BURGOS Y SUS
MONASTERIOS
El día 9 de Junio
se celebra el Día de la Comunidad Autónoma de Murcia, con lo cual al caer en
jueves, disponía de 5 espléndidos días para realizar alguna salida de las
múltiples que había planificado durante la pandemia ( es lo que tiene habernos
tenido encerrados de manera ilegal, hemos tenido tiempo libre de sobra para
organizarnos planes posteriores ).
Así que rebuscando
entre mis notas encontré un itinerario de 5 días que me permitía recorrer
tierras burgalesas visitando varios edificios monásticos y alguna iglesia de
los que tanto abundan por esas tierras. Busqué alojamientos y planifiqué el
itinerario a seguir.
9 y 10 de Junio
Elegí
un punto más o menos a medio camino de Burgos para pernoctar ya que la
distancia de 629 kms. ya se me hace algo cuesta arriba ( ¡ ay los años ¡ ),
saliendo de Murcia por el patio de mi casa ( es decir A-31 y A-3 ) hasta llegar
a Madrid y allí buscar la A-1 para llegar al lugar elegido para pasar la noche.
Este no era otro
que una villa con solera y que no había visitado nunca: Buitrago del Lozoya. Busqué el alojamiento y me dispuse a recorrerla
a ver que me encontraba.
Buitrago del Lozoya aparece en la historia en los
tiempos de la Reconquista por Alfonso VI ( hacia 1083 ), lugar estratégico y
que, por su morfología, representaba un sitio de difícil conquista ya que su
núcleo principal estaba ( y está ) dentro de una muralla que lo rodeaba por completo y levantada
alrededor de un meandro del rio Lozoya que ejercía de barrera natural contra
los ataques exteriores. Su época de mayor esplendor fue durante los S. XV y
XVI, en los que Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, fundó varios
edificios de los que únicamente se conserva la iglesia de Santa María la Mayor.
Esta estructura
medieval se mantuvo inalterable durante más de 200 años, volviendo a recuperar
su esplendor en la guerra contra la tropas invasoras de Napoleón que llegaron a
destruir la mayor parte de su recinto amurallado. Este fue reconstruido
posteriormente y declarado Monumento Nacional en 1931.
Lamentablemente la
imagen más icónica de Buitrago en la que se observa toda la villa sobre el
meandro del Lozoya es imposible de conseguir, ya que hay que hacerla desde un
mirador no señalizado y que, para acceder al mismo, hay que atravesar fincas
privadas ( de todas formas la podéis encontrar en google sin mayor dificultad
).
Así que me di un
paseo por el pueblo ( en realidad casi una única calle que lo atraviesa ) y le
hice unas cuantas fotos a las murallas y a la iglesia de Sª Mª la Mayor, de
estilo gótico flamígero con un esbelta torre mudéjar.
Había leído que en Buitrago se encontraba un Museo Picasso con obras que había reunido Eugenio Arias Arranz, peluquero e íntimo amigo del mismo, pero cuando llegué (18,20 h. ) acababa de cerrar, así que me quedé con la miel en los labios.
Después del paseo
sin nada destacable busqué un lugar para cenar algo y a descansar para seguir
al día siguiente hasta mi lugar de destino.
Después de un
ligero desayuno retomé la A-1 para llegar hasta Aranda Duero y desde ahí
continuar por la N-I y la BU-910 hasta alcanzar mi primera parada: el
Monasterio de Santo Domingo de Silos. Aquí he de hacer un inciso, al final he
claudicado y me he instalado un soporte en el manillar para llevar el móvil, de
manera que puedo ( mediante el Google Maps ) ir viendo la ruta a seguir (
aunque no lo oiga ) y, además, en mi taller me han hecho una instalación
prácticamente invisible para poder conectarlo al cargador, ya que el dicho Google
Maps consume batería por un tubo. Reconozco que para entrar y salir de las
ciudades y buscar algún pueblecito remoto de esos que a veces visito resulta
bastante útil ( al final Jaime iba a llevar razón, aunque lo suyo es otro nivel
).
De esta guisa llegué
hasta el monasterio, aparqué e indagué por donde entrar para visitarlo.
Santo Domingo de Silos hunde sus raíces en los S.
