VERANO DE 2025 II ( Cantabria )
4 de Agosto
Al pasar la divisoria entre Asturias y Cantabria no se experimenta un gran cambio en cuanto a la flora se refiere. El paisaje sigue formado por frondosos bosques de robles y hayas, aunque en los últimos años se han introducido plantaciones de eucaliptos, especie no autóctona, que está alterando el ecosistema y en época de incendios como la actual favoreciendo la propagación de los mismos.
El primer pueblo cántabro al que
llegué tenía un curioso nombre: Bárcena de Pie de
Concha debido, al parecer, a que su municipio está atravesado por una
antigua calzada romana que discurría entre Pie de Concha y Pesquera y que
formaba parte de la vía que comunicaba Portus Blendium ( Suances ) con Segisamo
( Sasamón ).
El
pueblo es encantador, formado por casitas unifamiliares, muchas de ellas
construidas en madera, con balconadas en las que cuelgan flores y casi todas
con su correspondiente jardín. Si no fuera porque me queda lejos me compraba
una para venir de vez en cuando y pasar los veranos.
Su iglesia
de S. Cosme y S. Damián se data en el S. XII, con remodelaciones
posteriores, y consta de nave única con ábside y espadaña y una portada con
cuatro arquivoltas de medio punto lisas que se apoyan en jambas también lisas.
Tiene un pórtico añadido posteriormente.
Había elegido para pernoctar dos
noches una posada rural que me había llamado la atención por su nombre ( La
Posada del Tenor ). El lugar era espectacular, una enorme casona con un inmenso
jardín decorada con todo tipo de detalles y habitaciones enormes con preciosas
vistas. Y sí, el dueño en efecto era un
tenor profesional ya retirado que me comentó que había cantado en el Liceo y la
Scala. Muy amable aunque se le notaba el ramalazo de divo y un elevado ego. Por
si alguien pasa por aquí y le interesa no está en Molledo ( que es la dirección
que pone en la reserva ) sino en una pedanía muy cercana llamada S. Martín.
En
el camino hasta aquí había entablado conversación con un señor que, al
comentarle mi ruta románica, me recomendó que no dejara de visitar la iglesia
de un pueblecito llamado Yermo y que no traía en mi itinerario.
Así
que, tras dejar las cosas, me dirigí a buscar el lugar distante de mi
alojamiento unos 25 kms.
Yermo es un pequeño pueblo erigido en lo alto de
una montaña y que posee su iglesia de Santa María,
románica de principios del S. XIII ( 1203 ) y que está catalogada como BIC.
Al
llegar me encontré en la puerta a cuatro personas: una guía, un señor que la
acompañaba que vivía allí y que era un apasionado y gran experto en el románico
y un matrimonio ¡ de Lorca ¡ aunque vivían en Madrid. Me uní al grupo para
seguir las explicaciones de la guía.
El
edificio es de nave única, con planta rectangular que acaba en un ábside
semicircular.
Lo más interesante del mismo se
encuentra en el exterior ya que el interior está muy remodelado y no conserva
prácticamente nada de románico.
De
inicio llama poderosamente la atención el tímpano que hay sobre la portada. Es
la representación de un caballero montado ( pudiera ser S. Jorge pero no está
confirmado ) que lucha con su lanza contra un dragón.
Lo más impactante es que, al
traspasar el umbral de la puerta encontramos, en el mismo lugar del muro por
dentro, la misma representación pero ya con el caballero venciendo y dando
muerte a la bestia.
Esta
realización no la he visto nunca y, según la guía, se hizo para indicar a
los habitantes que fuera estaban el peligro y los males y que, solo si entraban
y formaban parte de la comunidad cristiana, se encontrarían a salvo de los
mismos. Realmente muy original.
La
portada como tal presenta 6 arquivoltas apuntadas con diferente decoración (
bolas, zig-zag, modillones ) y solo dos de ellas se apoyan en columnas mientras
que el resto lo hace en jambas. Las columnas poseen bonitos capiteles en los
que se adivinan diferentes representaciones como animales fantásticos y Daniel
en el foso con los leones amansados a sus pies.
En este punto la guía y yo tuvimos
una interesante discusión. Según mis lecturas, la representación de escenas
eróticas ( algunas casi pornográficas ) en estos templos religiosos de la época
románica pueden responder hasta a cuatro hipótesis y ninguna de ellas
confirmada plenamente:
- 1.
Eran un aviso contra los pecados de la carne y prevenir
de posibles castigos.
-
2. Eran una representación más de las actividades
cotidianas de una población en la que el sexo no estaba tan limitado por las
costumbres moralizantes de épocas posteriores. De la misma manera que otras
representaciones ponían de manifiesto actividades cotidianas como la caza,
labores agrícolas, pastoreo de animales, etc.
