miércoles, 11 de diciembre de 2024

 



                                               CASTILLOS DE ALICANTE

 

             En el pasado macropuente de Diciembre la verdad es que no pensaba hacer ninguna salida. Tenía dos muy recientes y había decidido quedarme en casa descansando y comenzar con los preparativos de Navidad.

                Pero, hete aquí, que se presentó en casa mi hijo menor y, con gran sorpresa por mi parte me propone que, al no tener planes para el puente, organice alguna ruta corta por un lugar cercano que no conociera. Por supuesto en coche ya que no he podido inculcarles a ninguno de los dos mi gusto por las motos y no se montan conmigo ni aunque los ahorquen. La verdad es que luego lo agradecí, porque durante los dos días que estuvimos fuera hizo un tiempo horrible, con frío y sobre todo un viento terrible que, aunque fuera solo, hubiera supuesto un gran peligro circular sobre dos ruedas.

                Así que pensando se me ocurrió que en la cercana Alicante existe una zona en la que abundan los castillos y podría ser una excursión amena y relajada. Realicé los preparativos y reservas pertinentes y el 7 partimos ambos a ver que nos encontrábamos.

 

 

                El primer punto nos lo podríamos haber evitado tranquilamente. Se trataba de Onil que tiene un castillo urbano en pleno centro del pueblo que realmente no tiene nada que ver. Se trata, más que de un castillo, del  Palacio-Fortaleza del Marqués de Dos Aguas. Un edificio que se empezó a construir según parece en 1539 por orden del Barón Ramón de Vilanova terminándose en 1614. Fue heredado por Gaspar de Rocafull a quien Felipe IV otorgó en título de Marqués de Dos Aguas, de ahí el nombre.

              Es un edificio gótico-renacentista con una fosa exterior que da paso a un claustro interior con bonitos arcos y bóvedas y que, en su momento, cumplió la función de cárcel señorial. Hoy alberga varias dependencias del Ayuntamiento por lo que podréis suponer, su interés como elemento arquitectónico es más bien escaso. De hecho no llegamos a realizar ninguna foto del mismo.

            Con esta primera decepción nos encaminamos hacia Biar donde pensábamos pasar el resto del día. Biar es un municipio de la Comarca del Alto Vinalopó que posee unos 4.000 habitantes y una rica historia. Fue plaza musulmana hasta que la sitió Jaime I y, tras 5 meses de asedio, la conquistó. A partir de ahí, por su condición fronteriza con el poderoso señorío de Villena, constituyó un núcleo esencial en los conflictos castellanos-aragoneses.

          Hoy en día constituye una próspera villa con una notable industria del textil y el calzado y conservando una antigua tradición ceramista con bonitas piezas de barro blanco y rojo.

           El Castillo de Biar está situado en lo más alto de la población y es visible desde todas las direcciones. Fue construido en el S. XIII por los almohades y declarado monumento Nacional en 1931. 




        Subimos hasta el mismo y, tras pagar un modesto euro por cabeza, nos dispusimos a visitarlo. El recinto se articula en torno a un patio central donde se encontraban las dependencias de la guarnición, así como las del alcalde y su familia.

          Fue construido en piedra mediante mampostería y consta de dos partes. Un recinto con cuatro torres semicirculares en las esquinas y otro espacio con cuatro estructuras cúbicas y la torre del homenaje.



          Recorrimos la parte interior del mismo y mi hijo decidió subir a la torre del homenaje con tropecientos escalones, a lo que yo me negué si no había un cardiólogo presente con desfibrilador incorporado. Cuando llegó arriba hizo fotos de las vistas.




       Después de la visita dimos una vuelta por el centro histórico que tiene mucho encanto pero con unas calles empinadas que te plantean el subir por ellas. Buscamos un lugar para comer y, tras descansar un rato y ya anocheciendo, nos encaminamos hacia la Plaza de la Constitución, epicentro de la villa y donde se encuentra la Iglesia de la Asunción, gótica con una  bonita portada renacentista y una torre de cuatro cuerpos.






        El lugar se encontraba muy animado, adornado con luces navideñas y numerosos puestos con diferentes mercancías que recorrimos sin prisa alguna.






            Después de callejear un rato más y cenar de tapeo nos fuimos a descansar.

           Al día siguiente teníamos nuestra primera parada en la cercana Villena a tan solo 10 kms. de distancia. Villena es la capital de la comarca del Alto Vinalopó. Cuenta con una población de más de 34.000 habitantes que hablan español mayoritariamente ( aunque, la verdad, en nuestro recorrido no hemos encontrado prácticamente ningún lugar en que hayamos escuchado hablar el valenciano de manera generalizada ).