IX y X, probablemente en un cenobio habitado por monjes mozárabes del sur de la
península. En el año 1041 Fernando I encomendó al ex – prior de San Millán de
la Cogolla Domingo Manso la restauración del mismo, el cual durante sus 32 años
de abad fue capaz de sanear su economía, restablecer el cumplimiento de la
disciplina monástica, restaurar las dependencias monacales y comenzar la
construcción del claustro.
A su muerte en
1073 el monasterio continuó su expansión llegando a controlar 58 villas, 40
centros de culto, 17 heredades y 16 propiedades.
Hoy en día se
puede visitar el fastuoso claustro románico, la iglesia y la botica.
El claustro románico
de Silos, es y ha sido siempre el centro de la vida de la comunidad monástica.
Hacia él convergen y de él parten los otros edificios del monasterio y todas
las actividades del monje: al Norte la iglesia, donde se ora en común o en
privado. Al Este se encontraba en la Edad Media la sala capitular, que servía
para las reuniones de la comunidad, y el scriptorium, donde se copiaban con
paciencia y arte los manuscritos silenses. Al Sur se hallaban la cocina y el
comedor, en el primer nivel, y el dormitorio en el segundo. Al Oeste estaba la
hospedería, también de dos pisos. Cabe destacar la importancia de la escultura de sus capiteles,
compuestos de elementos decorativos vegetales y animales y los ocho relieves
en los machones angulares, de temática bíblica. El artesonado mudéjar del siglo
XIV puso el remate a esta gran obra.
En el centro del mismo se encuentra un ciprés que fue inmortalizado por el poeta Gerardo Diego en su soneto:
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe,
saeta de esperanza.
Hoy llegó a
ti, riberas de Arlanza
peregrina al
azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades
sentí de diluirme
y ascender
como tú, vuelto en cristales.
Como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de
delirios verticales,
mudo ciprés en
el fervor de Silos.
Después del claustro me dirigí a visitar la no menos interesante botica, fundada en 1705 y que alberga un buen número de aparatos de destilación ( alambiques ), jarras de cerámica para los distintos principios activos y gran número de libros que contienen las formas de preparar los distintos remedios.
El antiguo refectorio hoy alberga un museo con algunas piezas interesantes.
Por último visité la iglesia , levantada aprovechando parte de un templo mozárabe del siglo X, fue sustituida en el XVIII por la actual, de corte neoclásico, obra de Pedro Machuca, sobre planos de Ventura Rodríguez. Del antiguo templo románico se conserva la portada meridional del crucero, 'Puerta de las Virgenes', con capiteles de comienzos del siglo XII.
Antes de irme hice unas fotos del exterior que no resulta nada interesante comparado con lo que alberga.
Desde Silos me encaminé hacia la siguiente visita que se encontraba a tan solo 18 kms. por la BU-901 en la localidad de Covarrubias.
Al
llegar le hice una bonita foto al puente bajo el que discurre el rio Arlanza.
Covarrubias fue declarada conjunto histórico en el 2001 y constituye uno de los mejores ejemplos de la arquitectura agropecuaria donde se mezclan la piedra de la planta baja con los entramados de madera y adobe de las plantas altas. Destacan los soportales y las balconadas cubiertas típicas de las casas rachelas de la Edad Media.
Después de un paseo por el pueblo me encaminé a buscar mi objetivo, que no era otro que la Ex – Colegiata de S. Cosme y S. Damián. Al llegar, lo primero que llama la atención es una estatua de la princesa Cristina de Noruega, donada a Covarrubias por la ciudad de Tonsberg donde nació. Esta princesa nórdica se casó con el infante Felipe de Castilla ( hermano de Alfonso X El Sabio ) fruto de las alianzas castellano/noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico. Aunque vivió en Sevilla durante toda su estancia en nuestro país, al morir tempranamente su esposo la llevó hasta la Colegiata donde ahora me encontraba, ya que había sido abad de la misma antes de casarse y allí se encuentra enterrada en un sepulcro gótico de piedra labrada. Fue inmortalizada en una novela ( La flor del norte ) por Espido Freire.
La iglesia actual, tardogótica, se construyó sobre otra románica anterior. El exterior es bastante austero, destacando un sencillo pórtico de madera y un rosetón en la parte superior.
El interior consta de tres naves y, cuando entré, la poca iluminación no permitía ver los detalles del mismo. Se podía adivinar un retablo barroco y varias capillas laterales con tumbas de, entre otros, el conde Fernán González, su esposa y la reina Urraca.