-
3. Tenían una
finalidad de incitación a la reproducción para incrementar el número de
nacimientos en una sociedad con una alta mortalidad infantil y baja esperanza
de vida.
- 4.. Aludían a la capacidad casi divina del hombre de
procrear. Hay muchas representaciones en iglesias en que, al lado de una pareja
en actitud de copular, aparece la figura de la misma mujer dando a luz o con un hijo en sus
brazos.
Pues bien,
la guía estaba empeñada en su propia hipótesis y que era que estas figuras
tenían un motivo de “ protección “ fundamentalmente contra el peligro del
demonio que, al verlas, se espantaba y huía del lugar.
Para gustos
se hicieron los colores que diría aquel.
Terminada la
visita se marcharon la guía “ protectora “ y el matrimonio de paisanos y me
quedé un buen rato hablando con el experto local que, efectivamente, sabía un
montón de cosas del románico y del que aprendí muchos aspectos del mismo y lugares que no
conocía.
Regresé a mi
culta posada para descansar y al día siguiente, después de una foto del
amanecer neblinoso desde mi ventana, completar mi segundo e intenso día por esta
maravillosa comunidad.
5
de Agosto
Antes de
dirigir mis pasos hacia lo que iba a resultar el primer “ pinchazo “ del viaje,
pasé por la cercana Silió para ver su iglesia de S. Facundo y S. Primitivo, también del
S. XII y que es lo que queda de un antiguo monasterio del mismo nombre. Hasta
nosotros nos han llegado tres partes del edificio puramente románicas.
Una cabecera espectacular con un
ábside semicircular que presenta cuatro finas columnas adosadas que llegan
hasta el alero, formando cinco calles de las que las tres centrales tienen
ventanas tipo portada con guardapolvos ajedrezado. Los capiteles de estas columnas
tienen diferentes motivos. En uno se ve una figura con la mano levantada en
actitud de ordenar a dos figuras que llevan un cubo con mortero ?. Por tanto la
figura de la mano levantada sería el maestro de la obra dando órdenes.
En otro hay
cinco cabezas humanas completamente calvas y en otro cinco monos con las patas
delanteras apoyadas sobre el collarino.
Os desafio a descubrirlos.
La portada tiene seis arquivoltas de medio punto con un guardapolvos taqueado. Está muy abocinada por lo que se construyó un potente cuerpo resaltado. Los arcos son irregulares, probablemente por un desmontaje y montaje posterior.
El tercer
elemento es otra puerta muy sencilla con dos arquivoltas planas sobre jambas.
Desde Silió me encaminé a lo que,
supuestamente, iba a ser el plato fuerte del día. Un bosque de sequoyas situado
en Cabezón de la Sal y cuya plantación se
realizó en los años 40 del S. XX, por tanto, son “ sequoyas bebés “ ya que esta
especie puede alcanzar los 1000 años de vida. Según había leído es un reducto
de paz y silencio … ¡ y una leche !.
Cuando llegué auténticas hordas de humanos de diferentes tipos cargados con
utensilios desfilaban hasta las entradas del bosque. Ni el aeropuerto de Madrid
en día de salida de vacaciones podía albergar esta cantidad de “ sequoyeros “
que buscaban paz y silencio. Un reciente artículo publicado en El Debate por A.
Ussía relata esto mismo con su humor característico.
Cuando,
después de vueltas infinitas, pude encontrar un sitio para aparcar y ya que
había llegado hasta allí, al menos un paseo por el bosque debía de dar. Paseo
que duró unos 30’ ya que entre el calor sofocante y la cantidad de gente que
encontraba a mi paso decidí que no merecía la pena hacer más el indio y, tras
unas fotos de escasa calidad, abandoné el lugar prometiéndome que volvería
dentro de 100 o 200 años a ver si las sequoyas habían crecido y estaba algo más
tranquilo el tema.
Tras este “
pinchazo “ me encaminé hacia otro lugar también muy turístico. Un pueblecito
llamado Bárcena Mayor al que se llega por
una alegre carreterita de montaña y en el que hay que dejar el coche en un
parking disuasorio ya que todo el pueblo es peatonal.
Este
pueblecito de poco más de 80 habitantes situado en la Reserva Natural del Saja
se ha puesto de moda de unos años a esta parte, aunque los visitantes que me
encontré eran cuatro gatos comparados con los “ sequoyos “.
Lo más
interesante es su arquitectura popular, con fachadas orientadas al mediodía
flanqueadas por cortavientos. Suelen ser de dos pisos, el inferior con
portalada y el superior con balconada de madera. Están construidas en
mampostería aunque el interior es de madera y casi todas presentan macetones de
flores que las adornan. Debido a esta particularidad constructiva el pueblo fue
declarado Conjunto histórico-artístico en 1980. Callejeé tranquilamente
haciendo fotos de las mismas.