         Sobre sus orígenes la única seguridad es que ya existía en el S. XI durante la dominación musulmana pasando, tras la conquista cristiana, por las fases de señorío, principado, ducado y marquesado hasta que en 1525 Carlos V le concede el título de ciudad e integrándose en el Reino de Murcia para, con la división provincial de 1833, pasar a depender del Reino de Valencia.

          Hoy en día es una próspera ciudad cuya economía se basa en el sector servicios e industria, destacando el calzado, la construcción y los muebles y siendo conocida por sus espectaculares desfiles de moros y cristianos.

        Pues bien, en Villena se encuentra el Castillo de la Atalaya, impresionante construcción árabe del S. XI y que ha sido restaurado con gran esmero. Para visitarlo es necesario sacar antes los tickets en la Oficina de Información y Turismo muy cercana al mismo.

      El edificio domina la antigua línea fronteriza entre Castilla y Aragón. La fecha de construcción se desconoce, aunque ya los árabes lo mencionan en el 1172. Hasta tres veces lo tuvo que asediar Jaime I hasta conquistarlo en 1240 por un ejército formado en su mayor parte por caballeros de la Orden de Calatrava. Pasó a manos del infante Manuel de Castilla y después a las de su hijo el infante Juan Manuel, insigne escritor y autor entre otros del Libro del Conde Lucanor. Después varias vicisitudes el edificio cayó en el abandono hasta el punto que sus materiales fueron utilizados para la construcción de las casas que lo rodean.

      En 1958 se iniciaron las primeras obras de restauración y que, a día de hoy, se siguen realizando aunque de pequeña envergadura, confiriéndole la espléndida planta que hoy presenta.






        El acceso se realiza por la puerta orientada al noroeste pudiendo acceder a un camino de ronda que recorre todas las torres entre sí.

        La plaza de armas es poligonal y dispone de torres cúbicas en los ángulos excepto en uno donde se ubica la torre del homenaje. Por diferentes excavaciones se sabe que adosados a los muros había diferentes estructuras como almacenes, habitaciones de centinelas y caballerizas y cerca de la torre el aljibe del castillo.

        De lo que nos ha llegado la torre del homenaje es la estructura más característica del edificio. Cuadrangular y construida, al menos los dos primeros cuerpos, con la técnica del tapial ( cajones de madera rellenos de tierra, guijarros, agua y cal ) que forman un bloque sólido que luego se enluce simulando sillares.

     La primera sala que encontramos está cubierta por bóvedas nervadas almohades de finales del S. XII, coincidiendo los arcos en el centro en una estrella de ocho puntas.






            Los dos cuerpos superiores son posteriores. Mandados construir por D. Juan Pacheco en el S. XV a base de mampostería. En la tercera sala también hay grafitis de la misma época que los anteriores y algunos expositores con objetos de la época encontrados en las excavaciones. En la última hay una bóveda de cañón y es la única que conserva la techumbre original.








            Finalmente, a través de una escalera se llega a la parte superior coronada por unas pequeñas torres voladas y desde donde se divisa el término municipal y el paso natural de la costa a la meseta.




            Descendimos por el mismo camino de la torre y salimos al exterior con la sensación de que, cuando hay interés y dinero mediante, se puede realizar la reconstrucción de monumentos y edificios emblemáticos que nos ayudan a comprender nuestra historia y de dónde venimos y que, de otra manera, terminan ineludiblemente abandonados y destruidos por el paso del tiempo. Pero, amigos lectores, a nuestros dirigentes estos temas les importan más bien poco o nada y dilapidan nuestros impuestos en digamos “ otras cosas “.

            Retomamos el camino para dirigirnos a Sax a la que se llega tras 13 kms.

Sax , una villa de unos 10.000 habitantes, remonta sus orígenes a la época prehistórica ya que se han hallado restos arqueológicos en su castillo de la Edad del Bronce. Fue un nudo estratégico de comunicaciones con poblaciones íberas y atravesado por vías romanas, caminos árabes y rutas cristianas. También formó parte del Reino de Murcia ( fijaos hasta donde se extendían los dominios de mis paisanos ) hasta que en 1262 pasó a formar parte del señorío de Villena del infante D. Juan Manuel y continuó perteneciendo a la provincia de Murcia hasta que en 1836 pasó definitivamente a pertenecer a Alicante al igual que Villena.

      La villa está coronada por su castillo que junto a los de Villena y Biar formaban las tres grandes fortalezas del Alto Vinalopó. Actualmente se encuentra completamente restaurado y es de propiedad municipal.