La siguiente visita guiada al claustro era dentro de 1 h. y lo más llamativo del mismo era el sepulcro de la citada Cristina de Noruega, así que prescindí de la espera y volví a tomar la moto para dirigirme por la misma BU-901 que me había traido y luego la N-234 hasta Burgos tras recorrer 40 kms.
Mi
ya amigo G. Maps me llevó hasta el lugar que había elegido para pasar las dos
próximas noches. Era un apartamento turístico ( El Farolillo de la Catedral )
donde me esperaba el propietario. He de decir que el lugar era estupendo,
nuevo, limpísimo y con todas las comodidades necesarias. Incluso el dueño, muy
amablemente, me cedió su plaza en un parking próximo para que dejara la moto.
Un lujo vamos.
Una
vez instalado me fui a tomar algo y dar una vuelta por esta bella ciudad,
aunque ya la conocía razonablemente bien de viajes anteriores.
Al
corazón de la ciudad se llega atravesando uno de puentes que salvan el rio
Arlazón y que te dejan en el Paseo del Espolón, justo enfrente del Arco de
Santa María, construcción de los S. XIV y XV remodelada en el S. XVI con la
típica piedra caliza blanca burgalesa. Fue sede del Consistorio burgalés y se
declaró Monumento Histórico Artístico en 1943. Hoy se puede visitar en calidad
de Centro Cultural Histórico Artístico.
La
puerta, a manera de gran arco triunfal, está organizada como un retablo
en piedra con hasta seis hornacinas con estatuas de personajes relevantes de la
ciudad. La preside una figura de la Virgen Santa María patrona de Burgos.
Si lo atravesamos nos damos de bruces con la joya de la villa: su catedral.
Se
trata de una obra cumbre del gótico español aunque, si la observamos con
detenimiento, podemos apreciar claramente dos etapas de construcción. Una que
podemos denominar “ gótico clásico “ de los S. XIII y XIV y otra posterior en
un gótico flamígero aportado por Juan de Colonia y su hijo Simón.
Del exterior, además de sus esbeltas torres, hay que destacar sus varias puertas: la del Sarmental, la de los Apóstoles, la del Claustro y la Galería de los Reyes.
Aunque con esta era la tercera vez que la visitaba, no pude resistirme a volver a ver el interior. Eso sí, abonando una “entrada reducida” de 8 hermosos euros ( ya he comentado en alguna entrada anterior mi opinión acerca del absoluto desbarajuste que supone los precios a pagar por visitar los monumentos en España y que, de alguna forma, debería ser regulado por las autoridades “competentes” ).
Bien,
pasado el cabreo, me adentré en el templo que consta de tres naves en seis
tramos, crucero, presbiterio en tres tramos y ábside poligonal rodeado por una
girola con capillas laterales. Está abovedado con crucería simple y hay que
pararse sobre todo en tres puntos: la Capilla de los Condestables, el cimborrio
y la espectacular Escalera Dorada.
Así mismo es destacable la bonita sillería del coro.
En el crucero se encuentra una lápida que indica el lugar donde descansan los restos del Cid y su esposa Dª Jimena.
El claustro tiene dos pisos superpuestos y se articula mediante preciosas arquerías.
Al salir caminé un rato por el Paseo del Espolón haciendo una foto del rio Arlanzón a su paso por la ciudad.
Después me dediqué a recorrer sin rumbo fijo las calles que rodean a la Catedral, atestadas de gente y que deduje se debía a celebrar algún tipo de festividad ya que había un escenario lleno de mujeres ataviadas con el traje regional y varias autoridades, entonando todos ellos lo que supuse el himno a Burgos. Incluso, en un lateral de la Catedral había una demostración de “campaneros” venidos desde varios lugares de la Comunidad.
Era
difícil decidir entre los muchos bares y restaurantes donde entrar a tomar algo
de cena. Al final entré en uno que me pareció algo más “despejado” y no se me
ocurrió otra cosa que pedir un plato combinado que llevaba ¡ 8 ¡ hermosas
raciones de morcilla burgalesa, pimientos de Padrón y un huevo frito. Ni que
decir tiene que la noche fue apoteósica. Antonio, que ya tienes una edad y hay
que saber regular los excesos.
Me retiré como pude a descansar para realizar al día siguiente el itinerario programado si mi cuerpo me lo permitía ( parece mentira que sea médico y, además, especialista en Ap. Digestivo ).