Cuando se
llega al final del mismo nos encontramos con varios restaurantes de comida
típica y todos llenos hasta arriba, que se arremolinan alrededor de un
puentecito que salva el rio Argorza y desde donde se pueden hacer fotos de
postal.
Después de
tomar algo de picoteo en la barra de uno de los bares ( en una mesa era imposible
) retomé el camino para dirigirme a un templo que está considerado como “ la
catedral del románico erótico español “ y que me permitiría ampliar los
conocimientos adquiridos el día anterior en Yermo.
Se trataba
de la Colegiata de S. Pedro de Cervatos. Durante el camino hice una parada para
fotografiar el paisaje que me rodeaba y a un rebaño de vacas que pastaban
tranquilamente y me observaban con curiosidad.
Al llegar no
había nadie y pude ver el exterior tranquilamente.
Es del S.
XII y presenta una única nave con un ábside dividido en tres paños por
contrafuertes que se transforman en elegantes columnas a mitad del muro a nivel
de la imposta.
La portada
principal tiene seis arquivoltas moduradas sobre pilastras que se acomodan a
columnas rematadas por capiteles de diferentes motivos. Presenta un soberbio
tímpano con una preciosa fantasía vegetal y bajo el mismo hay un dintel con
leones.
Las imágenes
de tema erótico se concentran en los canecillos. Os dejo un par de fotos y que
cada uno las interprete como más le guste. Por mi parte eché de menos a la “guía protectora“ de Yermo.
Solo me
quedaban por ver tres sitios de Cantabria antes de iniciar al día siguiente mi
viaje a la Ribeira Sacra en tierras gallegas. El primero se encontraba en la
población de Retortillo y se trataba de la iglesia de Santa María muy cerca de Reinosa.
Fue
construida en el foro de la antigua ciudad romana de Julióbiga y su perfecta
estructura románica del S. XII, su buena conservación y su emplazamiento
aislada en una campiña aumentan su belleza.
El ábside se
divide en tres paños mediante contrafuertes que se continúan con delgadas
columnillas. Los tres ventanales tienen gran derrame interior para aprovechar
la luz.
La portada del muro sur posee tres arquivoltas lisas de medio punto que se apoyan en jambas y el tímpano es muy curioso, con un grifo y un león alado que juntan sus patas y, por detrás, una pareja de ángeles que nos indican el respeto que se debe tener ante un lugar sagrado.
A los pies
hay una bonita espadaña con dos troneras en el centro y otra superior.
Lamentablemente
estaba cerrada y no pude ver el interior que, al parecer, es muy interesante.
El segundo
lugar se encontraba en S. Martín de Elines y
lo más destacado era su Colegiata y de ella
su ábside que es cilíndrico y dividido en calles por finas columnillas que se
apoyan en plinto. En medio de las calles se abren elegantes ventanales. Hasta
aquí es la disposición clásica del románico pero la peculiaridad es que se
añadieron columnitas a los lados de las columnas citadas para recoger arcos
murales que se desarrollan en cada calle, envolviendo las ventanas. Este juego
de líneas curvas ( arcos y ventanas ) y rectas ( fustes columnarios ) imprimen
a este ábside un sugestivo y estético ritmo que lo hace casi único.
Llegué
derrengado a mi último destino en un pueblecito llamado Quintanilla de Rucandio y si no hubiera sido por dos amables
ancianitas que tomaban el fresco en la puerta de su casa, me hubiera sido
imposible encontrar la escondida iglesia de Santa
María que, dicho sea de paso, se encuentra en un penoso estado de
conservación. Es de finales del S. XII o principios del XIII y la parte que
mejor se conserva es el ábside, semicircular y dividido en tres calles por dos
columnas adosadas. En la calle central se abre una ventana de medio punto con
un fino guardapolvos superior y que se apoya en dos columnas teniendo el
capitel de la derecha un bonito entrelazado.
Al conjunto
se le añadió posteriormente una espadaña y un pórtico que cobija una
representación en piedra de la Adoración de los Reyes y que, dicho sea de paso y no
quiero dar malas ideas, es fácilmente sustraible aunque no sé el valor real de
la misma.
Con ello di
por terminado mi recorrido por Cantabria y su románico, retornando a mi Posada
Cantora para emprender al día siguiente mi retiro para un merecido descanso en
un balneario de la Ribeira Sacra.
De mi
estancia allí y de alguna escapada realizada, así como de mi regreso a mi
querida y “ fría “ Murcia os hablaré en la última entrada de la que consta este
largo viaje de dos semanas completas por territorios norteños de España.
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