        Es accesible solo por la vertiente noroeste, con planta irregular y  consta de dos recintos, una barbacana exterior para la defensa de puentes y entradas y uno interior donde figuraba un gran albergue. En sus extremos están las torres. Visitamos la torre del homenaje del S. XIV y descendimos para ir a comer al lugar reservado.

      Ya sabéis que no suelo citar hoteles o restaurantes que visito por no tener publicidad en este blog, salvo en contadas ocasiones que me llaman la atención por si sirven de orientación a algún lector. Y esta es una de ellas. Comimos en el restaurante La Taberna del Cura y, junto a una bonita decoración y un trato excelente nos sirvieron una comida de gran calidad y abundancia por un precio extraordinario. Si pasáis por aquí os lo recomiendo vivamente.

     Y ya para terminar el día y pernoctar nos encaminamos a Elda con un vendaval importante. Elda es una populosa ciudad de unos 52.000 habitantes que hunde sus raíces en la época Neolítica y por la que han pasado íberos, cartagineses,  romanos, visigodos, árabes y finalmente cristianos. Más adelante sufrió una importante ocupación por tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y ya en el S. XIX su ciudadano más ilustre D. Emilio Castelar Presidente de la I República Española, tuvo que hacer frente a la III Guerra Carlista y a una sublevación Cantonal. Durante la Guerra Civil Elda constituyó un importante bastión republicano, hasta el punto que a finales de la contienda se refugiaron aquí personalidades importantes de este bando como Dolores Ibárruri “ La Pasionaria “, Enrique Líster o Rafael Alberti, que huyeron al acabar la contienda desde el aeródromo de Monóvar hacia Orán o Toulouse.

    Hoy en día Elda basa su actividad económica en diversos sectores entre los que destaca la industria del calzado siendo un referente nacional en esta materia.

   Elda también tiene su castillo pero está en fase de reconstrucción y solo es visitable en determinados días y con visitas guiadas y reservadas de antemano así que, después de descansar un rato y desafiando al viento, nos fuimos a pasear por sus lugares más emblemáticos engalanados para la Navidad,  como la Plaza de Castelar, el Jardín de la Música, la Plaza Mayor o la Plaza de España y, después de ver como el Madrid ganaba con holgura ¡ por fin ! su partido de la Liga nos retiramos al hotel.

    Al día siguiente nos acercamos hasta la vecina Petrel para ver su castillo que abría a las 11 h. Originario de los S. XII y comienzos del XIII, de forma poligonal y almenado y cuyo elemento más destacable es una gran torre cuadrada en cuyo sótano había un aljibe que luego se transformó en una prisión. También hay una sala que se dedica a conciertos y otras actividades. La función de este castillo, de reducidas dimensiones, era fundamentalmente estratégica y de vigilancia.




        La encargada de la recepción también se ofreció a enseñarnos unas curiosas casas-cuevas en la falda del castillo que fueron donadas por el cura de la parroquia para el cobijo de familias con escasos recursos.

        Para finalizar el viaje nos trasladamos hasta Novelda  donde en el Cerro de la Mola existe un castillo del mismo nombre ( Castillo de la Mola ) y una edificación bastante singular. Se trata de un templo cuya finalidad era alojar la imagen de Santa María Magdalena patrona de la ciudad. El proyecto se encargó al ingeniero noveldense José Sala y Sala y este, ni corto ni perezoso, diseñó un templo basado en la estructura de la Sagrada Familia de Gaudí. El resultado podríamos calificarlo como “ curioso “ ya que, como me dijo mi hijo, hacer una obra a lo Gaudí sin Gaudí es como pintar un cuadro a lo Picasso pero sin Picasso.

   No entro a comentarlo, os dejo una foto que le hice a mi hijo y vosotros sacáis vuestras conclusiones.




        Por otra parte el castillo en sí requeriría una reconstrucción urgente “ tipo Villena “. Está prácticamente abandonado conservando solo los muros exteriores ya que en el interior tienes que seguir unos paneles informativos y echarle mucha imaginación para adivinar las distintas dependencias que lo componían. Lo dicho: ganas y dinero.

       Y aquí finalizó esta pequeña salida paterno-filial para aprovechar el puente. Regresamos a casa y en 1 h. estábamos comiendo en un restaurante cercano.

 

                               Espero ansioso el momento de poder realizar mis viajes habituales pero, mucho me temo, que hasta que no pase el invierno va a ser complicado.

 

                                               Felices Fiestas y abrigaros.       

                 



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