11 de Junio
Algo más recuperado me desayuné un simple café con leche y me dispuse a cumplir con el plan previsto. La primera parada se encontraba a tiro de piedra de Burgos ( solo 11 kms. ) y allí me dirigí por una bonita carretera que atravesaba un enorme jardín público con espacios para juegos, celebrar barbacoas y otras actividades lúdicas ( Fuentes Blancas creo que se llamaba ).
El
Monasterio de San Pedro de Cardeña se erigió
en un bonito paraje cerca de la ciudad y se trata de una abadía trapense que
hoy está catalogado como BIC.
Parece
ser que su fundación por monjes benedictinos se realizó en el año 899 y entre
los S. IX – X sus monjes fueron martirizados por los invasores musulmanes.
Fueron canonizados en 1603 y conocidos como “ los mártires de Cardeña “.
En
la Guerra Civil española sirvió como campo de concentración franquista para
prisioneros republicanos, llegando a albergar a más de 4000 de ellos. En 1967
sufrió un gran incendio que destruyó las tres cuartas partes del mismo. Hoy en
día sigue habitado por una comunidad de monjes trapenses.
Su
historia está estrechamente ligada a la figura del Cid, ya que, según la
tradición, antes de marchar al destierro el personaje en cuestión dejó al
amparo del abad Sancho a su esposa Dª Jimena y a sus hijas ( aunque este hecho
no está plenamente documentado ).
A
la muerte del Cid en 1099 su cuerpo se trasladó desde Valencia hasta este lugar
( desconociendo el motivo ya que su relación con el mismo fue más bien escasa )
y, tras años expuesto, se enterró junto a su esposa. Posteriormente los restos
de ambos se trasladaron hasta la catedral de Burgos donde se puede visitar la
lápida que antes os enseñé.
La
fachada barroca es bastante austera, con una estatua del Cid montado a caballo
y guerreando contra los moros.
Para visitarlo se accede por la puerta de la iglesia, gótica con figuras de S. Pedro y S. Pablo y un obispo arrodillado ante ellos, donde un amable monje por el modesto precio de 2,50 euros realiza una visita guiada por las principales dependencias.
La iglesia en si es un voluminoso y elegante edificio gótico con tres naves, capillas laterales, transepto y cabecera con un profundo ábside.
Destaca también la bonita sillería del coro.
Nuestro amable guía nos explicó que hace ya varios años, en una remodelación que supongo sufragada por entidades públicas, se cambiaron todos los bancos sustituyéndose por otros de madera de caoba procedente de Camerún.
El siguiente punto a visitar era la legendaria “torre cidiana” que es de lo poco que queda de arte románico en el monasterio. Es un robusto campanario de cuatro cuerpos en los que se puede seguir de abajo arriba la evolución de este arte, siendo el inferior de características prerrománicas y los superiores con elementos románicos plenos. El sonar de las campanas se realiza con las clásicas sogas trenzadas aunque el monje nos indicó que solo uno de ellos ( el más joven ) puede realizar esta labor.
Entre las capillas laterales cabe destacar la Capilla del Cid, barroca de 1735, donde se encuentran los sepulcros donde estuvieron enterrados el Cid y Dª Jimena.
Como curiosidad nuestro guía nos comentó que, en la época en la que se sustituyeron los bancos, también se instaló en esta y otra capilla suelo radiante, aunque se conserva virgen ya que no se ha utilizado nunca por el elevado coste, inasumible para los humildes monjes.
Para acceder al archivo se pasa por una impresionante escalera de caracol sin eje central, magnífica y fotogénica obra de geometría.
A continuación pasamos al scriptorium, donde se realizaron numerosos y bellos códices por los monjes, de los cuales solo han llegado hasta nosotros la Biblia de Burgos y el Códice del Beato de Cardeña.
Por último pasamos al Claustro de los Mártires, románico del S. XII, que solo se puede admirar desde una gran cristalera de la sala capitular, sin poder acceder a su interior. Los arcos del mismo en rojo y blanco inevitablemente recuerdan a las arquerías de la Mezquita de Córdoba.
