia de L’Assmpció de Coll me encaminé.
Y, efectivamente,
es una de una sola nave con ábside de decoración lombarda en la destaca su
pórtico, con cuatro arquivoltas dos de ellas sencillas y dos de baquetón que
están rodeadas de un ajedrezado. Descansan sobre columnas con capiteles de
temas vegetales.
Sobre el mismo se encuentra un crismón que es considerado el más bello de todas las iglesias del Boí y por arriba hay un vano redondo que está enmarcado en una moldura plana.
Satisfecho por haber completado todo el recorrido por las iglesias románicas del Valle del Boí, inicié el regreso parando a darme un homenaje merecido en un restaurante al que le había echado el ojo a la ida.
Mi último día por
estas tierras lo dediqué a recorrer los pueblecitos que conforman el Solano.
Como no quiero
cansaros en exceso simplemente os enumeraré el nombre de los mismos y os dejaré
fotos de rincones que me llamaron la atención.
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URMELLA
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ARASÁN
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LIRI
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RAMASTUÉ
-
ERESUÉ
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VILLANOVA
-
CHÍA
Chuimenea típica de la zona
Granja de ocas
En Liri me regalaban este precioso cachorro de Mastín de los Pirineos de una camada de tres que les era imposible mantener. Pero claro, primero se presentaba el inconveniente de trasladarlo hasta Murcia, después que esta raza se hacen enormes y, por último, que el pobre perrete el verano que viene donde yo vivo se me muere de un golpe de calor. Así que con todo el dolor del mundo se quedó allí mirándome tristemente.
En un pueblecito pequeño llamado Chía en lo más alto de todo, para mi sorpresa
hay un restaurante con una estrella Michelín ( Restaurante Casa Chongastan ).
Pero además se puede subir con el coche hasta arriba y, tras un ascenso a pie
de unos 100 ms., se llega a un mirador con unas vistas espectaculares de todo el
Valle de Benasque.
Pues bien esta ha sido mi semana de “ descanso “ en el Pirineo oscense.
Con algo de pesadumbre abandoné Castejón el domingo para chuparme los 700 kms.
que me separaban de mi casa, donde llegué con unos maravillosos 40º.
Tengo muy claro
que si, en los años que me queden por vivir, un buen día desaparezco sin dejar
rastro, si alguien quiere buscarme que empiece por algún lugar de los Pirineos.
Hasta otra.
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