Terminada la visita y en tono distendido comentamos el intenso calor de esta época del año y nuestro guía nos informó que los 17 monjes, todos de avanzada edad menos uno, en invierno se mueren de frio y en verano se asfixian en los días calurosos. Sin poderme callar le pregunté si sabía cuanto habían costado los bancos y los suelos radiantes: “ un dineral “ fué su respuesta y yo, sin poderme morder la lengua, le dije que nuestros amados políticos bien podían haber realizado las cuentas de otra forma y reservar una pequeña parte de esos fondos para comprar 17 modestos radiadores y otros tantos ventiladores de manera que estos pobres ancianos que se encargan del cuidado y mantenimiento del edificio, así como mostrarlo a la gente que se acerca por aquí, tuvieran unas mejores condiciones de vida. Sonrió levemente y asintió con la cabeza.
Monté
de nuevo en la moto y dejé que mi nuevo amigo me guiara hasta el siguiente
destino, distante unos 40 kms.
Se
encontraba en un pequeño pueblo en medio de la llanura y se trataba del Monasterio de Villamayor de los Montes.
El acceso al
mismo es algo complicado pero al final la insistencia tiene su recompensa.
Actualmente está habitado desde el S. XIII por una comunidad de monjas
cistercienses, una de las cuales me indicó que pasara por la tienda situada en
el patio donde otra de ellas de rasgos mulatos, me cobró un mísero óbolo de 1,5
euros y se empeñó en que comprara alguno de los productos que fabricaban, sobre
todo trabajos de mantelería y conservas artesanales. Los manteles y ropita
infantil, como podréis comprender, a mi de poca utilidad me resultan y la miel
no me gusta, así que me la quité de encima con la excusa de que iba en moto y
no me quedaba espacio para regalos y pasé a visitar el edificio.
El edificio es un austero estilo cisterciense sin nada destacable en el exterior. Lo más llamativo del mismo es el claustro, enteramente románico, con planta rectangular de 18 x 20 arcos sobre columnas dobles con capiteles, un pozo central y un pavimento del S. XVI realizado con guijarros blancos, negros y rojizos. En conjunto resulta muy armonioso.
La iglesia es de formas esencialmente góticas, es de triple cabecera con bóveda de crucería, siendo el ábside central mayor que los laterales. También contiene, separada por una verja, una sillería barroca.
Terminada la visita me puse en camino hacia el tercer lugar de la ruta donde pensaba comer y que me quedó pendiente en uno de mis viajes anteriores porque cuando llegué estaba cerrado.
Había una
pequeña tirada de 100 kms. pero llegué bien aunque algo acalorado y con el
tiempo adecuado para comer tranquilamente algo ligero y fresquito porque las
morcillas de la noche anterior todavía estaban en mi recuerdo. De esta manera
hice tiempo para esperar la apertura del monasterio.
Este no era
otro que el Monasterio de San Salvador en el
pueblo de Oña. Antes de entrar me dió tiempo a realizar unas fotos de la
iglesia parroquial de San Juan en la plaza del pueblo, edificio comenzado a
construir en el S. XII y a cuyo lado se levanta la torre de San Juan.
Así mismo hice unas fotos a la portada del monasterio y al complejo de San Salvador adyacente.
El edificio fue fundado en el 1011 por el conde Sancho García y a lo largo de los siglos fue adquiriendo una gran importancia siendo considerado hoy como uno de los monasterios más importantes de toda Castilla y León y albergando en su interior un enorme patrimonio artístico con obras de arte de todas las especialidades y épocas.
Un conjunto de
tropecientas personas ya talluditas esperaban la apertura del mismo.
Afortunadamente iban en grupo y, al entrar, los separaron para realizar una
visita guiada dejándome a mi que realizara la mía de por libre.
En la
portada de la iglesia se pueden reconocer columnas románicas con capiteles
decorados con figuras del bestiario. La cabecera es tardogótica con una
arquitectura colosal gracias a una enorme bóveda estrellada de 8 puntas.
En el interior
podemos apreciar, entre otros, un retablo barroco, una sillería gótica en el
coro del S. XV, varias tumbas de condes y reyes y un precioso cristo románico
del S. XI.
También son notables unas pinturas góticas del S. XIII que narran la vida de Sª Mª Egipciaca.
En la Sala Capitular encontramos ventanales, hoy cegados, de factura románica así como arcos policromados de una arquería que, probablemente, ocupó parte del refectorio.
Pasé al claustro, gótico del año 1500 y realizado por Juan de Colonia. Es de planta trapezoidal con cuatro galerías abovedadas salpicadas con una rica decoración escultórica.
Salí del monasterio y se me ocurrió que, para que no todo fuera arte en mi viaje, merecería la pena desplazarme hasta el cercano pueblo de Tobera, que había dejado de lado en un viaje anterior ya que dediqué casi todo el tiempo a visitar la cercana ciudad de Frías. El viaje transcurrió por una carreterita comarcal, algo estrecha y sinuosa pero con un precioso paisaje y con la sombra de frondosos árboles en sus márgenes, lo que se agradecía ya que la moto me marcaba 38 º ( a estas alturas ya había cambiado la chupa de invierno por una cazadora ligerita que me había traido previsoramente ).
Al llegar aparqué en el lugar reservado para el estacionamiento, justo enfrente de dos ermitas góticas que confieren al sitio un aspecto de lo más bucólico. La de mayores dimensiones se denomina de Sª Mª de la Hoz, del S. XII y posee un bonito soportal con preciosas vistas. Solo se abre una vez al año para la romería de “ la Toberilla “.
Debajo de la misma se encuentra otra ermita, mucho más pequeña y posterior ( S. XVII ) denominada del Cristo de los Remedios, que alberga únicamente una imagen del mismo en su interior.
Para completar el conjunto encontramos un pequeño puente romano que salva el rio Molinar y que, unos metros más adelante, da lugar al bonito espectáculo de las cascadas de Tobera, situadas en pleno casco urbano de la pequeña población.
Terminada esta visita pendiente volví a montar para dirigirme al último punto a visitar en este intenso día, ya cerca de Burgos.
Se trataba
del pueblo de Monasterio de Rodilla, pero mi objetivo no era al monasterio en
si que no tenía nada destacable, sino la Ermita de
Nª Sª del Valle, a pocos kms. del pueblo por una empinada y estrecha
carreterita.
Al llegar me
encontré con varias familias con niños que habían ido a pasar un día de picnic
a este lugar. No se puede tener todo.
Esta ermita
se encontraba al lado de la calzada romana que unía Astúrica Augusta ( Astorga
) con Burdeos, por tanto fué un lugar de paso de peregrinos jacobeos aunque más
adelante perdió protagonismo en favor del llamado Camino Francés.
En su origen
fue una iglesia abacial, más tarde parroquia del pueblo y hoy está considerada
como una de las principales muestras del románico burgalés.
Conserva su
fábrica medieval, sin aditamentos, con planta basilical de una sola nave y
ábside semicircular con tres arcos ciegos de medio punto.
Sobre el falso crucero se levanta una torre prismática que confiere al conjunto una gran elegancia.
Presenta una gran cantidad de canecillos con representaciones de figuras humanas, leones, cerdos, contorsionistas y músicos, entre los que hay uno que está tocando un caramillo.
La portada
está formada por un arco triple levemente apuntado. Presenta cuatro columnas
que se apoyan en jambas y se rematan con capiteles. Las dos cabezas de monstruos que flanquean la puerta se esculpieron para obligar a la gente que entraba a la iglesia a agachar la cabeza en señal de respeto.
Dicha
portada estaba ocupada por varios niños de la manada que jugaban al fútbol y la
utilizaban de portería, con lo que cual mucho me temo que lo que no han
destruido las inclemencias del tiempo ni el paso de los siglos, lo consigan
estas pequeñas bestias aprendices de Benzemá. Como pude conseguí que se
apartaran para hacer unas fotos.
Terminada la visita me dirigí sin más dilación hasta mi domicilio temporal en Burgos, donde después de descansar un rato y una reconfortante ducha salí a buscar un lugar para una frugal cena y a descansar. Al día siguiente comenzaba mi regreso a casa.
12 y 13 de Junio
Poco
más que añadir, pequeña paliza para llegar al lugar elegido para pernoctar en
Perales de Tajuña antes de llegar a Tarancón. Tarde de descanso y paseíto al
caer la fresca para irme a dormir. Al día siguiente carretera y manta hasta
llegar a casa a mediodía con unos espléndidos 40 º sobre mi cabeza.
Si
algo ha llamado mi atención en este viaje es que por kms. antes me hubiera
costado alrededor de 80 euros en gasolina y ahora, sumando los tickets, me han
salido 156,47. No está nada mal. ¡¡ Ay Pedro, Pedro !! me vas a obligar a que
el próximo lo haga en bicicleta so jodío.
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